Primera tentativa: viernes 29 de junio de 2007. Tocamos el timbre del consultorio de Germán. Sale un señor malhumorado, nos dice que el señor Germán García se ha retirado. Lo buscamos por los bares de la Av. Córdoba. Esos lapsus contemporáneos, un malentendido de mails.
Segunda tentativa: tras chequear y reconfirmar con Catalina.
El minuto previo es de un cosquilleo extraño; el instante posterior es la densidad fascinante de esa sala, la biblioteca de Germán. Pero sin duda lo más difícil es desgrabar la entrevista. Porque Germán habla rápido, con una velocidad en la que su pensamiento se precipita en la terminación de sus palabras y sus citas se mezclan en la infinidad de las ideas.
Germán García: Yo pondría, como título del reportaje: "Lo líquido y lo sólido".
Gabriela Grinbaum: ¿Por qué?
G. García: Porque lo que llama la atención hoy son las cuestiones que se publicitan como superadas que vuelven bajo la forma de epidemias y, simultáneamente, juicios jurídicos. Es decir, retornan bajo otra forma enmascarada. Por ejemplo, los infinitos recaudos jurídicos al acoso sexual parecen una parodia jurídica actual de la moral antigua. Entonces tenés, por un lado, que las personas están desexualizadas y, por el otro, que todo el mundo está en peligro de ser acusado de acosar sexualmente a alguien: alumno-maestro, compañero de trabajo. Bauman dijo:"todo líquido". Liquidó todo. Porque de joven escribió tratados de sociología que nadie leía. Ahora se puso a liquidar; amor líquido, miedo líquido, sociedad líquida, lazos líquidos, vida líquida, Esa palabra vende.
G. G.: Sí, su éxito comienza a los 62 años.
G. García: Creo que el peligro que corremos nosotros -vamos a hablar de psicoanálisis que es lo que interesa- frente a la angustia de estar aislados del discurso social, caer en un sociologismo barato: repetir corriendo atrás de los medios las tonterías que dijeron setenta.Y después querer darle una explicación a eso sin averiguar previamente quién hace la estadística que esos setenta difunden.
Yo trabajé en publicidad, de joven trabajé en medios. Los medios de información son como una linterna en un bosque, que puede iluminar una araña, un hermoso pajarito durmiendo, una serpiente feroz, un cocodrilo; los medios pueden iluminar cualquier cosa. De los millones de acontecimientos que ocurren por día, seleccionan algunos para conducir a la gente que lo ve por TV, que es la clase media semiilustrada. Eso no llega ni a las personas que estudian, ni a las que no les importa y sólo se guían por su zona inmediata, como yo.
Débora Rabinovich: En nuestros consultorios, ¿no escuchamos un discurso diferente en relación al sexo y al amor?
G. García: Sí, los adolescentes con dificultades para ir a la cama, tienen la costumbre de deliberar, no dejan sobreentendido nada. "¿Y ahora puedo desabrocharte esto?" Cuando llegaron casi al final, alguien se aburrió. Los adolescentes hoy piden permiso.
D. R.: ¡Vos decís que ahora piden permiso?
G. García: Sí. Los setenta era la época del sobreentendido. ¡La que no quería era una reprimida!
G. G.: Y se pensaba que la que decía no, en realidad estaba diciendo sí.
G. García: La misoginia de los setenta era eso. Ahora lo políticamente correcto para los jóvenes es no hacer nada sin consentimiento. ¿Qué se puede ver con esto? Un retorno que hay en Estados Unidos a los valores religiosos. Versión europea: todos los lazos sociales se rompen. Versión norteamericana: todo se recupera; se casan homosexuales, todos tienen más familias, más religiones.
G. G.: ¿Cómo juega este retorno con la supuesta inmediatez contemporánea, lo líquido?
G. García: Lo que digo es que lo supuestamente líquido a la vez, está retornando como sólido. Entonces, hay un conformismo politico que se hace pasar por una crítica. Lacan usa el concepto "lazos sociales", plural. Esto es congruente con la política americana, que es confederada, y por lo tanto no admite un significante amo que rija verticalmente las cosas. Nosotros, sin embargo, decimos el "lazo social''. Con lo cual decimos lo mismo que quisimos no decir. "El psicótico no hace lazo social" ... ¡Qué? ¿Hay un sólo lazo social? Todo el mundo hace lazo social: con su fantasía, con su locura, con el vecino, con el que lo persigue (el paranoico con su perseguidor). Que sea un lazo anómalo es otra historieta. Pero, ¿qué quiere decir eso? Justamente Lacan inventó la expresión "lazos sociales", porque dijo: "la sociedad no existe" (en la época del seminario diecisiete). Hay lazos sociales, -puso cuatro para hacer un modelito: "al menos el lazo que crea el amo; al menos el que crea la universidad; al menos el que crea la histeria, con el mercado en última instancia, con su hacer desear; y, al menos, el que intenta crear el analista. Hay al menos cuatro lazos sociales diferentes.
Lacan en "El acto analítico" dice que el mercado del saber comienza cuando el extranjero paga la conferencia.... Ésta no se llamará cátedra Che Guevara. Relacioná esto con que vamos hacia el mercado absoluto, como plantea Miller. Muy bien, es decir, vemos la agenciación del goce, que es congruente con el discurso capitalista.
D. R.: ¿Qué quiere decir que vamos hacia un mercado absoluto?
G. García: Si vamos a un mercado absoluto, quiere decir que vamos a un valor de cambio absoluto. Y que si los lazos sociales clásicos tienen valor de cambio, tienen valor de uso. No es al revés, los usos no cambian las cosas en el mercado absoluto. Si conviene que haya muchos homosexuales, se los legaliza. Como me dijo un pibe norteamericano que probó ser pasivo o activo. "Activo duele menos". Usa el pragmatismo hasta en lo más íntimo. Lo que quiero decir con el mercado absoluto es que en última instancia hay un lazo social absoluto, que es el mercado.Y hay una categoría de tipo que se desplaza de ciudadano a consumidor. Pero ahí también hay algo sólido, aunque Bauman no lo diga. Lo sólido es que en la revolución francesa "ciudadanos" eran los propietarios, los que no tenían propiedad no votaban. Da vergüenza recordarlo, pero hay que saberlo. En Estados Unidos yo no podía cobrar un cheque en la universidad porque no tenía tarjeta de crédito. Como no entendía muy bien, llaman a un tipo que hablaba español, al que le dije que tenía el pasaporte. Lo mira y dice: "Disculpe, pero podría haberlo fabricado usted" ... El pasaporte argentino. Entonces volví y me conseguí una de éstas, una gold, para volverme yo también "ciudadano".
D. R.: Entonces tu idea es que está lo líquido y lo sólido. Volvamos a eso. ¿Lo sólido es lo que se repite?
G. García: Sí, en el cambio, incluso tomando la idea de que la repetición es la novedad. Porque la paradoja freudiana es que cuando se rompe la represión se da el retorno de lo reprimido. Lo reprimido es lo que viene a arruinar tu rutina.
G. G.: Pero, ¿hay nuevos modos de lazo?
G. García: ¿Cuáles serían?
G. G.: Por ejemplo los encuentros vía Internet. ¿Es un nuevo modo de lazo?
G. García: No, es un retorno a la cosa epistolar. Lo que ocurre es que el objeto, el objeto nuevo, se nos va de los ojos porque no tenemos la perspectiva. Por ejemplo, Hobbes y Boyle. Hobbes decía que el Leviatán, como la naturaleza, era pleno, maneja el conjunto de los lazos sociales. El Leviatán era un panóptico. Boyle, que era un científico que aparentemente no tenía nada que ver con la política, dijo que se puede producir el vacío. Hobbes al respecto dijo que no podía ser que un grupo de gentilhombres se reúnan en un castillo y tomen como prueba las propias cosas que inventan.
No estamos de acuerdo. Esto es social. Usted mismo me está diciendo que esto no es natural. O pensemos en la esfera de Duchamp. Va a Estados Unidos con la esfera cerrada y expone aire de París. Es decir, ¿cuál es la metáfora de esto? La utiliza Bruno Latour. En un libro que se llama Nunca fuimos modernos, Boyle era el verdadero político, porque al no aceptar lo que decía la ciencia creó el espacio donde se fabrican los cuasi objetos que terminan definiendo la política mientras la política, Hobbes cree que se define a sí misma. Esos cuasi objetos llegan hasta la bomba atómica. Esos cuasi objetos son los que Lacan define -sin darles ese nombre- en una página del seminario diecisiete, cuando habla de las "letosas". Esas"letosas" no son ni naturales ni sociales, en términos de lazos sociales, y sin embargo determinan lazos sociales. La bomba sobre Hiroshima determinó la guerra. ¿Estamos de acuerdo?
G.G.: Sí.
G. García: Estuvimos hablando de lo político. Hablemos de lo clínico. A una persona la máquina le sirve para retornar a fantasías masturbatorias previas a todo contacto sexual; a otra persona le sirve para inventarse a sí misma frente a otra. Entonces los usos son diversos. ¿Por qué digo que es la misma lógica? Hay una escena muy linda en la película Relaciones peligrosas en la que el tipo está con la amante recostada boca abajo y apoya la carta sobre una de sus nalgas, la carta que le escribe a la otra: este momento para mí es encantador. Ahí tenes el tema del objeto a, en el sentido de que el objeto a funciona como lo que se llama "la premisa intermedia", la que conecta la premisa mayor, que es la previa, que son los modos de satisfacción de alguien, con una premisa última, que es la máquina, que ya estaba comprendida en la premisa primera. Por ejemplo, Rousseau -que era paranoico- detestaba las cartas, pensaba que un tipo puede estar riéndose de él y escribiendo que es su amigo, mientras que si se encuentra presente eso se vuelve imposible. Quiere decir que en la premisa mayor de Rousseau no entraba la premisa menor que es la carta. Entonces la pregunta es otra: ¿a quién modifican las máquinas?, ¿a los que ya estaban modificados antes de usar la máquina? O: ¿por qué les gusta tanto a los adolescentes la máquina? Porque se inventan a sí mismos y además inventan un contacto con el mundo que no podrían tener: Pueden ver una escena erótica en la cual no se animarían a entrar.
G. G.: También le dicen cosas que no se hubiesen animado a decir jamás, si no hubiese sido mediatizado por la máquina.
G. García: Exactamente.
D. R.: Y eso genera lo que decías antes, porque en el momento en que se encuentran ya están establecidas las bases... Hasta dónde voy a ir.
G. García: Conozco a uno que utiliza fotos de sí mismo de hace veinte años. Bien, entonces, que ese tipo esté tirado en una cama fantaseando o que esté en una máquina...puede parecer más estético que esté en una máquina. Pero la estructura es la misma. Por esto es que me parece que decir que los adolescentes de hoy en día son los que hacen uso de la máquina y que los que no la usan y no tienen esa experiencia no son actuales es convertirse en cómplice de la venta de máquinas. Porque no todo el mundo tiene Internet. Los que no la usan están en el barrio, se encuentran en las plazas. Cuando yo era joven hice un artículo sobre las bandas de rock. A partir de esto la revista Claudia me pidió que hiciera un artículo sobre la juventud. Me molestó tanto la idea, la manera en que me lo pidieron. Empecé a entrevistar, por ejemplo, a un pibe que trabajaba en una ferretería que quería ser "policía"; a otro de Constitución; a otros dos que decían que había que matar a todos los hippies, que las minas que no se casaban vírgenes eran putas ... Los de la revista me dijeron: "Esto no es la juventud, tenés que ir a la galería del Este donde están los modernos". La juventud estaba reducida a una sinécdoqe (la parte por el todo), "la galería del Este", los otros no existen. Es como decir que la gente que no sale por la televisión no existe. Estoy de acuerdo en que el dato clave es que a la complejidad de los objetos (esto es lo que plantea Latour) hay que tenerla en cuenta porque complejiza los lazos sociales, pero no los define. Y los objetos también son efecto de esos lazos sociales. Si en la astronomía de los aztecas bastaba con saber cuatros cosas sobre las estrellas, es porque los lazos sociales entre ellos eran de esa simplicidad. Por ejemplo, Arquímedes le inventa a su primo Herión, que era un dictador, la palanca para mover el barco. Herión vio que con esto un solo hombre mueve un barco; es decir, que podemos defendernos frente a cualquiera y atacar a cualquiera. Sin esa complejidad no existía esa máquina.
G. G.: ¿Ponés en cuestión a los que dicen que hay un síntoma a nivel del lazo?
G. García: No, ni siquiera los cuestiono. Miller toma tres premisas de Lacan. Una: lo real y el sentido, pequeño tema, que es el del dualismo. Dos: lo real excluye al sentido. Tres: el sentido es el fantasma. Empieza la primera frase diciendo que los tres aforismos dejan en suspenso el ser del sentido ... el estatuto que hay que reconocer al semblante es que se opone a lo real. Entonces, dos grandes vías de respuesta. La primera es que el sentido, como semblante, no es más que ilusión. La segunda, diferente a la primera, es que el semblante no es ilusión, sino ficción. Ahora bien, Jeremy Bentham llama ficción primaria a términos que designan objetos y secundaria a términos que designan relaciones de objetos. En la discusión moderna de la filosofía, es lo que Searle llama "el mundo en la tercera persona" que son los objetos del mundo y el "mundo en primera persona": casamiento, dinero, el lenguaje que designa cosas que hacemos entre nosotros, las pasiones: se casó, se separó, trabaja, en tal cosa... Las relaciones entre humanos. Pero después hay piedras, montañas, cosas que son en tercera persona y que no están regidas por mí. Searle dice que la noción de que el sentido sólo sería ilusión está en el fundamento, el privilegio, que se podrá acordar a la sintaxis sobre la semántica. Eso es la máquina de Turing, identificada por Searle con la famosa habitación china. La máquina de Turing: si transcribo la sintaxis, recibís la sintaxis. Si cualquiera de nosotros puede dibujar la fórmula de Einstein, eso es la sintaxis; pero ¿la pueden explicar? Eso es la semántica. Cualquiera puede hacer el grafo de Lacan, eso es la sintaxis, pero la semántica del grafo ¿cuál es? Esta idea condujo a Carnap (heredero del primer Wittgenstein) a abordar el lenguaje por su sintaxis lógica. En su segundo tiempo intentó extender este abordaje a la semántica misma, y sobre y sobre este punto justamente rompe con W. O.Quine, que dominó la filosofía norteamericana hasta la época reciente. Miller está poniendo a discutir a Lacan con nuestra contemporaneidad. No hacemos nosotros eso, cuando repetimos conclusiones. EL primer Lacan es cibernético, es cognitivista, porque él quiere hace su máquina de Turing para el psicoanálisis. Por eso habla de cibernética y sociedad en el Seminario dos. Todo el Seminario dos está atravesado por una idea así: lo simbólico es una máquina de sintaxis y la semántica va a entrar a través de la fantasía, del objeto a, cuando entra después el goce y ahí la fuga del sentido por el fantasma. Entonces dice que en segundo lugar, la vía según la cual el semblante no es ilusión sino ficción distingue un modo de ser, un modo de ser especial, que no hay que confundir con lo real. Searle sostiene en determinado momento que hay que elaborar una ontología especial de los hechos institucionales, eso es lo que llama "la ontología en primera persona", distinta de la del objeto de la física, a la que llama "tercera persona". Si uno no se actualiza, no sabe qué está discutiendo. La naturaleza humana ha sido transformada por la cuestión del poder. Y otro te a va a decir: No hay naturaleza humana, hay instituciones. Eso es primera persona. Y lo que entonces han cambiado son las instituciones, y al cambiar las instituciones, han cambiado las relaciones.Y esa institución hoy en día lleva, desde Boyle en adelante, un invento que son los objetos producidos por la ciencia. Y la ciencia produce unos objetos llamados "a" para Lacan. La "a" es simplemente un lugar para después dictaminarlo. Es producir los objetos, que tienen tales o cuales efectos sobre tales tipos de personas. Por lo tanto, tienen una clientela. Nosotros nos contradecimos a cada rato. Vas a la jornada uno y todo es singular, vas a la dos y a todos les pasa lo mismo, todos tienen psicosis ordinaria... ¿No eran todos singulares hace cinco minutos? Entonces no podés decir: Son seres singulares que si no escuchamos durante años no sabemos quiénes son y generalizar sobre el lazo social.
G. G.: Volvamos a las relaciones contemporáneas.
G. García: Ya sabemos todo, ya lo dijo Bauman, somos seres líquidos que no tienen lazos sociales.Yo no creo que haya cambiado lo sexual en ese sentido. Ha cambiado el lugar de la sexualidad en las instituciones sociales. Digamos, tiene menos interés. Entró en el mercado del saber, en la sexología, como una cosa degradada. Mientras la sexualidad en la época de las vanguardias era una vivificación de la alta cultura, ahora es una cosa de la cultura popular. Las perversiones que eran de élite se difunden como prácticas sexuales generalizadas. Es lo mismo que pasa con las drogas. Las drogas eran de élite: la cocaína era de los músicos la marihuana de los hippies, el opio era de los ricos. Ahora, cuando todo eso se populariza la gente empieza a decir "No, pará". Demuestra nada más que vamos hacia el mercado absoluto. Y el mercado absoluto populariza todo. La primera globalización descrita por Marx se basaba en la "energía". Ésta es una segunda basada en la comunicación.
G. G.: ¿Pero eso no es la globalización también?
G. García:Sí, pero la globalización ocurre en cada lugar.
D.R.: ¿Eso no es el capitalismo?
G. García: Pero es más que el capitalismo, porque el capitalismo como lo definió Marx da como una base en laindustria, la globalización actual es "posindustrial".
D.R.: El capitalismo como dice Lacan "va rápido . .. funciona, va como sobre patines y nos vamos a romper la cabeza."
G. García: Está en contra del capitalismo. No es un argumento, es una profecía. Hay al lado un yanqui que dice "No se preocupe, Dr. Lacan, todo va a salir bien". No es un concepto todo lo que dice Lacan.
D.R.: No.
G. García: Por ejemplo, un tipo te demuestra que el capitalismo funciona porque, entre otras cosas, al pegarse al discurso de la ciencia atraviesa tradiciones y no tiene problemas de adaptarse a la tradición japonesa, a la china, a la europea, a la asiática, a la latinoamericana, y siempre es capitalismo y siempre impone las mismas reglas e incluso los mismos avisos. Quiere decir que el capitalismo se pegó a la ciencia. Una cosa es la ciencia que atraviesa la tradición. Acá se producía así, no es efectivo. Es que el capitalismo es la única revolución que sigue. La revolución norteamericana es la única que no se dio por terminada (la francesa se dio por terminada, la rusa se dio por terminada). El yanqui, su forma de vida, no ha terminado de imponerse. Ése es el problema de la modernidad. Cuando se termine de imponer, todo va a estar bien. Harold Bloom dice que el norteamericano transforma el protestantismo, camina junto a Cristo, terminando la obra de la creación, que no está terminada, los mormones y todas esas sectas. Hay un libro de Harold Bloom, La religión en los Estados Unidos. ¿Cómo explicamos que el país que inventa más objetos modernos sea el país, que tiene más sectas religiosas? Los psicoanalistas no estamos en condiciones de explicar lo que pasa. Bloom tampoco, pero está informado.
D.R.: ¿Se puede decir que hay más perversión?
G. García: No es que haya más perversión.
D.R.: Depende de a qué llamamos "perversión".
G. García: "Perverso" quiere decir desviado. Cuando se le llamaba a Sade "perverso", era porque los otros no eran como Sade. Lacan dice "la perversión", «la pere versión". Hace un juego de palabras para disolver el concepto de perversión. Hay tantas maneras de gozar como versiones del padre. Pero eso no es nuevo, siempre fue así. El siglo XIX quiso introducir una norma. Si leés a Sade, habla como un médico. La orgía es puesta en escena entre el teatro y la medicina para ver las posibilidades del goce de un cuerpo. ¿Por qué el dolor? El dolor es más serio que el placer, dice Sade, porque al dolor no puede simularse, el placer, sí. Por eso es mejor hacer sufrir a la gente.
G. G.: Sade parece un médico y Sacher Masoch, un abogado.
G. García: Exacto. Entonces los tipos ahí son perversos. Muy bien. Cuando se puede cantar por televisión la cumbia villera que dice: "Haceme el pete, haceme el pete", es evidente que todo eso es irrisorio. Una revista femenina decía: "Mujeres versus madres". Una revista femenina planteando que la maternidad y la feminidad entraban en contradicción. Que las mujeres no sabían si tenerlo en un momento de su vida y después continuar; o si dejar la maternidad para el final. Pero si lo dejaban para el final estaban con la angustia de que después de los treinta y pico podrían tener problemas para parir. Entonces, ¿qué secreto estamos guardando nosotros? ¿Creés que dice mucho más un artículo de un psicoanalista? No dice mucho más que eso. Miller hace décadas ironiza diciendo que los psicoanalistas de la IPA guardan bajo llave secretos que corren por las calles: que hay Edipo, que se desea a los padres. O Lacan diciendo que los monstruos inventados por Jung y las imagos, y todas esas cosas, ahora pertenecen a las historietas. Entonces, quizás muchas cosas que el lacanismo quería plantear ya pasaron a la calle y los lacanianos creen que todavía están guardadas. Creo que eso es lo que dice Lacan. Y Miller, en Comandatuba, cuando decía que el objeto a está en el cenit de la sociedad moderna. Quiere decir que al objeto a, que es esa cosa que articula la repetición y la novedad a la vez, hay que estudiarlo específicamente a través de objetos reales. Entonces decís quién es cliente de esto, quién es de aquello. Por ejemplo, yo no soy cliente de los mails porque me di cuenta de que algunos los usan para entretenerse, entonces los filtro. Y respondo lo menos posible, una línea, media línea, un cuarto de linea. Hay gente a la que le encanta porque se aburre, yo que sé. Yo cuando me aburro, leo. Las separaciones modernas suelen ser lapsus electrónicos. Alguien que dejó abierta una clave o el otro se la descubrió. Son lapsus electrónicos: cuando yo llegué, apagó la máquina, entonces me di cuenta y cuando se fue a dormir, descifré la clave y era la otra, o el otro... La vida más o menos feliz de un matrimonio moderno se va al diablo.
D. R.: ¿Es comparable con algo de otros tiempos?
G. García: Por ejemplo, si uno compara con las sectas eróticas de principios de los años veinte eran muy divertidas. Los grandes balnearios europeos, esos lugares adonde se iba a hacer cualquiera.
G. G.: Se ve en los relatos de Sidonie Csillag, la joven homosexual de Freud, por ejemplo.
G. García: Entonces yo creo que el enfoque de ustedes debería ser, el cenit de los objetos a que han dejado de ser ... como bien decía Miller. Ya no se los puede asociar a la naturaleza aristotélica, ése es un cambio. O sea, cuando decís: "la encarnación del objeto a está ligada a la voz" es el cuerpo aristotélico, es el cuerpo de la imagen. Pero cuando la cosa pasa porque un tipo se masturbe en un hotel de Buenos Aires viendo una película pornográfica filmada en Hong Kong, ese rebusque topológico no se puede explicar por esa geometría.
G. G.: ¿Y qué ocurre con el objeto a?
G. García: El objeto a pasa a ser un objeto paradójico, vacío, que ubicás donde algo hace conexión, pero a su vez esas conexiones que se hacen no son generalizables sociológicamente. Estoy seguro de que la existencia de tales aparatos modifica las conexiones de muchísimas personas pero no sabemos cómo. Eso me parece que tiene una respuesta analítica. A mí me hacen reportajes y no se puede decir nada de la clínica. Sería un escándalo, políticamente incorrecto. ¿Qué le pasa al hombre moderno? Es un imbécil. ¿Se puede decir? No. ¡Qué es para usted la persona que sufre? Un cobarde moral. Lacan lo decía, cuando era famoso. La clínica, yo la defiendo, es un secreto. Yo creo que por eso Freud inventó una asociación al margen de la unviersidad, tipo academia. Son instituciones donde el secreto es clave. Es la defensa que hace Miller a la terapia cognitiva.
D. R.: ¿Por qué la familia moderna está en crisis?
G. García: Se dice la crisis en la familia moderna. Es porque hay violencia y falta de comunicación.
D. R.: ¿Sólo eso?
G. García: No, es una ironía. Y lo otro, ¡cómo se entiende? En Estados Unidos una enfermera para alegrar un poco a unos médicos que están en la sección de enfermos terminales, inventó una rifa. Inventó una rifa a ver quién moría primero. Tanto el médico como nosotros al tratar con la enfermedad nos encontramos con lo real.
G.G.: Vos que recibís a muchos jóvenes, ¿qué pasa con la decadencia del deseo, con el deseo anoréxico?
G. García: La canción Haceme el pete, los hábitos del sexo del sexo oral, son cosas que hay que correlacionar con el pánico del sida. El desprestigio a la penetración. No es algo que surge del cuerpo hacia afuera , es algo que es inducido del cuerpo hacia adentro. El otro día estaban hablando en la TV acerca de la necesidad de los preservativos en la lengua...
G. G.: ¡Por eso decís que están correlacionados?
G. García: Por un lado, se generalizan estos hábitos eróticos pero, por otro, también surge el control de esos mismos hábitos por otras cosas que pasan. Los gays tienen unas relaciones que son demenciales. El gay con sida le pide como prueba de amor al otro que no use nada y el otro lo acepta. Eso ni en la Edad Media. Las parejas de gays ... Manuel Puig decía que para escribir una novela con un personaje femenino ...
G. G.: El beso de la mujer araña.
G. García: Puso a otro hombre porque decía que ninguna mujer puede imaginarse a un hombre así. Digamos que ninguna mujer cree que un héroe de esos es un héroe de esos. Mientras que un homosexual que quiere ser mujer sí se lo imagina. Puig decía, éramos amigos, para mí la literatura es secundaria: yo quiero ser una mujer que vive en un barrio, barrerle el patio a un hombre y esperarlo a la tarde con el mate.
G. G.: ¿Lo decía en serio?
G. García: Sí, lo decía en serio. Los arcaísmos de los homosexuales te llevan a las identificaciones. La moda retro, que es la de su infancia, del momento que se constituyeron ellos en ese deseo sexual ...
G. G.: Sí, por ejemplo la Mujer Maravilla es el ícono de los gays.
G. García: Tenés pérdida de objeto e identificación, que es lo que Freud dice. Cuando se analiza a homosexuales se puede subrayar lo que hablan de mujeres. "Pero yo no tengo relaciones con las mujeres". "Bueno, hábleme de porqué no tiene." Es muy interesante ver, por ejemplo, por decirlo de esta manera, lo sólido o los arcaísmos de conductas que están disfrazadas de conductas muy modernas. Eso lo hemos hecho todas las generaciones con la que sigue. Mi hijo mayor, que e historiador, me trae textos antiguos, donde se quejan de que los jóvenes no respetan ninguna costumbre, que son degenerados, hace dos mil años. Hasta qué punto no estamos atrapados en una inercia de la cultura. Por ejemplo, una señora lesbiana tiene a una mujer acá, con la cual no se lleva bien, y una a la que no quiere conocer para no desengañarse, con la cual con la maquinita se escriben desde hace diez años. Si eso no es el amor cortés, ¿qué es? Es un señor feudal la señora. Entonces creo que no debemos dejarnos llevar por los cuentos periodísticos de los cambios. No cambia el mundo cada diez años. En Europa las cosas cambian cada cien años, se habla del siglo XVII, XVIII y XIX, en Estados Unidos cada diez ... Eso es "el capital", que citaban como afirmación de Lacan.
D. R.: ¿Qué diría Sade?
G. García: Sade quedaría horrorizado. Es muy cómico todo. Son hábitos inocentes... yo soy callejero desde joven y escucho unas conversaciones que me resultan de lo más graciosas. El marido invita a la mujer a ser swinger porque se aburren. Antes se engañaba a la mujer, pero no se la hacia socia. No tengo que dejar a mi mujer porque me gusta otra, pensaba en la misoginia de mi época. Ahora, el tipo es tan políticamente correcto que cuando quiere estar con otra, ella tiene derecho también a estar con otro. Pero la cama no un problema de derechos, es un problema de gustos.
D. R.: Está bueno porque en realidad lo que planteás es exactamente lo contrario. Que estamos más políticamente correctos que antes. Eso es muy interesante.
G. García: Totalmente. Y yo creo que Miller se da cuenta de eso cuando diferencia entre los analistas conservadores, defensores del padre, los pasatistas, a lo Bauman (ir corriendo detrás de lo que se dice que ocurre, de la doxa). los psicoanalistas de lo real, que sueñan que la ciencia los va a sacar del pozo; y los psicoanalistas que no pueden identificarse con eso, que saben que no son científicos ni tienen que correr detrás de lo que hay, ni van a conservar el nombre del padre: están en la encrucijada del objeto a, que es un objeto paradójico, innombrable y que se ubica de una manera que exige una especie de pragmatismo de la práctica y algo de ad hoc en la doctrina. Porque los otros no tienen ninguna vergüenza, dicen cualquier disparate. Esos libros como Imperio, esos libros que se pusieron de moda. Miller ironizó al decir que es un libro poético como El Antiedipo en su época.
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