Junto a su amigo Oscar Masotta, el autor de la legendaria novela Nanina, fundó la Escuela Freudiana de Buenos Aires, al mismo tiempo que se abría a otros campos. “En toda la historia que concierne al destino de Jacques Lacan en español, él está presente”, recordó Jorge Alemán.
El psicoanálisis argentino –y por qué no, universal– perdió a una de sus mejores plumas: el miércoles, luego de unas semanas de haberse descompensado en su consultorio, falleció a los 74 años el gran psicoanalista y escritor Germán Leopoldo García. Una vasta y extensa obra lo sobrevive y seguirá siendo motivo de consulta para quienes elijan enfocarse en los estudios de la teoría psicoanalítica. “Ha muerto una de las grandes encrucijadas del psicoanálisis. En toda la historia que concierne al destino de Jacques Lacan en español, él está presente. Durante años tuve el privilegio de compartir su amistad y su talante genial”, señaló el psicoanalista Jorge Alemán en su cuenta de Facebook, siendo uno de los primeros en dar la mala noticia públicamente. García murió un día después de su 74º cumpleaños.
Había nacido el 25 de diciembre de 1944 en Junín, provincia de Buenos Aires. Amante desde chico de la mecánica (su padre era metalúrgico) pero no de “la vida social de los mecánicos” porque “era demasiado trabajo y poca plata”, según él mismo definía, García se radicó en la ciudad de Buenos Aires en 1961. Sin embargo, no fueron los fierros lo que trabajaron sus manos sino la escritura. En 1968 comenzó una inolvidable aventura literaria: publicó su primera novela, Nanina, en la editorial Jorge Alvarez. El acontecimiento tuvo momentos gratos como grandes sinsabores: Nanina agotó varias ediciones pero fue prohibida por la dictadura de Juan Carlos Onganía y el autor fue condenado a dos años de prisión en suspenso. Nanina reflejaba la historia de un adolescente que viajaba de Junín a Buenos Aires. Pero ese viaje físico, donde descubría la gran ciudad también era de descubrimiento sexual. “Nanina podía inscribirse como algo que tenía que ver con la vieja cuestión de la literatura que quería reflejar los hechos de la vida común, pero no era programática: no era un tipo del Partido Comunista que escribía una novela sobre los pobres, sino que yo escribía una historia con la cual estaba implicado directamente”, comentaba García en una entrevista para la Audiovideoteca de Buenos Aires hace trece años.
En 2018 se cumplió medio siglo de su publicación. También se cumplieron cuarenta años de la publicación de su libro La entrada del psicoanálisis en la Argentina, que marcó una fuerte impronta de la influencia que ya tenía Jacques Lacan en la Argentina y fue un manual de estudio en el campo psi. García también fundó en 1973 la revista Literal junto a Osvaldo Lamborghini y Luis Gusmán, entre otros. Y en 1974 formó parte del grupo que acompañó a Oscar Masotta en la fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. A su primera novela siguieron: Cancha Rayada (1970), La Via Regia (1975), Perdido (1984), Parte de la fuga (2000) y La fortuna (2004), entre otras.
El propio García aseguraba que no hubo un pasaje de la literatura al diván. “Empecé a analizarme a consecuencia de dos acontecimientos casi simultáneos: la muerte de mi padre y el nacimiento de mi primer hijo. Había publicado hacía poco tiempo mi primera novela, las coordenadas de mi vida estaban un poco cambiadas de lugar y me empecé a analizar, a partir de lo cual comencé a interesarme por el psicoanálisis, cursado por un interés en la crítica literaria”, comentaba en una entrevista con Emilia Cueto para la revista Imago Agenda. La investigadora Graciela Musachi comentó en psiconet.org al respecto: “Si para muchos los 70 en la Argentina han quedado como signo de años de plomo, para Germán García significó también años de vocación lacaniana. Su encuentro con Oscar Masotta, quien había introducido a Jacques Lacan en la Argentina, fue decisivo tanto para su relación con la literatura como para su inserción en el psicoanálisis”.
En 1976, García viajó por Barcelona, Italia y París, donde tuvo una recordada entrevista con Lacan. Y en 1979 se radicó en España. “No era fácil para mí porque tenía dos hijos chicos y no tenía plata. Cuando en el ‘79 murió Masotta, fui a Barcelona, donde ya me conocían. Me instalé ahí a dirigir lo que había dejado Masotta. El tenía un circuito de enseñanza, y yo lo amplié por Madrid, Galicia, Granada, Córdoba, Valencia. Vivía viajando, allí me encontré con los franceses y me empecé a analizar con Eric Laurent y metí todo ese aparato bajo el paraguas del campo freudiano”, sostenía en la entrevista con Cueto. García recordaba que, por entonces, en España no había prejuicios como él veía en la Argentina, donde “había una especie de separación entre los epistémicos o teóricos y los clínicos”. Casualmente, “los clínicos terminaban siendo siempre los médicos y los teóricos los psicólogos, filósofos. Observemos que casi todas las personas que enseñaron psicoanálisis en la Argentina no vienen de la psicología ni de la medicina: Masotta, Sciarretta o el mismo León Ostrov que era filósofo, y así muchos más. Además, los psicólogos vivían todos aterrorizados por la ley del psicólogo, si se les suicidaba el paciente, por ejemplo. Entonces todos los psicólogos preferían tener un médico en casa”, planteaba García respecto de la práctica del psicoanálisis en distintas geografías y sus diferencias con la psicología. Justamente, durante su residencia en Barcelona había continuado sus estudios con miembros de la Ecole de la Cause Freudienne, en París, según las propuestas (para la orientación lacaniana) de Jacques-Alain Miller, a cuyos cursos solía asistir.
Regresó a Buenos Aires en 1985 con la idea de seguir transmitiendo el psicoanálisis en la Argentina. Fundó la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis (BIP) y la revista Descartes (1987). “Cuando, bajo la égida del Campo Freudiano, la BIP y varias instituciones argentinas se disuelven para crear la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL), Germán García crea el Proyecto Descartes donde confluyen, entre otras instancias, su revista Descartes y la Fundación del mismo nombre en la que se incluye el Centro Descartes (asociado al Instituto de Campo Freudiano), donde se enseña, investiga y transmite el psicoanálisis”, historizó Musachi.
García fue presidente del Consejo de la Escuela de la Orientación Lacaniana y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de su Consejo. También fue cofundador del Instituto Oscar Masotta. Además de La entrada del psicoanálisis en la Argentina, publicó Oscar Masotta y el psicoanálisis del castellano (1980), Psicoanálisis, una política del síntoma (1981), Oscar Masotta, los ecos de un nombre (1993), La virtud indicativa. Psicoanálisis y literatura (2001), El psicoanálisis entre las vanguardias, etcétera. En 2003, García recibió la beca Guggenheim, otorgada por la Guggenheim Foundation de Nueva York, por su trabajo de investigación La presencia del psicoanálisis en los debates culturales. El caso argentino. Fue prologuista de textos fundamentales de Sigmund Freud, Otto Rank y Jacques-Alain Miller, entre otros nombres esenciales del psicoanálisis. En 2007 fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. Hoy el diván pierde a un gran escucha, que fue lo que supo ser Germán García a lo largo de su extensa trayectoria. Pero la historia lo recibe con las manos abiertas.
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