Germán García - Archivo Virtual / Centro Descartes, Buenos Aires

Germán García, el autor del libro prohibido: "Era consciente de que mi manera de escribir estaba molestando"

# (13 de mayo 2018). Germán García, el autor del libro prohibido: "Era consciente de que mi manera de escribir estaba molestando", en TN. Por Karina Deschamps. Recuperado de link

Su primera novela causó tanto revuelo que involuntariamente saltó a la fama. Fue en 1968, en plena dictadura de Onganía. La muerte de su gata lo angustió y lo llevó a nombrar Nanina a su primera historia literaria, la misma que por su lírica desafiante y directa cautivó a la crítica mucho antes de ocupar los estantes de las librerías. Para ese entonces, el libro todavía no había sido publicado. Uno de los responsables de su éxito –además del autor, lógicamente- fue Rodolfo Walsh. En la sala que lleva ese nombre de la Feria Internacional del Libro, Germán García relata la historia frente al escritor Nicolás Hochman como si hubiera sido ayer. Esa, la del comienzo adrenalínico e inolvidable en su historia narrativa. A través de un conocido del también psicoanalista, un borrador llegó a manos de Walsh quien inmediatamente lo recomendó a la editorial y, desde ahí, cambió la historia.
García se ríe solo cada vez que lo cuenta. Es que nunca imaginó las consecuencias que podía traerle una novela sobre la vida de un adolescente. Nanina, escrita en primera persona (poco común en el género de esa época), retrata los conflictos de un joven que entra en crisis con el paso de su adolescencia al mundo adulto, con sexualidad, problemas y fantasmas personales de por medio, con una fuerte crítica a la institución familiar (ya que el protagonista tiene un padre alcohólico y una madre víctima de violencia de género) y que golpea de lleno la hipocresía del mundo adulto.
La historia va y viene entre el pasado y el presente del personaje principal. El protagonista entra en crisis con varios aspectos de la vida que incluyen el trabajo, la familia, la vida pueblerina de Junín, entre otras cosas. Por su lenguaje directo, se convirtió en la voz de muchos jóvenes rebeldes de la época. Su lenguaje "inapropiado" así como la narrativa directa para describir momentos de masturbación, sexo y juegos eróticos del protagonista, hicieron que el propio Walsh definiera a la novela como una pieza "heroica que no perdona a los adultos".
La historia de este adolescente que viaja de Junín a Buenos Aires para descubrir ciertos aspectos de la vida agotó en su momento cuatro ediciones y debió ser reeditada por Ricardo Piglia. El valor denunciatorio y provocativo de la obra ofendía la moral social del momento, por lo que fue prohibida. El lenguaje explícito y coloquial usado para describir la sexualidad del protagonista no cayó bien para muchos lectores de la época y el autor fue condenado a seis meses de prisión en suspenso. La trama era simple: el paso de un púber a la adolescencia, con recuerdos de su pasado infantil. Su narrativa directa, y sin tapujos, dio nacimiento a una nueva etapa de escritura en el país.
García no era un hombre del mundo literario. Aun así, había logrado provocar a los lectores con su narrativa, había movido sin querer la estantería de la moral pública. En esa época, contó, leía literatura española. Obviamente Borges no faltó en su biblioteca. Ante una sala llena, con muchas plumas activas, el escritor confesó que sus primeros escritos fueron a los 14 años y que para él la escritura representa algo parecido a lo que definió Henry Miller (novelista estadounidense), un referente en su carrera literaria. "Uno escribe de lo que se le ocurre y si no se le ocurre nada, escribe eso, que no se le ocurre nada. Es imposible que uno no sepa qué escribir si es escritor, aunque escriba sobre esa falta de inspiración, ¿no?".

-¿Y por qué siguió escribiendo? Digo, antes de que Nanina fuera Nanina…
Te diría que fue con Nanina. Fue un escándalo, yo era como el escritor prohibido. Y estaba muy nervioso. Tenía miedo de que a la siguiente novela no me la prohibieran. Yo siempre estuve totalmente a favor del éxito, aunque fuera porque me habían prohibido un libro, no me importaba el motivo.

-Cuando escribías Nanina, ¿pensabas que podría tener una repercusión así?
La verdad que no. Me crucé un día a Jorge Álvarez y le hice una crítica de su libro Ni vencedores ni vencidos y él se reía. Me preguntó: "¿Y vos escribís? Traeme algo". Yo tenía un borrador de Nanina, nada terminado. Se lo llevé y como él conocía a Walsh que en ese momento seleccionaba libros, ahí fue cuando llegamos a la editorial. Se publicó y vendimos cuatro ediciones en muy poco tiempo, en apenas seis meses. En esa época cada edición era de más de tres mil ejemplares.

-¿Cómo fue la reacción de los lectores antes de la censura del libro?
Fue buena. La llamé Nanina por mi gata blanca, que murió envenenada por un vecino y empecé la novela con eso. Siempre me acordaba de ella. Lo increíble es que mucho tiempo después de la publicación del libro, me llegó una carta de una lectora que se llamaba Nanina y que, decía, estaba segura era la reencarnación de mi gata. Entonces me pedía que le contara costumbres de mi gata (se ríe). Pasaron ese tipo de cosas raras con la novela. O me pasaba de gente que me decía cómo tenía que escribir la historia. "Usted lo que tiene que poner es…".

-¿Cómo fue el tema de la censura? ¿Cuánto tiempo pasó desde que el libro se publicó y se censuró y qué le pasó a usted en ese momento?
El problema fue que el libro tuvo éxito. Si el libro no hubiera llamado la atención, no habría pasado nada. En esa época existía un grupo de personas que vigilaban la cultura. Cuando encontraban en un libro algo que no les gustaba, salían a hacer lío por ahí. Me denunciaron y lo gracioso es que yo estaba en la editorial y llegaron dos oficiales de la policía y dijeron: 'Venimos a buscar el libro La Nina' (en lugar de Nanina). Se llevaron unos libros de prueba y me dieron dos años de prisión en suspenso. Yo no podía hacer nada de nada porque iba en cana. No podía ni tirar un pucho en la calle. Apareció un fiscal planteándome que mi libro le molestaba a cualquier católico bien nacido, dándome a entender que yo era un católico mal nacido. Cuestión que me prohibieron junto al Marqués de Sade, Henry Miller y todos tipos así. Entonces yo estaba fascinado, en una dimensión desconocida para mí. Puesto al mismo nivel de los grandes. Nanina era una novela un poco inocente.

-¿Cuánto tiempo pasó entre Nanina y tu siguiente libro Cancha Rayada?
Menos de un año. Lo que pasó es que si estos tipos me prohibían mi libro en nombre de la Patria, yo tenía que demostrar que la patria misma pedía ciertos contenidos que ellos estaban prohibiendo. Según Freud, la escritura es originalmente el lenguaje del ausente.

-¿Tuviste otros problemas con libros?
Bueno, en La vía regia yo había encontrado una foto para la tapa (cosa que me parece fundamental en los libros) en 1974. En esa época estaban de moda las mujeres muy delgadas. Yo había elegido una que, con el foco de la zona pública (al estar en primer plano) daba a la confusión si era una pelvis masculina o femenina. Cuestión que estaba prohibida la exhibición y yo ni enteré. Y después leyendo un libro sobre el tema, descubrí que Nanina y La vía regia estaban en la lista.

-Nanina fue un libro fundante de una manera de escribir en la Argentina, un texto que habilitó una manera de contar. ¿En ese momento lo viste de esa manera?
Cuando pasó todo el revuelo, me dediqué a la lingüística. Yo no sé si la gente se da cuenta de la cantidad de obstáculos que se crean a partir de ideologías políticas que no conducen a ningún lugar. Me acuerdo que me tildaron como "la pata peronista de los libros" y yo entendía nada. No sé si éramos conscientes de que estábamos innovando con una nueva manera de redactar, pero sí que molestábamos.

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