Transcripción del video:
Freud definía la perversión de una manera bastante simple, que era algo así como: lo que para cualquier sujeto llamado neurótico era una condición erótica, en el perverso se volvía una especialidad.
Entonces, en vez de ser el que a veces apagaba la luz, la dejaba prendida, y se convertía en un voyeurista. Esto quiere decir que Freud no hacía tampoco mucha historia con la perversión, sadismo o masoquismo.
La paradoja la plantea muy bien una escritora inglesa, en un libro que se llama «Una defensa del masoquismo»; refiere que, en los años ’90 creo, se habían puesto ‘Club SM’, club de sadomasoquistas, en Londres.
En nombre de que no se puede en la democracia castigar o esclavizar, fueron a cerrar los clubes y los otros plantearon el argumento de la libertad. Ahí sería la paradoja en el juego.
‘Si nosotros somos libres y porque queremos nos dejamos golpear, colgar de un gancho, lo que sea…, ¿por qué no tenemos la libertad de hacer eso que queremos hacer?’
Entonces ella ironiza un poco esto de que al final ganaron los SM. Andaban muchos disfrazados. Se mezclaba con la cultura punk. Los tipos se ponían ganchos en la boca o cosas raras, no las cositas que se ponen ahora, eran ganchos y andaban así como espeluznantes asustando a la gente en el metro y todo lo demás.
Se empezaron a deprimir porque ahora eran legales.
Entonces, también hay una dimensión de lo que se llama «perversión»; que es una dimensión de provocación.
No nos olvidemos que Freud decía que el neurótico pide prestado sus fantasías al perverso. La fantasías perversas de los neuróticos son un préstamo, una identificación.
Una cosa es fascinarse de ese mundo, cómo será, etc… Y es verdad que a medida de que se socializan las que históricamente pudieron clasificarse como perversiones, pierden todo interés. Es como la moda.
Una ropa está de moda mientras la usan poco. Después ya no está de moda, ya es un hábito y hay que cambiarla por otra cosa.
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