Germán García - Archivo Virtual / Centro Descartes, Buenos Aires

Sólo se puede esperar lo que se desea

# (28 de abril 1993). Sólo se puede esperar lo que se desea. En revista La Maga, Año 2 Nº 67, Buenos Aires. 

En los últimos tiempos la psicología parece haber ocupado en los medios el lugar antes a cargo de la filosofía o a la sociología en tanto disciplinas explicativas de la realidad.

A esto se suma una habitual confusión entre los términos psicología y psicoanálisis. Al respecto, el escritor y psicoanalista Germán García opina que: “La psicología es un vehículo de ideales ciertos de una sociedad. Su aparición en los medios refleja a grandes rasgos la ideología colectiva de hombres, mujeres, jóvenes y niños. En eso no está sola. La acompañan la sexología, una cierta psicología social o sociología reciclada y el abuso de términos del psicoanálisis”. Sin embargo, su uso actual difícilmente pueda ser propuesto como ideal: “Por su sistema de malentendidos -afirma Germán García- desde Jacques Lacan en adelante no se puede hablar de madurez, de satisfacción o de comunicación entre personas: todos éstos son términos que organizan los sectores de clase media contemporánea que son los consumidores de esas notas”.

“La psicología no tiene una clínica y ésa es la cuestión principal -continúa el psicoanalista-. Sólo trata de estudiar a un sujeto mediante su desarrollo genético o por su estructura de comunicación. Para practicar el psicoanálisis hay que tener clientes, para ello hay que ser conocido, y el aparecer en los medios cumple esa función publicitaria. Lo que es interesante es la respuesta de los medios a esto. Un diario como Página/12, que quiere ser progresista, deja abandonada su sección de psicología a que se escriba cualquier contenido sin ningún tipo de control. Con esto se concluye que lo psi es una especialidad menor, de mujeres”.

“Hace veinte años escribíamos cosas incomprensibles en un lenguaje lacaniano, difícil de entender, pero los medios suponían que, en tanto sabíamos del tema, era bueno meternos allí.”

- ¿Qué cambió?

- El interés de los dueños de los medios. Cuando se suponía que iba a haber una especie de revolución social, los discursos que tenían cabida era el estructuralista o el psicoanalítico. Luego esa ética se hunde y el hecho que sobreviva el psicoanálisis produce mucha susceptibilidad.

La conflictiva relación del psicoanálisis con los medios se refiere también al objetivo de ocupar el lugar del saber. “Hace 20 años la revistas de actualidad convertían al periodista en noticia. Titulaban La nota que nunca realicé y contaban cómo el entrevistado no había atendido los llamados de la prensa o le había cerrado la puerta en la cara al cronista. Después le siguió la televisión. Ahora, cuando me invitan a algún programa -dice García-, me pregunta fuera de cámara sobre qué quiero hablar y cuando sale al aire, aparece el conductor diciendo: ‘Así que Lacan era un psiquiatra que fundó una escuela que después disolvió para introducirse en el campo de la topología psicoanalítica , etcétera, etcétera.’ Entonces yo digo sí, y el público pregunta ‘para qué habrán invitado a este idiota que lo único que hace es asentir a lo el talentoso que lo está entrevistando’”.

Antes y ahora los medios abordan la temática psicoanalítica como método de autoayuda o curación segura. “Que esas publicaciones hayan triunfado -opina el psicoanalista- tiene que ver con la noción de verdad y falsedad o de saber e ignorancia. De todos modos, no opondría a las revistas como Para Ti, Claudia o Gente al trabajo de los intelectuales. Ellas vinieron a decirnos que había un sector de la clase media común que era protagonista y castigaba a aquellos que intentaron revueltas y fueron derrotados”.

Mientras en los años ‘60, con la influencia de la semiología se investigaba a los sujetos sociales con un alto grado de verosimilitud, hoy ese tipo de estudio está interrumpido. “Lo que pasa es que hoy día la gente se jacta de no leer -dice García-. Antes la jactancia estaba en leer aunque no se entendiera nada. Aquella ética iba a conducir a la revolución, ésa era la palabra mágica. Como no la hubo, los que no usaban esa palabra tienen hoy un espacio. Los otros no están más.”

Parecería, entonces, que mientras la filosofía atraviesa un momento débil, el psicoanálisis surge renovado. “Está en un proceso de vuelta después de atravesar una dispersión obligada por los acontecimientos políticos del país. Reaparece en su justa medida, ni tanto ni tan poco. Pero hay que aclara algo: no todos los psicólogos son psicoanalistas. En esto estriba la confusión que los medios muestran a la sociedad.”

- Entonces, ante el fin de tantas cosas, ¿no se plantea un fin del psicoanálisis?

- Sólo se puede esperar lo que se desea. Si hubiera un fin de la historia habría que plantear cuál era su finalidad. En el psicoanálisis está claro que hay causa eficiente pero no causa final. Que sólo se va hacia donde se quiere ir y que si hay un deseo estructural de destrucción, se va a ir todo a la mierda. Hace 30 años Lacan decía: “Hay pesimistas que creen que la humanidad va a durar siempre y yo soy optimista, todo esto va a desaparecer.”

“Creer que hay falta de ideales es el último de los ideales. Se olvida, actualmente, que el ideal no es aquello que una persona hace, sino aquello que se aspira. Si hoy se buscan ilusiones reductoras es porque esos sueños cambiaron. La idea de posmodernidad está muy ligada al mercado y a la visión de éxito o a la sombra del fracaso. De la misma manera, se podría decir, que los ideales de los años 60 estaban puestos sobre la justicia o la falta de ella. La noción de éxito constituye un ideal claro, si no diríamos que que toda la gente tiene éxito, lo cual se anularía a sí mismo.

“Hoy, los jóvenes tienen ideales que no son políticos (en el sentido explícito). Pero, cuidado, la noción de éxito también es una noción política

“Si se hace un corte en los 60, se ve a los del Instituto Di Tella que eran lúdicos, leían historietas y hacían happenings. También estaban los de la calle Corrientes con sus ideales de marxismo y de revolución política y las vanguardias sartreanas que planteaban la problemática de la ética. También los hippies con su sueño de belleza, armonía y orientalidad. Entonces los medios dicen: ‘Los 60 eran político-comprometidos y como tal tenían determinados conflictos’.

“Hoy los ideales son otros, ocurrió lo mismo en los setenta y en los ochenta. Al cambiar el ideal, se modifica todo lo existente en todos los terrenos”.


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