- ¿En Tucumán hay más divisiones que en otras provincias en los grupos psicoanalíticos?
- Sí, seguro, mire, conozco todas las provincias. Lo que noto es que en Tucumán la autoridad no funciona en red, sino mediante cierto caudillaje. Por supuesto, ese no es un problema exclusivo del psicoanálisis. La gente se aglutina en torno a la cabeza de alguien. En Buenos Aires yo estoy en la Escuela de la Orientación Lacaniana, y de un modo u otro, el que tiene ganas se hace ver un poco por la pasarela, un rato. En Tucumán es muy difícil organizar una cosa así, porque toda delegación de autoridad implica que el que delega luego colabore. Y eso no pasa en Tucumán. De un grupo que yo conocía, prácticamente cada uno de ellos formó un grupo. Hay algo así de lo que yo llamo "el sublema", y lo digo con toda simpatía. Yo aprendí en la vida que a mí me conviene delegar algo en otros, y después esperar que los otros reconozcan la delegación; eso me da más autoridad que sostener yo la autoridad todo el día. Porque eso me obliga a estar despierto todo el día, ya que si me duermo me pegan un palo. Delegar no es sinónimo de debilidad...
- Es saber abrir el juego...
Exactamente. Y yo he visto que en Tucumán no hay manera de abrir el juego pacíficamente; que es muy difícil instaurar reglas. Tucumán es una provincia por la cual tengo mucha simpatía. Me pregunto qué pasó con la provincia que, en términos universitarios, era la tercera de la Argentina. Me han explicado de las migraciones, de los cierres de ingenios. En Buenos Aires convivimos muchísimos grupos analíticos, pero no vivimos uno de la crisis del otro. Pero ahora hemos organizado (en Tucumán) el Centro de Investigación y Docencia (CID Oscar Masotta) y veo que la situación está mejor. Una señal es la flamante editorial "Otium".
- ¿Cuál es el malestar de la clase media en la Argentina de hoy?
- No existe como entidad la clase media con un mismo malestar. Nosotros nos cuidamos de hablar de sujetos colectivos. Por ejemplo, la disputa del campo con el gobierno, o la euforia de la Rural, de la clase media que apoyaba a esa gente, era la amargura de la otra parte. Cuando hay un "Boca-River", una parte sale festejando, y la otra sale llorando.
- ¿Cómo analiza a los grupos Carta Abierta y Aurora?
- Goulder dice que lo que hay que observar no es qué argumenta un intelectual; que lo que hay que analizar es dónde quiere ubicarse con lo que dice. El intelectual es una clase social dedicada al saber, que tiene como oficio a veces la enseñanza, el periodismo... Hay intelectuales que les escriben los discursos a los políticos. Los hay como Grondona, a quien tanto le gusta el latín, que escribió la proclama del golpe de Onganía. En cuanto a Carta abierta y Aurora, si hablamos de sensibilidades, mis amigos están por el lado de Carta abierta. Me invitaron y les dije "no gracias", no hago declaraciones colectivas. No quiero ubicarme en ningún lado; me dedico al psicoanálisis.