El homosexual, ¿se analiza?
GG: Bueno, analizo gente que es homosexual según ellos mismos dicen. O sea que, mientras haya gente que se analice, es una cuestión clínica y es una cuestión también a pensar porque la clínica no es inefable, hay que poder contarla.
¿Cómo se la piensa la cuestión de la homosexualidad desde el psicoanálisis?
GG: Para mí hay dos puntos clave, tomando uno desde Freud y otro desde Lacan. El de Freud tiene que ver con el tema de la identificación. Y el de Lacan con el tema del amor. Lacan dice que amar no es una cuestión de sexo. Entonces puede utilizar la palabra homosexual pero, a su vez, la relativiza mucho en el sentido de que amar a una mujer es heterosexual, negando que la palabra homosexualidad femenina tenga algún sentido porque del lado femenino del género se introduce la alteridad. Por lo tanto quien ame una mujer ama algo que es una alteridad, por más que quien ame sea alguien del mismo género.
O sea que ya ahí descoloca el término respecto de lo que podría ser el lesbianismo o hablar de homosexualidad femenina. Ya de por sí, se introduce allí la alteridad y esto puede ser de muchas maneras. Por ejemplo, en la función que cada una de ellas cumple en la pareja. Uno de los síntomas que se ve en la clínica es el tema de los celos, por lo general es la mujer que toma una posición activa y de protección hacia otra la que se pone celosa cuando la otra se coloca en la posición de hacerse desear como mujer. Es interesante porque los celos no son recíprocos, no ocurre que a su vez aquella que se hace desear tenga celos de la que está en posición deseante.
Digamos que pensar que las relaciones son simétricas es una idea en todo caso democrática, pero que no se cumple en la práctica. Siempre hay una asimetría, hay alguien que funciona como deseante y hay alguien que funciona como deseado. Eso puede no ser fijo, puede alternarse.
Otro punto a destacar es que el amor no es una cuestión de sexo sino de objeto causa. Como paradigma tenemos la mirada de Beatriz en Dante; él la encontró en una chica, pero también la podría haber encontrado en un varón: el objeto que causa su deseo es la mirada, no el sexo.
Freud tiene una nota al pie de página en sus Tres ensayos para una teoría sexual, donde dice - sabemos que para Freud es tan difícil explicar por qué hay homosexuales como heterosexuales- que más allá del hecho de que la homosexualidad sea aceptada como en ciertas instituciones griegas o rechazada como en ciertas épocas de nuestra historia cultural, hay que explicar por qué existe. O por qué existe gente que es travesti que jamás se operaría, y alguien que desea operarse y mutarse en mujer.
¿Esas serían, entonces, formas de homosexualidad?
GG: Creo que la palabra homosexualidad la deberíamos dejar ahí, como un comodín. Lacan la descompone, y después cuando se impone la palabra inglesa queer, o la palabra gay, hay un intento de romper con cierto arcaísmo pre-freudiano, porque sabemos que, para Freud, todos los sujetos son bisexuales.
Entonces, para Freud aquél que se convierte en heterosexual es quien pierde la expectativa de satisfacer dos caminos sexuales a la vez. Por lo tanto la heterosexualidad supone una pérdida de lo polimorfo de la sexualidad infantil, que no está ubicada en lo genital.
Me llama la atención en esa nota a pie de página que la posición homosexual es la pasiva, porque hay personas que alternan entre una y otra posición, como el Marqués de Sade, y otras que no aceptarían nunca cambiar de una a otra. Freud dice la "homosexualidad" -entre comillas- no es adquirida como lo prueba el hecho que haya personas que soportaron en posición pasiva situaciones de homosexualidad -como puede ser en la guerra, en la cárcel- y que al liberarse de esa situación no se han convertido en homosexuales. Tampoco es genética -dice Freud- dado que hay morfologías "femeninas" que no dan como resultado que esa persona se convierta en homosexual.
Freud, contra toda idea divulgada, no dice que esto tenga algo que ver con el padre como podría pensarse, sino que sitúa allí en el centro la relación madre-hijo: en el momento de la pérdida del objeto materno, el sujeto lo recupera por identificación.
En la clínica lo puedo relacionar con algo que he escuchado bastante y es el tema de lo retro estéticamente hablando. Lo he visto en un bar en Barcelona regenteado por un homosexual, que era un bar muy barroco, muy retro; lo he visto en Manuel Puig de quien era amigo, con su gusto por las películas viejas. Como si fuera la emergencia de ese lazo que siempre está situado en la infancia. Cuando uno está situado en el campo de la homosexualidad, aparece ese juego entre lo retro y vanguardista a la vez. Y esto lo ves en el Marqués de Sade, en Mujica Lainez o en Manuel Puig.
Es esta cuestión que plantea Freud, se puede ver ahí un punto congelado de una identificación femenina. En Manuel Puig se ve muy bien en esa novela que es casi una obra de teatro que se llama El beso de la mujer araña. Almodovar es otro ejemplo.
¿Se puede pensar que la homosexualidad cumple una función, en el sentido de darse una personalidad, un nombre, de hacerse uno yo, como en el caso de Schreber donde ese empuje a la mujer termina siendo, al menos por un tiempo, su estabilización?
GG: Eso se dice, pero puede relativizarse un poco. Hay que entender que la elección, pongamos las cosas en esos términos, la elección de la sexualidad es muy temprana. Podés preguntarle a cualquier persona homosexual, y responde que ya a los 5 años sabía algo al respecto de su homosexualidad. Por otro lado se puede decir que también el heterosexual se da un nombre con su sexualidad, una personalidad y en todo caso mucho más que el homosexual porque va a la iglesia, se casa, es reconocido socialmente, toma fotos de esos momentos y hace un álbum.
En la clínica, ¿se presenta como un padecimiento del sujeto, como un padecimiento respecto del rechazo de la sociedad, o en qué forma?
GG: Yo creo que ni una cosa ni la otra. Al menos en análisis, he visto personas neuróticas atormentarse por el tema de la homosexualidad sin ser homosexuales, pero no he visto gente que una vez asumida su posición homosexual se plantee cambiarla. Alguien que viene con un problema amoroso, lo plantea en los mismos términos sea una pareja homosexual o una pareja heterosexual, el respeto, los celos, el engaño, etc.
Es hasta gracioso, en las relaciones humanas no hay justicia distributiva del goce. No se puede decir, tenemos un quantum de goce que vamos a distribuir en forma equitativa. Cuando hablo de goce obviamente lo separo de placer. Hay placer, si no no habría relaciones, pero existe una tensión entre el goce y el placer.
Respecto de la irrupción de ideas obsesivas, es difícil que no estén acompañadas de ideas homosexuales. Muchas veces esa cuestión de la obsesión lleva a que un tipo se haga cliente de un travesti y después esto traiga aparejado que no puede mirar a los ojos a sus hijos. Se escucha en la clínica. Pareciera que siempre hay un trasfondo melancólico, porque si hay una pérdida y una recuperación por la identificación, esto es algo melancólico. Lo he notado, una cierta tristeza, el tema de la soledad. Existe un cierto desenfreno permitido ahora por el chat, y las comunicaciones, pero después de un tiempo de ese tipo de vida, aparece la cuestión de la soledad, porque llega un punto en que (sobre todo cuando se va perdiendo la familia de origen) se dan cuenta que no van a tener hijos, no van a formar un núcleo familiar, les es difícil estabilizar una relación con otro, etc. Esta cuestión se resuelve con la búsqueda de una amiga.
Yo creo que el tema del rechazo social, no tiene mucho sentido, en general, aunque exista de manera puntual (discriminación en algunas instituciones, etc.) Hoy se ve que esto ha cedido bastante, me refiero al tema de la unión civil por ejemplo
GG: Es que hoy hasta la tele, que es uno de los mayores educadores, se ufana de sus integrantes gay, homosexuales. Ahí hay una trampa porque si digo que tomo a las personas en funciones, entonces una persona que es escritor, escribe, o un psicoanalista hace análisis, aparte están sus elecciones sexuales y no tiene esto que ver con sus aptitudes para realizar su función.
Evidentemente eso no quiere decir que tenga que gustar de las elecciones sexuales de los demás, porque a mí no me gusta la señora del vecino.
Claro, y en ese caso no se trata de discriminación
GG: No, claro. Lacan juega con la palabra perversión, per de padre, versión. Cuando se mete la mirada humana entra la selección. Se mete la mira da y ya no hay "el" caballo: hay buenos caballos, malos caballos, caballos de carrera. Donde entra el humano, entra la selección. Entonces, somos todos per-versos, todos tenemos una versión de las cosas y tenemos objetos causa de deseo. A cada uno le gusta una versión de las cosas y otras lo dejan indiferente.
Sería una democracia al revés decir que todos tenemos que gozar de las mismas cosas, para pagar la culpa de que durante muchos años unos fueron excluidos por su goce. Eso me parece una tontería.
Tal vez el tema de la discriminación sea mantenido como causa común por las mismas comunidades gays
GG: Daniel Balderston tiene un libro, que se llama El deseo: esa herida luminosa, donde trata los distintos tipos de retórica sobre el tema de la homosexualidad en América Latina y esta gente no tiene ningún tipo de problema al respecto. Luego en Europa, por ejemplo en Francia, se ve un poco más ese tema, ese tipo de discurso sobre la discriminación, porque eso tiene que ver con el conjunto de la cultura.
Buenos Aires, por ejemplo, ha cambiado por completo su relación con el discurso, con los circuitos gays, etc. No es el Buenos Aires de los '60. La constitución del tema gay como diferenciado del resto, es una cosa de los estudios culturales norteamericanos, es decir es una consecuencia del relativismo.
En los '60, en la época de Manuel Puig por decir una persona emblemática, el tema no se planteaba, nadie se planteaba esta segregación positiva de crear circuitos. Puig andaba con nosotros porque era escritor, y hubiera sido muy retrógrado que alguien hubiera dicho algo al respecto.
¿Se puede pensar aquí en una cooptación por parte del mercado?
GG: Bueno, no hay nada que no se convierta en eso. El pueblo donde está el Castillo de La Coste, del Marqués de Sade, tiene en la actualidad el Café de Sade, tiene el vino que se llama El Marqués, toda la gente del pueblo está orgullosa de Sade, porque era un pueblo de trescientos habitantes y desde que comenzó a reivindicarse la cuestión de Sade comenzó a crecer con el turismo, se fundó una escuela de arte norteamericana con quinientos alumnos y son trescientos habitantes. Si hasta el Che Guevara está en la remera de cualquiera, termina siendo algo tautológico: en una ciudad todo lo que circula es una cuestión de mercado, o no circula.
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