Germán García - Archivo Virtual / Centro Descartes, Buenos Aires

Una larga marcha

# (1995). Una larga marcha. En Analítica del Litoral. Una revista sin fronteras N°5, Santa Fé. Incluído en Mazza, C. (comp.) (2018) Palabras de ocasión. Entrevistas a Germán García. Córdoba: Los Ríos Editorial (pp.103-114). Recuperado de www.sinthomaycultura.com.ar

Analítica del Litoral- En el prólogo de su libro Meditaciones sobre el poder,  publicado por Ed. Anagrama, el filósofo español Eugenio Trías – después de una serie de agradecimientos- dice que agradece “Especialmente a los cursos  de Germán García sobre Freud y sobre Lacan” de quien ha tomado “múltiples ideas” que se reflejan en lo que escribe. El libro fue publicado en 1977… ¿A qué se refiere exactamente? 
Germán García- Eugenio Trías es muy generoso. Lo conocí en Buenos Aires  en 1973, en un momento que parecía que las coordenadas anteriores serian superadas. Esto entusiasmaba a unos y asustaba a otros. Las relaciones amorosas y las relaciones sociales serian otras, las jerarquías sociales serian disueltas. Por mi parte, no estaba asustado ni entusiasmado. Estaba alegre, 
era algo irónico…  Encontré a Eugenio Trías en el Bar La Paz y me hice amigo. Yo era el único que lo había leído entonces, cosa que le sorprendió…Llegó a Buenos Aires Carlos Trías, su hermano, con Cristina Fernández Cuba (los dos son escritores).Carlos Trías hizo en el teatro El Plauto, con Villanueva. Los tres estaban encantados, venían de Barcelona y aun la movida no estaba en su apogeo y aquí cada cosa era una promesa. Bueno…Eugenio Trías se integró a Literal, publicó con nosotros y nos trajo un artículo de Fernando Savater (creo que se llamaba “carne de los dioses”) que por desgracia no llegamos a publicar…hoy podríamos compartir con él alguna columna en La Naciónhasta de El País, de Madrid. La referencia de Trías es a unos grupos de estudios que yo realizaba…intentábamos leer en francés el Seminario XI, un verdadero misterio…Trías ayudaba porque sabía más francés que nosotros, pero nosotros sabíamos algo más de psicoanálisis que él…era un buen intercambio. 

A.d. L.- ¿Cuánto hacia que enseñabas?
G.G.- En 1973 tenía 29 años y había comenzado a estudiar con Masotta en  1970, creo que recién empezaba. Sí, había empezado a hacer unos cursos con los artículos de Freud sobre la técnica porque había un grupo que criticaba el programa de Masotta por ser demasiado “epistemológico”. En la jerga de la época, vía Althusser, había practica-teórica y práctica-práctica, la primera enseñaba y la segunda ejercía. En la realidad era un desplazamiento del viejo tema de los médicos y los laicos. De hecho los “epistemólogos” no eran médicos…Sciarretta, Klimosky, Masotta…El programa de Masotta estaba tomado del “Índice razonado” de Miller, que aparece en los Escritos. Luego se agregó una segunda parte que respondía a las críticas de A. Green en torno al tema del “afecto”. Hablé con Masotta sobre la parte “técnica” y él mismo de me propuso que hiciera grupos con ese tema, que me recomendaría a gente interesada. Hice un programa…juro que no conocía el Seminario I…y al poco tiempo estaba enseñando “técnica”, una lectura ordenada de los artículos de Freud sobre el tema. 

A.d.L.- ¿Practicabas el psicoanálisis?...
G.G.- No, no en ese momento. Éramos muy ortodoxos…me estaba analizando  poco tiempo después en una clínica de Belgrano, donde iba a dar un curso a un grupo escindido de Alberto Fontana, tuve la primera paciente…una adolecente perpleja, entre la virginidad y las exigencias de su novio…la traía una tía que la esperaba en la sala…Pero estaba seguro de que “clínica” quería 
decir otras lecturas o bien no quería decir nada.

A.d.L.- ¿Masotta practicaba el psicoanálisis?
G.G.- Al menos analizó dos amigos míos, también conocía a alguna otra  persona que pasó por su diván…Pero no levantaba esta bandera, acordate que en ese momento los psicólogos “supervisaban” con un médico – del que, por lo general, se burlaban- porque les daba una cobertura legal. De manera que Masotta era cauteloso, pero le encantaba analizar y se entusiasmaba con 
pequeñas confirmaciones…recuerdo algunas, pero…

A.d.L.-Sí…
G.G.- No, dejemos a la Roudinesco semejante género.

A.d.L.- ¡Masotta no es Lacan!
G.G.- ¡La Argentina no es Francia! Existe un libro de Antoine Compagnon que  se llama La seconde main ou le travail de la citación me gustaría hacerlo traducir, sería importante para pensar nuestra relación con la cultura francesa…Creo, como Marcel Proust, que no existe texto original y que importa saber qué parodia, que pastiche, qué plagio, qué cita, qué paráfrasis…es la 
que uno está haciendo. Me fascina la “cultura argentina” en tanto parodia, tal como la entiende Estanislao del Campo en su Fausto, tal como la entendió Masotta cuando se puso a fundar una Escuela Freudiana… 

A.d.L.- La Escuela Freudiana se fundó en 1974, un año después de lo que  estabas evocando. 
G.G.- Sí, soy de los que ayudaron a Oscar Masotta a decidirse, porque sus  amigos más cercanos, los que primero estuvieron con él, no estaban de acuerdo. 

A.d.L.- ¿Quiénes eran?
G.G.- Los que formaron el primer grupo lacaniano, los que recuerdo y aprecio  son Mario Levin, Arturo López Guerrero, Jorge Jinkis…que ahora publica la revista Conjetural. No sé con exactitud la discusión, pero ellos no firmaron el acta de fundación, pero sí lo hicieron gente que ahora está en la EOL, como es el caso de Javier Aramburu, Samuel Basz, Jorge Chamorro, Gerardo Maeso, Ricardo Nepomiachi, Evaristo Ramos, Oscar Sawicke y David Yemal. Con Oscar Masotta y conmigo somos diez, diez de aquellos 19 los que seguimos esa larga marcha…pongamos en el asunto la ironía que hace falta, porque perdí amigos con esas vueltas y gané nuevos amigos y algunas otras cosas. Hice un segundo análisis hasta su conclusión, impulsé el proyecto de Masotta hasta hacerlo parte de una perspectiva que en la actualidad es la Asociación Mundial de Psicoanálisis(AMP), conocí gente excelente entre los discípulos de Jacques Lacan…puedo nombrar a Franz Kaltenbeck, Colette Soler, Guy Clastres, Genevieve Morel, François Leguil, Jean-Pierre Klotz, Marie-Hélène Brousse, Eric Laurent, por supuesto. 
Encontré en Jaques-Alain Miller un mentor y en Judith Miller un interés discreto  por los proyectos que he presentado y representado en el momento de fundar la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis, que derivaba de la Biblioteca 
Freudiana de Barcelona, que había fundado Masotta.

A.d.L.- El período de Barcelona, por lo que sé, estuvo marcado por discusiones  y polémicas intensas…incluso por francas contradicciones y antagonismos con otros grupos… 
G.G.- Barcelona, fueron los años de la decepción y el entusiasmo…recibía  signos de Barcelona, incluso había estado allí visitando a Oscar Masotta en 1976…me había hecho amigo de Alberto Cardín y el grupo de la Revista de Literatura y luego la revista Diwan…los signos de Barcelona tenían algo de un espejismo creado por las traducciones (Anagrama, Barral, etc.). Es decir, quien 
leía en Buenos Aires podía esperar algo más de Barcelona…Oscar Masotta  murió en 1979 y a los pocos meses me instalé en Barcelona, soñaba con hacer redes entre París y Buenos Aires…quería convertirme en un ángel, un mediador….pero fue el infierno. Cuando trate de organizar aquello, fue cuestionada mi “legitimidad” y los mismos argentinos que creía defender se me opusieron, de manera que mis nuevos amigos eran catalanes (Rosa Calvet, Vicente Palomera, Miquel Bassols me sostuvieron)…había otros, éramos un grupo activo. ¿Cómo desalojar al invasor? Después de una invitación en 1980, una invitación de Jacques-Alain Miller y Eric Laurent, hubo un evento organizado por otros (argentinos) con una invitación de varios franceses. 
“Vienen veinte franceses”, decían. Dentro del jolgorio se hizo un afiche  apuntando al masoquismo de cada uno, con un grabado de Goya donde se pega a un niño. En fin, no era difícil para los que venían de París darse cuenta de que aquello era fácil, que no había socios y que sólo había que aceptar clientes. Así fue. Como dice el budismo zen, no hay que forzar el curso de la 
vida…dos años después estábamos en análisis en París… ¿No te gusta el  caldo? ¡Dos tazas!- es un dicho español. 
Le debo todo a esta experiencia de Barcelona, experiencia que había  comenzado mal, muy mal. La muerte de Masotta, después de los años de muerte y crímenes que habíamos pasado, la muerte casi inmediata de Jaques Lacan, los relatos interminables de los “exiliados” con los que me encontraba cada noche…en fin, era volver a empezar… 

A.d.L.- ¿Por qué no seguiste en Barcelona, cuando varias cosas estaban  resueltas? Quiero decir, la dictadura argentina había terminado, las cosas se habían encaminado en varios lados y Barcelona era un lugar reconocido… 
G.G.- En 1984 vine a Buenos Aires, era el tercer encuentro del Campo  freudiano. Instante de mirar: se quería oponer a los franceses un psicoanálisis nacional. ¡En nombre de Masotta! Incluso, se decía que estaba en eso. No es lo mismo. Antes de la Gran Decepción yo quería que se reconociera lo que habíamos hecho, de que no se aceptara Caracas como un hecho puro, sino 
como un desvío político impuesto por circunstancias conocidas…Diana  Rabinovich no podía ser Victoria Ocampo porque antes había estado Oscar Masotta y Caracas era un nudo en una red de dispersión. Esa era mi guerra.  Como diría Cozarinsky: La guerra de un solo hombre. Es sabido que no fui a Caracas, pero mandé un texto…intempestivo…Hoy me da vergüenza, vergüenza por lo que creía, por los “ideales”, como se dice. No sabía nada, era un personaje de Dostoievski que mide el valor del otro por el desprecio que padece. 
Entonces, en 1984 me encontré con la cuidad que había elegido en mi  adolescencia: Buenos Aires. Y con un lacanismo que se había apaisanado, que atropellaba en nombre de su anterioridad…conocía eso, lo conocía por la literatura y la crítica literaria…los importadores de A acusan de extranjerizantes a los importadores de B, que serán acusados de extranjerizantes por los 
importadores de C… ¿Por qué Jacques-Alain Miller hablando en castellano en  Buenos Aires no es parte de nuestro psicoanálisis? Y lo mismo vale para cualquiera. 
Se podía discutir el modo de hacer las cosas, pero no se podía discutir que se  estaban haciendo. Así fue como en 1985 estaba de vuelta, pasé un año desesperante y constituí la B.I.P.  [1], que logró un pequeño desplazamiento de fuerzas… 

A.d.L.- ¿Y la experiencia de Barcelona de qué manera influyó en eso?
G.G.- Como sabés, en España existe una red que forma parte de la Escuela  Europea del Psicoanálisis (EEP) y la Biblioteca que fundó Masotta y que yo animé por unos años, está incluida en este proyecto, mejor dicho, en este trabajo efectivo. Fui invitado a dictar una “Conferencias Oscar Masotta”, dentro de esta nueva organización y nombrado miembro de un Comité Científico. 
Estos gestos son algo, algo más…Recibí esto de Jacques-Alain Miller y me  alegra porque responde a un trabajo, a un deseo – detesto la palabra trabajo, desde chico tuve que trabajar de verdad, es decir, tuve que hacer cosas que no quería hacer-. El psicoanálisis cambió mi vida y no desespero por la palabra “analista”, que me suena a una petición de principio y/o a un hecho que tiene su monotonía y su tontería. Bien, en Barcelona aprendí mucho sobre gestos y signos, sobre lo que Freud llama confirmación indirecta… mis amigos de Buenos Aires me dieron por muerto, qué más da uno más…si al comienzo faltaba, al volver sobraba…Cada mes viajaba a París, iba a análisis y escuchaba cursos y conferencias de diferentes personas…Me veía con 
algunos argentinos de París –David Yemal, Hugo Freda, Claudio Ingerflom- y  conocía en la sala de espera y en los congresos a diferentes latinoamericanos, españoles, etc. Un día me di cuenta de que hacia otra vida, de que leía otros libros y me pasaban otras cosas. Era confirmación, confirmación indirecta de que algo había desaparecido para siempre, pero que esa escoria – como dice en algún lado Lacan- dejaba un resto: Buenos Aires. 
Los años de Barcelona fueron una verdadera formación: en francés cada vez  que viajaba, en catalán y castellano cada día. En la Biblioteca Freudiana nos dábamos el lujo de invitar al traductor del Ulises al catalán (Joaquín Mallafré), tanto como a Juliet Mitchell [2], tanto como a Ramón Sarró [3] y a Jorge Wagensberg6, para no decir Ramón Valls Plana [5] o José María Valverde [6].
De manera que al volver a la Argentina, después de aquellos años  tumultuosos, era un poco menos provinciano que al irme…había escuchado otras voces y frecuentando otros ámbitos, sin dejar de ser un ciudadano adoptivo de Buenos Aires que en vez de Combray [7] como topoi de la infancia, tiene a Junín. 

A.d.L.- También ocurrió que publicaste un libro sobre la historia del  psicoanálisis en la Argentina, además de varios artículos… 
G.G.- Sí, sí…pero nunca me creí un historiador del psicoanálisis, de ser un  historiador elegiría algo más interesante, la época de Rabelais, en nuestro país los años anteriores a la segunda guerra…cuando los exiliados españoles paraban en el café Tortoni de Buenos Aires y Borges era joven y paseaba por Constitución con la querida Estela Canto…escribí por juego…casi. Lo primero 
fue un artículo publicado en 1975 en Literal ficha, después vi la llegada al poder  de los militares y como tantos viajé por primera vez en 1976…Tuve una entrevista con Jacques Lacan, quien me preguntó por el psicoanálisis en Argentina. Volví convencido de que tenía que hacer esa historia…Me gusta decir que le debo eso a Jaques Lacan, pero la verdad es que se lo debo a 
Graciela Musachi, que trabajó en la búsqueda de material y en la cronología  final. Para los que suponen que antes creía en un psicoanálisis argentino original, aprovecho para decir que el libro se llama La entrada del psicoanálisis en la Argentina. La “entrada”, no dice origen, ni historia. Un día un psicoanalista entró…fue en 1910, de boca de Germán Greve…hasta Freud lo sabía y lo dice, pero se ignoraba aquí. Me divertí disparatando sobre las redes del origen, sobre la pasión heráldica de nuestro país de inmigrantes…de paso me burlé de algunos impostores…Ahora hay gente que hace historia de verdad, como es el caso de Hugo Vezzetti o Jorge Balán, también sé por Lucia Rossi que en la UBA se investiga el tema. Bien prefiero ser objeto de historia y no historiador… 
Mi hijo Fernando es un historiador, ya está bien. Por mi parte uso la historia  como se usan los mapas de ciudades, para saber dónde estoy parado. 
Thomas Glick, un historiador de la Universidad de Boston, dice que mi libro es  “divertido y genial”. Lo cito porque me halaga y se lo agradezco. 

A.d.L.- ¿Te gustan los elogios…?
G.G.- Bueno, de quienes tienen valor para mí. Existen elogios  inquietantes…Estoy acostumbrado a los elogios y a las críticas, incluso a las difamaciones que antes no podía soportar…estoy acostumbrado desde mi primer libro, desde los 22 años… 

A.d.L.- ¿La fundación de la EOL es una “carta forzada”?
G.G.- Seguro, como siempre. Mi experiencia “europea”, como se dice, hizo que  supiera que la BIP era una cabeza de puente [8], que tendría vida efímera. Pero estoy seguro que era necesaria para ayudar a provocar la fundación de la EOL, que es en la actualidad un punto importante en la Asociación Mundial de Psicoanálisis, además de haber prestado al psicoanálisis local un instrumento de regulación y transmisión imprescindible para aquellos que buscan formarse en psicoanálisis. 
Es una carta forzada porque varios castrum [9] fueron disueltos, varias bandas  se mezclaron, varios jefes se pusieron en fila, diversas veleidades hicieron agua. Se parece a la convertibilidad…el psicoanálisis argentino era como el austral, no pasaba la frontera. Por supuesto, sé que la convertibilidad es una carta forzada y no un ideal. En fin, no soy Kenneth Arrow, pero sé que la 
economía es algo diferente de lo que nosotros podemos imaginar. La EOL,  entonces, es fundamental para la economía…libidinal, si se quiere, de nuestro psicoanálisis. 

A.d.L.- En el mapa actual la EOL no está sola. Además de los grupos  alternativos, existe el Instituto del Campo Freudiano sostenido por integrantes de la EOL… 
G.G.- El Instituto tiene en la actualidad la Sección Clínica (que existe en  diversos países y ciudades) y algunos grupos sobre temas particulares (infancia, psicosomática) y el Centro Descartes (que tiene autonomía jurídica y económica) dedicado a la investigación y enseñanza. Cuando se entiende que en el corazón de la Escuela está el pase, que en ella se juega el problema de la garantía y de la nominación, se entiende que el Instituto sea una regulación “universitaria” de la enseñanza. Eso libera a la 
Escuela de una carga y posibilita lo que Jacques-Alain Miller definió como  pasar del supuesto, el saber de un análisis, a lo expuesto, la enseñanza del psicoanálisis. 
Los grupos alternativos…no hablo de los que son de “autoayuda” y existen  para conseguir algunos pacientes, sino de los que se proponen disputar la formación de “los analistas futuros”, como dice Jaques Lacan. Está la gente de la revista Littoral, entre los que supe tener amigos en otros tiempos. ¿Qué hacen? Traducen y critican la traducción de los otros. Bien, sabemos por Quine 
de la importancia de la traducción radical [10]… ¿qué se entiende por radical?, preguntaría alguien de esta sensibilidad. Traducen y algunos se analizan en París (como lo hacen los de cualquier grupo, cuando pueden) y son miembros de la E.L.P. Está el malón “lacanoamericano”, un pool que se organiza cada vez, cuando el mercado les dicta la necesidad de hacer algún festival para existir de nuevo…Están nuestro amigos de la EFA, que difieren de nosotros que son otros… pero se proponen lo mismo, con diferentes alianzas. Es decir, que dejando de lado los grupos de “autoayuda” y el malón de ausencias lacanoamericano, no existe alternativa como diferencia de programa y de proyecto. 
En cuanto a la gente de la IPA, ellos hacen como la iglesia y tienen en nuestro  país diversas hermandades para captar los matices; la hermandad de la APA está formada por algunos “jesuitas” que leen a Lacan, como en aquellas épocas de Lovaine. 
El pase y el cartel en la Escuela, la enseñanza regular en el Instituto que, a su  vez, soporta cierta diversidad en su programa, diversidad que causa investigación y que la investigación también produce. Si la neurosis, según Freud, es una “compulsión a asociar”, la enseñanza tiene que ser “analítica” (el nombre de Descartes es nuestro emblema, esta para recordar que la precisión 
es deseable).

A.d.L.- ¿Qué significa para vos presidir la EOL?
G.G.- Podría hacer un discurso y decir que corona una exitosa carrera…hacia el vacío. En serio, es un producto de la permutación, pero esa permutación es dentro de una serie constituida por una decisión, la de fundar la EOL. Los presidentes salen del Consejo Estatuario, de una manera donde la serie y el azar participan.
Lo particular será presidir la EOL durante 1995, cuando el pase está en su puesta en marcha como consecuencia de tres años de trabajo. Y por otra parte, es el año de la interpretación y hacen falta interpretaciones poderosas como las de Freud, Klein; Lacan…interpretaciones dirigidas a los analistas, para que los analistas puedan difundirlas en la sociedad. Freud fue una interpretación, Lacan es otra…que aún no interpretamos.
Cumplo con la EOL mientras tanto preparo el Encuentro Internacional Descartes 400 (durante 1996 se cumple el 400 aniversario del nacimiento de R. Descartes) y dicto un programa llamado Clínica, singularidad y síntoma.

A.d.L.- Jorge Baños Orellana, en El Idioma de los lacanianos, se pregunta si Jacques-Alain Miller será tan poco escuchado ahora como lo fue Oscar Masotta en 1969, en lo que hace a su intento de instaurar una disciplina del comentario…
G.G.- El libro de Jorge Baños Orellana tiene cosas excelentes…cuando lo leí me puse en contacto con él y le propuse una presentación en el Centro Descartes…creo haber practicado los modos que enumera: el épico de la omisión y la exaltación, el kitsch de la simplificación, la reacción neoclásica que intenta mejorar la cosa, el desciframiento de enigmas con sus respuestas
previstas por el paradigma. En lo que hace a tu pregunta sobre la disciplina del comentario, creo recordar que me exceptúa…

A.d.L.- Si, es verdad…
G.G.- Eso no cambia las cosas, pero me da una oportunidad en tanto acepté a Masotta hasta el límite y desde que me encontré con Miller en Barcelona, eso fue en 1980, seguí a mi manera sus propuestas. El trabajo de Miller es inmenso y se trata de enseñanza, formación, organización institucional. En la actualidad me toca presidir la EOL, que forma parte de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) junto a la Escuela Europea, la de Caracas, la de Brasil, la Escuela de la Causa en Francia. Eso implica un aprendizaje. Siempre digo que no enseño en la EOL, porque allí solo aprendo sobre una lógica colectiva que es algo cualitativamente diferente de una suma de “individuos”. 
Es sabido que cinco personas decididas no pueden tomar una decisión y que un montón de forzudos no hacen un ejército fuerte, en fin…La decidida intervención de Miller, pero también de Eric Laurent, Colette Soler y tantos otros, hizo que el psicoanálisis se sobrepusiera a la muerte de Jacques Lacan.
Cuando digo “tantos otros” podría nombrar también españoles como Carmen Gallano y Vicente Mira, catalanes como Miquel Bassols y Rosa Calvet, argentinos como Graciela Brodsky y Juan Carlos Indart… 

A.d.L.- Siempre en “pareja”…
G.G.- Conviene suplir de alguna manera la falta de comparación entre hombres y mujeres, Jorge Alemán y Mercedes de Francisco y tanto otros amigos en diversos países (pienso en Antonio Quinet, Jorge Forbes) y ciudades. En fin, un Bourbaki sin querer y sin saber…Mas allá de la ironía, el psicoanálisis castellano es diverso y tiene fuerza, puede devolver a Jacques Lacan su mensaje en forma invertida, porque el idioma de los lacanianos incorporará la lección de Joyce sin olvidar la de Proust…es lo que espero para la primera década del próximo siglo.



REFERENCIAS
[1] B.I.P. Sigla de la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis. La B.I.P se convirtió, luego de la restructuración del Campo freudiano, en uno de los cuatro polos (Simposio, Seminario, SABA) de trasmisión del psicoanálisis en la argentina, llamados a una recíproca sustracción, que luego conducirá a la formación de la EOL (1992). La disolución de la BIP dio lugar a la creación del Centro Descartes, un dispositivo de enseñanza y difusión sostenido por la Fundación del mismo nombre.
[2] Escritora, Psicoanalista, militante feminista. Profesora de psicoanálisis y estudios de género en la Universidad de Cambridge.
[3] Psiquiatra catalán. Residió en Viena donde conoció a Sigmund Freud, profundizo sus estudios sobre el psicoanálisis obteniendo la certificación de analista didáctico otorgada por Helen Deustch. De 1950 a 1971 ejerció la cátedra de psiquiatría de la Universidad de Barcelona. Mantuvo relaciones permanentes y sostenidas, como lo demuestra su correspondencia con las
asociaciones profesionales y sus directivos, principalmente entre otros con: Henry Ey, Jacques Lacan, Ludwig Binswanger, etc.
[4] Es uno de los divulgadores científicos más destacados de España como editor, conferenciante, escritor y museólogo. Profesor, investigador y escritor español nacido en Barcelona, el 2 de diciembre de 1948. Licenciado (1971) y doctorado (1976) en Física con premio extraordinario por la Universidad de Barcelona, donde es profesor de Teoría de los Procesos Irreversibles en la Facultad de Física desde 1981. Actualmente, también es profesor de arquitectura natural en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura La Salle. 
[5] Jesuita, filósofo y catedrático universitario español, especialista en la obra y el pensamiento hegeliano. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona al tiempo que seguía su formación eclesiástica, realizó su doctorado en Múnich y Roma. Cuando ya había abandonado la Compañía de Jesús, presentó su tesis doctoral, Del yo al nosotros: Lectura de la
fenomenología de Hegel, que se convirtió en libro en 1971, constituyendo obra de referencia para el estudio de Friedrich Hegel en el mundo hispano. Ocupó cátedra como profesor deFilosofía en la universidad de Barcelona, para pasar más tarde a la de Zaragoza y después a la del País Vasco con sede en San Sebastián, donde fundó la Facultad de Filosofía en 1978. En
1979 regresó a Barcelona donde fue secretario general, vicerrector y síndico de agravios de la universidad.
[6] Poeta, ensayista, crítico literario, historiador de las ideas, traductor y catedrático español. Destacan sus traducciones del alemán: Hölderlin, Rilke, Goethe, Novalis, Brecht, Christian Morgenstern, Hans Urs von Balthasar y del inglés: teatro completo de Shakespeare en prosa - que renovaron las ya añejas de Astrana-, Charles Dickens, T. S. Eliot, Walt Whitman, Herman Melville, Saul Bellow, Thomas Merton, Edgar Allan Poe, Emily Dickinson. Se destaca la traducción del Ulises de Joyce, por la que recibió el Premio de traducción Fray Luis de León, en 1977). En 1960 había recibido este mismo galardón por una antología de Rainer Maria Rilke. 
[7] Combray es conocida por ser el lugar donde transcurre parte de la obra autobiográfica de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido.
[8] La cabeza de puente (o también cabecera de puente) es literalmente, en términos militares, una fortificación armada que protege el extremo de un puente más cercano a la posición enemiga.
El término también ha venido siendo utilizado en sentido figurado, por ejemplo, en el ámbito de negocios, donde en el área de comercialización una "cabecera de puente" suele referirse a la colocación de un producto en un nuevo segmento de mercado, como primer paso hacia su extensión a franjas de consumo más amplias, etc. El nombre se ha generalizado para indicar cualquier clase de área defendida que se extiende dentro de territorio hostil, en particular la zona de un banco ribereño o un segmento de la línea de costa asegurados inicialmente por un asalto anfibio. Una cabeza de puente existe típicamente sólo algunos días, mientras las fuerzas invasoras se expanden por el territorio hostil circundante, después de lo cual la cabecera se amplía para formar un enclave.
[9] En el Imperio romano, un castrum (en plural castra, una fortaleza) era una fortificación o campamento militar, también denominaban "castrum" a los poblados o fortificaciones de otras culturas como los celtas, rodeadas de una muralla circular en la cima de una colina. 
[10] Quine se refiere a la indeterminación radical de la traducción específicamente en dos de sus obras: Palabra y Objeto publicada en el año 1960 y La relatividad ontológica y otros ensayos de 1968. Resumiendo la propuesta que plantea en ambas obras esta podía ser la siguiente: Cualquier hipótesis de traducción puede ser defendida únicamente sobre los datos del
contexto en los cuales la palabra u oración es proferida por el nativo. Pero la misma indeterminación aparecerá allí: cualquier hipótesis puede ser defendida si uno adopta suficientes hipótesis compensatorias sobre otras partes del idioma. Así, dos lingüistas trabajando simultáneamente en el campo pueden compilar manuales de traducción igualmente compatibles con los datos empíricos disponibles pero radicalmente divergentes uno de otro.
La indeterminación de la traducción también se aplica a la interpretación que hacen los hablantes de su propio idioma (dos hablantes comunicándose en el mismo idioma con las mismas palabras y las mismas conductas podrían significar cosas radicalmente diferentes), y aun a las proferencias pasadas de un mismo hablante. Según Quine, esto no llevaría al
escepticismo absoluto sobre el significado – ya sea que se entienda que el significado es incognoscible, o que las palabras no tengan sentido. Quine niega la existencia de un estándar absoluto para lo correcto y lo incorrecto en la traducción de un idioma a otro; más bien, adopta una perspectiva pragmática acerca de la traducción, que implica que una traducción puede ser consistente con la evidencia conductual. Y mientras Quine de hecho admite la existencia de estándares para discriminar buenas y malas traducciones, tales estándares son periféricos a su preocupación filosófica sobre el acto de traducción, dependiendo de cuestiones pragmáticas tales como la velocidad de la traducción, y la lucidez y la concisión de los resultados. El punto clave es que siempre más de una traducción satisface estos criterios, y por lo tanto ningún sentido único puede ser asignado a palabras y
oraciones.

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