“Escribo sobre algunas cosas guiado por el hilo del psicoanálisis que (a veces de manera divertida, aunque sea por el grotesco involuntario o por el ingenio deliberado, y otras de manera clandestina) ha viajado en el tren de las vanguardias históricas”. Germán García
La frase que utilizo de epígrafe es una indicación explícita de Germán García respecto de la escritura del libro Para otra cosa. El psicoanálisis entre vanguardias (Otium Ediciones): …se trata de situar al psicoanálisis entre las vanguardias -y agrega- que convierten la ausencia de institución en una institución eficaz. En este hilo tiene lugar la indicación de Jacques Lacan, en el curso del Seminario RSI, de que al arte debemos tomarlo como modelo, como modelo para otra cosa.
Germán García desarrolla que el malentendido entre el dadaísmo, surrealismo y psicoanálisis, que llega hasta nuestra época, sólo se puede sostener dentro de la noción de vanguardia si nos detenemos en la palabra misma para despertar a su polifonía.
La palabra vanguardia puede adquirir cualquier sentido: de allí también, el malentendido presente entre vanguardias políticas y vanguardias artísticas (que a su vez alzaban diferentes banderas ideológicas).
Entre esta polifonía ubica el texto, de 1915, sobre Lo perecedero o La transitoriedad de Sigmund Freud del cual destaca estar marcado por el mismo espíritu de duelo (pérdida/enfrentamiento) producido por la destrucción de las realizaciones que prometía el comienzo del siglo XX.
Si bien Breton quiso colocarse del lado del freudismo (pág. 81) la rama aberrante del espiritismo y la parapsicología, que destaca Jean Starobinski cuando lo ataca, lo alejan. El autor cita un párrafo de una carta de Sigmund Freud a Breton (luego de la entrevista que tuvieron) en la que le dice: “A pesar de que recibo tantas pruebas de interés que usted y sus amigos tienen por mis investigaciones, yo mismo no soy capaz de aclararme qué es y qué quiere el surrealismo.” Escribe Germán García: Breton no se entendió con Sigmund Freud, tampoco con Jacques Lacan.
El rechazo explícito de Lacan por el surrealismo y la simpatía por el movimiento Dada y Tristan Tzara es lo que lo conduce a investigar la diferencia entre ambos. Nos recuerda, entonces, que Lacan opone el término subversión al término revolución para afirmar que cuando los surrealistas se embarcan en el sueño de la revolución, es la subversión Dada la que dejan.
Entre nosotros, según la investigación del autor, el verdadero empresario del escándalo como califica Aldo Pellegrini, en su Antología de la poesía surrealista de lengua francesa de 1961, a Tristan Tzara (distanciado del grupo Breton desde 1922) es excluido. El dadaísta es poco amable para nuestros surrealistas devotos de André Breton.
En 1955 se traduce por primera vez algo extenso sobre Tristán Tzara; y considera que esta fecha es clave para entender su expansión tardía en la Argentina: las vanguardias se encuentran con un nuevo horizonte de expectativas: el rock, “la muerte de la pintura”, la literatura Beat, el happening, el teatro del absurdo (de Ionesco a Beckett) y diversas experimentaciones.
En este aspecto otro de los hallazgos de Germán García es la obra de Alberto Hidalgo que de 1930 a 1946 fue el escritor a quien debemos la temprana popularidad del psicoanálisis en la Argentina mediante el heterónimo del Dr. Gómez Nerea.
Estas son algunas anotaciones salteadas, sesgadas, y un poco imprecisas de un libro que además de contener una vasta investigación productiva respecto de las fuentes originales postula, la necesidad de un espacio lacunar en toda configuración cultural.
Para finalizar entonces, cito una vez más a Germán García: Sabemos que nuestras vidas terminan, sobre lo demás hacemos conjeturas “expresionistas”.
*Por Otium Ediciones. Miembro de Centro Descartes. Original reducido
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