Germán García - Archivo Virtual / Centro Descartes, Buenos Aires

 Fabricación de la “máquina de influir”

# (28 de junio 2001). Fabricación de la “máquina de influir”. En Página 12/ Psicología, Buenos Aires.

“Sepa solamente que vi muchas veces la esperanza, lo que llaman ‘los mañanas que cantan’, conducir a gentes que yo estimaba tanto como lo estimo a usted, únicamente al suicidio. ¿Por qué? El suicidio es el único acto que tiene éxito sin fracaso.”
Jacques Lacan 


Victor Tausk escribe, el 30 de septiembre de 1907: “Nunca creí en la fuerza de la sangre, pero ahora creo que un ser humano hereda de sus padres su propio destino”. ¿Son los padres la primera máquina de influir? (1) Ese mismo año, escribe: “La enfermedad lo invade todo; no tengo quién me guíe”. Al poco tiempo se encontrará con el grupo de Sigmund Freud. 

Obligado por su padre a estudiar abogacía, comienza –después de su divorcio– el estudio de la medicina. Termina medicina en 1914, y se convierte en psiquiatra del ejército, donde permanece por dos años. Extrae de esta experiencia sus reflexiones sobre la psicosis de la guerra y la psicología del desertor. El 25 de marzo de 1916 muere el padre de Tausk y éste envía un telegrama solemne y patético: “Descanse en paz ese hombre que tan duras penas sufrió”.

Pero, sin duda, la leyenda de Tausk se relaciona con la descripción de un aparato de goce esquizofrénico funcionando sobre un cuerpo despedazado y reunido en el espacio heteróclito del delirio. (En “La colonia penitenciaria”, Kafka describe una máquina semejante.)

Cuando, en 1912, llega Lou Andreas–Salomé a Viena, se convierte en amante de Tausk, años después vivirá con Kosa Lazarevic y en el último momento de su vida se compromete con Hilde Loewi. En enero de 1919, Helene Deutsch se encuentra en análisis con Freud, quien rehúsa analizar a Tausk y recomienda el análisis con Helene Deutsch. En marzo, Freud sugiere a Helene que abandone el análisis de Tausk y el 3 de julio éste se suicida por el doble recurso de ahorcarse y dispararse un balazo. Había nacido el 12 de marzo de 1879 en Zsilina (Eslovaquia).

Freud parece haberle comentado a Helene Deutsch que Tausk le resultaba Unheimlich (inquietante, siniestro). Sabemos por el estudio que Freud hizo de este vocablo que lo siniestro es el secreto de lo familiar, y que se relaciona con el doble. Incluso parece que Freud temía la ligereza y la rapidez con que Tausk podía elaborar (robar) las ideas expuestas en forma de conjeturas en las reuniones de discusión. Freud sabía que algo reprimido retorna en Tausk, pero no llega a comprender de qué se trata. Tausk, por su parte, explicita en Freud el retorno de su padre. Si estos dos hombres estaban ciegos el uno frente al otro, entre ellos circulaban metáforas de sus goces: Lou Andreas–Salomé y Helene Deutsch. Freud las escuchaba a ellas, y ellas escuchaban a Tausk (la primera como amante, la segunda como analista).

Hay que imaginar a Lou Andreas Salomé, bajo la forma de Esfinge, preguntando: “¿Qué es lo que primero anda en cuatro pies, luego en dos y en tres con el tiempo?”. Cuando Tausk se apresura a responder, no es la Esfinge la que se arroja al mar sino que el mensaje le vuelve en forma invertida: Sigmund Freud, Unheimlich.

Tanto Lou Andreas como Helene Deutsch podían suponer que Freud era la medida de todas las cosas, incluso de otros hombres de la talla de Rilke o Nietzsche. Galante, por su parte, Freud se asocia (libremente) con Leonardo y Moisés. ¿Qué goce impide a Tausk el juego de este deseo? Si Freud lo encuentra siniestro es porque retorna sobre su discurso la sentencia que pronunciara sobre sus propios maestros. ¿Qué pasaría si Freud leyera una autobiografía de Tausk que dijera “Freud me enseñó lo que en realidad no sabía”, volviendo sobre sí lo que había escrito sobre el discurso de Charcot? Unheimlich, Tausk.

Si no existe metalenguaje en psicoanálisis, si cada discurso se dobla para ser el primero y el último, existe una banda de Moebius que permiteescribir en la misma superficie el lenguaje y su meta, abriendo el enigma de la relación entre el texto fundamental del maestro y las articulaciones de sus discípulos. (J.A. Miller: “U o no hay metalenguaje”, Cuadernos S. Freud Nº 7.)

La ciencia –dice Freud– es la mayor renuncia al placer. La frase tiene sus vueltas, ya que el placer consiste en gozar lo menos posible. Lou Andreas–Salomé, sensible al goce inconsciente, escribe (hablando del suicidio de Tausk): “Me imagino que su muerte debió ser el voluptuoso coronamiento de verse a la vez convertido en agresor y víctima...”. Si bien ella había compartido con Tausk la comedia de la relación sexual, es posible que desconociera una carta del mismo a su mujer, escrita el 1º de marzo de 1906, donde su conjetura se encuentra confirmada: “Soy independiente puesto que nadie depende de mí, y no puedo ser esclavo, ya que no soy amo”. Cada uno es el esclavo de lo que puede, y encuentra en el ideal –de la ciencia o lo que sea– la servidumbre que le cuadra.

Tausk soñó un goce sin amo y sin esclavo y se hundió en un goce donde fue a la vez el amo y el esclavo: su doble suicidio.

¿Qué cifra un suicidio? Los efectos de una interpretación –enseña Lacan– son incalculables porque su único sentido es el goce. Tausk es un enigma porque el suicidio da a entender alguna cosa de una manera equívoca. Tausk sufre por el desamor de Freud, pero no pierde oportunidad de llevar el psicoanálisis hacia el campo del que Freud quería sacarlo.

Esto puede leerse en el trabajo sobre la masturbación y en las reflexiones sobre los desertores. Cuando Freud apela, frente al suicidio, al argumento de los daños que la guerra había causado en Tausk, ¿hay que olvidar que fue allí como psiquiatra? Mientras Freud quiere mostrar que el discurso patógeno es, en realidad, erógeno, Tausk busca pruebas estadísticas de la psicopatología de algunas prácticas erógenas como la masturbación. Tausk quería ir más allá del límite de Freud y aplicar el psicoanálisis a la psicosis. Tan heroico en la práctica como en la guerra, estaba dispuesto a probar que el argumento de la falta de transferencia en la psicosis era parte de la comodidad del analista.

Lo escrito por Tausk se anuda en la imposible descripción de un goce donde el cuerpo ocupa el lugar del mundo exterior. Una observación de Freud sobre el lenguaje –como respuesta a un trabajo presentado por Tausk– permite saber la diferencia: el lenguaje viene del Otro –aclara Freud–, por eso el niño piensa que pueden leer sus pensamientos. Por su parte, Tausk consigna que el lenguaje es un llamado de amor (pero inventa a la vez burlas sobre las etimologías exageradas, que tanto gustaban a Freud).

Donde uno se encuentra con el lenguaje, el otro se encuentra con el cuerpo. El diálogo entre el maestro y el discípulo produce efectos: Tausk aprovecha a los desertores para exponer sus cavilaciones frente a la ley (algo que seguramente se relaciona con sus estudios de abogacía): un sujeto que se divide por la ley, debe sin embargo responder mediante una responsabilidad unitaria a sus imperativos. Concluye en que, si los desertores son asociales, los usureros de la guerra son antisociales.

***

Los objetos producidos por la técnica –el automóvil, el televisor– son el discurso de la ciencia en tanto produce determinados lazos sociales. ¿Acaso no se trata de realizar la felicidad del hombre? Si esa felicidad se vuelve siniestra (Unheimlich) es porque se convierte en portadora del secreto de lo familiar (Heimlich). La máquina de influir es cierta metamorfosis del sujeto de la palabra. Diremos que la esencia de la máquina es la metáfora del goce y el goce de la metáfora. La máquina de influir responde a un narcisismo tecnológico que desafía las leyes de latécnica, de la misma forma en que Freud afirma que la erección desafía la ley de gravedad.

La erección –en lo que tiene de no intencional– responde a la “influencia” de una máquina (metáfora) del goce fálico (de ahí la atracción “demoníaca” que suele atribuirse a ciertas mujeres).

La máquina de influir no es la proyección de un cuerpo cualquiera sino de un cuerpo libidinal sujeto a ciertas leyes parentales. ¿No es la familia misma una máquina de influir que metaforiza el cuerpo del hijo al otorgar funciones a sus miembros? Lo que el niño aprende del Otro lo realiza con su cuerpo y a través de su cuerpo. Que esta máquina se transforme en aparato psíquico, y que este aparato garantice el funcionamiento de esta máquina es todo el trabajo que el goce realiza.

La majestad del niño se descifra en la muerte de los padres interesados en la reproducción de una estirpe que sustituya la pérdida del cuerpo viviente. ¿No es el árbol genealógico –y su versión profana, la historia- el modelo de cualquier máquina de influir, el soporte “tecnológico” del nudo del nombre?

(1) Los esquizofrénicos describen máquinas que pueden influir sobre ellos: una máquina podría enviar veneno por las canillas de la casa; el televisor puede convertirse en una máquina de influir, que envía mensajes cifrados. Así, no se trata de que el sujeto imagine una determinada máquina sino que cualquier cosa puede transformarse en máquina de influir. Cf., Victor Tausk, “De la génesis del aparato de influencia durante la esquizofrenia” (1919).

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