Hoy miércoles 29 de diciembre murió en la Ciudad de Buenos Aires Ricardo Zelarayan: escritor, diseñador y excelente traductor.
Para mí, como para muchos de mi generación, era una referencia fundamental.
Tenía una risa fácil, era un genio en más de un sentido (su mal genio era conocido, como su genialidad como escritor).
Le debo el temprano conocimiento de Ferdydurke en su edición de la Ed. Argos, el conocimiento de Una novela que comienza y la alegría y el gusto por tantas otras cosas de la literatura.
Crítico de las imposturas políticas y literarias, fue siempre atópico en nuestra cultura y supo conectar con muchos jóvenes escritores, así como ganarse el rechazo de otros consagrados que no soportaban la mordacidad implacable de sus juicios.
Ahora sus libros hablarán por él. Como dijo Sigmund Freud: “La escritura es el lenguaje del ausente”.
Quiero concluir con la dedicatoria que le hice en mi libro, publicado en 1975, sobre Macedonio Fernández: Para Ricardo Zelarayan, quien supo propiciar la lectura de Macedonio Fernández y el valor singular de la ironía.
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