Enrique Acuña realiza en este libro una retrospección guiado por nudos de su experiencia de lectura y enseñanza, de clínica y trabajo institucional. El objeto que está en juego es el psicoanálisis, tal como fue transfigurado por Jacques Lacan.
El autor es juez y parte del resultado de un trabajo que lleva décadas, al que ha contribuido y contribuye con publicaciones y cursos realizados en diversas ciudades.
El tono del libro, con sus modulaciones, logra un ímpetu que se invierte en la ironía, se interrumpe en la elipsis y diverge en sus paradojas, porque así se lo exige lo que muestra. El recorrido de esta retrospección es una respuesta a la pregunta por la formación de un analista en nuestro país y en nuestra época: los temas que fueron intervenciones, las referencias que se ponen en juego cada vez, las digresiones exigidas por una política de enseñanza.
Sigmund Freud llama la atención sobre la singular predilección de los sueños por los detalles poco atendidos; de la misma manera podemos reconocer una enseñanza por la misma predilección por los detalles: el lector lo comprobará en este libro. Enrique Acuña ha encontrado un estilo particular, una forma de nadar en el mar de los nombres propios.-
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