Agradezco la invitación. Pero como vi que es una institución con un deseo prevenido, como diría el Dr. Lacan, porque me mandaron todo tipo de indicadores que me ponían frente a un dilema. Estaban las definiciones de Miller, el comentario de Emilio Vascheto y demás. Yo decía o digo lo mismo o digo otra cosa, traté de manejarme entre esos dos límites…
El trabajo de Miller lo conocía de antes, se trata de una conferencia que dictó en ocasión de un seminario angloparlante en París que fue publicada. Es interesante porque desde que se abre este tema de la psicosis ordinaria, es la única vez que Miller dice algo de para qué. Habría que hacer semejante proeza como crear una categoría como la psicosis ordinaria. Yo voy a decir como lo entiendo, siempre me llamó la atención que en Freud hay una diferencia entre construcción y delirio y que Lacan generaliza eso. Me refiero al texto llamado “Las construcciones en análisis”, que implica una concepción bastante diferente de lo que es un análisis, lo que es un fin de análisis, lo que es el inconsciente, etcétera.
Freud dice que el delirio (D), delirio-construcción, está insertado en el lugar de una realidad rechazada (RR). Es decir que el delirio está constituido por un rechazo, realidad rechazada. Recordemos que aquí para Freud no hay instancia real, realidad, etcétera, exceptuando un momento puntual donde dice: lo real del inconsciente. Es decir que tanto el delirio rechaza esa realidad, como esa realidad es rechazada por el delirio. Dice que la construcción se inserta positivamente en el lugar de algo que no está más, que ha desaparecido. La metáfora de Freud es la arqueología, si un edificio se destruye, quedará alguna columna o fragmento y los demás fragmentos serán pulverizados, no se pueden reconstruir, solamente que uno coloque esa columna al lado de otra entera y deduzca de la que está completa y pueda agregar lo que falta.
De esa manera podemos sacar dos conclusiones: una, que la teoría de Freud es holística, es decir, que apunta a la reconstrucción de una totalidad, totalidad de la historia, totalidad del psiquismo, totalidad de lo que sea; lo cual da el modo peculiar de análisis de Freud, es decir, que el análisis debe reconstruir la totalidad de esa historia. Así la primera inversión dialéctica en Lacan es concebir el análisis como puntuación de una historia que no es recuperable, así que no hay nada que recuperar, no nos vamos a analizar para convertirnos en Proust, recordar minuciosamente el beso que nuestra madre nos daba etcétera… Más bien pareciera ser, algunas cosas critica Lacan que tienen que ver con un cierto ruido, con un cierto ruido que hace que podamos definir una neurosis como transformar cualquier futuro en el espejo del pasado, es decir no hay futuro, es como dice toda persona que se va a quejar a un análisis, que no tiene futuro.
Esto en Lacan desaparece porque el delirio es otra cosa; entonces me parece que para entrar por el comienzo y no perderse en lo que sería la táctica de intentar crear alguna categoría nosográfica nueva, me parece que habría que pensar que lo que hay detrás es una posición diferente respecto al lenguaje.
Para Freud, si bien podemos decir que el lenguaje, digamos que según el código de rebus de los jeroglíficos, es decir las palabras se unen a las imágenes, la imagen se une a una palabra, según el proceso primario, preconsciente-inconsciente, si bien eso es cierto, allí para Freud y él lo dice con estas palabras, utilizado después por una norte americana que escribió sobre arte que se llama “El Inconsciente Óptico”, creo que se llama Rosalind Krauss.
Freud en “Moisés y la religión Monoteísta” habla de eso, habla del inconsciente visual y dice una cosa bastante ingenua e impresionista, que es el hecho de que Hoffman, el del cuento El hombre de la arena, tendría una imaginación exuberante porque de chico lo llevaron a un viaje en tren, entonces vio cantidad de imágenes… Una ocurrencia delirante de Freud. Entonces, quiere decir que Freud pensaba que existe algo de la percepción que escapa a la cadena significante, como decimos nosotros, o al lenguaje. Creo que en esto él se guía o era tributario de una retórica clásica. Efectivamente los dos lugares que Freud crea están en las Instituciones oratorias de Quintiliano, bajo la diferencia res y verba. Que es el arbolito de Saussure, la cosa y su fonación. Aprender a hablar es aprender a asociar percepciones visuales del mundo externo con representaciones fónicas del mundo del sujeto.
En verdad en Freud el lenguaje es preconsciente, no es inconsciente, y tiene un modo dinámico de transformarse en imágenes inconscientes y un modo dinámico de retornar a su estado preconsciente-consciente de lenguaje hablado. Es decir que esta identificación de las formaciones del inconsciente y no del inconsciente con el lenguaje es otra operación de Lacan.
Estas cosas hay que entenderlas si queremos evitar un efecto excesivo de collage, donde hay afirmaciones que se contradicen unas con otras. Se cita esto de Freud, se cita aquello de Lacan y, lamentablemente para nosotros, que nos gustaría tener un manual bien organizado, ellos eran, Lacan más que Freud, dialécticos. O sea que cuando afirmaban algo había que prepararse para escuchar lo contrario, y es esto lo que vemos en Lacan una y otra vez.
Hay cosas que Lacan nunca niega, después de todo, las transforma, de alguna manera promueve esto de la pulsión escópica y a partir de ella una reorganización de las fantasías freudianas en el campo imaginario. Me parece que la manera de poder leer a Lacan como algo que no sea solamente una orden que se cumple, es entender qué tipo de transformaciones opera respecto de la obra de Freud, porque uno debería ser o dialéctico o ciego para pensar que una página de Lacan se parece en algo a una página de Freud. Sin embargo, al estudiar uno se convence que Lacan recoge una cierta lógica más allá del fraseo o la gramática de Freud. Incluso, con otra terminología, con otra gramática, con otro fraseo, en otra lengua, él logra hacer algo que uno puede decir, “sí, acá en verdad entiende a Freud mejor de lo que Freud se entiende a sí mismo”.
En este sentido, este tema me aparece apasionante, porque la idea holística de Freud, de que nosotros podemos reconstruir una vida en su totalidad, supone que después de todo el lenguaje no hace más que designar de alguna manera una realidad preexistente. Y esto hace a muchas cosas, como la idea de Freud del principio de realidad y unas cosas más…
Si ustedes toman por ejemplo lo que sería un triángulo de la retórica clásica, después se separa históricamente, en ese triángulo van a encontrar que una palabra, pongamos la palabra al medio, una palabra se puede decir, estamos en lo fónico. Una palabra se puede alucinar, no estamos más en la dimensión del decir sino que estamos en una dimensión escópica, porque puedo ver una palabra, sería lo que pasa al inconsciente. Se dice que la pintura moderna, por más moderna que sea, si no tiene un título es muy difícil ….. Y la palabra se puede bailar que es de donde sale la famosa tesis del acting out, se supone que el que hace un acting está bailando alguna frase que desconoce; o si es una fantasía, está bailando alguna imagen que desconoce, es decir que el lenguaje, la retórica clásica, comprende las tres cosas. Esto se convirtió en teatro, la modernidad cortó esto porque en la antigüedad se enseñaba a una persona no solamente a hablar y pronunciar, sino también a moverse en el escenario, es decir que se le enseñaba a una persona una dinámica que iba desde qué se hacía con el cuerpo, qué se decía, etcétera.
Cortázar tenía una frase, que no sé si es de él o citada, que era: “Yo podría bailar este sillón, dijo Isadora”, hablando de Isadora Duncan, o sea que un sillón se puede bailar. Freud dice de los ritos mágicos, en “Tótem y Tabú”, que eran alucinaciones bailadas, no es la expresión exacta, pero se refiere a eso, a danzas y esas cosas. No es nada complicado porque es verdad que un tango es bailar una letra y el movimiento corporal mima sin ningún conocimiento, mima algún tipo de contenido de la letra misma. Me parece, entonces, que para ir desde el comienzo hay que preguntarse qué teoría del lenguaje tiene Lacan, o qué supone sobre el lenguaje, tal vez no tenga una teoría pero uno supone algo. Borges decía que el mundo se divide entre aristotélicos y platónicos. No quiere decir que la gente leía a Aristóteles y a Platón; quiere decir que cuando uno se pone a pensar, como todo eso está vehiculizado por el lenguaje, piensa con ideas platónicas, dice la verdad siempre triunfa.
Hace muchos años, acá está publicado en marzo de 1993, J-A. Miller escribió un artículo que llamó “Ironía” (1) . Allí él da la teoría del lenguaje, o plantea los problemas de la teoría del lenguaje que subyacen a las afirmaciones como la de que todo el mundo delira, que es una afirmación autocontradictoria, porque si todo el mundo delira -“este delira no le hagan caso”-, tiene que haber uno que no delira, sino la frase da lo mismo que diga todo el mundo delira o nadie delira. Miller dice “me he planteado, en toda su generalidad, el problema de la clínica diferencial de las psicosis, y he creído clarificante para comenzar oponer una clínica universal del delirio”. Ese es el problema de las novedades, que uno olvida que se inventaron hace mucho tiempo. Llamo clínica universal del delirio a aquellas que toman su punto de partida de lo siguiente: que todos nuestros discursos solo son defensas contra lo real y allí retoma lo que dice Freud: “el delirio se defiende de algo, de una realidad rechazada”. Aquí tenemos otra categoría de lo real, pero de ahí un paso más lo que estamos diciendo es que el lenguaje mismo es una defensa contra lo real.
Esto hace quizás que la ciencia nunca avanza a través de las lenguas naturales, usa las lenguas naturales como un medio, pero la historia de la ciencia es la historia de la invención de una lengua que no es natural, sea a través del álgebra, de la matemática, de la lógica, etcétera, se va inventando una escritura. Pero Lacan llama escritura justamente a algo que está fuera del lenguaje, en el sentido de lo que decimos, la escritura de los cuatro discursos, la escritura de esto o lo otro, no se llama escritura a la caligrafía. Aquí tenemos una hipótesis del lenguaje que contraría la de Freud en el punto en que él piensa que hay una parte del lenguaje que tanto está relacionada con la percepción, que no es todo el lenguaje, hay una parte del lenguaje que no está rechazando lo real. Es lo que le va a permitir a Freud una diferencia entre Neurosis y Psicosis. Otra diferencia es cuando Freud, al final de su vida, generaliza la Spaltung.
Freud dice que esta Spaltung es, él no dice el lenguaje, dice representación. Es entre el lenguaje y la percepción. Para construir un fetichismo, dice que el niño tiene una premisa: “todos tienen”, tiene una percepción que contradice. Entonces se divide y dice por que las mujeres no tienen pene yo tengo un fetiche, porque yo tengo un fetiche las mujeres tienen pene y juega la famosa categoría de la renegación. Quiere decir que la Spaltung no es entre un significante y otro, sino entre una percepción y una representación, entre una silogística delirante, todos tienen falo, y ahí tenemos el núcleo donde Freud puede llegar a afirmar que todo el mundo delira. Pero no le parece operativo a Freud decir esto, porque es como decir todo el mundo es ateo o todo el mundo cree en Dios, es exactamente lo mismo, donde no se produce un efecto de diferencia el concepto es igual a sí mismo.
Pero Freud dice, por ejemplo, en un trabajo sobre “El Inconsciente” del año 1915, que “cuando pensamos abstractamente nuestro lenguaje se parece de manera desagradable al lenguaje de los esquizofrénicos”; y después cuando concluye la lectura que hace de las Memorias de Schreber, el famoso artículo de Freud sobre las psicosis, dice que no sabemos si la paranoia psicoanalítica o el psicoanálisis paranoico…que Schreber y él dicen lo mismo…O sea que en los dos casos son chistes de Lacan, dice soy psicótico, soy neurótico. Las cosas que decía Lacan no son chistes nuevos, son chistes que Freud los hacía por escrito en alemán y se los leía en esa época, y esas cosas se olvidaban rápidamente para seguir con la teoría freudiana.
Para concluir, en la perspectiva clínica es preciso llegar a la ironía infernal del esquizofrénico. Lo interesante es que el texto se llama “Ironía”, y la ironía es justamente el uso inverso de la palabra, por ejemplo: “que valiente es usted”, y el tipo es un cobarde. La ironía es eso, es una forma de hablar que dice para el oyente una cosa y dice exactamente la opuesta, es decir que la ironía como figura retórica clásica, se habla de la ironía de Sócrates, la de Kierkegaard -quien escribió bastante sobre esto-.
La ironía es una figura de la renegación. Para tomar la categoría freudiana de Spaltung. Supone una Spaltung. Supone: no estoy usando el lenguaje que corresponde porque no hay ningún lenguaje que corresponda, por lo tanto hablo como puedo, digo “qué valiente es usted” porque si fuese cobarde no le diría todo lo que le quiero decir, y así tampoco pero por lo menos me despego de una supuesta sustancia de la cobardía psicótica. Aquella, de la que hace un alma que, dice Lacan, implica la raíz de toda relación social, la clínica universal del delirio solo puede llegar a proferirse, es decir, cesa de no escribirse desde el punto de vista del esquizofrénico.
La esquizofrenia aparece así como organización, vale para todos, aparece tanto para Melanie Klein, la esquizo-paranoide, la esquizofrenia como constitutiva de la estructura del sujeto, ella no la toma como una categoría psiquiátrica. Y aparece también como figura retórica en el Antiedipo de Deleuze y Guattari. Porque los esquizofrénicos de Guattari están internados, pero no en un loquero. Saldrá una biografía sobre los dos y dice que Deleuze no podía ni ver un loco porque no le interesaba y a Guattari tampoco le gustaba; y lo decían ostensiblemente, es decir que para él es una figura retórica. No se puede decir: no se trata de neurotizar al esquizofrénico sino de esquizofrenizar al neurótico.
Propongo definir al esquizofrénico, por el momento, con Lacan, como un sujeto que se especifica por no estar cogido en ningún discurso, en ningún lazo social. La famosa frase de Lacan: “está en el lenguaje por fuera del discurso”, lo que supone no estar anclado a un fantasma, porque la diferencia que hay, lo formaliza en los cuatro discursos (2) , es que el lenguaje es todo lo que corre como un río y estar en un lazo social no es sino estar en algún tipo de organización sujeto-objeto. En ese momento para Lacan había cuatro posibles, pero seguramente debe haber muchos. Aquel que no está anclado en el fantasma, para no exagerar, diría yo, porque lazo social no sabemos qué quiere decir, es una metáfora. Freud dice, por ejemplo, el que se masturba con una imagen no es un acto autoerótico, o sea que para Freud la masturbación es un lazo social. Quiere decir que un lazo social es un lazo a un fantasma, como los fantasmas no son individuales, son modos de goce colectivizables, entonces estar anclados en un fantasma es estar anclado en un algún lazo social, lo que digo lo digo para discutir, no tienen por qué aceptarlo. Hay alguien, que es el único sujeto que no se defiende de lo real por medio de lo simbólico, como hacemos todos nosotros cuando no somos esquizofrénicos. No se defiende de lo real con el lenguaje porque para él lo simbólico es real; lo simbólico equivale a lo real. Se trata de la ironía del esquizofrénico, no de su humor. Ironía y humor, los dos hacen reír pero se distinguen por estructura. Miller al humor lo pone más del lado de la psicopatología, la psicopatología de la vida cotidiana, algo próximo; porque el humor es el uso más social del lenguaje. El humor es la vertiente cómica del superyo, el famoso artículo de Freud. El humor se inscribe en la perspectiva del Otro. El dicho humorístico se profiere por excelencia en el lugar del Otro y, si no produce efectos, no existe. La vía contraria no es del Otro, es del sujeto y va contra el Otro. Por ejemplo un autor súper irónico era Joyce. Se reía escribiendo el Finnegans Wake. Alguien que estaba en la casa, la mujer o un amigo le decía: -¿de qué te reís?, - “de un párrafo que escribí”, -“a ver léemelo”-, se reía él pero no hacía reír a nadie, evidentemente no estaba del lado del humor porque no había ningún cálculo sobre el Otro. Hasta tal punto no había ese cálculo que todo el mundo lo quería persuadir de que no publicase el Finnegans Wake porque después de que con el Ulises se había hecho como el padre de la vanguardia, iba a arruinar su fama anterior publicando esa locura. Estaban todos preocupados por eso y a Joyce no le importaba absolutamente nada. Lo único que le importaba era un poco el mercado y entonces mandaba fragmentos enigmáticos a distintas revistas en francés, en inglés. Entonces iba creciendo el mito de una obra que no tenía título y que estaba haciéndose a lo largo de décadas, etcétera.
Cuando sale la obra, es la Segunda Guerra Mundial, y frente la Segunda Guerra el comentario de Joyce es maravilloso, dice: “ahora con el pretexto de la guerra no van a leer mi libro”. Se ve lo que le interesaba el lugar del Otro a Joyce.
Sería formidable, dice Miller, en efecto, curar una neurosis por la ironía; si llegáramos a curar la neurosis por la ironía, no tendríamos la necesidad de mantenerla por el psicoanálisis; todavía no estamos curados del psicoanálisis, a pesar de la ironía de Lacan y, sin duda alguna, de lo que era su deseo.
Yo traía, para romper el cerco, se dice el hielo, pero digo el cerco por las coordenadas que me dieron antes, El Seminario 2, “He visto paranoias que se pueden calificar de post-analíticas, y a las que se pueden llamar espontáneas. En un medio adecuado, donde reina una intensa preocupación por los hechos psicológicos, un sujeto que de todos modos tenga alguna propensión a ello, puede llegar a cercarse de problemas incuestionablemente ficticios pero a los que les da consistencia y un lenguaje ya listo: el del psicoanálisis que recorre la calles. Un delirio crónico es algo que tarda muchísimo tiempo en ir haciéndose, el sujeto tiene que invertir en ello buena parte de la vida, en general un tercio de la misma” (3) . Que es lo que dura hacer una carrera analítica. “Debo decir que la literatura analítica constituye en cierto modo un delirio ready-made, y no es raro ver sujetos vestidos con esa ropa, de confección” . Parece una observación interesante porque son anticipos de esta idea del delirio como eso que está siempre ahí en el límite. No podemos seguir este tema ahora, pero está en el límite porque está en el problema fundamental de que el psicoanálisis no está, para tomar la diferencia de Frege, entre la Bedeutung y el Sinn, no está del lado de la Bedeutung. Es decir, el psicoanálisis no tiene otro referente que lo que escucha y no tiene prohibido escuchar como referente lo que escucha; es decir el referente. En algún momento Lacan dice que el referente es el objeto a. Pero diga eso o lo contrario, se trata de que el referente nunca es, en Frege está claro, el referente es la columna y el sentido es yo sujeto respecto de esa columna, y está claro, hay referentes. Y para Freud también hay referentes, son las percepciones, ¿a qué se refiere lo que digo?, a las percepciones que yo tengo del mundo. Podemos decir que Freud, aunque no lo sabía, compaginaba bien con los expresionistas. Decían… las impresiones del mundo, como el mundo se inscribe en mí no me interesa, pero sí exponer lo que queda de ese mundo en mí. Es un poco la indicación de Freud del “diga lo que se le ocurra”. Los referentes son disueltos en una cosa que apunta al sentido. El sentido no es un invento de Frege ni de Lacan. En Freud se llama representación meta.
Quiere decir que todo el parloteo que yo hago tiene una meta. Y que no interesa tanto el recorrido sino ver la orientación, hacia dónde va todo eso que uno dice. Esto lo retoma Miller en un artículo sobre la interpretación (4) que está publicado en la Revista Escansión que se hizo en Barcelona, donde está “L’etourdit”. Él ahí dice con un ejemplo que un Ministro se pone a hablar y recuerda el bicentenario y la patria y las grandes gestas, si la economía va aumentar algo, los impuestos y eso, porque el sentido no es todas esas cosas que evidentemente significan algo…que nuestros mayores lucharon, etcétera, los inmigrantes, los grandes patriotas hicieron esta patria hermosa, hicieron crecer un país, por lo cual se aumentaron los impuestos, etcétera; es decir el sentido está en el cierre del discurso, nunca lo tenemos en el recorrido significativo del discurso. Lo que importa es que aumentaron los impuestos.
Aquí Miller vuelve a tomar el tema de la cosa y, citando a Hegel, dice que la palabra es el asesinato de la cosa. Ahí ustedes pueden resumir casi todo lo que estamos diciendo, es decir, donde se habla, la cosa se expulsa más bien que se nombra. Es la diferencia con el nominalismo, y es también la creatividad del significante como tal. Esa creatividad es delirante, porque la matemática no es creativa. Si yo hago un cálculo matemático, sobre lo real, externo a mí, ese cálculo ni agrega ni quita nada. Mientras que si yo hablo de eso, seguro que le agrego algo o le quito algo. Digo una cosa, interpolo otra, estoy explicando arquitectura y digo lo que significan para mí los edificios, cosas que no vienen al caso.
Es por eso que todas las discusiones humanistas que intentamos tener con la ciencia son tonterías, porque el científico dice: “todo eso ¿en qué hace progresar la especificidad del campo en que estamos trabajando?, en nada”.
La referencia de la ciencia son metáforas. El hombre moderno vive en la incertidumbre porque la física dice que hay una energía cuántica. Esas son metáforas que no le hace bien ni a la física ni al hombre moderno. Son juegos académicos para hacer tesis. Psicoanálisis y ciencia, tenemos dos términos, hay que aclarar si esa y es excluyente o incluyente, hay que aclarar si es o bien psicoanálisis o bien ciencia. ¿Es tanto de ciencia y tanto de psicoanálisis? Supongamos que lo aclaramos, entonces ahora decimos el psicoanálisis y la ciencia son una pretensión delirante, vamos a psicoanalizar el discurso de la ciencia, vamos a decir qué es un discurso histérico, qué es un discurso psicótico, es gente que insulta por suerte en un lenguaje que nadie entiende, no le hacen mal a nadie, es gente inofensiva, hay insultos peores, cómplice del capitalismo, cómplice de los nazis, la bomba atómica, Hiroshima. La ciencia es delirante, ¡¡por suerte!!
Entonces, psicoanálisis de la ciencia no hay. Ciencia del psicoanálisis, sería lo opuesto, más modesto, sería esforzarse por ascender a la categoría positivista. El positivismo tiene un dogma que es que solamente la ciencia conoce lo real; si no cumple con los protocolos científicos, de lo real no sabe nada.
Miller dice que no hay correlación biunívoca de la palabra y de la cosa, porque las creaciones científicas tienen que ser biunívocas, es decir, esto remite a esto y no a diez cosas a la vez. La palabra no representa la cosa, la palabra se articula a la palabra. La palabra se articula a la palabra, es un delirio. La palabra remite a otra palabra, y esa a otra palabra. Hay un texto que él cita alguna vez que es el de Bertrand Russell sobre la nominación (5) , uno muy famoso, que es el comienzo de la discusión, y de ahí surge la posición que después toman Lacan y Miller de que no hay metalenguaje. Hay un artículo muy interesante que se llama “U o No hay Metalenguaje” que está en Matemas II (6). En ese texto se plantea las paradojas de Russell: yo tengo que hablar en un lenguaje A en un lenguaje B. Suponemos que la mejor explicación que tiene cada novela o cada poema de sí mismo es él mismo, está ahí presente, es su presencia, diría Heidegger; pero yo quiero dar una explicación, entonces lo explico…vino otro y lo explica yo soy de tal forma A, yo soy el lenguaje B, y viene un explicador C que dice que yo explico las cosas así, porque tengo una versión sociologista de la literatura; y viene uno que es D y dice, como este tiene una orientación filológica no entiende que la literatura funciona según los contextos institucionales. Entonces, siempre tenemos una pirámide infinita de lenguaje que toman como objeto otros lenguajes. Miller toma la posición que extrae de Lacan, la posición que cada lenguaje es su propio metalenguaje. Esto ¿para qué sirve? En la práctica sirve para saber que lo que escuchamos no son dramas.
La expresión ¿qué le pasa? es desdichada y es un síntoma del miedo del que escucha. Porque decirle a alguien, encararlo de frente y decirle: ¿qué quiere? es menos educado que cuando uno le dice: ¿qué le pasa?, se está ofreciendo como monjita de la caridad, ayudante, etcétera. Cuando uno le dice: ¿qué quiere?, lo está interpelando, ¿usted, que quiere?, la orientación es esa. Aquí Miller cita al humor: a Kant, a Bretón, varias veces a Lacan, a Lévi-Strauss, a las Memorias de Schreber y un artículo de Russell de 1905. Después están Frege, la Bedeutung y el Sinn, Wittgenstein… Pero más o menos los textos claves son esos, por orden de lectura sería el trabajo de Russell. Y me parece que la idea de la Psicosis Ordinaria es un derivado de sacar las consecuencias de esta concepción de discurso, que ahora no dice la esquizofrenia.
Este es un paso. El otro paso fue “Los inclasificables” (7) que venía a cuestionar. Ustedes saben que Borges se hizo famoso por una clasificación de animales, que fue citada en la primera página de “Las palabras y las cosas” de Michel Foucault. Por qué le interesó tanto a Foucault esa clasificación. Porque él se dio cuenta que la manera de clasificar constituye casi lo más importante del tratamiento que se va a hacer.
La cultura son sistemas clasificatorios que se van alterando por el conocimiento, a veces se combinan. Se habla de filosofía, a veces se trata de filosofías políticas, la teología política de Spinoza, es decir cómo ligar la política de la Iglesia a la política de la vida, es decir, las clasificaciones siempre tienen algunas cuestiones. Yo recuerdo acá, en la República Argentina, el ECRO de Enrique Pichón-Riviére, Esquema Conceptual Referencial Operativo, que era mente, cuerpo y ámbito social. Y yo decía, está clarísimo, la mente para los psiquiatras, el cuerpo para los médicos y lo social para los psicólogos. Eso era una componenda profesional y no de una teoría epistémicamente fundada en nada. Él tenía una escuela, estaba fundada en los tres tipos, vamos a inventarle un corralito para cada uno, así juegan juntos sin pelearse. Están los amigos psiquiatras que conocen muy bien la mente y van siguiendo los avances neurológicos, son especialistas en eso; los amigos médicos que siguen a Chiozza y sus estudios psicosomáticos; los psicólogos que son muy sensibles a los dramas sociales. Entonces hay un poco para todos. Antes de llegar a esta psicosis, Miller vuelve a retomar lo que se plantea en “Los Inclasificables”. En la página 317 dice que el interlocutor que tenemos que tener para entender algo de este tema es a Lévi-Strauss, y llama la atención, cosa que después retoma, que siempre se tiende a una clasificación de tres. Nosotros tendemos a constituirla en dos, digamos que lo que era Neurosis, Perversión y Psicosis se convierte en Neurosis Psicosis. Le llama la atención sobre qué uso hacía Freud de la clasificación. Es interesante porque es un uso dinámico en un sentido, y estructural en otro. Si ustedes leen las primeras páginas de “Sobre la iniciación del tratamiento” (8) , Freud si bien no hablaba de “las entrevistas preliminares”, decía lo mismo: que primero había que extraer información y en base a esta, aceptar o no al otro en análisis. Partiendo de la hipótesis de que el psicoanálisis no tenía nada que ver con las psicosis, hipótesis que Lacan también cuestionó, Freud decía que para un psicoanalista es fundamental separar lo que es Neurosis de lo que es Psicosis y daba un argumento pragmático: es fundamental porque si uno se mete a analizar psicóticos le va a salir mal, no va a lograr nada y va a desprestigiar a la ciencia, va a servir para un desprestigio. Entonces le parecía que no era prudente meterse con eso y agregaba un dato interesante: para un psiquiatra, en verdad, la distinción nosográfica es decorativa. Y hoy más que nunca, porque el psiquiatra puede medicar para allá o para acá.
Hay una categoría inglesa que acaban de inventar en el DSM, que es “cerebro quemado” (9) . Le dijeron a un paciente que es un hipocondríaco, que tenía el cerebro quemado, estaba aterrorizado, le pregunté: ¿a Ud. le hicieron resonancia de imágenes?, ¡No! A ver si se daba cuenta de que es una metáfora, ¿qué es cerebro quemado? Le explicaron a la familia que el cerebro quemado es una mezcla de stress con no sé qué otra cosa, como una especie de ensalada rarísima y, en conclusión, que eso termina con antipsicóticos y si tiene la suerte de acertar con el antipsicótico que mejor convenga, el paciente va a estar mejor, y si el tipo no tiene la suerte de saber medicar más o menos, el tipo va a estar peor, o sea que para él es un poco decorativo. Por eso se dice: invéntame un nomenclador donde hay cero-uno y valores semánticos y los pasamos a números, y cumplir con esos valores, la depresión, es cualquier cosa, le ponemos un uno a la depresión que está muy de moda, y bipolaridad, está de moda, le ponemos un dos, e inventamos un sistema, que para nada sirve…
Freud decía que si analizamos un obsesivo y lo interpretamos, nos pasaremos la vida en la compañía del obsesivo, que no es un tipo tan apasionante generalmente. Mejor no interpretarle demasiadas cosas, mejor que se dé cuenta que ahí detrás de toda esa imaginería, escabullía una decisión u otro tipo de cosas. Entonces, había cosas prácticas que Freud pensaba, pensaba que las histéricas hablan con el cuerpo, la representación desaparece, aparece inervada somáticamente. Él pensaba, también, que el obsesivo era un tipo elíptico, que hace elipsis, con una lógica del “sí, entonces”, si tal cosa, tal otra, “si deseo una mujer, mi padre se va a morir”, cosas que le pasaban al Hombre de las Ratas. Es decir que tenía una manera de encarar lo que hacía en la práctica. Pensaba que al fóbico había que confrontarlo con su objeto. Sin embargo, él decía: “no quiero que el psicoanálisis sea un capítulo de la psicología general”, porque la psicología siempre es unívoca. Freud se encargaba de decir que en verdad hay un fondo histérico en el obsesivo, y además, que la histeria tiene algo que ver con la esquizofrenia y que la paranoia desplaza como una obsesión, etcétera. Él mezclaba y separaba cuadros aparentemente discontinuos y después creaba sistemas de continuidad. Es interesante porque es el mismo esfuerzo que hay en el último Lacan con la clínica borromea.
Claude Lévi-Strauss examina el pensamiento salvaje, se trata de una referencia en un largo capítulo, que comentamos ya en la Escuela, sobre la clasificación; Miller dice parafraseando a Lévi-Strauss: supongamos una tribu dividida en tres clanes: el clan oso, el clan águila y el clan tortuga. Ustedes hacen una línea y ponen tres círculos. Se produce una evolución demográfica, diríamos una modificación de los cuadros socialmente establecidos que hacen que el clan del oso desaparezca, entonces la tripartición anterior, como no se puede cambiar de tripartición, y eso es lo que interesa, no el contenido semántico de los cuadros, sino si es dos, tres o cuatro; es como decía Lacan.
Cuantas veces se puede contar eso, están los águilas, los tortugas, como desparecieron los osos, antes eran osos, águilas, y tortugas. Desaparecieron los osos, los águilas pasan a una punta y los tortugas quedaron solos, se dividen en dos. Están los tortugas amarillos y los tortugas gris. Si desapareciera algo de esto aparecería otra cosa; ya imaginan el uso que podemos darle a este apólogo. Lévi-Strauss señala: “vemos pues que la evolución demográfica puede hacer estallar a la estructura, pero si resiste al choque dispone de varios medios para restablecer un sistema, si no idéntico al sistema anterior, por lo menos del mismo tipo. Y subraya, los mitos y los ritos cambiarán pero con un cierto re tardo y como si estuviesen dotados de un remanente que preservará en ellos durante un tiempo todo o parte de la orientación primitiva”. Esto da cuenta que en esta cuestión, lo que vale la pena pulsar es que da lo mismo que uno diga Psicosis-Perversión-Neurosis, o Psicosis-Borderline-Neurosis, o Psicosis-enfermedades actuales-neurosis, o Psicosis etcétera-Neurosis. Da lo mismo. Lo que quiere decir es que la clasificación se realiza en un sustrato de tres términos, mientras eso resista históricamente. Hay que ser sensible a la trasformación semántica que habita esos lugares en cada momento determinado. Ese sería otro paso.
Tenemos entonces, el punto uno: el paso del lenguaje irónico que rechaza la realidad; el punto dos, el paso de las clasificaciones; y el punto tres, el artículo del cerco. Tengo dos artículos en francés sobre esto que se los paso cuando quieran, uno de Juan Pablo Lucchelli y Fabián Fajnwaks que se llama “Una clínica de la psicosis ordinaria” (10). Los ofrezco si los quieren, y tengo otro que se llama “La hipótesis continuista en la psicosis”, de Serge Cottet, de 1999 (11).
Volviendo al artículo de Miller, si empezamos por el título, resulta interesante que se llame “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”. Él empieza diciendo que eligió el termino “Psicosis ordinaria”, que no se trata de una categoría en Lacan pero que es una categoría lacaniana. Es algo que él concibe como extraído de la última enseñanza de Lacan; que esa enseñanza es como un retorno al desarrollo pragmático de su enseñanza luego de treinta años de hacerlo. De paso, es interesante esta idea de que la tercera enseñanza de Lacan sea un retorno. Ustedes vieron que hubo un momento de desconcierto respecto a esa enseñanza, yo pienso que hay como dos secuencias diacrónicas en Lacan. Una secuencia bastante lineal, si quieren, donde Lacan plantea primero lo imaginario. Es notable yo siempre releo y nunca me canso de nombrar el hecho de que Lacan hasta el año 1948 no es freudiano en absoluto. “La agresividad en psicoanálisis” (12) es una tesis etologista, hegeliana, dialéctica y nada freudiana, hay una vaga metaforización del narcisismo, que es el moscardón alado de un narcisismo, la destrucción de la ciudad, etcétera. Más bien empieza como a aparecer, quizás ya estaba antes y ahí se desarrolla más, la idea de la relación elíptica del sujeto y el yo, porque el sujeto no podría estar constituido por un yo autónomo. El yo es elíptico respecto del sujeto, o el sujeto del lenguaje está descentrado respecto del yo. Y por un misterioso vuelco en 1952 Lacan es lacaniano. Digo misterioso porque no está muy claro por qué Lacan de golpe da ese vuelco. Hay una cosa evidente que es que seguramente Lacan lee en 1949 “Las estructuras elementales del parentesco”, de Lévi-Strauss, y encuentra un apoyo profundo para decir ahí “yo puedo pervertir” algo en la organización del texto de Freud. Para el primer Lacan, psiquiatra, la tesis sobre Aimé es una ocasión de conocer a Freud. Parece que lo leía en alemán, y está citado varias cosas: “El yo y el ello”, “Celos, paranoia y homosexualidad”, y algunos textos más. Es decir, que conocía a Freud y después habla un poco mal de la tópica económica. En “Acerca de la causalidad psíquica”, hace una crítica de la tópica, y es alguien muy marcado hasta los años 50 por la problemática de la fenomenología. Y es por eso que la retoma en El Seminario 11, seminario que justo se dicta el año que muere Merleau Ponty. No sé si habrán observado que los “Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” se le convierten en cinco a causa de la muerte de Merleau Ponty. Cómo puede hacer un duelo con dignidad sin hacer ningún aspaviento… Muere Merleau Ponty y él se pone a hablar de la pulsión escópica, de la fenomenología de Merleau Ponty. Y si ustedes se fijan, eso ocupa casi un lugar más largo que los cuatro conceptos: inconsciente repetición, trasferencia y pulsión.
Miller dice una cosa que es interesante: “Me he enterado lo que Lacan había hecho con el pase”. Como ustedes sabrán, Lacan llamaba al final real del análisis, “el pase”. Empezó a dar un esbozo de la definición, ya que no quería que lo imitaran. Advertencia a nosotros: “si decimos que podemos reconocer el final de análisis cuando el sujeto hace esto o lo otro, o dice esto o lo otro, todo el mundo lo hará inmediatamente”. Es un problema en los grupos analíticos, algo se convierte en una consigna y todo el mundo ve eso, le pasa eso. Es lo que ocurre en la Universidad, si necesitamos una nota debemos decir las cosas de una cierta forma y con un cierto estilo, es por eso que la gente se conforma y vivimos un mundo de sombras, una ciudad de fantasmas, como el artículo de Jean Louis Gault. Debo confesar que la Universidad es una ciudad de fantasmas con gente que imita lo que supone que son.
Hay que tratar de no saltear lo que a uno le molesta, sino más bien insistir en eso. Después de todo si hay una persona universitaria en el Campo Freudiano, ese es Miller mismo, con su Departamento en la Universidad. Pero con un punto a favor: no es habilitante de nada, es una cosa al margen de la ingeniería de la clasificación, me refiero a la puntuación.
La clínica binaria del tercero excluido, es el primer punto. En nuestra época hay una tendencia a aceptar eso, a excluir a ese tercero que era la Perversión. Palabra excluida incluso de ese mundo porque se considera que es una palabra injuriante, para injuriar a alguien se le dice que es un perverso. Hay que decir personas con capacidades sexuales especiales, pero no la perversión porque el perverso por algo es perverso y le puede hacer un juicio al pobre neurótico que trata de clasificar.
Se habla de psicosis ordinaria cuando no se reconoce ningún signo evidente de neurosis y de este modo se va a decir que es una psicosis disimulada, una psicosis velada. Hasta ahí todo es negativo, es por la negativa que lo define. No reconocemos una neurosis, no es una psicosis extraordinaria como esas que se conocían, hasta ahí no hay algo diferente de lo que era el borderline, un lugar donde iban los difusos de las clasificaciones médicas.
Una persona supuestamente normal es un neurótico que no sufre de su neurosis, o que no sufre demasiado de su neurosis, o incluso que no trata su neurosis a través del análisis, que trata su neurosis viviendo. No es tan interesante. Es más interesante tratar la neurosis mediante el análisis, pero la gente no siempre lo piensa y sigue viviendo de este modo. Seamos dialécticos, él dice, todavía no nos curamos del psicoanálisis, no tomemos esto como que es hermoso ser un neurótico, porque financieramente no es un buen negocio.
Así me siento como el Dr. Knock (13) de la famosa obra de teatro francesa de principios de siglo que decidió que todo el mundo estaba enfermo sin saberlo.
Cuál es la base común entre Neurosis o Psicosis desde el punto de vista de Lacan, cuál es el principio de la vida psíquica. En el Lacan clásico el principio es lo imaginario, es supuestamente un mundo cuya fuerza pulsional es la del Deseo de la Madre, el deseo desordenado de la madre hace al niño sujeto. En cierto modo esto es lo mismo que decir que la locura es el mundo primario.
Lacan, al final de su vida, en Caracas, dijo que, deseado o no, lo que le interesa es que la gente que habla desde el psicoanálisis nunca quiere dar una buena noticia porque va a perder la clientela, entonces todo es terrible, el padre está demasiado presente, uh! demasiado ausente. Es como una foto de familia de principio de siglo. Acá es así, el tipo habla y siempre está tirando una pálida: “la Internet va a psicotizar al planeta…”, a muchas personas le ordenó la vida. Me ha pasado con unos chicos que andaban por la plaza en patineta y yo decía: estos tipos con un pedazo de madera y cuatro rulemanes son felices. Si yo hubiera sido más envidioso de lo que ya soy y menos advertido, enseguida hubiera inventado la patología de la patineta, que expresa la inestabilidad emocional de los adolescentes, el deseo de un vértigo que ponga en peligro su vida, etcétera. El orden simbólico aparece en el segundo tiempo, a nivel simbólico se debe insistir en la palabra orden. Como los usa Lacan en ese momento orden y simbólico son casi sinónimos, porque hay un desorden imaginario del deseo materno. Y él dice, deseado o no es lo mismo, el problema es que el deseo del Otro cuente de alguna manera. No puede contar si no nace, porque si alguien no se deja embarazar, si alguien no deja que el proceso del parto concluya, y lo acompaña, no hay nadie que vaya a criticarle a nadie, como dicen los chicos “yo no pedí nacer”, ¡sí… bueno!... pero nadie les pide que sigan viviendo.
Quiero decir que no siempre la madre es lo peor, no hay que ser tan vivo para pensarlo. Entonces, Nombre del Padre menos de Goce de la Madre, Falo sobre menos φ, comienzo del dibujo de la metáfora paterna. Lacan dice de este modo que es cierto que no tiene una metáfora paterna sino más bien una metáfora delirante, aunque ahí la misma metáfora paterna es una metáfora delirante. Freud dice que la madre es perceptible por los sentidos y el padre es una premisa lógica, frase bonita en boca de Freud. Él comienza con un proverbio latino, del que no saca todas las consecuencias, porque es el famoso “padre es incierto, la madre es certísima”, que todos repetimos. El padre es incierto y la madre es certísima, pero Freud el comentario que hace inmediatamente es que al comienzo el niño no duda de ninguno de los dos, el padre no es de entrada incierto, sino que en cierto momento de la entrada en el lenguaje, como él ha tenido una relación perceptiva con la madre, no duda de la madre que se ha convertido casi en una parte de él mismo por la alimentación -en el caso de la madre burguesa que alimenta, porque en la nobleza era diferente. Se tenía la percepción de una mujer que lo alimentaba pero no de una madre, en el orden de la burguesía, me refiero en Francia.
Entonces, ¿por qué el padre se vuelve incierto? Es una cosa interesante, porque Freud no dice que de entrada sea incierto el padre, ni mucho menos, lo que sí dice al final es que el padre -y en esto mima, mima el movimiento de la religión judía- es curioso, nos detenemos un poco en esto de que la metáfora es delirante, porque una explicación nos la da un tipo que es Lévi-Strauss leyendo a Maimónides, un libro cuyo título es “Guía de los Perplejos”. Es un título extraordinario. En esta guía Maimónides hace toda una demostración y pareciera ser que los hombres de la ley judía, de la Torá, eran tipos que querían que Dios y la ley fueran inmanentes, es decir que no hubiese ninguna representación de Dios antropomórfica, es decir que decir Dios era decir la Ley y decir la Ley era decir Dios.
Ahí tienen ustedes la idea de un padre que tiene que desaparecer como objeto de adoración.
Al punto tal, que hay escenas en el Antiguo Testamento -cuando digo la Torá trato de hablar como hablan los judíos, cuando digo Antiguo Testamento trato de hacerlo como lo hacen los católicos, los cristianos-. Entonces, hay una escena donde Moisés ve a Dios que se aleja de espaldas, creo que después de la escena de la ley y del monte Sinaí, eso contradice toda la hipótesis y los hombres de la ley entienden que lo inteligió y lo vio en ese sentido, pero que no lo vio receptivamente, porque si no, se derrumba todo el esquema. Ahora, cómo entiende Lacan este asunto. Lacan ve en el cristianismo. El cristianismo se inventa un siglo y pico después de la existencia histórica de Jesús, el gran ideólogo de esto es un judío-griego que vivió en Roma y que el padre siguió la misma costumbre que en Alemania. El padre había comprado su apellido y una posición social y el tipo era como judío romano, algo un poco raro porque los tipos estaban separados y también por propia voluntad se decían el pueblo elegido. Este tipo fue San Pablo, que según una encuesta un poco casera que he hecho, era odiado por los judíos y por los católicos, los cristianos. San Pablo dijo una frase que se ganó todos los votos: “llamo a los circuncisos de espíritu”, y juntó una cantidad de gente infernal, iba por la ciudad, era un gran organizador. Alain Badiou tiene un libro que se llama “San Pablo, el universalismo” (14), y dice no como pueblo elegido desaparecemos, no es un traidor al judaísmo, junta lo universal, dice “esto de pueblo elegido nos van a exterminar”, “todos se multiplican como moscas y nosotros cada vez somos menos”. Y San Pablo hace eso y no abandona la Sinagoga, va a la Sinagoga habla con alguno. Predicaba y después iba a las eclesías, y allí dijeron “hay que inventar una figura histórica”, que es Cristo. ¿Qué dice Lacan de eso? Dice que ahí comienza la orgía del cuerpo, la religión cristiana, católica como la conocemos, los cuerpos dan lugar a todo un desencadenamiento de imágenes sado-masoquistas, senos cortados, gente apareada, Cristos clavados en la cruz. Toda esa iconografía, que refiere Lacan en Encore (15), es un retorno de la figuración corporal escandalosa para aquella unificación de la ley que intentaba ser al Antiguo Testamento. Freud termina “El Moisés y la religión Monoteista” diciendo que “esa religión del padre terminó siendo una religión del hijo”. Entonces, por un lado dice Freud, o Lacan de Freud, sobre el deseo de la madre, no olvidemos que Freud dice el niño polimorfo perverso y uno podría preguntarse quién pervierte a quien ahí. O… ¿se pervierten entre los dos, la madre y el hijo? Evidentemente es un partenaire más equívoco y ambiguo, el hijo respecto de la madre y la madre respecto del hijo, que lo que parece que fuera. Y que esta ley es como un resguardo un poco delirante frente a la inquietud equívoca de ese deseo que está jugado ahí de una manera equívoca.
¿Por qué calificar de delirante esto? Desde el punto de vista de Lévi-Strauss, se podría decir que la prohibición del incesto equivale a la exogamia. La exogamia equivale a la sustitución de objetos primarios por objetos exteriores a la familia. Es una lógica. Debo decir que en su primera enseñanza, Lacan está cerca de decir que todo lo simbólico es un delirio, incluye su propia conclusión del orden simbólico. La vida no tiene ningún sentido, dar sentido ya es delirante. Es una convicción profundamente anclada en Lacan.
Entonces voy a ser claro, Miller más o menos desemboca en esto que ustedes conocen, está en Freudiana No. 58. Desemboca en esto y dice: “respecto del Nombre del Padre, Neurosis, cero y cero en psicosis y hacer creer compensatorio, con siglas en inglés, CMB, (Compensatory Make Believe), que sería esta propuesta de psicosis ordinaria.
Miller hace un chiste, que dice con ironía: “entonces consigo tener una clínica binaria, una clínica terciaria y una clínica unitaria, todo en uno como la Santa Trinidad” Estos chistes…no sé si ustedes le hacen caso al chiste como Freud; a estos chistes que hace Miller yo le doy mucha bolilla porque me parecen que tiene mucho que ver con lo mismo que va a enseñando y que es algo inherente a la enseñanza.
En la apertura de “Los inclasificables”, Miller dice la misma frase que dijo veinte años antes Oscar Masotta, “la banda que nosotros formamos es la prolongación de una banda original formada hace 20 años”, Masotta dice “esta banda que somos nosotros, etcétera.”
Miller dice, “ cuando alguien me dice ah! mi topología, mi clínica de los nudos, algo me dice que está mintiendo”, cuando alguien me dice: “ahora utiliza la clínica borromea, hay una voz que me dice no es la verdadera clasificación”. ¿Qué dice Miller de esto?: “no es la verdad de la clasificación”. Me gustaría detenerme porque me parece que he tratado de hacer una especie de protocolo sobre los problemas que están implicados.
Una cosa pragmática que dice Miller en este artículo, alguien interviene ahí, está en EEUU, él dice que esta categoría tendría sentido si pudiera introducirse la categoría psiquiátrica para reordenarla de otra manera. O sea que no es una antología de la enfermedad mental, no es que está describiendo una realidad. Está intentando forzar una clasificación. Ustedes no se olviden, uno podría decir rápidamente la psicosis ordinaria, es a lo que se propone Miller, lo que la perversión fue a la entrada de Lacan con su enseñanza, porque sacó mucho prestigio Lacan de sus trabajos sobre la perversión. En la Argentina lo primero que se conoció y que fue muy cautivante, fue un libro colectivo que se llamaba “El Deseo y su perversión” o “La perversión de su deseo”, que estaba Piera Aulagnier y otros más del primer grupo de Lacan, no estaba Lacan. La cuestión de la perversión fue una cosa que tuvo mucho prestigio porque lindaba con el Marqués de Sade, con cosas culturales, el fetichismo, etcétera. Ese era el tercer Lacan, la perversión, era Neurosis, perversión, psicosis, y ahora dice: se podría inventar ese tercero lo cual sería forzar una clasificación. La primera tendencia, la de razonamientos algorítmicos es una tendencia al binarismo, binaria. Me parece que hasta aquí…
Paula Kalfus: Quería retomar lo último que dijiste, este comentario respecto de la utilización de la clínica borromea que no sería la verdadera clasificación y con esto hacer referencia a unos documentos que me apasionaron cuando surgieron, a fines del 2008, con la crisis de los CPCT , se publicaron muchos comentarios respecto de la clínica que se practicaba allí. Lo que a mí me interesó y que surgió en varios comentarios era la adscripción de la “categoría” de psicosis ordinaria a la clínica en dieciséis entrevistas. Varias personas en esa época adscribieron la noción de psicosis ordinaria a la clínica que se practicaba en dieciséis entrevistas. Grandes nombres, gente que contribuye muchísimo a nuestro saber, sino gente que trabaja dentro del lacanismo francés y justamente se autorizaban en la tercera enseñanza de Lacan, es decir la de los nudos, sin embargo las respuestas de Miller, digamos están en las “Entrevistas de actualidad” , fueron exactamente posteriores a esta conferencia de Miller, sin embargo la respuesta de Miller fue un seminario que se desarrolló en la École Freudienne de París donde seis grandes psiquiatras franceses retomaron los autores clásicos de la psiquiatría, ¿tenés algo para decir sobre eso? Abro a las preguntas.
G. García: En EEUU, en las charlas con los psiquiatras, Miller compara la idea de estas categorías posibles con la paranoia sensitiva de Kretschmer; porque él lo dice en EEUU y está bien porque allí las cosas se dicen de otra manera, la gente poderosa es menos cuidadosa, por ejemplo en EEUU…a veces cuando digo algunas cosas de Lacan, digo estos tipos son dementes, porque uno habla de Lacan, lo lee, cuando publica eso ya el segundo no lee a Lacan, lee a ese, y así entra en una deriva donde al final otro, que también tiene prestigio, dice lo que se le antoja; y dice: “ya dijo Lacan que el espejo se estrella contra el nudo, etcétera”. Sin embargo a esos tipos los educan en Francia, en Italia. Les enseñan cultura francesa y todos quieren ir ahí, desde Lévi-Strauss hasta acá, se refugian ahí los europeos. Ustedes saben que muchas personas que están en Argentina están de casualidad porque quedaron varadas acá. Lo usaban para desde acá irse a EEUU y se quedaron en Buenos Aires, es una historia bastante común en la generación nuestra.
¿Qué es lo que Miller dice?, ¿Para qué es la psicosis ordinaria? Para cuestionar la clasificación. Lo plantea ahí, no como un problema de detectar algo de la realidad, sino de forzar en algún sentido la clasificación de la psiquiatría. A mí me parece que es una empresa un poco incierta, porque ya no hace falta forzar lo que los otros se han sacado de encima, que es toda esa psiquiatría. Se la han sacado de encima para bien o para mal, la historia nunca vuelve atrás. Yo no creo que nuestro prestigio o poder, hablo de prestigio porque los discursos científicos son instituciones, cosa que nosotros después de 20 años compramos recién una casa, hasta que seamos una institución… imaginen ustedes; la tradición, los blasones la autoridad política, social, lo internacional, nos falta mucho. Yo no sé, me parece a mí, si eso tiene algún sentido, para mí tiene otro sentido porque yo creo que uno tiene que saber usar las cosas en el lugar donde se encuentran; para mí sirve para estudiar, decir, a ver, cuáles son las categorías psiquiátricas, porqué es así, esto último que yo les plantee, esto yo no lo hubiese releído si no fuese porque está en discusión lo de los clasificables, los inclasificables, etc. Entonces el buen uso que nosotros podemos darle a eso es, vamos a decir, escolástico. Refinar nuestras lecturas sobre ciertas cosas, que en general no conocemos, de psiquiatría. Conocer psiquiatría, conocer los problemas cómo se plantean me parece sumamente interesante, pero yo no sé si eso de querer adaptar una institución a un cuadro, a las dieciséis sesiones, es una apuesta, que se hace, se experimenta una cosa, se vuelve atrás, pero si yo tengo que defender el pase, cosa que hago siempre, mirá si no fuera por el pase no sabríamos que el pase falla. Si el pase falla, no sabríamos que los finales son dificultosos, no sabríamos que cada uno delira de la mejor manera con eso.
Como se dice que San Agustín era un santo no tenía nada que ver con San Ignacio de Loyola, que también era un santo. Un día se dirá que en el Siglo XX un analista era esto. Estábamos en el oscurantismo, cosa que no sabíamos, la impostura institucional y colectiva de cada uno. Cada uno con la impostura como grupo pero todo eso tiene un talón de Aquiles que es el pase.
R. Seldes: Evidentemente Miller les hablaba a los americanos y no a los argentinos o a los franceses, aunque nosotros aprovechamos ese decir, leyéndolo y estudiándolo. ¿Cuál era la propuesta de Miller en ese momento?, intentar producir un cierto efecto de retorno. Pensaba en lo que vos planteabas con respecto las afirmaciones que se contradicen, que están en Lacan, en el mismo Miller, y en Germán García, porque la cuestión no es tratar de evitar la contradicción sino obtener de esa comparación algún detalle. Cuando vos hablabas de la cuestión de la ciencia y del psicoanálisis, pareciera que de esa intersección complicada, la intersección que plantea Miller en “Los inclasificables” entre neurosis y psicosis, hay que ubicar qué hay en común en este trabajo. Así como en las neurosis, hay que decir por qué entendemos que se trata de una neurosis, hay ocasiones, en la psicosis, que no podemos decirlo tan fácilmente, por eso apuntamos a captar los recursos que puede tener un sujeto. Está la cuestión del significante enigmático, de su significación que está, tanto en la neurosis como en la psicosis, eso que surge del Deseo de la Madre que quizás no es un significante, como vos lo planteaste, pero que necesita del Otro para hacer una metáfora o algún delirio.
Y cuando vos decías ¿Para qué la psicosis ordinaria?, yo pensaba ¿para qué las conferencias en PAUSA? y ahí recordé, y esto no se lo conté a mis colegas, que la idea de hacer una conferencia en PAUSA me la diste vos hace cuatro o cinco años cuando me dijiste: “tenés que hacer conferencias en PAUSA”. Te respondí inmediatamente “¡por supuesto!, las vamos a hacer”, porque había que promover PAUSA. No lograba captar cuándo era el mejor momento, a quienes irían dirigidas esas conferencias… Y cuando vos decís del cerco, ese que interpretaste muy bien, de un deseo prevenido, digamos que fue la respuesta que se armó: el pequeño delirio colectivo de armar las conferencias. Que son tres y no es cualquier cosa que hayan sido tres, porque había que hacer la conferencia de Germán García, pero la conferencia de Germán García no podía funcionar sola. Había que hacer tres tal como lo que vos planteaste, para lograr una clasificación. Es decir, yo recién capté cuando te escuchaba, lo que durante cuatro años me estuvo dando vueltas: ¿cómo lograr salir de este deseo imposible?
Y creo que fue el deseo prevenido de mis colegas de la Comisión de Dirección que logró sacarme a mí de mi pregunta, gracias a este pequeño delirio colectivo, que produce un efecto importantísimo en nuestros colegas incluso en quienes aún no conocemos. Muchos de lo que estamos acá no nos conocemos, y llega algo de una manera que para nosotros mismos es un efecto muy valioso.
G. García: Te agradezco. Y para despedirme, cuando decía lo de las conferencias es porque qué mejor que este lugar abierto, donde el discurso no terminó todavía de congelarse y personas que tengan contradicciones tan direccionales, de todo tipo para hacer conferencias, justamente “la conferencia”. Yo recuerdo la definición de Miller que hace una diferencia entre conferencia, curso y seminario. Decía que una conferencia, el conferencista piensa que la audiencia no sabe y la audiencia no está segura que el conferencista sepa algo, hay una recíproca destitución del Sujeto Supuesto Saber; en el curso ya hay uno que supone que sabe, que es el que da el curso y otros que aceptan que saben un poco menos o saben otra cosa diferente de la que dan el curso y van y aprenden, y en el seminario debe elaborarse un saber en común. Esa es una buena diferencia. La conferencia me parece que es la puerta de entrada a cualquier enseñanza, se difunden las cosas, las palabras en su trabajo y hay efecto de retorno que a veces puede ser para unos bueno, para otros no…pero es lo que tiene de interesante.
(1) Miller, J.-A., “Ironía”, Uno por Uno. Nº 34, España, Eolia, 1993. (Germán García aclara que se trata de una Conferencia de apertura del V Encuentro Internacional del campo Freudiano en Buenos Aires 1988)
(2) Lacan, J., El seminario, libro 17, El reverso del psicoanálisis (1968-69), Bs. AS., Paidós, 2013.
(3) Lacan, J., El Seminario, libro 2, “El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica” (1954-1955), Bs. As., Paidós, 1983.
(4) Miller, J.-A., “Acerca de las interpretaciones” (1980), Revista Escansión, Barcelona, 1984
(5) Russell, B., Sobre la denotación, (1905)
(6) Miller, J.-A., “U o no hay metalenguaje”, Matemas II, Bs. As., Manantial, 1990, pág. 73.
(7) G. García se refiere a la conversación clínica publicada bajo el título Los inclasificables de la clínica analítica, Bs. As., Colección Paidós-ICdeBA, 1999.
(8) Freud, S., “Sobre la iniciación del tratamiento”(1913), Obras Completas, tomo XII, Bs. As., Amorrortu,
(9) Síndrome de burnout
(10) Une clinique de la psychose ordinaire, https.//cairn.info/revue-l-informationpsychiatrique-2010-5-page-405.htm
(11) L’hy pothèse continuiste dans les psychoses. L’Essai/Sectionclinique, Université Paris VIII, 06, No. 2, 9-16 y también en http://congresoamp2018.com/fr/textos/l’hypothese-continuiste-dans-les-psychoses/
(12) Lacan, J., “La agresividad en psicoanálisis” (1948), Escritos 1, Siglo XXI editores, Bs. As., 1988.
(13) Lacan, J., “La agresividad en psicoanálisis” (1948), Escritos 1, Siglo XXI editores, Bs. As., 1988.
(14) Badiou, A., San pablo: la fundación del universalismo, Barcelona, Anthropos Editorial, 1999.
(15) Lacan, J., El seminario, libro 20, Aun (1972-1973), Bs. As., Paidós, 1975.
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