Historia y transmisión (1980) por Germán L. García (fragmento *)
¿Voluntad de sentido para excluir otro? Todo prólogo
se inscribe en el orden de la denegación. Por lo mismo, presentificación del clivaje.
Jorge Jinkis (1)
Osear Masotta, el 10 de setiembre de 1978, escribe:
"Estuve pensando hace poco en el destino de la literatura de quienes, como nosotros, sólo disponemos de los analistas como audiencia. Temible. Sólo tendremos lectores dentro de veinte años (un escritor de otro tipo puede fantasear a
su audiencia en términos de cientos de años) si la banda
que hoy nos lee se mantiene hasta mañana. Como se ve, mi lamelle no carece de motivos para inducir vuestra investigación. Pero ¿ qué es lo que hace que una banda pueda articular las oscuridades de hoy en una ciencia del porvenir?" (2). El 13 de setiembre de 1979 Masotta fallece en Barcelona, cuando sólo había cumplido 49 años.
Antes, había logrado constituir una audiencia (el estilo
de su enseñanza era atento a esta determinación del que escucha) heterogénea en relación con una comunidad que fue, hasta hace pocos años, tan homogénea como lamentable. ¿Acaso Masotta no le enseñaba a cualquiera, puesto que no reconocía ninguna jerarquía a quienes se habían formado antes del retorno de Freud provocado por el discurso de Lacan?
Hoy podemos leer los "meritorios esfuerzos" de esa comunidad:
las bocas se llenan de Freud -algunas veces, contra Lacan- y todos se rasgan las vestiduras en su nombre. En cuanto a Masotta, aun aquellos que lo "parafrasean" evitan citarlo. Esta afirmación, la anterior, se sostiene de
un recorrido de los índices bibliográficos que configuran la
suma de referencias en cualquiera de las publicaciones actuales de la comunidad médico-psicológica.
Es sabido que la bibliografía, entre nosotros es usada para "avisar" sobre la cultura del que escribe. Esto suele producir un efecto paradójico: algunas veces las referencias bibliográficas son tantas que el artículo en cuestión parece escrito por un idiota. ¿ Cómo se puede sacar tan poco, de tantas lecturas? Es una pregunta que el lector, inquieto por su propia actividad, no deja de hacerse.
La cotización del Freud tiene su historia en el mercado del saber Masotta, cuando presenta nuestra Escuela en la Ecole, la evoca con ironía: "Si alguien no pudiera entender sobre qué fondo cultural arraigaría en Buenos Aires el divino freudismo francés, basta pensar que cada uno de
tales notables había introducido a lo. largo de años a cientos de personas. Estos no fueron muchos, diez, quince años. Pero muchos estudiantes habían rodeado a cada• uno. Yo mismo, para dar una idea, veía durante el año 1974 a trescientos alumnos por semana" (3)
En ese mismo texto, Masotta se pregunta: "¿A los arquitectos y a los psicoanalistas les faltaría el lenguaje?"
En 1975, fecha en que Masotta habla en la Ecole, algo esta claro: Desde entonces -marzo de 1974- los pasos a veces espaciados y casi siempre silenciosos que condujeron a nuestra fundación como Escuela Freudiana, poco tuvieron que ver con la institución psicoanalítica oficial. Ni
nos habíamos separado de ella -puesto que ninguno de los que firmamos el acta de fundación, con excepción de uno solo, habíamos pertenecido a ella-. Ni a ella nos habíamos opuesto demasiado -salvo por el hecho de que nuestros grupos de estudio adquirieron, desde el comienzo, un definítivo aire de revival freudiano, mientras que ellos -no se lo ocultaban- hacía tiempo que habían dejado de considerar
a los textos de Freud como motivo de investigación. Y al revés, aspecto un poco cómico: ellos jamás nos citan, literalmente no nos nombran hasta cuando les es imposible no hacerlo" (3)
¿Que pasa con los "cientos" que estudiaron con Masotta? Aun aquellos que usan sus clases grabadas para enseñar, suelen olvidarse (este olvido es condición de esa apropiación) de la palabra que los sostiene. Incluso, los que se dieron un nombre firmando el acta de fundación de una
Escuela Freudiana pensada y realizada por Masotta, terminaron provocando una escisión en un intento fallido de borrar esa historia. En esta pequeña historia resuenan los efectos de la historia: asimilación de una "barbarie" por la precipitación imaginaria en los blasones de la "civilización". Masotta, usado como mediación con el psicoanálisis francés se convierte -al producir una historia singularen un obstáculo para los que desean identificarse "en forma directa" con los agentes de ese psicoanálisis. Cada uno busca un doble y apresura el doblaje.
Por otro lado Masotta, que venía de un mercado del saber, va hacia la fundación de una Escuela en el momento en que otros abandonaban las instituciones oficiales para disputarse mejor ese mercado.
Allí, en el mercado, no sólo Masotta es un obstáculo. También lo terminará siendo el discurso de Lacan. Generalizando, se hablará de "escuela francesa" y en la noche reblandecida del eclecticismo todos los gatos se convertirán en pardos.
Una Escuela, piensa Masotta, que permita dejar de ser "hijos de la sofistiquería". ¿No se condensa en esta palabra lo sofisticado de la moda, la lógica del sofisma y la historia de la sofística?
Si, como alguna vez dijo Lacan, el sofista es una figura de la tradición, es necesario recordar que la tradición es el efecto de un discurso. ¿Cómo transformar una tradición medaante el olvido, cuando esto mismo hace que retorne en la repetición? Transformar una tradición es desanudar el discurso que la sostiene, programar otro discurso posible. Entre nosotros la tradición - y no sólo la del psicoanálisis- se produce como eclecticismo. En cada momento todo puede ser posible. ¿Posible para qué? Para precipitarse en la autorización y el reconocimiento de aquellos "modelos" que se proponen como factibles de asimilar la "barbarie" a la "civilización". Esto tiene como consecuencia una homologación del discurso a la cultura, un repudio de lalengua y una apropiación de "resultados" que ignoran sus demostraciones lógicas.
La "cultura" aparece como una máquina cuya perfección fascina al que está dispuesto a techazar la copulación de su cuerpo con el lenguaje para asimilarse el lenguaje a los agentes de la máquina perfecta. ¿Cómo aceptar a Lacan si el discurso que instaura es irreductible a la "cultura';
como máquina instituida?
Lacan sin París es insoportable y por lo mismo se prefiere un París sin Lacan: negocio de glosadores y viajantes que recalan en estas lejanías para soñar que son Lacan frente al anfitrión que sueña convertirse en su invitado.
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(1) Jorge Jinkis: La escritura de la enseñanza (En: Escuela Freudiana
ele la Argentina. Homenaje a Osear Masotta. Ed. Paradiso, 1979).
(2) Oscar Masotta: Carta (En: No tas de la Esc;uela Freudiana de la
Argentina. Nº 3, 1979).
(3) Oscar Masotta: Presentación de la Escuela en la Ecole (En: Ensayos
lacanianos. Ed. Anagrama, 1977).
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