La novela de finales del siglo XIX encontraba en el incesto uno de sus temas predilectos porque la vida transcurría en el microespacio familiar. La salida de la mujer al mundo del trabajo deja este tema ligado a fabulaciones sobre la vida de las clases altas, y eso se puede leer en Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato. Hay un momento en que el tema desaparece: la mujer sale a la calle; su figura se liga a la militante política y la trabajadora. Pero la aparición del video inicia una especie de privatización del espacio público, reorganiza el microcosmos familiar, y eso se refuerza por la falta de trabajo que mantiene a los hijos en el interior de la casa y les hace aceptar a los padres relaciones que antes no soportaban. El encierro se incrementa del todo con las amenazas de la inseguridad: el country es su mejor metáfora. En Géminis se ve un esquema que se parece a la cosa clásica del siglo XIX: familia de clase alta, aislada, y la aparición del incesto en el seno de la familia. Hay, también, una puesta en abismo cuando la sirvienta cuenta una historia de incesto en la cocina. Y es que el tema, cada vez, va a aparecer más, y la película de Carri captó justo ese momento en que regresa. Quedan espacios públicos anónimos, espacios orgiásticos asociados a la salida a bailar y el espacio cerrado de la familia. Siempre el lugar del refugio es el lugar del peligro, es esa inquietante familiaridad. En el seno de lo más conocido, puede aparece el horror.
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