Germán García - Archivo Virtual / Centro Descartes, Buenos Aires

La extimidad del psicoanálisis

# (marzo 2003). La extimidad del psicoanálisis. Sobre Le neveu de Lacan, de J.A. Miller. En lacan.com.

Un libro inesperado dentro del panorama actual del psicoanálisis, pero también para lo que se ejercita como ensayo. Jacques-Alain Miller dobla la apuesta de sus Cartas a la opinión ilustrada (Paidós, 2002), a la vez que multiplica sus recursos. El libro se presenta como sátira, término cuya etimología –después de algunas confusiones- quedó establecida como forma tardía de satura (mezcla, combinación). Y se trata de eso, al punto de contar con una ‘entrada’ que se llama, justamente, "Vigueur hybride". Ese vigor combina la forma del diario, del diálogo consigo, de la invención de un tercero, de la clase magistral, de las anotaciones al margen y del ensayo. Y no solamente. Está el comentario político, la acotación erudita y la comparación maliciosa.

Esta forma particular de satura parece estar en las antípodas de la sutura del comienzo. Sin embargo leemos: ¿Qué vaut le signifiant? Il ne vaut que ce qu’il cerne, enserre, produit, de juissanos. Tout le reste es littérature. "C’es la lecon de Zerline: mathéme et je t’aime" (pag. 375).

Esta sátira también podría ser leída, en la vertiente de Anthony Grafton, como una serie de notas al pie de nuestra actualidad (ver, por ejemplo, la entrada que se llama ‘Mégére Modernité’).

En una clase del 12/5/71 Jacques Lacan habla del síntoma y de la política, en tanto pasible de interpretación. Frase más conocida que la siguiente, donde propone sacar de la escritura otro partido "distinto al de tribunos o del tribunal para que jueguen allí otras palabras".

Es lo que hace Jacques-Alain Miller, sacar otro partido, hacer jugar otras palabras. Para eso se vale de treinta entradas diferentes donde Daniel Lindenberg se convierte en un detalle amplificado que, como en los sueños, abre la conexión con ciertas vías no facilitadas por los emergentes más obvios.

Lindenberg, con su libro titulado El llamado al orden, cuyo tema sería los nuevos reaccionarios, mostrará por el contrario la propuesta de los ‘nuevos progresistas’. El sobrino de Lacan, como su antecedente El sobrino de Rameau, escrito por Diderot, no es fácil de identificar. Esa es la eficacia de sus diversas tácticas narrativas. Carl Schmitt, pero también Voltaire (para decir que el psicoanálisis no es volteriano, sino cartesiano). La tumba del hombre de izquierda, Kafka padre e hijo. El discurso de la ciencia, también el genio de la nación.

Cuenta con un glosario, de inspiración borgiana. 

Borges es citado, en un contrapunto YO/EL por su frase "no sé cual de los dos escribe esta página". ‘Borges y yo’, se llama el breve relato de Borges. Aquí el apellido se convierte en ‘el ‘, la no persona, que en este contrapunto que lleva el nombre del libro abre el telón a las 'personas' que se pondrán en juego. 

Los nuevos progresistas, escribe Jacques-Alain Miller, demuestran un rechazo profundo por el uso oracular del significante, que supone que un significante se destaca del sistema, del conjunto de los significantes, y, correlativamente, que algunos nombres propios se destacan, aunque sea por seguir con su bla-bla-bla.

Con todo, las luminosas explicaciones que realiza Miller a lo largo del libro deben ser relacionadas con la diversidad del libro mismo: no se trata de teorizar sobre el escándalo, sino de realizarlo.

Y, diremos, un escándalo para los nuevos progresistas es el concepto de repetición, tan político como clínico, cuando se confronta con las creencias sobre la autonomía del individuo y el progreso de cualquier signo.

La regulación homeostática de la sociedad y de los intereses del individuo, tiene que suprimir una repetición que se propone como más allá de la funcionalidad.

La repetición ofende, también, la idea romántica de creación.

El mercado, dice Miller, es un Fausto moderno que propone al psicoanálisis que será recibido como terapéutica, si quiere y hace el bien, mostrando su utilidad. La separación que al menos viene de San Agustín aparece en la actualidad como la oposición entre lo útil y un goce, un disfrute, que no sirve para nada.

Frente a esto el discurso homeoástico muestra su rostro totalitario: quiere eliminar cualquier cosa (repetición, goce, bla-bla-bla) que se convierta en obstáculo para realizar su tendencia al mínimo de tensión. El Eros, decía Freud, complica la vida.

Por último, la sátira dice A no es más que B, A es sólo B. Descubra cada uno dónde está la sátira, porque algunas veces produce los discursos más sensatos que suelen construirse según estas fórmulas.

Diré por mi cuenta que, en una de esas, los nuevos progresistas son una exigencia del nuevo Fausto, tentado por frágiles funcionalidades.

En todo caso, es seguro que el psicoanálisis es éxtimo para sus retóricas.

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