Blog de la Biblioteca y Archivo del Centro Descartes
julio 2025
El Blog René de julio se orienta hacia “Enigma Tausk”, prólogo que Germán García realizó para las Obras psicoanalíticas de Victor Tausk (Ed. Morel).
Tausk -abogado y psiquiatra- se encuentra con el grupo de Sigmund Freud en 1909; diez años después inicia su análisis con Helene Deutsch (luego de ser rechazado por el mismo Freud). Ese año se suicida con el doble recurso del ahorcamiento y disparo de un balazo: “... me imagino que su muerte debió ser el voluptuoso coronamiento de verse a la vez convertido en agresor y víctima ...", comenta Lou Andreas Salomé –quien había sido su amante un tiempo antes-.
García lee el carácter sintomático de esta publicación en Buenos Aires, en el contexto de las discusiones entre las diferentes corrientes analíticas de la época (1977).
Este texto, a la vez que hace de presentación de los desarrollos teóricos de Tausk, introduce elaboraciones respecto de lo Unheimlich, el sentido sexual, lo sexual como límite, la transferencia en las psicosis, el goce inconsciente y la muerte –entre otras-.
Invitamos a la lectura de este material, que enseña también sobre las posiciones que diversos analistas han tomado en la historia del psicoanálisis.
Dirección de Biblioteca y Archivo del Centro Descartes
Sepa solamente que vi muchas veces la esperanza, lo que llaman los mañanas que cantan,
conducir a gentes que yo estimaba tanto como lo estimo a usted, únicamente al suicidio.
¿Por qué? El suicidio es el único acto que tiene éxito sin fracaso.
Jacques Lacan
Víctor Tausk en castellano. Esta noticia es parte de una trama precipitada por la extenuación del discurso kleiniano y de los lazos sociales que lo sostenían y que ese discurso sostenía. El retomo de Freud es el síntoma de alguna verdad que sólo dice a medias de qué forma la traducción de Jacques Lacan apresura la confusión de lenguas del campo psicoanalítico argentino. Aunque no se produjo demasiado, la falta de producción es el goce que sufren los hasta hace poco satisfechos de la partida -siempre justa- de su placer.
Wo Es war, Soll Ich werden: Donde Ello era debo yo llegar a ser. Llegar al ser, advenir ese cuerpo donde el goce y la muerte son el nudo de un destino. Ello es al cuerpo libidinal lo que el yo a la realidad del mundo exterior. ¿No aparece esta realidad como máscara de lo real, de ese cuerpo? El superyó impone los mandatos de ello, no los del mundo exterior. Debo (Soll) advenir de ello aquello que del cuerpo y de la muerte puede subjetivizarse. ¿Qué decir de la afirmación de que la cura consiste en llegar a ser como ... el psicoanalista? Las más diversas psicoterapias se expanden buscando la conversión de la economía libidinal en economía monetaria. mientras los collage apresurados suman diccionarios en sus referencias bibliográficas para cubrir el vacío que la erudición freudiana pone de relieve. Si el discurso universitario se agencia un saber para convertirse en agente de la causa del deseo que pone en otro, la ética del psicoanálisis propone que el biendecir no dice dónde está el Bien y que las psicoterapias que lo enuncian maldicen el sujeto que se descifra de lo que Freud llamó procesos primarios.
Es aquí donde la conversión de Tausk al castellano introduce el hilo necesario en la red de textos que prueban que el psicoanálisis existe por el goce del discurso.
Cuando pasa el entusiasmo quedan las letras y en los próximos años podrá leerse si los actuales desplazamientos del discurso han realizado alguna metáfora consistente de lo Otro que no se reduzca al divertido resumidero de nuestras paráfrasis y a la infatuación solapada de nuestras citas. ¿Cuál es el nudo consistente producido por los miles de resúmenes, realizados en el mundo, de los discursos de Freud y M. Klein? Cuando lo que se descifra no se escucha, el goce tampoco se escribe.
La consigna irónica que se le atribuye a Freud: ¡Interrogar al inconsciente antes de que vuelva a cerrarse! Lo que ello articula tiene fuerza de ley y la neurosis es cierta transgresión instalada sobre una triste moral y unas cuantas moralejas. Ese sujeto que se descifra de los procesos primarios es perentorio porque su trabajo es goce del Otro.
Tausk escribe (30/9/1907): “Nunca creí en la fuerza de la sangre, pero ahora creo que un ser humano hereda de sus padres su propio destino”. ¿Son los padres la primera máquina de influir? Y al final de la misma carta (a su mujer) se pregunta: “¿Qué será de los hijos? Me siento desolado. Todo depende del dinero -la felicidad y la vida”. Este sujeto iba a encontrarse -parece inevitable- con el discurso psicoanalítico. El 10/9/1907 escribe: “La enfermedad lo invade todo; no tengo quién me guíe”. Dos años después se encontrará con el grupo de Freud. Su crisis de 1907 había sido superada con sólo 25 días de internación, pero le había permitido una experiencia radical de la verdad de la escisión que constituye al sujeto excentrado de su voluntad y de su conciencia. La procesión, como se dice, va por dentro. Obligado por su padre a estudiar abogacía comienza -después de su divorcio- el estudio de la medicina (que su familia le había hecho desechar).
Termina medicina en 1914 y un año después se convierte en psiquiatra del ejercicio donde permanece por dos años, siendo trasladado de Lublin a Belgrado. Extrae de esta experiencia sus reflexiones sobre la psicosis de guerra y la psicología del desertor.
Sin duda, la leyenda Tausk se relaciona con la descripción de un aparato de goce esquizofrénico funcionando sobre un cuerpo despedazado y reunido en el espacio heteróclito del delirio.
En la colonia penitenciaria Kafka encuentra una máquina que funciona de la misma forma, pero evocaremos después la saturada exasperación de esta metáfora.
El 12 de marzo de 1879 nace Víctor Tausk en Zsilina (Eslovaquia). Al cumplir los 20 años ingresa en la Universidad de Viena y se doctora en Derecho cinco años después, cuando hace dos años que se encuentra casado con Martha Frisch. En 1902 nace su primer hijo (Marius) y en 1903 el segundo (Víctor Hugo). Dos años después Víctor y Martha se trasladan a Viena y dejan de vivir juntos. Tausk escribe teatro (Husein Brko y Entre dos luces) y un año después se traslada a Berlín, donde ejerce un oficio -el periodismo- en el que se había destacado su padre (entre ellos existía una relación equívoca y de tensa agresividad). Después de su internación (1907) conoce a otra mujer que lo acompañara en su vida: Lea Rosen. Un año después, de regreso a Viena, se divorcia de Martha y comienza a estudiar medicina. De aquí en adelante, exceptuando los años que pasa en el frente, su destino se une al de los miembros del grupo psicoanalítico organizado por Freud.
El 25 de marzo de 1916 muere el padre de Tausk y éste envía a su familia un telegrama solemne y patético: “Descanse en paz ese hombre que tan duras penas sufrió”.
Cuando, en 1912, llega Lou Andreas-Salomé a Viena se convierte en amante de Tausk (y termina luego por evitarlo). Años después vivirá con Kosa Lazarevic y en el último momento se compromete con Hilde Loewi.
En diciembre de 1919 Helene Deutsch se encuentra en análisis con Freud, quien rehúsa analizar a Tausk. Helene Deutsch había sido analista de la hermana menor de Tausk, cuyo nombre era Nada. En enero de 1919 Freud recomienda el análisis de Tausk con Helene Deutsch y durante tres meses Víctor estará, en el lugar de Nada. En marzo Freud le sugiere a Helene que abandone el análisis de Tausk y el 3 de julio éste se suicida por el doble recurso de ahorcarse y dispararse un balazo. Otra herĀmana de Tausk, Jelka, se suicidó muchos años después, cuando los nazis entraron en Viena.
Freud parece haberle comentado a Helene Deutsch que Tausk le resultaba unheimlich (inquietante, siniestro). Sabemos por el estudio que Freud hizo de este vocablo que lo siniestro es el secreto de lo familiar y que se relaciona con el doble.
Incluso parece que Freud temía la ligereza y la rapidez con que Tausk podía elaborar (robar) las ideas expuestas en forma de conjeturas en las reuniones de discusión. Freud sabía que algo reprimido retorna en Tausk, pero no llega a comprender de qué se trata. Tausk, por su parte, explicita en Freud el retorno de su padre (pero no llega a elaborar su odio).
Si estos dos hombres estaban ciegos el uno frente al otro entre ellos circulaban metáforas de sus goces: Lou Andreas Salomé y Helene Deutsch. Freud las escuchaba a ellas y ellas escuchaban a Tausk (la primera como amante, la segunda como analista).
El espejo es un objeto donde se ve aparecer Uno -afirma Tausk-. ¿Será el discurso de la historia un atentado contra los espejos? La historia del espejo habla de envenenados por el azogue de los cristales que cubrían las paredes de sus cámaras de sueño: cuerpos confiados a la duplicación de los espejos que pasaban durmiendo a la muerte. ¿Héroes anónimos del individuo gestado por los Derechos del Hombre? Hijos de familia -como exclama Rimbaud.
¿Quién puede soportar el brillo de la consigna desenfrenada que quiere que el hombre sea la medida (la matriz) de todas las cosas? Seguramente, algunas mujeres.
Hay que imaginar a Lou Andreas Salomé, bajo la forma Esfinge, preguntando: “¿Qué es lo que primero anda en cuatro pies, luego en dos y en tres con el tiempo?” Cuando Tausk apresura a responder no es la Esfinge la que se arroja al m sino que el mensaje le vuelve en forma invertida: Sigmund Freud, unheimlich.
Tanto Lou Andreas como Helene Deutsch, podían suponer que Freud era la medida de todas las cosas, incluso de otros hombres de la talla de Rilke o Nietzsche. Galante, por su parte, Freud se asocia (libremente) con Leonardo y Moisés. ¿Qué goce impide a Tausk el juego de este goce? Si Freud lo encuentra siniestro es porque retorna sobre su discurso la sentencia que pronunciara sobre sus propios maestros. ¿Qué pasaría si Freud leyera una autobiografía de Tausk que dijera Freud me enseñó lo que en realidad no sabía, volviendo sobre sí lo que había escrito sobre el discurso de Charcot? Unheimlich, Tausk.
Si no existe metalenguaje en psicoanálisis, si cada discurso se dobla para ser el primero y el último, existe una banda de Moebius que permite escribir en la misma superficie el lenguaje y su meta, abriendo el enigma de la relación entre el texto fundamental del maestro y las articulaciones fundamentales de sus discípulos.
Un saber descifra al sujeto (el sueño) y un no saber del sujeto (las asociaciones libres) introduce el sentido retroactivo cuyo límite es lo sexual.
El discurso psicoanalítico es el lazo social determinado por la práctica de un análisis. Lo que se designa como praxis supone que cualquier práctica tiene una determinación simbólica que la constituye como real. La historia del psicoanálisis expone los nudos corredizos de ese lazo en las variaciones de sus prácticas. Grandeza del maestro y miseria de los discípulos -propone el héroe Jones en su monumento (1). Miseria del maestro y grandeza de un discípulo (Tausk) -se opone Paul Roazen en su comedia edípica (2). Quienes gozan de la vertiente del sentido pueden leer la convergencia de estas diversiones: hablar de amor es de por sí un goce. Un goce insuficiente, sin embargo, cuando se reduce la transferencia al juego idiota de un relevo de las generaciones. Ferenczi (3) fue el primero: la relación entre los maestros y los discípulos es homóloga a la que existe entre los padres y los hijos. Entre nosotros, Garma le hizo coro (4). ¿Será la teoría el objeto materno de la rivalidad? La madre está en el lugar de una pérdida y el discurso psicoanalítico quiere poner esa pérdida en su lugar. Este camino de la historia es una práctica cuyo lazo social encuentra fuerza en las instituciones internacionales del psicoanálisis. Se trata de lo que la retórica llamaría tópicos de consolación, muy adecuados para discursos funerarios.
Freud lo practicó frente a la muerte de cada discípulo: uno más (uno menos; en verdad) que dio su vida por la causa de la ciencia. La suma de esos uno menos pasa por ser la historia del psicoanálisis y cada menos deja -por supuesto- un aporte que garantiza su permanencia en el panteón. Con esta retórica funeraria no puede hacerse una historia, aunque sirva para fechar la salida de los actores.
La ciencia -dice Freud- es la mayor renuncia al placer. La frase tiene sus vueltas, ya que el placer consiste en gozar lo menos posible. ¿Será esta renuncia al placer la mayor proximidad con el goce mediante un discurso -el psicoanalítico- que transforma en alguna otra cosa su carácter siniestro? Si el goce de lo real es imposible la ciencia permite una aproximación a lo real del goce. La sublimación -hay que repetir- es un destino (no una renuncia) de la pulsión.
Lou Andreas Salomé, sensible al goce inconsciente, escribe (hablando del suicidio de Tausk): “ ... me imagino que su muerte debió ser el voluptuoso coronamiento de verse a la vez convertido en agresor y víctima ...".
Si bien ella había compartido con Tausk la comedia de la relación sexual, es posible que desconociera una carta del mismo a su mujer escrita el 1/3/1906, donde su conjetura se encuentra confirmada: “Soy independiente puesto que nadie depende de mí, y no puedo ser esclavo, ya que no soy amo”. Si el esclavo tiene un saber del goce, el amo tiene un saber de la muerte. Goce del esclavo en la causa extracorporal que resuelve ese nudo donde se encuentra la muerte, goce que lleva el amo a encontrar en la ley alguna forma de esclavitud para no perder todo. Cada uno es el esclavo de lo que puede y encuentra en el ideal -de la ciencia o lo que sea- la servidumbre que le cuadra.
Tausk soñó un goce sin amo y sin esclavo y se hundió en un goce donde fue a la vez el amo y el esclavo: su doble suicidio.
Si el inconsciente se descifra, el enigma es el colmo del sentido porque detiene en cifra este movimiento. Cuando el psicoanálisis afirma que el sentido es sexual, intenta marcar un límite. El sentido es el límite de lo sexual y lo sexual es el límite del sentido. Es por eso, que el sentido se complace en el semejante y que siempre habrá una semántica (muchas semánticas) y nunca encontraremos LA semántica. El sentido articula ese goce desvanecido del pensar. Cuando los hermeneutas afirman que los símbolos dan que pensar, están lejos de contar el goce que dan.
Si la sabiduría de Salomón enseña a no ser incauto (esta palabra se repite en el libro), el psicoanálisis es una ética del incauto del inconsciente, del que se deja sorprender por sus efectos. Cuando se escucha un sueño un cifrado del goce murmura más allá de la realización del deseo de dormir (el único que él realiza, por lo cual Freud le llamó guardián del dormir). Si el trabajo del inconsciente es cifrado del goce, el saber que a es el sufrimiento del sujeto
¿Qué cifra un suicidio? Los efectos de una interpretación -enseña Lacan- son incalculables porque su único sentido es el goce.
Tausk es un enigma porque el suicidio es el colmo del sentido que da a entender alguna cosa de una manera equívoca. ¿Cómo escuchar sin gozar de su sentido? Lo sexual es el límite del sentido y el sentido es la cifra que detiene el desciframiento del inconsciente. ¿Cuál es la cifra sexual de un suicidio, ya que es un límite?
Paul Roazen piensa que los aportes de Tausk inquietaron a Freud, pero después no puede citar uno sólo de ellos. Roazen goza con eso porque el culturalismo lo convenció del valor de esa orgía que se llama la lucha de las generaciones. ¿Por qué lucharían las generaciones, por qué los descendientes serían un obstáculo para aquellos que los desearon? En fin, no faltan desciframientos. Los hijos que garantizan la inmortalidad del nudo imaginario del nombre son los mensajeros de la muerte del cuerpo de sus padres.
Si algún goce hay en Tausk, sólo sufrimiento puede leer Roazen.
“Quisiera hacer notar -escribe Tausk- que en el sueño, la persona que se refleja en el espejo representa (probablemente en todas las ocasiones) al soñador, puesto que el espejo es un objeto en el que siempre uno ve su propia imagen”. Roazen, entonces, sufre al encontrar el sentido del semejante Tausk, de la misma forma que éste sufría al encontrar su sentido en Freud. ¿Por qué el semejante detiene el desciframiento en la cifra de un sentido que se llama sufrir?
Tausk sufre por el desamor de Freud, pero no pierde oportunidad de llevar el psicoanálisis hacia el campo del que Freud quería sacarlo.
Esto puede leerse en el trabajo sobre la masturbación y en las reflexiones sobre los desertores. Cuando Freud apela, frente al suicidio, al argumento de los daños que la guerra había causado en Tausk, ¿hay que olvidar que fue allí como psiquiatra? Mientras Freud quiere mostrar que el discurso patógeno es, en realidad, erógeno; Tausk busca pruebas estadísticas de la psicopatología de algunas prácticas erógenas como la masturbación. Si todo sentimiento es recíproco, es necesario comprender que Tausk y Freud se odiaban en forma semejante.
Así como disuadió a varios de sus discípulos de estudiar medicina, dejó que Tausk gastara su esfuerzo en hacer una carrera larga y accidentada. Tausk, por su parte, quería ir más allá del límite de Freud y aplicar el psicoanálisis a la psicosis. Tan heroico en la práctica como en la guerra, estaba dispuesto a probar que el argumento de la falta de transferencia en la psicosis era parte de la comodidad del analista.
Lo escrito por Tausk -podrá leerse- se anuda en la imposible descripción de un goce fálico donde el cuerpo ocupa el lugar del mundo exterior. Este goce del cuerpo se encuentra en el lugar del valor de goce de la mujer y su "idiotez" se defiende de la liberación femenina, para quedar preso de los mismos efectos. Los temas de Tausk, su preocupación por la acción en el sueño y las posturas del cuerpo, hasta llegar al trabajo sobre la máquina de influir, recorren este circuito. Una observación de Freud sobre el lenguaje -como respuesta a un trabajo presentado por Tausk- permite saber la diferencia: el lenguaje viene del Otro -aclara Freud-, por eso el niño piensa que pueden leer sus pensamientos. Por su parte, Tausk consigna que el lenguaje es un llamado de amor (pero inventa a la vez algunas burlas sobre las etimologías exageradas, que tanto gustaban a Freud).
Donde uno se encuentra con el lenguaje el otro se encuentra con el cuerpo. El diálogo entre el maestro y el discípulo produce efectos: Tausk aprovecha a los desertores para exponer sus cavilaciones frente a la ley (algo que seguramente se relaciona con sus estudios de abogacía): un sujeto que se divide por la ley, debe sin embargo responder mediante una responsabilidad unitaria a sus imperativos. Concluye en que si los desertores son asociales, los usureros de la guerra son antisociales. Las preocupaciones teóricas de Tausk tienen un foco de convergencia en la paradoja del sufrimiento que el goce introduce: hay un placer doloroso -dice-, pero no estudia el masoquismo.
Tausk marca que algunas ideas que se le ocurrieron, también se ocurrían a Freud: ¿afinidad electiva o máquina de influencia? La palabra identificación resuena, pero es conveniente un rodeo. Un lingüista nos reprocha en cierto momento usar la palabra intertextualidad referida a los autores citados por Macedonio Fernández. ¿Desconocíamos lo que había que decir de esa palabra? No. Queríamos entonces escapar, como se consignaba allí, de la “metafórica de la crítica moderna cuando habla de máquinas, de corpus (...) de esta fantasmagoría donde el texto empieza a comportarse como un autómata" (5).
Nuestro amigo pasó por alto lo que no se inscribía en el cielo de la causa de su deseo, representado por la crítica y la lingüística francesa del momento. Intertextualidad: si un texto es trabajado por otro texto, un sujeto se descifra de ese goce.
El suplemento sin reserva y la oposición superada es una metáfora de lo que no puede escribirse: la relación sexual.
Donde inter lo que se quiere, se escribe el amor -lo que es de por sí un goce- y la transferencia, la identificación y la influencia muestran que este amor no tiene nada que ver con la sexualidad. Nos pareció entonces y nos parece ahora, que la intertextualidad no puede ser ajena a las citas donde un discurso explicita una metáfora de su secreta copulación.
¿No son las máquinas de influencias inscripciones soportadas por el significante falo, puestas en el lugar donde la relación sexual no cesa de no inscribirse? La intertextualidad que sorprende a Tausk cuando descubre una sustancia (el sujeto es sub-stante) común entre sus textos y los de Freud, descifra el goce de una identificación. Sustituyendo a quien lo sustituye (a Freud) por una máquina de influencia Tausk se borra de este goce. La sustancia se transforma en esencia y se teoriza un narcisismo innato que produce máquinas y maquinaciones. “Porque las máquinas -escribe Tausk- creadas por el espíritu ingenioso (Witz) del hombre a imagen misma del cuerpo humano, son una proyección inconsciente de su propia estructura corporal. El espíritu del hombre no puede abandonar su relación al inconsciente”.
Si la magia es una técnica de la omnipotencia, la técnica es una realización de la magia. Los objetos producidos por la técnica -el automóvil, el televisor- son el discurso de la ciencia en tanto produce determinados lazos sociales . ¿Acaso no se trata de realizar la felicidad del hombre? Si esa felicidad se vuelve siniestra (unheimlich) es porque se convierte en portadora del secreto de lo familiar (heimlich). Una mujer atormentada por el deseo de que estalle el motor del automóvil “para que no le estalle la cabeza”. La reflexión sobre estas máquinas no se la debemos a las divertidas andanzas de Deleuze y Guattari, sino al más extraño de los pensadores modernos: Martin Heidegger. En efecto, cuando plantea la técnica como realización de la metafísica -porque sin Descartes el mundo moderno no hubiera sido posible- subraya “El problema de la técnica es complejo. Mientras nos contentamos con maldecirla o glorificarla no se llegará jamás a captar lo que ella es. Es necesario interrogarla. Cuestionar significa trabajar en un camino, construirla; es preparar una libre relación con ella. La técnica no es lo mismo que la esencia de la técnica ( ... ) . Por exceso de técnica no advertimos aún el ser esencial de la técnica ... “. La esencia es goce de la sustancia (sub-stante, sujeto) del pensamiento. Pero el tema de la esencia y la sustancia tiene redes que no podemos desplegar aquí. ¿Cuál es la esencia de la máquina de influir, ya que la sustancia es goce del pensamiento? Responder sería comprender la esencia de la técnica: lo que puedo decir sobre la misma es diferente de aquello que la constituye. La máquina de influir es cierta metamorfosis del sujeto de la palabra, sobre la que Tausk dice algunas cosas.
Diremos que la esencia de la máquina es la metáfora del goce fálico y el goce fálico de la metáfora. Si el significante falo no significa nada, la metáfora es el goce que produce sentido partiendo de este significante. La máquina de influir responde a un narcisismo tecnológico que desafía las leyes de la técnica, de la misma forma en que Freud afirma que la erección desafía la ley de gravedad.
La erección -en lo que tiene de traumático, de no intencional- responde a la “influencia” de una máquina (metáfora) del goce fálico (de ahí la atracción “demoníaca” que suele atribuirse a ciertas mujeres).
La máquina de influir no es la proyección de un cuerpo cualquiera sino de un cuerpo libidinal sujeto a ciertas leyes parentales.
¿No es la familia misma una máquina de influir que metaforiza el cuerpo del hijo al otorgar funciones a sus miembros? Es lo que Mauss llamó las técnicas corporales: lo que el niño aprende del Otro lo realiza con su cuerpo y a través de su cuerpo.
Que esta máquina se transforme en aparato psíquico y que este aparato psíquico garantice el funcionamiento de esta máquina, es todo el trabajo que el goce realiza. Su majestad, el niño
La majestad del niño se descifra en la muerte de los padres interesados en la reproducción (narcisista) de una estirpe que sustituya la pérdida del cuerpo viviente. ¿No es el árbol genealógico -y su versión profana, la historia- el modelo de cualquier máquina de influir, el soporte “tecnológico” del nudo narcisista del nombre?
El psicoanálisis influyó en Tausk porque deseaba articularse en la genealogía inventada por Freud y funcionar allí como un héroe (siempre estaba en enredos con sus pares, provocando en Freud tantas esperanzas como sospechas).
La máquina de influir, decimos, se revela entonces como proyección de un cuerpo que es miembro de un cuerpo narcisista cuya unidad es la familia. Tausk describe esta participación de la familia en la constitución de la máquina, pero luego pierde sus consecuencias porque desea sentar la tesis del narcisismo. En efecto, escribe: "... los miembros de la familia son esa clase de objetos de amor que, por estar presentes desde el principio de la vida, están sometidos a una elección de objeto narcisista por la identificación”.
Esto es más que la conclusión, donde escribe: “La construcción del aparato de influir en forma de máquina representa entonces una proyección del cuerpo entero, ahora un genital completo”.
Ese cuerpo equivalente al falo es constituido por el deseo del Otro (no por un narcisismo innato). Esto Tausk lo sabe -puesto que lo señala en una nota en que habla de la muerte psíquica del esquizofrénico-, pero algo le impide contar con este saber.
No hay que ir muy lejos para escuchar palabras como carrocería, goma, etcétera, usadas para designar las partes de una mujer.
Pero la máquina del delirio amenaza con la realización siniestra del deseo y supone la quiebra del principio del placer. La máquina se impone como una realidad física. Recordemos que el vocablo físico viene del verbo (...) (nacer, crecer) brotar). Lo físico cómo modo de ser es intrínseco y se opone a lo artificial que tiene un principio extrínseco. En este sentido la máquina de influir tiene una realidad física que se opone a la realidad artificial de las máquinas técnicas. Lo físico no se limita a lo que llamamos física en la actualidad, sino que engloba lo biológico y lo psíquico (el pensamiento, el deseo, el placer pertenecen a este campo). En este sentido Tausk descubre el valor “esencial” de la erección, (eso que crece, brota) y sorprende al sujeto que la soporta como un ataque.
La otra vertiente, la de la matriz conduce la línea de la máquina que metaforiza la madre. Pero si pudiéramos desarrollar las dos vertientes podríamos restituir una escena donde el goce fálico se encuentra con su metáfora y donde la metáfora se convierte en goce fálico: “El impulso a la elaboración de metáforas -escribe Nietzsche-, ese impulso fundamental del hombre, que no puede ser eliminado ni por un instante porque ello significaría la eliminación del hombre mismo ...".
Sabemos que Tausk maquinó un suicidio que realizó con frialdad. Envió cartas, se despidió de los amigos e incluso explicó según el interlocutor el sentido de su acto. Esta maquinación lo convierte en sujeto vacío y absoluto que no pierde algo viviente para habitar el lenguaje, sino que pierde el lenguaje para habitar su teoría del narcisismo in/nato.
Tausk acaba en el vacío -con todas las resonancias que esta frase tiene en nuestra forma de hablar. Realiza el único acto que tiene éxito sin fracaso.
Donde Freud encuentra la pulsión de muerte, Tausk teoriza el narcisismo. Este juego entre el narcisismo y la muerte es su vida y el límite (sexual) de la misma. ¿Cuál era el límite (sexual) del sentido, para Freud? Las histéricas fueron el semejante donde escuchó que el límite era el deseo de un deseo insatisfecho. El deseo, entonces, se le revela como defensa frente al goce: “La realización del deseo es siniestra” (6).
Esta frase es la soledad de Freud. La pulsión de muerte está en cierne y cada uno escapa para donde puede. Otro héroe (W. Reich), encuentra la explicación: Freud goza justificando la represión al colocar un límite en el sujeto que disculpa la sociedad que lo aliena.
Por su parte, Freud está convencido de la inscripción en el sujeto de un significante al que no puede otorgársele ningún sentido: el falo.
¿No sufre el psicoanálisis moderno con el falo, lo que aquellos analistas con la pulsión de muerte? Se simula que no se quiere saber nada con eso, para evitar que no se puede saber nada. Tausk, en el límite de este sentido, supo estar en semejanza con Freud. Sus textos son una reflexión sobre el goce fálico desde la masturbación hasta la conversión de todo el cuerpo en falo que la psicosis permite escuchar. Estaríamos tentados a decir que Tausk dio la vida por el falo: “El tipo de mujer emancipada -escribe, hablando de un analizante- es el último refugio para un masoquista”.
Lou Andreas Salomé debe haber sonreído al leer esta frase. Siguiendo el discurso de Tausk más allá de los nudos teóricos que soporta, se encuentran las articulaciones fundamentales del psicoanálisis: Eros y pulsión de muerte en el goce del cuerpo, la imposible división hombre-mujer, el problema del acto y la repetición, la relación entre el saber y la verdad, la paradoja de la ley del deseo. Pero desde el comienzo al final el discurso vuelve en forma recurrente sobre el cuerpo como lugar de simbolización y tesoro del significante, como lugar "maitre" del goce y la muerte.
Los bordes libidinales de ese cuerpo y su relación con el lenguaje lo convierten en lugar del Uno y del Otro: la masturbación.
Freud diferenció el autoerotismo de la masturbación. En el primer caso hay un goce parcial y excéntrico, en el segundo se juega el pene centrado sobre las fantasías incestuosas. La prohibición del goce fálico -de encontrar goce en el propio cuerpo es la condición para que la mujer se convierta en metáfora de ese goce.
Además, la mujer como metáfora del goce masculino permitirá la subjetivación del cuerpo en el lugar donde la subjetivación del sexo es imposible. La prohibición de la masturbación permite que la mujer llegue a ser aquello (falo) de lo que goza (falo) y asegura un límite implicado en el principio del placer y actuado en la pérdida de la erección después del orgasmo.
Si el goce autoerótico que se realiza en el propio cuerpo es una satisfacción parcial que no implica ningún sujeto, la masturbación se articula sobre la relación de un sujeto con la imago de la madre ( el acto funciona, entonces, como repetición y corte: por la masturbación se pierde, se recupera y se simboliza la pérdida).
El Vocabulario de Laplanche y Pontalis borra la diferencia entre masturbación y autoerotismo, pero la misma se le impone cuando tiene que relacionar el complejo de castración (en su función normativa) con la fantasía de castración (que redobla en el miedo a la pérdida del pene esa función primera por la que el pene se constituye) y el valor del acto masturbatorio. Por lo demás, Freud es explícito al relacionar la masturbación con el clivaje del sujeto: “ ... la masturbación, cercana al autoerotismo” sería la causante de un problema planteado al sujeto entre “ ... continuar siendo idéntico a sí mismo y transformarse conforme a nuevas intenciones...". ( 1912).
El goce fálico del cuerpo será sacrificado a la castración para instituir la ley del deseo y el principio del placer que es su límite.
Porque el falo es el cuerpo del goce, cuando el goce atraviesa el cuerpo hay sufrimiento: basta pensar el síntoma y la angustia que provoca la falla de la represión y el retomo de lo reprimido.
Volver a Tausk desde la retórica de biógrafo (aunque es poco lo que se puede decir de los grafos de bio) satisface nuestro espíritu en la conjetura de algunas escenas evocadas por los desplazamientos y las fechas. Pero Malraux usa la palabra antimemoria porque le parece que después de los historiales de Freud es imposible cualquier cautela frente a un género que nació magistral en San Agustín y realizó su mausoleo en Proust.
Signorelli es el nombre olvidado por Freud, el nombre que connota desde entonces un célebre gráfico de la Psicopatología de la vida cotidiana (1905). ¿Por qué Freud usa la palabra psicopatología para designar esas pequeñas “fallas”? Es indudable que psicopatología es allí equivalente al concepto de determinación inconsciente, lo que elimina una ontología de los cuadros tributaria de antiguas concepciones sobre los caracteres, los tipos y las tipologías, el género y la especie. Allí donde la psicopatología quiere mostrar que lo erógeno es patógeno, el psicoanálisis viene a decir que lo patógeno es xerógeno (que el cuerpo libidinal habla).
El psicoanálisis, en efecto, habla de lo que escucha. Pero si Signorelli aparece aquí es porque conduce el pensamiento de Freud hasta muerte y sexualidad (pasando por el suicidio de un paciente). El suicidio tiene su historia en la historia del psicoanálisis, lo que no significa que encuentre allí su teoría. La temblorosa y masiva apelación a la pulsión de muerte explica muy poco, ya que si puede decirse que el suicidio es un crimen hay pocos que afirmen que el crimen es un suicidio. En definitiva, es la muerte en su relación con el discurso lo que hay que contar. Enigma Tausk, el límite de un sentido que los semejantes seguirán descifrando en sus textos. Siempre hay cifras para detener el goce vago de lo que se da a pensar en sus derivas.
REFERENCIAS
l. E. Jones: Vida y obra de S. Freud. Ed. Nova.
2. P. Roazen: Hermano animal. Ed. Alianza.
3. S. Ferenczi: Sobre la organización del movimiento psicoanalítico (En: Problemas y métodos del psicoanálisis. Ed. Paidós).
4. A. Aberastury y otros: Historia, enseñanza y ejercicio legal del psicoanálisis. Ed. Omeba. (Ver prólogo de A. Garma).
5. Germán L. García: M. F.: La escritura en objeto. Ed. siglo XXI.
6. S. Freud: Lo siniestro. Ed. Noé.
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