Germán García - Archivo Virtual / Centro Descartes, Buenos Aires

Cuando Lacan elogió a Deleuze

# (octubre 2001). Cuando Lacan elogió a Deleuze. En AA.VV., Perversidades (pp.65-79). Buenos Aires: Paidós.

Salvo error, Jacques Lacan se refirió a Gilles Deleuze unas siete veces durante un período situado entre 1967 y 1969. Una vez habló de Diferencia y repetición (12/3/69), dos de Lógica del sentido (12/3/69 y 19/3/69), y las demás se refirió a Presentación de Sacher-Masoch.

Los elogios están dirigidos a este último trabajo, mientras que alerta a los suyos sobre la conveniencia de estudiar los dos libros mencionados:

Ocurre, por ejemplo, que Gilles Deleuze, continuando su trabajo, saque, bajo la forma de tesis, dos libros capitales, de los cuales, el primero nos interesa especialmente. Pienso que sólo su título (Diferencia y repetición) muestra que debe tener alguna relación con mi discurso, de lo cual, ciertamente es él el primer advertido. Y a causa de eso, sin interrumpir tengo la buena sorpresa de ver aparecer sobre mi escritorio un libro que nos dona. Verdadera sorpresa, pues no me lo anunció de ningún modo la última vez que lo vi[ ... ]. Se llama La lógica del sentido, no estaría mal que alguien, por ejemplo Nassif, se hiciera cargo de una parte de ese libro.

El comentario que sigue incluye una alusión a la lógica de los estoicos -de la que habla Deleuze en este libro- y al problema del sentido. Lacan da a entender que se ha ocupado del tema en relación con la traducción de la Vorstellungsrepräsentanz

Por supuesto que Jacques Lacan está citado en Lógica del sentido y también en Diferencia y repetición, pero en el primero de estos libros aparece un reparo (a pie de página, donde ocurren las escaramuzas de guerra) amortiguado por la fuente indirecta: "No podemos seguir aquí la tesis de Jacques Lacan, al menos tal como nos la han presentado Laplanche y Leclaire en L'lnconscient". 

No importa, para nuestro caso, de qué tesis se trata. También existe una referencia directa a Écrits, otra objeción en torno al saber y la perversión, etcétera.

Las objeciones en Diferencia y repetición, además de la táctica de la cita indirecta que pone a Jacques Lacan en la serie de sus discípulos, pero lo hace responsable a la vez de lo que  dice cualquiera de ellos, parecen ser menos. 

Diferencia y repetición es de 1968, y La lógica del sentido de 1969: estamos a tres años de El Anti-Edipo, el libro donde Jacques Lacan será impugnado.

De rebote, como se dice, desaparece de El Anti-Edipo el pobre Sacher-Masoch (hecho notable en un libro que cita cualquier tipo de autor, al mejor estilo de la enumeración caótica  que pone en marcha mediante una regulación mínima de sus operaciones). 

Por nuestra parte, al rescatar la Presentación de Sacher-Masoch, elogiada sin reserva por Jacques Lacan, vamos contra el olvido de Gilles Deleuze, sin saber si se trata de un acto de  justicia o de hacer que la presa retorne al cazador. 

Razones del elogio 

La primera referencia a la Presentación de Sacher-Masoch aparece en una clase del 19 de abril de 1967. Es en el contexto del tema del valor de goce y su relación con la posición del  analista, cuyo deseo es interrogado. Deleuze, dice Jacques Lacan, " ... escribe sobre el masoquismo el mejor texto que jamás haya sido escrito". 

Afirmación rotunda que se matiza de la siguiente manera: 

"El mejor texto, comparado a todo lo que ha sido escrito sobre ese tema en psicoanálisis. Seguramente ha leído esos textos, no inventa su terna. Parte en principio de Sacher-Masoch, que tiene algo que decir cuando se trata de masoquismo".

Luego Lacan recuerda que ha escrito "Kant con Sade", para decir que es posible que Deleuze, quien lo cita bastante, ha sacado provecho de eso. Por eso no es asombroso que Deleuze anticipe (sic) lo que dirá ese año, y que obligará a revisar lo que se ha dicho sobre el tema en esta nueva perspectiva.

¿De qué se trata?

Nada menos que de la perversión como una consecuencia estructural de un sujeto montado en un objeto producido por la incorporación del lenguaje. Es por eso que, en algún momento, Jacques Lacan alude a Conrad Stein y dice que aquellos que suponen un "narcisismo primario" no tienen nada que hacer con lo que enseña.

No repetiré la compleja demostración que se extiende en las clases de "La lógica del fantasma", pero subrayaré la aparición puntual del tema del masoquismo, y lo que es tomado de Gilles Deleuze al respecto.

El 14 de junio de 1967, en el mismo seminario sobre la lógica del fantasma, Jacques Lacan introduce "Se pega a un niño", artículo de Sigrnund Freud, avanza sobre la definición de la perversión y vuelve sobre "Kant con Sade". El sujeto, la localización del goce, el objeto en juego (a).

Sacher-Masoch aparece aquí corno el que quiere hurtarle el goce absoluto, enigmático, a ese Otro encarnado en la mujer. Poco le importa que ese goce le cause algún placer a la mujer, corno se constata en el personaje Wanda (nombre que camufla a la mujer) de la novela La Venus de las pieles.

Ese goce mítico, prosigue Lacan, suele ser representado por una pareja, con relación a la que el masoquista monta su teatro, y decide su lugar en la representación del acto  sexual. 

Como lo ha marcado Jean Genet, se trata de irrisión, de truco, de diversión.

Y aquí aparece de nuevo, en el discurso de Lacan, el "admirable" trabajo de Deleuze, del que se extrae la observación de que el personaje masculino necesita de todas las penas del  mundo para contener su risa: "La perversión siempre tiene la dimensión de la demostración". Es decir, la perversión argumenta el goce, y goza con la argumentación: "Hoy he articulado el resorte de la perversión en sí misma, y al mismo tiempo les he mostrado que el sadismo no hay que tomarlo de ninguna manera como una vuelta del masoquismo, ya que es claro que ambos operan de la misma manera, el sádico de una manera más ingenua". 

¿Por qué el sádico sería más ingenuo que el masoquista?

Otra lección extraída por Jacques Lacan del trabajo de Gilles Deleuze, con la cual termina su clase:

Interviniendo sobre el campo del sujeto en tanto que está sujeto al goce, el masoquista, después de todo, sabe bien que, por poco que le interese lo que pase en el campo del Otro, hace que el Otro se preste al juego, porque sabe el goce que tiene que extraer. El sádico,  por su parte, está esclavizado por la necesidad de poner bajo el yugo del goce lo que él apunta como sujeto, pero no se da cuenta de que en ese juego es el timado, haciendo algo que está enteramente fuera de él, y la mayor parte del tiempo quedando a mitad de camino de lo que apunta. Al contrario, no deja de realizar de hecho, sin buscarla, sin ubicarse ahí, la función del objeto a, es decir, está objetivamente en una posición masoquista, como la biografía del divino Marqués demuestra, lo he subrayado en mi artículo. 

Aquí concluyen las referencias a Gilles Deleuze en "La lógica del fantasma", lo veremos aparecer de nuevo en "De un Otro al otro", seminario de 1968-1969. En la clase del 26 de  marzo de 1969, leemos:  

De lo que se trata es de la voz[ ... ]. La querida madre, como lo ilustra Deleuze, de voz fría y recorrida por todas las corrientes de lo arbitrario, es algo que, con la voz, esta voz que quizás él no ha escuchado en otra parte, del lado de su padre, viene ele algún modo a  completar y, allí también, a tapar el agujero. 
Eso no est,í, ciertamente, al mismo nivel en que el sádico trata a su modo, él también, e inverso, de completar al Otro, despojándole de la palabra, ciertamente, e imponiéndole su voz. En general, eso falla. 

En la clase del 22 de enero de 1969, leemos:

La forma más característica, la más sutil que hayamos dado a la función de la causa del deseo, es lo que se llama el goce masoquista; éste es un goce analógico, es decir~ que al nivel del plus de gozar, el sujeto toma allí, de modo calificado, esta posición de pérdida, de deyecto que está representada por n, y que el Otro será constituido como campo articulado,  bajo el modo de esta ley de ese contrato, sobre el cual nuestro amigo Deleuze ha puesto tan felizmente el acento para suplicar a la imbecilidad estremecida que reina en el campo del psicoanálisis. 

Última operación rescatada, al menos en el orden en que las hemos dispuesto, de las puestas en juego por Deleuze: el contrato.

Un trabajo a hacer sería seguir las consecuencias de las operaciones de Deleuze en las operaciones que realiza Jacques Lacan, para entender a qué transformaciones las somete  después de enfrentarlas con lo que el psicoanálisis ha dicho sobre el masoquismo. No lo hicimos porque sólo disponemos de una transcripción resumida de "La lógica del fantasma", y de una versión de "De un Otro al otro" para nada confiable (Theodor Reik en la primera es "Reich" a secas, la sintaxis de la segunda es imposible: por eso usamos la mayoría de las veces el estilo indirecto en vez de las "citas"). 

Algo sobre lo escrito por Deleuze 

Presentación de Sacher-Masoch, en su versión francesa de 1967, era el estudio que acompañaba la más conocida novela del autor, llamada La Venus de las pieles. En nuestra lengua es un libro de 156 páginas editado por Taurus (Madrid, 1974). La función de pivote, incluso de anticipación, que Jacques Lacan da a este estudio en su "La lógica del fantasma"  convierte en misteriosa la desaparición del texto de Deleuze resúmenes que se escriben. 

Es posible que, así como Deleuze prefirió olvidarse de su estudio y hasta de Sacher-Masoch en su Anti-Edipo, en espejo se le pagó con la misma moneda. La consecuencia es que el texto de Deleuze permaneció apresado en el seminario de  Jacques Lacan, que al seguir inédito tiene pocas oportunidades de refrescar la memoria de los "lacanianos".  

La Presentación de Sacher-Masoch, además de un prólogo que informa sobre el autor y la obra, está compuesta por una secuencia de once apartados con los siguientes títulos: "Sade, Masoch y su lenguaje", "Función de las descripciones", "¿Hasta donde llega la complementariedad entre Sade y Masoch?", "Masoch y los tres tipos de mujer", "Padre y madre", "Los elementos literarios de Masoch", "La ley, el humor y la ironía", "Del contrato al rito", ''El psicoanálisis", "El instinto de la muerte", "Superyó sádico y Yo masoquista".

La exploración comienza por el lenguaje, las descripciones, la temática, los elementos literarios de los que se extraen regularidades y, por último, entramos en el vocabulario del psicoanálisis. 

Deleuze comienza:

La literatura, ¿para qué sirve? En el caso de Sacher y Masoch, por lo menos, para designar dos perversiones fundamentales, lo cual constituye un prodigioso ejemplo de eficacia literaria. Puede suceder que algunos enfermos, típicamente concretos, den nombre a algunas enfermedades, pero de ordinario son los médicos quienes cumplen ese papel; así, por ejemplo, tenernos la enfermedad de Roger, de Parkinson, etcétera ...

El investigador vincula su nombre propio con un conjunto de signos. En este sentido, Deleuze se pregunta si Sade y Masoch, son investigadores clínicos, para responder que la  palabra "enfermedad" no se adecua a ellos: 

En cualquiera de los casos, "enfermos" o investigadores clínicos, y las dos cosas a la vez, Sade y Masoch son también grandes antropólogos que saben integrar en su obra toda una concepción del hombre, de la cultura y de la naturaleza; como artistas destacados, han  sabido crear nuevos modos de sentir y de pensar todo un lenguaje nuevo. 

El verdugo, según Bataille, no emplea el lenguaje de la violencia que ejerce, sino el lenguaje del orden establecido.

Son las víctimas las que describen las torturas.

La pornografía usa el mandato y la descripción, mientras que en Sade encontrarnos una facultad demostrativa elevada a la función superior del lenguaje. Esta demostración  no intenta persuadir, se confunde con la soledad del demostrador. 

Este privilegio de la demostración convierte a los mandatos y las descripciones, que también existen, en figuras sensibles de las demostraciones. La práctica libertina es una puesta en escena, los cuerpos son la pizarra donde se dibuja lo acertado de la demostración.

Un doble lenguaje, dice Deleuze: el imperativo-descriptivo que comparte con la pornografía y que constituye el elemento personal, y el lenguaje del elemento impersonal donde la  demostración rigurosa es la violencia de una razón pura. El resultado de este doble registro es una pornología. Krafft-Ebing había observado esta impersonalidad que parece responder, dice, a un esquema matemático. 

Por su parte, en Masoch se despliega un lenguaje persuasivo hasta llegar al consentimiento del contrato. Nada de esto ocurre en el sadismo.

La Edad Media, dice Deleuze, distinguía dos tipos de relaciones diabólicas: una por posesión, la otra por alianza. En el primer caso se busca una posesión instituida (sadismo), y en el otro una alianza contractual (masoquismo).

Deleuze analiza en detalle la manera en que la víctima habla por boca del verdugo (la voz aislada por Jacques Lacan).

La conclusión de este análisis comparado es la siguiente:

"La función imperativa y descriptiva del lenguaje, con Sade llega a convertirse en pura función demostrativa; con Masoch, en función dialéctica, mítica y persuasiva. Esta distinción  de funciones es algo esencial a las dos perversiones". 

El lenguaje imperativo y descriptivo de la pornografía se convierte en una pornología mediante la demostración (sadismo) o mediante una dialéctica, mítica y persuasiva (masoquismo).

La función demostrativa y la función dialéctica introducen, mediante la descripción, una diferenciación de "roles" y valores, que son objeto de estudio en el segundo  apartado del trabajo de Gilles Deleuze. 

La obscenidad provocativa de la obra de Sade contrasta con la decencia "rosa" de las novelas de Masoch, en las que el cuerpo de la mujer verdugo siempre está cubierto de pieles, y el de la víctima permanece indeterminado. Deleuze se pregunta: '' ¿Por qué la función demostrativa en el lenguaje de Sade conlleva descripciones obscenas, mientras que la función dialéctica de Masoch parece más bien excluirlas o, al menos, esencialmente no las presupone?". La respuesta introduce la compleja diferencia que propone Sade entre dos  naturalezas, una marcada por lo negativo como parcial y la otra como negación pura. 

La individuación y la conservación de un reino o una especie -escribe Deleuze- nos hablan de los estrechos límites en que se mueve la naturaleza segunda. En oposición a esta naturaleza está la idea de una naturaleza primera, portadora de la negación pura, por encima de reinos y de leyes, liberada incluso de la necesidad de crear, conservar  e individuar, delirio originario, más allá de cualquier principio, caos primordial formado exclusivamente por moléculas ciegas y aberrantes. [ ... ] Se habrá observado que la distinción de las dos naturalezas se corresponde en sí misma con la de los elementos y les sirve de fundamento: el elemento personal, que encarna el poder derivado de lo negativo, indica de qué modo el Yo sádico participa de la naturaleza segunda y produce actos de violencia a imitación de ésta; y el elemento impersonal, que nos remite a la naturaleza primera como a la idea delirante de la negación, representa el modo de negar el sádico tanto la naturaleza segunda como su propio Yo. 

El libertino de Sade está más excitado por el objeto ausente (la idea del Mal) que por los cuerpos presentes: ''Por eso los personajes sádicos se desesperan cuando ven sus crímenes reales tan insignificantes al compararlos con la Idea que les dio vida ... ".

De ahí la apatía, placer de la demostración y no de un yo.  A partir de aquí Deleuze reflexiona sobre la pulsión de muerte de Freud, así como se detiene en el análisis de los rechazos (ver-, prefijo alemán) que propone Lacan: Verneinung, Verwerfung y Verleugnung. 

La Verleugnung, mediante el fetichismo, aclara la forma de negación y suspensión del masoquismo. En términos de Deleuze, "Algunos de los principales fetiches empleados por  Masoch y sus personajes son, por ejemplo, las pieles, los zapatos, el látigo mismo, los gorros exóticos con que gustaba obsequiar a las mujeres, los disfraces de La Venus". 

Las novelas de Masoch culminan siempre en el suspense -escribe Deleuze- y no sólo porque los ritos masoquistas de suplicio y sufrimientos impliquen verdaderos casos de suspensión física, sino también porque la mujer verdugo adopta poses rígidas; porque deja en suspenso el gesto de abatir el látigo o el de descubrir su cuerpo, cubierto de pieles; porque se ve reflejada en un espejo que le devuelve su imagen fija.

La diferencia de lenguaje entre Sade y Masoch es también una diferencia en los procedimientos con que trabajan para la literatura el silencio de la pulsión de muerte: lo negativo y la negación del primero, la renegación y el suspenso del segundo; la forma especulativa y analítica del primero, la manera mítica, dialéctica e imaginativa del segundo.

Luego Deleuze se lanza a demostrar lo que a esta altura de su trabajo es obvio: la falta de "complementariedad" entre sadismo y masoquismo (subrayada con fuerza por Lacan).

El sádico, en tanto excluye el consentimiento de su demostración, no necesita una víctima masoquista.

El masoquista, por su parte, para ejercer su dialéctica y conducir al contrato, debe encontrar la mujer que se convertirá en una dócil verdugo, sin demostrar otro interés que el de cumplir la función que se le asigna.

La mujer pertenece al masoquismo, pero no es masoquista.

Se trata, en un caso com en otro, de encontrar el elemento de la misma perversión, no el complemento de la perversión contraria.

Los desarrollos que realiza Deleuze son exhaustivos.

Pasaré por alto una serie de descripciones y pruebas aducidas, para subrayar los tres tipos de mujeres que propone la literatura de Masoch. La pagana, volcada en el amor y la belleza.

Independiente, proclama la igualdad entre hombres y mujeres. Arna a otras mujeres, pero en ella triunfa el principio femenino. En el extremo opuesto la figura fría, maternal y severa. Y entre ambas la figura que se produce por la oscilación ele un péndulo que tiene estos dos extremos.

Deleuze recurre al tema de los tres cofrecillos, en el que Sigmund Freud supo leer la trilogía de la madre, la amada y la muerte.

Convence menos su apelación a La neurosis básica, de Bergler, con su reducción de lo que sea a la oralidad. Jacques Lacan se ocupa de esta tesis, que no sale bien parada en "La  lógica del fantasma" (entre nosotros la neurosis básica fue difundida por Enrique Pichon-Riviere). 

El paso siguiente de la indagación de Gilles Deleuze pasa por criticar la manera en que los psicoanalistas ("los ha leído, no inventa su tema") tratan al padre y la madre en el sadismo  y el masoquismo: 

El esquema sádico se basa en un último tema que Klossowski ha estudiado profundamente: el padre destructor de su propia familia impulsa a la hija para que torture y asesine a su madre. [ ... ] La madre asume el papel de víctima por excelencia, mientras que la hija pasa a  ser cómplice incestuosa. [ ... ] La fórmula del masoquismo parece más bien la del padre humillado. En el fantasma de las tres madres aparece un punto muy importante: la triple derivación de la imagen de la madre tiene por objeto transferir simbólicamente todas las funciones paternas a figuras de mujer; el padre está excluido y anulado. 

De paso, Deleuze desliza una crítica a Jacques Lacan al decir que es extraño que el psicoanálisis, "en sus investigaciones más avanzadas", vincule el orden simbólico con el  "nombre del padre" presentando a la madre como naturaleza pasiva y al padre como principio de cultura y representante de la ley: "Las madres, en su triple derivación, han expulsado al padre del universo masoquista". 

¿Cómo explicar la inclusión del tercer hombre en el contrato?

En algún aspecto, este Tercero no sólo expresa el peligro de la vuelta del padre, sino también la expectativa de un nuevo nacimiento y, en definitiva, la proyección del nuevo hombre corno efecto de una práctica masoquista. Así pues, el Tercero reúne en sí características diversas: afeminado, pero de momento sólo indica un desdoblamiento  de la mujer; idealizando, está prefigurando la resultante final del masoquismo; como sádico, representa el peligro paterno [ ... ]. 

Dejaré de lado el análisis de los elementos literarios, aunque sea esencial para lo que Gilles Deleuze quiere demostrar.  Pero entrar en este tema con un libro que tiene varias décadas, obligaría a precisiones demasiado extensas. No olvidemos que sólo estoy llamando la atención sobre un trabajo elogiado por Jacques Lacan al punto de adjudicarle alguna anticipación sobre lo que está realizando en "La lógica del fantasma". Tampoco olvidemos que la paradoja de esa anticipación es que ya contiene el "Kant con Sade" del propio Jacques Lacan, por lo que es necesario atender este juego dialéctico. Digamos que es al analizar los elementos literarios que Deleuze explica la función del fantasma, elogiando a su vez a Theodor Reik por haber descubierto lo fundamental a saber: 1) la función especial de la fantasía, es decir, la forma del fantasma (el fantasma  tal corno es vivido, o la escena soñada, dramatizada, ritualizada, lo cual es absolutamente indispensable al masoquismo); 2) el factor "suspenso" (la espera o el retraso expresan cómo actúa la angustia sobre la tensión sexuat impidiéndole crecer hasta el orgasmo); 3) el factor demostrativo, o más bien persuasivo (por el cual el masoquista exhibe el sufrimiento, la tortura y la humillación); 4) el factor provocador (el masoquista reclama, de manera agresiva, el castigo corno algo que le soluciona la angustia y le permite el placer prohibido). 

El quinto punto, olvidado por Reik y otros analistas es, para Deleuze, el contrato que "no sólo expresa el consentimiento por parte de la víctima, sino que también la persuasión  y el esfuerzo pedagógico y jurídico con el que la víctima conduce al verdugo". 

A partir de este punto Deleuze desarrolla el contrapunto entre la institución de Sade y el contrato de Masoch: en ambos casos, la ley es tratada por el humor y la ironía. "La ironía  viene a ser el juego de un pensamiento que se permite fundar la ley sobre un Bien infinitamente superior; el humor es el juego de este mismo pensamiento que sanciona la ley con un Mejor infinitamente más justo que ella misma". 

Desde aquí Deleuze prepara la entrada en el campo del psicoanálisis donde plantea una serie de paradojas, algunas de las cuales fueron expuestas por el mismo Freud.

Leemos, por ejemplo:

Como dice Lacan, la ley y el deseo reprimido son la misma cosa. Pero la ley no podría, sin contradecirse, determinar su objeto o definirse por su contenido, sin liberar la represión sobre la que se basa.  El objeto de la ley y el objeto del deseo es el mismo, y permanece oculto. Cuando Freud dice que el objeto nos remite a la madre, y el deseo y la ley al padre, no pretende solamente establecer un determinado contenido de la ley, sino casi lo contrario, mostrar cómo la  ley, en virtud de su origen edípico, tiene que ocultar necesariamente su contenido, para servir como pura forma nacida de una doble renuncia al objeto y al sujeto (madre y padre). 

De esta manera Deleuze muestra lo acertado de la comparación entre Sade y Masoch por el esclarecimiento recíproco que logra:

Partiendo de la idea de que la ley ya no puede fundarse sobre el Bien, sino sobre su forma, el personaje sádico inventa una nueva manera de trascender la ley hacia un principio superior; pero este principio es el elemento informal ele una naturaleza primera, destructora  de leyes. Si partimos del otro descubrimiento moderno, según el cual la ley aumenta la culpabilidad del que se somete a ella, el masoquista descubre también una nueva forma para ir de la ley a las consecuencias: da la "vuelta" a la culpabilidad, haciendo del castigo una condición que posibilita el placer prohibido.  Tanto el masoquista como el sádico trastocan la ley, pero lo hacen de distinta manera; ya hemos expuesto su procedimiento ideológico.  

El contrato masoquista se realiza en un rito en que el fantasma es puesto en escena. En las novelas de Masoch, escribe Deleuze, se encuentran tres tipos de ritos: de caza, agrícolas  y de regeneración (segundo nacimiento). 

De alguna manera la adhesión de Deleuze a la neurosis básica de Bergler lo induce al reduccionismo, al desembocar siempre en algo que se llama "madre oral". En "La lógica del  fantasma" Jacques Lacan critica esta posición. Es por eso que dejaré de lado la parte específica del "psicoanálisis", ya que Deleuze opera aquí por una "sumatoria", consciente de que su estudio es más preciso que aquello que resume de otros, tanto como para mostrar -como diría Jacques Lacan- que no inventó el tema. 

Una mención aparte merecen las páginas dedicadas a Sigmund Freud subrayando la problemática de la pulsión de muerte y la repetición, así como las del superyó sádico y el  yo masoquista. 

Conclusiones apresuradas

He aquí cómo resume Gilles Deleuze sus conclusiones:

l. La facultad especulativa y demostrativa del sadismo/la facultad dialéctica e imaginativa del masoquismo; 2. Lo negativoy la negación en el sadismo/la renegación y el suspenso  en el masoquismo; 3. La reiteración cuantitativa/ el suspenso cualitativo; 4. El masoquismo propio del sádico/ el sadismo propio del masoquista; 5. La negación de la madre y 

la inflación del padre en el sadismo/la renegación de la madre y el aniquilamiento del padre en el masoquismo; 6. La oposición entre el papel y el sentido del fetiche y el fantasma  en ambos casos; 7. El antiesteticismo del sádico/ el esteticismo del masoquista; 8. El sentido institucional/ el sentido contractual; 9. Superyó e identificación en el sadismo/Yo e idealización en el masoquismo; 10. Formas opuestas de desexualización y resexualización; 11. La diferencia radical entre la apatía sádica y la frialdad masoquista. Las diferentes técnicas literarias usadas por Sade y por Masad, son congruentes con la dinámica del fantasma que uno y otro ponen en escena. Esta enumeración, propuesta por Deleuze, deja ver los puntos menos comentados, que son también los más discutibles. Otro trabajo, más detallado, será necesario.  

1 - Lacan, J.: "Seminario. De un Otro al otro" (inédito), clase del 12 de marzo de 1969.


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