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¿CON QUÉ PALABRAS SALIMOS DE ESTO?

por Alicia Marta Dellepiane


A partir de ese momento, se puede decir que la peste fue nuestro único asunto”

Albert Camus, La peste.


¿Cómo escribir algo original sobre un tema que está en boca de todo el mundo? Y esta vez, dicho literalmente: de todo el mundo.

Descartada desde el vamos esa pretensión, pasaré a describir mis propios sentimientos, ideas y ocurrencias; cosas que fui escuchando, descartando, lecturas que me animaron a tratar de sintetizar algo de todo esto que nos invade.

Varios psicoanalistas recorrieron diversos textos (freudianos, lacanianos, etc.) tratando de cernir con el lenguaje eso que los lenguajes (científicos, filosóficos, etc.) no alcanzan a cubrir. Desde concepciones políticas que preanuncian el fin del capitalismo después de esta pandemia, hasta concepciones religiosas que presagian el apocalipsis como castigo divino.

Se reanudaron viejas lecturas, otrora olvidadas, que se actualizan frente al horror del invasor silencioso.

En El Decameron,1 de Giovani Boccaccio, se describe cómo unos diez jóvenes florentinos, tratando de escapar de la peste bubónica de 1348, se refugian en un pequeño pueblo rural para solazarse con relatos eróticos, picarescos y también dramáticos. Lo curioso del caso, según el historiador O. J. Benedictonw2, es no haber tenido en cuenta que, en esa época, había más ratas en el campo que en la ciudad, lo cual hizo que el peligro fuera mayor en las zonas menos pobladas, o sea, en aquel momento, las zonas rurales y no las urbanas.

Jack London escribe La peste escarlata3, donde su protagonista, Smith, es testigo del derrumbamiento de la civilización y del triunfo de la barbarie a medida que va muriendo la gente. Una novela de ciencia-ficción que anticipa con un curioso cálculo y error de siete años, algo muy parecido a la pandemia actual. La novela sitúa en el año 2013 una peste que deja a los seres humanos, con las gargantas ardiendo, teñidos de rojo, con fiebre y extermina a la raza humana. Smith, casi el único sobreviviente, encuentra a unos jóvenes también sobrevivientes a los que les va transmitiendo los horrores de esta civilización destruida.

Pero una de las novelas más conocidas, tal vez por estar más próxima en el tiempo, es La peste, de Albert Camus, aparecida en 1949. La de Boccaccio es de 1353 y la de London de 1916.

Habrá seguramente muchísimas más producciones literarias y de otras que pueblen el espacio y el ciberespacio del planeta, antes, durante y después de esta pandemia. Esperamos con fervor ese “después”.

Camus, especialmente reflexivo sobre la condición humana y las consecuencias de sus actos, hace de este relato una joya de la literatura universal.

“Pero una vez las puertas cerradas, se dieron cuenta de que estaban, y el narrador también, cogidos en la misma red y que había que arreglárselas”.

Nunca tan bien descripta la situación actual. Todos en la misma situación y sin posibilidad de salir de esta sino colectivamente.

“Un sentimiento de exilio aquel vacío que llevábamos dentro de nosotros”. Todos y cada uno con su propio goce a cuestas y sin fantasma velando ese oscuro íntimo/éxtimo.

“Estaban malhumorados o irritados y estos no son sentimientos que puedan oponerse a la peste” ……………… “abundaban más las bromas que las lamentaciones y ponían cara de aceptar con buen humor los inconvenientes, evidentemente, pasajeros”.

Esto también lo podemos observar hoy. Los que se irritan y aprovechan para sacar su agresividad sobre el otro, sintiéndose inmunes porque ellos sí saben lo que hay que hacer. Lo que se traduce en el derecho de insultar al prójimo sin conocer sus motivos. Lo verificamos, entre otras tantas anécdotas similares, una noche en que, desde un balcón, le gritaron a un joven que iba por la calle: ¡andate a tu casa, estúpido! El agredido, médico, alcanzó a contestar: bueno, yo me voy a mi casa y ¿vos vas mañana al hospital por mí?

“El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad” ………. “El vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo y se autoriza entonces a matar”.

Pero tenemos alguna esperanza, porque, así como la pulsión de muerte anida en todo ser hablante, también la pulsión de vida se le opone. Como dice uno de mis escritores favoritos, “… incluso al borde del final del mundo – siempre hay lugar para el deseo de vivir”4.

Para finalizar vuelvo a Camus, en uno de los últimos párrafos de su texto: “…y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio” ……… “a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos.

A los que yo agrego: los enfermeros, los auxiliares, los investigadores que siguen tratando de descubrir cómo parar esto, los que transportan la comida, los que recogen la basura, los maestros y profesores que adecuan sus herramientas para seguir enseñando a sus alumnos, los que no duermen para organizar lo mejor posible lo que debe hacer cada uno en esta situación, etc. Me refiero a todos los que están haciendo algo para que el mundo siga funcionando para la vida.



Alicia Marta Dellepiane, marzo de 2020



1 Boccaccio, G. El Decamerón, tomado de Biblioteca Página 12, con autorización de Alianza Editorial.

2 Benedictow, O. J. La Peste Negra (1346 – 1353), editorial Akal, la referencia fue tomada de un artículo de Daniel Arjona: www.elconfidencial.com

3 London, J. La peste escarlata, tomado de Biblioteca Página 12, edición E. Rei Argentina S.A.

4 Me refiero a Gustavo Dessal, en un artículo que apareció en Página 12, del 15/03/20 y luego en la Red Zadig en España, el 19/03/20, titulado “Siempre hay lugar para el deseo de vivir”.

 

 

 
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