Germán L. García es el autor de una historia del psicoanálisis en Argentina (1), de numerosos ensayos, de algunas novelas; compañero de Oscar Masotta, participó en la fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires; en España creó en 1980 la Asociación de Psicoanálisis, y jugó un papel distinguido en la difusión de la enseñanza de Jacques Lacan. En ocasión de su retorno a Argentina, donde sigue siendo un personaje notorio y controvertido, l’Ane le ha pedido responder a algunas preguntas.
- ¿Qué espera usted, suponiendo que sea deseable esperar alguna cosa, del psicoanálisis en Argentina?
G.G. - El Tercer Encuentro del Campo Freudiano en Buenos Aires, el hecho de mi vuelta allí después de varios años de ausencia, me ha permitido medir los estragos culturales que ha conocido mi país: el aislamiento, las dudas, también la infatuación. Me ha parecido que, de alguna manera, se había perdido tiempo -siempre se pierde alguna cosa-, pero que había un cierto número de personas que estaban dispuestas a proseguir lo que había quedado interrumpido. A causa de los años que pasé en España, del trabajo realizado aquí mismo, del conocimiento de los vínculos culturales a los que había puesto fin el franquismo (bastaría, para dar testimonio de ello, evocar la época de la estancia en España de Jorge Luis Borges, o los viajes a Argentina de Ortega y Gasset y sus amigos), tuve la convicción de que era posible crear una red «deslocalizada» en el campo específico del psicoanálisis. Debo decir que cuando llegué a España intenté constituir esta red con mis amigos de Argentina. Se reveló imposible.
- Barcelona 1985: el Campo Freudiano, la Asociación de Psicoanálisis, creada en el momento oportuno, otras personas, otros encuentros… ¿Es posible establecer un balance antes de su retorno a Argentina?
G.G. - Estos últimos años hemos conseguido que algunos representantes de la prensa hablen de «inconsciente», que un número cada vez mayor de personas puedan decir que están en análisis en lugar de disimular su relación con el psiquiatra de cabecera. Además, hemos lanzado una publicación titulada Otium Diagonal -nombre sin duda barroco (2)- y otra llamada Tyché -fue Vicente Palomera quien tuvo la idea del nombre: hay que recordar aquí que, si bien el azar es sin intencionalidad, no es sin leyes-. Hemos lanzado igualmente una publicación llamada Sinthoma; hemos conseguido que en ciertos sectores la palabra psicoanálisis no se confunda ya con psiquiatría, psicología, medicina… Pero tal vez hemos conseguido sobre todo que Barcelona pueda ser un nudo en la red del Campo Freudiano. Lo que, sin embargo, no significa que hayamos conseguido garantizarlo.
- ¿Puede trazar algunas perspectivas?
G.G. - Sabemos, gracias a Panofsky, que la perspectiva implica un cambio topológico. En España, donde la religión mantiene su poder, el solo hecho de situar, si no de introducir, una topología diferente en el lenguaje común, presenta dificultades. En Barcelona, donde el resurgimiento de la lengua catalana es ineludible, hemos tenido la suerte de topar contra ciertos impasses. No es por nada que hemos desarrollado desde el principio el Vector Translingüisme (3) y hemos debatido con traductores. No es por nada que hemos invitado a Eric Laurent y a Jacques-Alain Miller a nuestro primer Encuentro con el tema: Lenguas y matemas, encuentro que marcó los inicios de la Asociación de Psicoanálisis de Barcelona. Los matemas son translingüísticos, pero las formaciones del inconsciente hablan diversas lenguas. Ignorarlo puede resultar grotesco, tanto en el sentido de una clausura del inconsciente como en la supuesta formalización de una ciencia que Jacques Lacan no habría imaginado nunca. La perspectiva -para retomar el término citado- pasa para mí por múltiples coordenadas locales que se entrecruzan en el interior de una lengua común.
- ¿Cuáles son los primeros pasos que piensa hacer una vez esté allí?
G.G. - Mi programa es el siguiente: volver a fines de julio a Buenos Aires, donde tomaré contacto con las personas que trabajan en la orientación del Campo Freudiano; llevar a acabo el proyecto de una publicación de la revista Sinthoma más regular y dando a conocer los trabajos realizados en España, en México, en Argentina, etc. Esta publicación querría servir de vínculo entre aquellos que se ocupan de psicoanálisis en diferentes países de lengua española. En septiembre, iré a México para hablar en la Universidad y en otros lugares a los que he sido invitado. En febrero, está previsto participar en París en el Cuarto Encuentro Internacional del Campo Freudiano y, por supuesto, hacer todo lo que me sea posible durante los días que quedarán en las ciudades de España donde se han establecido relaciones de trabajo y de amistad.
- Ahí donde usted va, la polémica psicoanalítica está asegurada. Por qué no decirlo: siempre hay alguien que lo escucha a usted en el sentido de una desestabilización de las buenas costumbres adquiridas. ¿Es que la comunidad psicoanalítica aspira al reposo?
G.G. - ¡Oh no…! Eso es un prejuicio… de clase. Pero es verdad que, en general, aspira al reposo.
(1)
La entrada del psicoanálisis en Argentina, Ediciones Altazor, 1978.
(2) El calificativo de «barroco» para el nombre de aquella revista había sido utilizado por Jacques-Alain Miller en un Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de aquellos años (MB).
(3) El Vector Translingüisme fue un grupo de trabajo de la Asociación de Psicoanálisis en Barcelona dedicado al estudio de las lenguas, la traducción y el psicoanálisis, con un interés especial en la lengua catalana (MB).
Barcelona, 24 de mayo de 1985
Nota: realicé esta entrevista a Germán García para l’Ane, le magasin freudien la noche del 23 al 24 de mayo de 1985. A falta del texto original que envié a la redacción para su traducción al francés, lo he retraducido ahora al castellano con el recuerdo preciso de algunas palabras que escogimos cuidadosamente con Germán, tanto en las preguntas como en las respuestas. (Miquel Bassols, noviembre de 2021).
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