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julio 2024

Este mes publicamos el artículo Variedad de la mirada (1978) de Germán García. Se trata de un breve texto publicado en julio de 1978 en Artemas: Revista de información y opinión sobre artes plásticas. Aquí García expone brevemente lo desarrollado por Lacan sobre el tema de la mirada en la tercer parte de el Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Dicho seminario había sido publicado en castellano el año anterior por la editorial Seix-Barral, con prólogo de Oscar Masotta.

Gacía describe aquí el uso que Lacan hace de Los embajadores de Hans Holbein para ilustrar la anamorfosis y explicar la esquizia del ojo y la mirada. Además de esta cita pictórica ya común, García despliega otras articulaciones y agrega otro ejemplo en el uso de la anamorfosis: el inquietante autorretrato de 1523 del pintor italiano El Parmigianino.
Además, entre otras cuestiones introduce un debate entre Roger Callois y Arnold Hauser sobre el manierismo.

Lejos de acotarse a hacer una reseña meramente explicativa repitiendo qué dijo Lacan sobre la pintura, y a pesar del poco espacio, García realiza nuevas articulaciones y referencias sobre el arte, agregando a lo que ya está en el Seminario 11.

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VARIEDAD DE LA MIRADA (1978)

"Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", es el título de un seminario dictado por Lacan en 1964 y publicado por "Editions du Seuil" en 1973. Los cuatro conceptos son los siguientes: inconsciente, repetición, pulsión y transferencia.  

En el interior de este desarrollo una tercera parte del seminario está dedicado a una interrogación sutil sobre la mirada: 1) La esquizia del ojo y la mirada; 2) La anamorfosis; 3) La línea y la luz; 4) ¿Que es un cuadro? 

De entrada queda excluída la posibilidad de "aplicar" el psicoanálisis al pintor y/o la pintura, pero se abre por lo mismo la interrogación psicoanalítica sobre el goce que soporta el acto del pintor y la satisfacción del espectador: "Para nosotros - escribe Lacan -, se trata de la creación tal como Freud la designa, es decir, como sublimación, y del valor que toma en un campo social. De una forma a la vez vaga y precisa, y que sólo concierne al éxito de la obra, Freud formula que, si una creación de deseo, pura al nivel pintor, adquiere valor comercial - gratificación que sin embargo, podemos calificar de secundaria - se debe a que su efecto tiene algo provechoso para la sociedad, en cuanto a lo que, de la sociedad, cae bajo su peso. Permanezcamos aún en la vaguedad para decir que algo en la obra sosiega a la gente, les reconforta mostrando que puede haber algunos que vivan de la explotación de su deseo. Pero para que eso les satisfaga de tal modo, es preciso que también haya esta otra incidencia, que su deseo de contemplar encuentre allí algún sosiego. Eso les eleva el espíritu, como se dice, es decir, les incita a la renuncia".  

¿Qué ocurre para que la mirada quiera ser domada por el cuadro? Lacan introduce "los embajadores", pintado por Hans holbein en 1553, porque es necesario situar la anamorfosis para comprender la esquizia del ojo y de la mirada. Es sabido que la anamórofosis aparece en ese fenómeno que la historia del arte suele llamar manierismo, para entretenerse después en discutir sus relaciones con el barroco y otras palabras usadas para marcar cortes ene l flujo de las transformaciones del goce. La anamorfosis propone al ojo del espectador dos miradas diferentes, cifrando al cuadro como engaño del ojo que debe encontrar otra perspectiva para descubrir la mirada que se oculta en la imagen.  

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Allí la representación es sometida a juegos de inversioens extrañas El Parmigiano produce en 1523 un autorretrato desconcertante, valiéndose de la imagen reflejada en un espejo convexo. Autores como Hauser quisieran hacer del manierismo un síntoma del entrañamiento entre el hombre y la sociedad, un síntoma donde aparece la "maniera" subjetiva del hombre alienado. Esto supone que la mímesis tiene un fin adaptativo (se hable de la representación en el arte, se hable del mimetismo animal), lo que fue discutido por Roger Callois en su excelente "Medusa y Cia", traducido al castellano por editorial Seix-Barral.

¿Qué es la pintura, que es un cuadro? - se pregunta Lacan. Evocaremos los puntos cruciales de la extensa y compleja respuesta que propone en en su seminario.

La visión se ordena por la función de las imágenes que suponen una correspondencia, punto por punto, de dos unidades en el espacio: tanto si esta imagen es real como virtual, puede llamarse imagen a esa superficie que se relaciona con otra por la línea del trayecto de la luz. Deformar el trayecto que une un punto con otro permite juegos que desde Archimboldo hasta Salvador Dalí, despliegan todos los equívocos de la paranoia. todos conocemos que "redopla" escrito sobre un pene en reposo despliega en la erección la frase "recuerdo de una larga noche de amor pasada en Constantinopla". ¿Lo que falta en la condensación no remite acaso la aparición del sistema fálico? Partiendo de esto que falta en el cuadro - en lo que se da a ver - puede definirse una trampa para la mirada. El objeto propuesto en la anamorfosis existe para hacer caer en la trampa al espectador.

El cuadro que se entrega al ojo, que lo alimenta, pacífica la mirada. La mirada no es satisfecha, no encuentra lo que fue a ver, pero se apacigua en eso que alimenta al ojo. Otra cosa - dice Lacan - ocurre con el expresionismo, puesto que allí se satisface la mirada al encontrar algo de lo que busca. ¿Será porque el expresionismo habla de una subjetividad imperiosa, de una expresión imperial? La anamorfosis muestra que lo que miro no es lo que quiero ver: la mirada triunfa sobre un ojo engañado. La mirada desea al Otro, el ojo se contenta con un objeto. Basta sacar la firma de un cuadro para saber que a la mirada le importa poco el objeto que satisface el ojo. Pero el ojo se pierde en la mirada.  

Más allá de la apariencia se encuentra la esencia, sino la mirada. Basta pensar un sujeto provisto de cámara, para saber que inquieta al otro en la oscuridad de esos agujeros que no están vacíos.  

La imagen, entonces, funciona como pantalla mediadora entre el sujeto de la representación y la mirada.  

Por este lugar Lacan llega a situar el cuadro diciendo que "no rivaliza con la apariencia, sino que rivaliza con lo que Platón nos designa más allá de la apariencia, sino que rivaliza con lo que Platón nos designa más allá de la apariencia, es decir, la idea. Porque el cuadro es esa apariencia, Platón se subleva contra la pintura como contra una actividad rival a la suya". Detrás del cuadro hay una mirada que Platón confunde con la Idea: ¿La confunde en realidad? idea significa, en sentido etimológico, "ver". El mundo de las ideas es ese mundo de la mirada que no se deja ver. Dios que ve todo - decía San Agustín - no puede ser visto, mientras que el hombre que es mirado (por Dios) no puede verlo. El mundo que mira detrás de la apariencia no se deja ver.  

Esta posibilidad que alguien se "vea viendo" , pero en este verse viendo hay una esquizia entre el ojo y la mirada.  

Germán Leopoldo García

Fuente: # (3 de julio de 1978). Variedad de la mirada. En Artemas 1 (p.3), Buenos Aires. 

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