Las publicaciones humorísticas del imperio alemán sustituían el nombre de los miembros de la realeza por uno solo: “Serenissimus”. Serenissimus, entonces, viaja por sus posesiones y encuentra a un hombre que se le parece: “¿Su madre estuvo alguna vez en palacio?”, le pregunta. “No, fue mi padre”, replica el extraño. Sigmund Freud (El chiste y su relación con el inconsciente) comenta que el interrogado hubiera querido aplastar a quien injuriaba a su madre, pero hubiera pagado con la vida esa venganza. La réplica logra pasar, ir más allá de la autoridad de Serenissimus, liberarse de la inhibición del impulso, sin sufrir las consecuencias de la respuesta. Serenissimus, a su vez, acepta la respuesta, porque su pregunta era ya una alusión maliciosa.
Este chiste es retomado tres veces por Sigmund Freud y parece ser un buen ejemplo de cómo responder a la autoridad social de Serenissimus mediante una apelación a un padre cualquiera, pero de cualquier manera suficiente para sustraer a la madre del ultraje. El chiste ha sustituido a la madre “perceptible por los sentidos”, por un padre, un soplo de aire producido por el orgullo del lenguaje. “El chiste figura entonces una revuelta contra la autoridad, un liberarse de la presión que ella ejerce”, escribe Freud. El insulto recibe una réplica, la sustitución invierte las posiciones. Serenissimus lo deja pasar.
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