CULTURA : ENTREVISTA A GERMAN GARCIA, QUE ACABA DE PUBLICAR “EL PSICOANÁLISIS Y LOS DEBATES CULTURALES”
García repasa, en su nuevo libro, la historia del psicoanálisis en la Argentina. No es neutral: va tomando posición en las polémicas de la disciplina.
Tal vez sorprenda que una historia del psicoanálisis en la Argentina atraviese una galería de nombres propios heterogéneos: Hegel y Esteban Echeverría, Ramos Mejía y por su intermedio Rosas, Ingenieros, Roberto Arlt, Victoria Ocampo y el conde Keyserling, Ortega y Gasset el seductor, Alejandro Korn, Jorge Luis Borges y C.G. Jung, Arnaldo Rascovsky y Bernardo Verbitsky, Angel Garma y Béla Székely, Arminda Aberastury, Manuel Puig, Oscar Masotta. Y si sorprende, será porque la historia del psicoanálisis merecería ventilarse con más frecuencia, como lo hace Germán García en El Psicoanálisis y los Debates Culturales, un libro estimulante y algo caótico.
"Hacer historia del psicoanálisis es configurar el campo del psicoanálisis, no meramente describirlo", admite García, consciente de que su libro sobre los "debates culturales" y el psicoanálisis es una intervención en esos debates. Psicoanalista y escritor, García repite el cruce freudiano de racionalismo y cultura humanística: "Me propongo sacar al psicoanálisis del corralito. Llamar la atención sobre un montón de hilos y resonancias", dice.
Uno de esos "hilos" pasa por el romanticismo: en tanto que "emergencia de una sensibilidad, de la sensibilidad misma como algo digno de tenerse en cuenta", García sostiene que el romanticismo es la condición de posibilidad del psicoanálisis. "El intento de Freud consiste en ampliar la idea de razón para dar cabida en ella a las pasiones románticas."
A partir del eje ilustración/romanticismo, se configura una suerte de combate que García visita como un museo de sensibilidades en pugna. Allí donde Freud expandiera el campo de la conciencia para albergar la parte maldita, el positivismo contraataca con la criminología. Allí donde el psicoanálisis transforma la visión mecánica de la individualidad en un universo en claroscuro, la reflexología pavloviana viene a reponer los fundamentos biológicos del comportamiento. Allí donde un aval explícito de Freud incorpora a los no médicos a las instituciones y la práctica del psicoanálisis, la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York, en 1925/26, modifica sus estatutos para excluir a Caroline Newton, una escritora que regresaba a los Estados Unidos después de analizarse con Freud y traducir al inglés las obras de Otto Rank. Esa Sociedad sería el modelo a partir del cual, en 1942, importando hasta su programa de estudios, Angel Garma fundaría la Asociación Psicoanalítica Argentina.
En los 40 tenemos, de un lado, a Garma y Cárcamo con la APA restringida a los médicos; del otro lado a Béla Székely, psicólogo húngaro que desembarcó en Buenos Aires a fines de los 30, dictó conferencias de didáctica del psicoanálisis y publicó varios libros de divulgación. Más o menos contemporáneos, el "Programa de Garma" y el "Programa de Székely", según los transcribe García, trasladan al interior de la disciplina el eje del debate.
Durante algún tiempo, los psicoanalistas estuvieron subordinados a los médicos. En los 70 Oscar Masotta, que no era médico ni psicoanalista, "buscaba la manera de volver a articular la naturaleza y la gracia, la determinación y la responsabilidad. Buscaba razones para explicar el sufrimiento". Fue Masotta, según García, quien devolvió al psicoanálisis en la Argentina el principio de su autonomía, regresando a la fuente, Freud, por conducto de Lacan.
El otro "hilo" conductor del libro es el eclecticismo, el conciliar doctrinas disímiles. Para García, el eclecticismo es un "suicidio de la inteligencia". Suicidio que en el campo psicoanalítico consiste en ir a buscar la razón en una autoridad más alta y alejada. Arminda Aberastury traduciendo la obra completa de Melany Klein y Klein asumiendo hacia ella una actitud desdeñosa. El psicoanálisis refugiándose en la doctrina cristiana, sometiéndose a la medicina; perapetándose en la psicoterapia infantil. El psicoanálisis subsidiario de ciencias y pseudociencias como la criminología o la sexología.
Eclecticismo y avance del positivismo comportan para Germán García un mismo impulso de fuga. "Que los analistas corran como niños detrás de cualquiera que traiga una idea pseudocientífica se debe a que el suyo es un lugar un poco insoportable."
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