Blog de la Biblioteca y Archivo del Centro Descartes
diciembre 2024
En esta ocasión les acercamos Psicoanálisis y Literatura: Volver a empezar. Se trata de una conferencia magistral dada en 1984 por Germán García en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). García propone aquí un programa de lectura de la relación entre psicoanálisis y literatura. Comienza planteando que hay por lo menos tres modos de abordar la literatura en la obra freudiana: 1) el que proviene de la literatura comparada, el cual se trata de verificar sus hipótesis mediante un texto (por ejemplo el trabajo sobre Gradiva de Jensen) 2) la psicobiografía, el cual consiste en el intento de deducir la psicología del autor a partir del texto. Este método para García es el más inútil y lamenta que sea el más extendido 3) Lo que Freud hace con Leonardo: intentar correlacionar la estructura de un discurso con un fantasma como productor de ese discurso. Luego plantea una hipótesis de trabajo en relación a los cuatro discursos de Lacan. En principio, propone a la literatura como parte del discurso histérico, pero la cuestión se complejiza al abordar un autor que disuelve las formas de la literatura como Joyce. Finaliza la conferencia volviendo sobre lo que escribió a propósito de Macedonio Fernández diez años antes, afirmando que aquél libro resultó “muy extravagante” ya que constituía un intento de evitar el psicoanálisis aplicado debido a la ideología crítica que sostenía entonces.
Dirección de Biblioteca y Archivo del Centro Descartes
Psicoanálisis y Literatura: Volver a empezar (1985)
El segundo método, el más inútil, si podemos decirlo así, aunque
lamentablemente el que más se expandió, es la psicobiografía. Consiste"
en el intento de deducir, a partir de un texto, la psicología de su autor.
Es lo que Freud hace en Dostoievski y el parricido. Curiosamente, Freud
está diciendo que todo científico declara que es objetivo y él dirá
que detesta a Dostoievski y más aún, que no soporta a los rusos. Y creo
que esto que dice Freud es importante, porque se trata de un hecho
mny interesante, que es que ese texto él lo escribe porque no soportaba
el retorno de un paciente ruso que vuelve después de mucho tiempo,
loco, a pedirle dinero, entre otras cosas, llamado "el hombre de los lobos",
Si se observan las fechas se verá la correlación. De esa manera
Freud está hablando de este sujeto. Es decir, no es un texto que auto•
rice demasiado, y sin embargo este segundo modo es el que más repercusión
tuvo.
Y la tercera manera, que a mi criterio es la que podría conducir
a la postura de Lacan, es io que Freud hace con Leonardo: intentar
correlacionar la estructura de un discurso con un fantasma como pro
ductor de ese discurso. En su trabajo sobre Leonardo, Freud habla de
un fantasma, de un recuerdo infantil, a partir del cual trata de deducir
no sólo toda la estructura de su obra, sino también el fracaso de la
misma. Freud se pregunta por qné, si Leonardo conocía muy bien las
sustancias con las que hacía las pinturas,, algunas de sus obras se van
destruyendo, se vienen abajo. Entonces plantea una idea que para mi
modo de ver es más interesante, dice que el psicoanálisis haría más si
en lugar de analizar una obra analizara el fracaso de una obra, en función
de nn fantasma fundamental.
Estas serían, a mi entender, las tres posiciones que hay en Freud.
En Lacan, la cuestión es mucho más compleja porque él tiene una extensa relación con la literatura, que parte de un trabajo llamado La letra y el deseo, en el que va tomando distintos autores para especificar partes de su enseñanza. Podemos decir que, hasta el momento en que habla de Joyce, en Lacan la literatura tiene muy explícitamente una función didáctica. También la tiene la filosofía, y digo esto porque muchas veces se lo trata de filósofo, y Lacan dice en todas partes, por ejemplo, "utilizo didácticamente a Hegel para mostrar la estructura de un discurso obsesivo. Hegel me proporciona el soporte para hacerlo". Entonces, Lacan ha utilizado la literatura en forma didáctica. Y nos encontramos con una teoría de la letra, que comienza_ con un trabajo sobre André Gide. ( Los textos que menciono están en Los escritos de Jacques Lacan, dos tomos editados por Siglo XXI, aunque allí faltan seis trabajos publicados en dos pequeños volúmenes de la editorial Homo Sapiens, entre los que figura el trabajo que cité). Lacan toma Gide para hacer una teoría de la letra, que ya veremos como planteará.
Después toma de Edgar Allan Poe el cuento La carta robada, para hacer una teoría de la estructura. A través de Poe él quiere mostrar cierta estructura en expansión, en repetición
Entonces, por un lado la literatura le sirve para pensar la idea de la letra, y por el otro, para pensar la idea de estructura. Y por último, yo creo que Lacan tiende hacia una disolución del concepto mismo de literatura. Toma un autor que disolvió la literatura, toma el Finnegan's Wake de Joyce y llama a su su seminario "Joyce, el síntoma". Y allí desaparece la pertinencia misma de la literatura, en tanto él define el síntoma como todo aquello que habla. El síntoma es el malestar de la cultura. Así definido el síntoma, ya no quedaría ninguna pertinencia de la literatura con respecto a cualquier otro discurso, en tanto tenga que ver con ese malestar.
Creo que éste es un punto importante, porque Lacan termina con una crítica muy violenta contra toda estética. Toma toda estética como una forma de la represión. El bien no es decir bien; el bien decir es el de Joyce, que decía "letter litter", letra basura. Entonces, el bien decir no quiere decir decir bien. Es así como para Lacan la estética, desde la estética kantiana en adelante, tiene una función absolutamente represiva. Es por eso que él toma a otro escritor para dar la estructura del fantasma, -y este es el punto que hoy intentaré desarrollar- que es Sade. Hay un texto titulado Kant con Sade. Reunir a Kant con Sade ·suena un tanto estrafalario; sin embargo él va a demostrar que son exactamente lo mismo, porque la moral kantiana está basada sobre una oposición entre el bien y el bienestar. Es decir que el bien, tomado como imperativo, está por encima del bienestar de los sujetos, o que la ley se instaura más allá de cualquier objeto de satisfacción. Supongamos que la ley incite a los sujetos a defender la patria en un momento determinado. Nadie podría negarse a este bien en nombre de su bienestar, sea por su novia, o porque no le gusta pelear u otros motivos de esa índole. Quiere decir, entonces, que el imperativo kantiano es imperativo porque es universal, vale para todos y se· terminó. Esta misma operación ocurre en Sade, pero ocurre con respecto al mal. Es decir que Sade se considera a sí mismo como instrumento de un mal tan imperativo como el bien kantiano. Lo que es el bien para uno es el mal para el otro. Y Sade toma la palabra kantiana al revés, la da vuelta y demuestra que si el bienestar del otro no interesa en absoluto en nombre del bien, por qué habría que detenerse frente al bienestar o al malestar del otro en nombre del mal. Y esto es así puesto que la moral kantiana implica que no importa el sufrimiento del otro.
Creo que esto es muy interesante, porque el kantismo es una ideología que impregnó el derecho en el mundo entero, pues las corrientes del derecho son kantianas o neokantianas.
Por último, a partir de la idea del fantasma, se puede pensar otra manera de mirar. Justamente, tanto en Sade como en Kant, hay un bien o un mal que vale para todos. Lacan dice que Sade es un débil mental profundo, pero yo no veo por qué un débil mental asusta a tanta gente. Ahora bien, que no haya fantasma quiere decir que no hay todo, lo no todo, que es una expresión muy usada por Lacan. Y si no hay todo, no hay manera de fundar una estética, es decir, no hay manera de fundar un universo de discurso que sea consistente para sí mismo.
Haré un gráfico de lo que se llama los cuatro discursos de Lacan:
Esto parece un diagrama de Benn, pero es un nudo desplegado. Lacan llama a este nudo imaginario, real y simbólico. En el lugar de lo imaginario ubica el cuerpo, pero no porque el cuerpo sea solamente imaginario. Vamos a ver que si esto es un nudo, cada uno de los lugares será tanto imaginario como real y simbólico.
Lacan ubica el cuerpo en tanto se constituye por una captura de una imagen, que aparece como imagen otra en un espejo. Lacan utiliza la alegoría del espejo. Una prueba experimental muestra que los niños, entre los seis y los dieciocho meses, son menos inteligentes que los monos. porque éstos tienen una inteligencia instrumental. Al ver un espejo se acercan, lo tocan, ven que contiene espesor y se van, Pero como allí no hay nada, el niño se fascina. Es justamente en el momento de descubrir que no hay nada cuando se fascina; y no se va, como el mono. Esta fascinación por la propia imagen capturada en un espejo está presente en la constitución del cuerpo como imaginario.
Ahora bien, ese imaginario del cuerpo quedará enganchado a lo simbólico. de la palabra. Aquí lo imaginario es el sentido, no la significación. Esta diferencia tal vez se parezca a la idea de denotación y connotación. Hay una significación social que buscará la semántica. Por ejemplo, por qué la palabra "coger'' en España es de uso común y en cambio aquí es una palabra sexual, es algo que no tiene importancia alguna está ahí, es una significación. Pero, ¿qué sentido tiene? Y no hay más sentido que el que hace sentido en un cuerpo. Es así como Lacan definirá el sentido como la copulación del cuerpo con las palabras. Es obvio que no tiene nada que ver con la significación. Porque si alguien le dice a otro "hijo de puta", eso significa socialmente que su madre no cumple con las reglas de la monogamia social. Pero el otro no se enoja por eso; se enoja porque eso da en su cuerpo en la medida en que tiene algo que ver con la señora a quien se designa como su madre. Porque, aun si el otro creyera en la poligamia, también se enojaría. No dice "no, según mis categorías poliándricas y poligámicas, mi madre no es una puta sino una revolucionaria de las costumbres sexuales.
Entonces, lo simbólico tiene carácter equívoco, Esto quiere decir que no hay manera de decir una frase que no sea equívoca. Si el psicoanálisis y la crítica literaria son posibles es porque no hay nada que sea unívoco. Cuando entramos en la dimensión del sentido, Lacan dice que no hay frase, por pequeña que sea, a la que yo no pueda hacerle significar exactamente lo que quiera. Puedo hacer significar a una frase lo que se me antoja, puedo recurrir a la etimología, por ejemplo, o a lo que sea para llegar a lo que quiero. Estos equív ocos pueden ser lógicos, como en el caso de la famosa paradoja del mentiroso: si digo que soy mentiroso, cuando digo la verdad, miento y si miento digo la verdad. Hay otros que son gramaticales, como cuando digo "el niño tiene deseo de la madre" o que un hombre "tiene deseo de mujer". ¿Digo lo que él desea como mujer o digo qne desea a una mujer? Vemos que siempre se puede introducir la dimensión del equívoco.
Justamente, lo que en Freud se llamará interpretación es esta dimensión del equívoco. La palabra alemana Deutung no quiere decir interpretación, sino que viene de una actividad filológica que hacían los alemanes, que consistía en señalar, en la composición de la lengua, qué palabras eran más alemanas que otras. Es otra la palabra alemana que significa interpretación. Es decir que cuando se traduce Deutung por interpretación, se traduce mal, porque esto puede llevar a una hermcneútica. La Deutung sería decir ahí hay un sentido, pero no decir qué sentido hay. Para decir que ahí hay un sentido, bastaría con repetir la frase del otro en voz alta, bastaría jugar con cualquier equívoco metonímico en la cadena de su discurso, o con un término metafórico que no tenga nada que ver con su discurso, o callarse la boca, cortar una sesión; es decir, aplicar la mecánica del dispositivo analítico.
Y, en cuanto a lo real, es imposible. Esta idea esotérica quiere decir que todo discurso, cuando habla de lo real, introduce a la vez una dimensión imaginaria - puesto que tiene sentido - y simbólica - tiene sentido y equívoco.
Lacan, hará, pues, una distinción fuerte entre discurso y escritura. Llamará discurso, por ejemplo, al castellano, al alemán, al catalán, etcétera,. y llamará escritura a estas letras. Dirá, entonces, que la ciencia no se hace hablando, sino que se hace con letras. Lo que llamamos lógica fue un invento genial consistente en introducir unas cuantas letras que hicieron avanzar más qne cualquier discurso. Con esto quiero decir que si tomamos todos los términos que figuren en un libro de física, ellos no representan más qne un porcentaje bajísimo de los existentes en una lengua, y sin embargo es con esos términos con lo que se hace la ciencia. Claro está que, a su vez, estas letras se dicen, con lo cual estamos de nuevo en la sitnación del equívoco. Por eso decimos que llamamos discurso al hecho de que haya una lengua y que llamamos escritura al hecho de que haya letras que no significan nada. Un cuantificador universal es una letra, por ejemplo; pero debo decir que es una letra que significa "vale pa ra todos", con lo cual, nuevamente, debo introducir la lengua. Lacan plantea aquí, entonces, que lo que el psicoanálisis viene a mostrar es que la ciencia como tal no podría sostenerse sin un discurso, pero que el discurso en cuestión es lo' que viene a estropear a esta misma ciencia. Pueden consultar un texto de los Escritos, titulado Ciencia y verdad, donde parte· de la tesis de que e! psicoanálisis hace retornar la verdad a la ciencia, el discurso como ma!estar es reintroducido en el mundo científico gracias a él.
Las posturas de Lacan con respecto a esta cuestión tienen bastante influencia de Heidegger. Afirma también que le parece un error político grave separar la ciencia de la técnica, pues tanto la izquierda como la derecha hablan de la ciencia como si fuera un discurso puro y la técncia es vista como la mala instrumentación que los malos hacen de ella. Por el contrario, él sostiene· que la técnica es el síntoma de la ciencia; .no es que primero se produzca un descubrimiento y después se lo aplique. Primero hay una demanda social y el descubrimiento tiene su marcha así pautada. Esta manera de pensar la técnica es totalmente heideggeriana. Los escritos de Heidegger sobre la técnica se refieren justamente a esto.
Ahora bien, el objeto a, el objeto causa, es llamado objeto simplemente porque no está en el orden del discurso, tampoco es algún objeto. Es como decir que la causa de lo que digo no está en lo que digo, lo que me permite definir que no hay discurso que diga todo. "Toda verdad es un medio decir", "no hay verdad de la verdad", estas afirmaciones de Lacan quieren decir que, si a un universo de· discurso le ponemos algo que siempre está fuera de él, diga lo que dijere ese discurso, nunca puede decirlo del todo, no puede decir la causa de sí. Aquí hay una homología entre lo que es cualquier discurso escrito y lo que es la palabra de un sujeto. Cuando un sujeto habla no puede decir la causa de sí, puesto que él no es la causa de sí. Cuando un texto .se articula,. no puede decir la verdad sobre sí mismo.
Este es el problema de los metalenguajes. Es interesante para la crítica, en el sentido de pensar si podría haber un metalenguaje crítico. Lo que plantea Todorov cuando habla de la poética es que el mejor comentario de un texto es, después de todo, el texto mismo. O Russell, cuando habla del análisis en sentido lógico, afirma que no se podría decir que el análisis convierte al objeto analizado en otro objeto, pero tampoco se podría decir que el objeto es el mismo después de haberlo analizado.
Lacan colocará, entonces, el objeto en el nudo de la cuestión. Aquí va a introducir algo que llama "goce del Otro", y lo que denomina "goce fálico". ¿Por qué habla de goce del Otro? Si tomamos el círculo I, y determinamos que el sector que no se superpone a los otros círculos es el cuerpo, podemos decir que el goce del otro pasa por el cuerpo pero _está fuera del discurso, si tomamos lo simbólico como . equivalente del discurso. Hay un goce en el cuerpo que no puede pasa por el discurso. Es a partir de aquí que Lacan se interesa por el discurso místico que se produce constantemente advirtiendo acerca de su propia metaforización. Si leen a Santa Teresa, o a cualquier místico, encontrarán que dicen que es como si Dios los abrazara, los besara, pero no es eso, eso no se dice. En el discurso místico está siempre la idea de un punto de indecible del discurso y éste se produce siempre consciente de su metaforicidad.
Y el goce fálico -Lacan utiliza un lenguaje un poco provocativo es el goce de la palabra, el goce de hablar. Volvamos ahora un momento al discurso histérico. Habíamos dicho que el significante amo del goce era éste, el significante fálico, que estaría en juego en la producción de cualquier discurso. Dicho goce pasa por el discurso pero está fuera del cuerpo, es el caso inverso del anterior. Es decir que hay un goce que se puede articular en el discurso,. pero está fuera del cuerpo, y hay un goce que está en el cuerpo, pero no pasa por el discurso, y entre estos dos goces y en la manera en que se introduce el cuerpo se juega el problema. Este es el punto de influencia de Lacan sobre Barthes, que va a hablar del placer del texto como lo que apunta directamente a este goce. Barthes habla de goce y placer como equivalentes, pero en Lacan están separados. El placer es lo que le gusta a cada uno, el placer de la comida, por ejemplo, es homeostático, se regula solo; en tanto que el goce es lo insoportable. En Lacan, el goce viene a traducir los términos de pulsi6n de muerte, masoquismo primordial, etcétera; está más allá del principio del placer. Si no lo estuviera, no se entendería por qué la gente habría de reprimir el goce.
Esto es algo qne Freud repite en todas partes; decía que la realización del deseo es siniestra,. nadie quiere que su deseo se realice. Y hago un poco de literatura comparada. Strindberg escribe una obra estando loco y, como veremos, tenía una locura muy lacaniana. Está en París y empieza por decir que ser famoso en París es el deseo de todos sus compatriotas y también el suyo. Y en el momento en que se hace famoso echa a su mujer, se queda solo, siente el olor de la mujer en la cama y le viene un deseo de virginidad masculina. Tres páginas después, lo encontramos delirando. Quiere descubrir una sustancia llamada calaverina, porque descubrió que las flores que están cerca de las tumbas tienen forma de calavera. Y va a los entierros con una botellita para obtener la sustancia.
Finalmente se cura por una recurrencia a lo que Lacan llamaría la metáfora paterna. Leyendo a Balzac se da cuenta de que éste era lector de Swedenborg, que era compatriota suyo. Había sido matemático y al final de su vida empezó a viajar por los planetas y a describir sus costumbres, las lenguas, etcétera. Strindberg encuentra esto y vuelve a su país, a ingresar en una orden. Y se encuentra con· alguien que había sido socialista en su juventud, como él, que viene encapuchado con el mismo hábito de la orden. Llega a la casa y la suegra le dice que estaba protegida por Swedenborg. Con estos datos, él está seguro de que está curado, Y termina el libro de la siguiente manera: "Yo me di cuenta de que estaba en el infierno porque todos mis deseos se realizaban y yo no tenía nada que desear", Esto quiere decir que el goce es insoportable.
La frase más criticada por Lacan es la famosa frase de Sartre: "El infierno son los otros'. Esto, dice Lacan, más que una filosofía es la destrucción ética de una cultura, porque tenemos que aprender que el infierno está en cada uno. Ve allí la pérdida de toda ética posible, pues, autoriza cualquier salvajada. Cuando uno la dice, piensa que el infierno son los otros menos yo. Pero si esa frase se socializa, el infierno son los otros. Consecuentemente, en la filosofía y en la literatura sartreanas habrá una concepción voyeurista y sádica de la sexualidad, habrá una libertad que necesita de la cárcel para conocerse a sí misma, etcétera. Todo esto se puede encontrar ya en la literatura de juventud de Sartre.
Ahora bien, Lacan ubicará el síntoma en relación directa con el goce del otro. El síntoma • que es metáfora en el sentido de sustituir un término por otro - es un intento de hacer hablar de alguna manera ese goce que no habla, ese goce del cuerpo. Es así como se entiende por qué puede decir "Joyce, el síntoma": porque el Finnegan's Wake es el intento más terrible de hacer hablar lo indecible, lo indecible de un hombre que está vacío para él mismo.
Para sintetizar, diré que hemos visto la teoría de los cuatro discursos, que pueden consultar en El revés del psicoanálisis. Esos seminarios de Lacan no están editados, pero los pueden encontrar en forma de fichas en librerías especializadas en psicoanálisis. El nudo del que acabo de hablar lo encontrarán en un texto llamado La tercera, publicado en Actas de la escuela freudiana de París. El desarrollo de la lógica de este nudo se continúa en otros seminarios. El tratamiento se hará más complejo con elementos tomados de una topología, cuya importancia -pienso en los modelos de física, por ejemplo- reside en que es una continuidad de la teoría proyectiva, pues permite romper esquemas mentales, tales como afuera y adentro, etcétera. Lacan dice que hay una topología del discurso; cuando decimos que alguien anda dando vueltas, si uno lo trata de dibujar verá que hay una topología del discurso.
Freud planteó, en vez del a priori kantiano de tiempo y espacio, correlativo a la geometría euclidiana, el aparato psíquico. Y Lacan a su vez postuló la topología, que es una geometría no euclidiana. No hace más que actualizar una referencia, porque los aparatos no se sostienen en nada; el aparato psíquico freudiano no está puesto en el cerebro ni el lugar alguno. Cuando estuvo en Estados Unidos, Lacan dijo: "ustedes son conductistas porque piensan con la cabeza, pero yo pienso con los pies, entonces no puedo ser conductista; pienso y tengo dos pies, y si me duelen pienso de una manera distinta que cuando no me duelen", Lo que quiso decir es que se piensa con el cuerpo, no con la cabeza.
Respuesta a una pregunta:
Macedonio Fernández tuvo varios síntomas en sentido clínico. Uno de ellos era la fotofobia, leía en la oscuridad con una vela detrás. Otro era la anorexia. Pero para Lacan no serían síntomas. El síntoma de Macedonio era la eternidad, la ausencia de tiempo, que podemos decir que es la estructura de la neurosis misma. En la neurosis el tiempo desaparece, el síntoma es atemporal, etcétera. En el caso de Macedonio, yo tomo este nudo en el sentido de lo que Lacan llama la metáfora paterna, como estructura de todo discurso. Porque además, Macedonio alucinó a su padre. Tuvo una especie de alucinación auditiva durante la cual oyó que sn padre le hablaba, mientras paseaba en una siesta por Lugano, cuando era joven. Y Lacan dice que lo simbólico, lo que no está articulado, aparece eri lo real. Es decir que habría una forclusión de la metáfora paterna. Forclusión es un término jurídico que quiere decir saltear un paso de un proceso, y Lacan lo toma: de Freud, que lo usa casi al pasar. Lacan leyó a Freud como uno lee un texto, llamando la atención aun sobre conceptos no explícitos para Freud mismo, como en el caso de la forclusión.
Lacan toma la metáfora paterna como estructura de toda metáfora. Veamos: partimos del deseo de la madre, y éste preside obviamente el nacimiento de cualquier sujeto, puesto que, deseado o no deseado, es siempre en relación al deseo del otro que el sujeto juega su entrada en el mundo. A veces los psicólogos moralizan sobre esto y llaman la atención sobre los niños no deseados. Pero Lacan dice que no hay nada benéfico en ser deseado por la madre, no se ve por qué un niño no deseado por la madre sería más infeliz que uno deseado. Entonces, los psicólogos suponen encontrar el justo medio, porque si el niño no es deseado, sufre y si la madre no lo suelta, se ahoga. Y llegan ellos para decirle a la madre que lo deje un poco, de a ratitos.
Lo que hay que plantear es que el deseo de la madre es un dato radical tanto en Lacan como en Freud, en tanto la palabra misma existe para subrayar ese deseo. Hay una película en la que un hombre va a un prostíbulo, se acuesta con una mujer y después se entera de que era su propia madre. Esto quiere decir que no hay ninguna sustancia en el cuerpo materno que haga que ese cuerpo sea repugnante para su hijo. La interdicción del incesto no está inscripta en la sustancia. Simplemente, un cuerpo designado como madre introduce correlativamente la función padre y la función hijo. Y esas funciones se definen por una exclusión sexual de uno a otro. Es decir que cuando hablamos del deseo de la madre, estamos diciendo algo del orden del discurso, no de la madre biológica.
Para Lacan, ese deseo de la madre estará dividido por algo que él llama el nombre del padre. Después cambiará por los nombres del padre. Por ejemplo, el nombre del padre es el síntoma de Joyce. Entonces, el nombre del padre sería cualquier elemento que tenga como función la interdicción y la separación del deseo materno, pensando ese deseo como mortífero para el niño, Mortífero alude a un deseo que está construido por una paradoja: que el deseo de una mujer de embarazarse y el hijo que ella imagina son dos cosas diferentes. De una manera muy empírica, esto fue demostrado aquí por Arminda Aberastury, cuando trabajaba con mujeres embarazadas. Hasta cierto momento, por ejemplo, el tercer mes,. el embarazo es un procesó físico, y de pronto la mujer va a tener un hijo. Ese cambio en la designación de su propio proceso marca un corte, pues no es lo mismo que una mujer diga que está embarazada de ocho meses o que diga que va a tener un hijo. Cuando dice esto, se lo está imaginando. Quiere decir que ese niño va a nacer en esa cuna imaginaria, simbólica, real. Así, aparece algo real sobre el fondo de lo que ha sido imaginado, simbolizando de alguna manera por la madre.
Pero este hijo que la madre imagina es su propio cuerpo, porque todavía no existe. Obviamente, lo que aparece entonces es el desencanto, y es posible la aparición de lo que se llama la psicosis postparto. La función que el hijo tiene que cumplir con la madre fracasa por definición, y en el lugar de ese fracaso aparecerá, entonces, un significante paterno que dará una significación desconocida al deseo de la madre. El sujeto ya no estará atrapado, sino que tiene que interpretar a través de la madre, y la manera en que lo hace es aquella en que constituye un objeto sexual. Jugando con la palabra perversión, Lacan dice que la mujer es una per-versión: es tanto la versión que el sujeto tiene de su padre, como la versión de una mujer que su padre le ha dado, no por lo que el padre ha dicho, sino por el lugar que viene a ocupar en relación con el deseo maternal.
Esta ese enigma que es el deseo de la madre, se esclarece entonces por el nombre del padre. Nos queda, así, un significante sobre una x. Y Lacan propone esto como estructura de toda metáfora. Hay críticas a Lacan que lo tachan de ser muy jakobsoniano; por ejemplo, Nicolás Rosa critica el apego jakobsoniano a la metáfora y la metonimia. Conozco la discusión que plantea Rosa a propósito de sinécdoque, metonimia, etcétera, pero no sé con precisión cuál es la crítica que formula, y no sé si hay una crítica explícita a la teoría de la metáfora de jakobson que figure en algún trabajo.
En el caso de Joyce, el deseo maternal aparece con la significación de un vacío, que sería lo que Joyce está tratando de llenar. Joyce decía algo así: "soy la memoria increada de la raza", es decir, soy Joyce, el hijo de nadie, o el hijo del mundo, el hijo de toda tradición irlandesa. El quería inventar un sujeto, que fuera como una agujero por donde pasara toda la historia del mundo. En este caso el nombre del padre se inscribe como un vacío. Curiosamente, más o menos en la misma fecha en que μmere el padre de Joyce nace un nieto suyo, un hijo de su hijo. Escribe entonces un pequeño poema que termina con el remordimiento por no haber ido a ver a su padre.
Al cabo de una serie de pasos la metáfora paterna se transforma en síntoma y sería el cuarto elemento entre real, imaginario y simbólico. Yo diría, entonces, que en sentido de estructura el síntoma en Macedonio es esa idea de la eternidad. El decía que la escritura es el hogar de la no existencia. A partir de esa idea de eternidad es que se podría entender la estructuración del texto de Macedonio. Quiero aclarar que yo escribí esto hace diez años, y que hoy no lo haría de la misma manera, En ese momento tenía más clara la idea de la metáfora paterna, había encontrado ese detalle de la vida de Macedonio, esa aparición del padre que le habla, sobre la cual nadie había trabajado. Por otra parte, en ese momento yo tenía una ideología crítica y no quería hacer psicoanálisis aplicado. Trataba así de disolver el psicoanálisis en lo que hacía, y el libro que resultó es muy extravagante. Empiezo un capítulo hablando de mi abuelo Leopoldo Femández, porque mientras escribía el libro tuve un sueño en el que Macedonio Fernández era mi abuelo, y encontré allí el motivo por el cual escribía. Eso era una provocación. Empezaba el capítulo diciendo: "Me trasladé de una casa a otra por un retrato de Macedonio Femández y tuve un sueño donde mi abuelo, Leopoldo Fernández, aparecía en ese retrato". Esto, obviamente, no satisfacía a nadie que quisiera hacer metalenguaje crítico. Pero yo estaba advertido de que no tenía que hacerlo; yo quería que el libro fuera macedoniano y puse la eternidad de Macedonio como si la creyera. Como me contara el pianista Villegas, que conoció a Macedonio, él hablaba con la esposa muerta, y Villegas me decía que él también se quedaba sentado y hablaba con gente que había muerto hacía tiempo.
Para concluir, lo que me parece importante no es partir del síntoma sino llegar a él. Y síntoma es casi equivalente a metáfora paterna, es el cuarto término. El síntoma es convertido en un cuarto término en lo que él llama el nudo borromeo; constituye un sostén tal que si se lo retirara todo lo demás se desarmaría. Por eso digo que la teoría del síntoma de Lacan se va profundizando hasta llegar casi a plantear el síntoma como la producción misma del discurso. Lacan dice que no hay ningún motivo para hablar; se habla porque el lenguaje mortifica al cuerpo y la manéra en que esos cuerpos son mortificados por la palabra en la historia queda escrita en los papeles. Y la manera en que son mortificados los cuerpos en la Edad Media, por ejemplo, quizás a nosotros no nos diga nada.
Hace poco murió Philippe Aries, que hizo tinos estudios muy interesantes sobre la mnerte y el Occidente. Toda la problemática de la muerte está muy presente en la literatura española y, curiosamente, es la literatura española la que produce el primer texto en que la muerte es la muerte del padre, las coplas de Manrique. Es un texto absolutamente solitario, ya que tendrán que pasar cien años para que el tema de la paternidad se haga presente en la literatura.
Germán García
Start your own site - Check this