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El cadaver de la novia*

por Patricia Gorocito

 

(Dirección: Tim Burton – Mike Johnson. Guión: John August - Pamela Petter – Caroline Thompson. Año: Reino Unido, 2005. Duración: 76 minutos.)

Los huesos carcomidos de esa novia muerta y sensual nos hablan de que, además de asistir a diario a nuestras propias calamidades, podemos hacer una especie de conjuro de lo macabro y a partir del relato gótico jugar con todo aquello que no queremos y tememos.

No se puede derrotar lo siniestro que nos habita y habita el mundo, entonces a burlarse en serio del submundo de lo irreal, de las sombras y los fantasmas.

El matrimonio como institución sacrificial, la muerte en el altar, interesante metáfora de la famosa institución en decadencia.

Por suerte el amor es más fuerte y siempre insiste desde otro lugar.

Gracias a este fabuloso narrador contemporáneo, nos sumergimos en este mundo cruel y la muerte resulta bella y voluptuosa como toda pasión irresistible.

Tim Burton nos recuerda a Mary Shelley con su Frankenstein (1818).

Cuando parece que todo tiene que ver con la razón, resulta que surgen los románticos, los góticos y lo bizarro.

Narrar desde el otro lado del muro, desde el miedo, desde el caos y también desde la risa.

Y casi todos queremos saber de ese desorden, de esa maldad que nos ocultan y que nos pertenece.

El relato nos atrapa y nos sumerge, nos envuelve en la fascinación por lo improbable y la aceptación de lo imposible.

Y la belleza, siempre presente, que nos acuna como único refugio.

Bienvenidas las tinieblas y el arte gótico a estos tiempos.

Casi todos nos sentimos pasivos e indefensos espectadores de los desastres cotidianos, a veces meros sobrevivientes.

Para muchos el mundo de los vivos es sinónimo de grandes hambrunas, atentados, desastres naturales y sociales y para pocos la calidad de vida, ilusoria eficacia del bienestar.

¿Nadie se interroga por la mediocridad y la codicia de los “vivos”?

En el film de Burton el mundo de los vivos se presenta apagado, desapasionado. Sólo aparece el color y la alegría cuando Víctor, el protagonista, llega al mundo de los muertos por un hechizo que le sucede cuando se pierde en el bosque.

En el mundo de los vivos los diálogos son aburridos, superficiales e insípidos. Recién en el mundo de los muertos aparece la intensidad de la conversación y de los colores.

Metáfora y crítica a una sociedad de los vivos que de viva tiene muy poco.

En la película como en la vida, los muertos siempre conversando con los vivos.

Me gusta esta vuelta al género gótico. Me gusta saber que a veces el arte puede hablarnos de lo que pasa sin necesidad de mirar la CNN.

El humor y la gracia de esta magnífica película nos dice que la vida es bella más allá y más acá de la insulsa calidad de vida que a diario consumimos desde el shopping.

 

*El presente artículo forma parte de una investigación más amplia sobre la estética de Tim Burton, la cual será presentada al Congreso Internacional de Ética y Cine, Buenos Aires, junio de 2006.

 

 
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