Germán García, escritor y psicoanalista, presidente de la Fundación Descartes y miembro del Consejo de la AMP, es el mentor y gestor del “proyecto Descartes”. En 1974 fue miembro fundador de la Escuela freudiana de Buenos Aires y uno de los que renovó el pacto con Masotta en 1979 para continuar con la misma Escuela freudiana bajo la designación de la Argentina. En 1986, en las coordenadas de la Fundación del Campo freudiano a su retorno de Barcelona, publica el primer número de la Revista Descartes y organiza la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis como consecuencia del vector instaurado por Masotta cuando funda en el año 1977 la Biblioteca freudiana de Barcelona (que él mismo impulsó desde enero de 1981 hasta la creación de la Escuela Europea de Psicoanálisis). A su vez promueve la creación de bibliotecas de psicoanálisis en el interior del país tendientes a consolidar el movimiento hacia la Escuela que decantará en la disolución de los grupos, constituyéndose en enero de 1992 la Escuela de la Orientación Lacaniana. En la nueva constelación organiza el Centro Descartes, asociado al Instituto del Campo freudiano, que inaugura un nuevo tiempo en la transmisión del psicoanálisis en la ciudad, iniciando este programa con una clase de apertura de J.A. Miller. En el año 2000, junto con un comité de iniciativas formada por Samuel Basz, Jorge Chamorro, J. C. Indart, Roberto Mazzuca y Mónica Torres esta transmisión se desarrollará en todo el país con la creación del Instituto Oscar Masotta, que es el instituto de docencia e investigación de la orientación lacaniana.
Publicó Nanina (1968), Cancha Rayada (1970), La vía regia (1975), Macedonio Fernández, la escritura en objeto (1975, 2000 2° edición), La otra psicopatología (1978), La entrada del psicoanálisis en la Argentina (1978), Oscar Masotta y el psicoanálisis del castellano (1980), Psicoanálisis: una política del síntoma (1980), Psicoanálisis: dicho de otra manera (1983), Perdido (1984), Gombrowicz, el estilo y la heráldica (1993), D’Escolar (2000), Parte de la fuga (2000), Fuego amigo (2000), La virtud indicativa (2003), Actualidad del trauma (2005) y El psicoanálisis y los debates culturales: ejemplos argentinos (2005) producto de la beca Guggenheim recibida en el 2003. Perteneció a la dirección de Los Libros, Literal, Cuadernos Sigmund Freud, Sinthoma, Otium Diagonal, Tyché, etc. Actualmente dirige la revista Descartes y la colección “Anáfora” de la editorial Atuel.
AAFD: Entre su encuentro con Lacan y el homenaje a Lacan hay una distancia no sólo cronológica sino también topológica o topográfica que se lee en D’Escolar. Usted cuenta que cuando en 1977 visita a J. Lacan se presenta como alguien que viene de la literatura porque “era menos patético que decir vengo de la Argentina” pero que Lacan repitió en tono de pregunta literatura, literatura. En 1991, en el Encuentro Jacques Lacan que se realiza en París, presenta su intervención Lacan saluda a Tristán Tzara diciendo “Vengo de la argentina” y sitúa en ese momento “los comienzos de una experiencia translingüística y también internacional”. ¿Qué podría contarnos de ese tránsito que va de 1977 a 1991?
GG: La entrevista con J. Lacan en enero del 77’, sobre el trasfondo de la dictadura que se había instalado en la Argentina hacía menos de un año, estaba marcada por la búsqueda de un lugar para continuar. Oscar Masotta, a la vez que me proponía que me trasladase a Barcelona me decía que era imprescindible que me quedase en Buenos Aires para que la Escuela siguiera funcionando. Por un lado yo me sentía responsable del proyecto de la Escuela, pero por otro lado (como le respondí a J. Lacan) yo venía de la “literatura”. Es verdad que enseñaba psicoanálisis y que me había analizado pero no estaba en mis planes convertirme psicoanalista. Entonces volví y terminé de escribir La entrada del psicoanálisis en la Argentina, libro que venía escribiendo en forma de artículos diversos desde hacía algunos años. Como la situación aquí se hacía insoportable y la invitación que le había hecho a Daniel Sibony mostraba la precariedad de la situación del psicoanálisis, a fines de 1979 me instalé en Barcelona. Desde Barcelona pude volver a analizarme, esta vez en París, así como trabajar sobre lo que había realizado Oscar Masotta y entender de cierta manera lo que estaba ocurriendo a consecuencia de la muerte de J. Lacan en 1981. Recuerdo que escribí una nota necrológica sobre J. Lacan para la revista Ornicar? en español que publicaba la editorial Petrel en Barcelona.
Cuando en 1984 asistí en Buenos Aires al III Encuentro Internacional del Campo freudiano, ya tenía decidida mi inclusión en la propuesta de J-A. Miller. Así que en 1986 volví a Buenos Aires y propuse al Campo freudiano la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis y la revista Descartes. En un reportaje que me hicieron en el diario Tiempo Argentino apareció el título “proyecto Descartes”. Pero como sabemos este proyecto que era la revista se convirtió en institución recién cuando en 1992 se fundó la Escuela de la Orientación Lacaniana.
AAFD: Si en su primer trabajo sobre la entrada del psicoanálisis en la Argentina se intentaba mostrar el modo en que se había producido su ingreso antes que la formalización institucional, el titulo de éste (El psicoanálisis y los debates culturales: ejemplos argentinos) permite pensar que hay que ubicarlo también mas allá de las instituciones establecidas. No deja de llamar la atención, presentado a través de un apartado, “Divinas palabras”, la importancia del deslizamiento del psicoanálisis en la literatura argentina. Deslizamiento que tomaba al psicoanálisis siempre de segunda mano, que permitía la aparición de “cierto” psicoanálisis, como el de Jung en la revista Sur, de Castelnuovo analizando a Arlt, incluso más cercano en el tiempo, la equívoca presentación en las obras de Manuel Puig a través de su asesora analítica. Ello también permitía ocultar, nada menos, el discurso freudiano. No obstante, ¿la literatura parece haber dado un lugar posible para el psicoanálisis, distinto del que le diera el positivismo?
GG: Creo que hay que hablar de una literatura rioplatense que tiene una vertiente española, pero que su particularidad no es separable de las grandes inmigraciones de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El psicoanálisis como el art nouveau llegó a la Feria Internacional del 1º Centenario de 1910. Hay que saber que en Uruguay Felisberto Hernández se valía del psicoanálisis para la creación de sus tramas narrativas. Roberto Arlt que era hijo de una italiana y un alemán también manifiesta el influjo de la difusión de estas disciplinas, para no abundar y repetir el libro al que nos estamos refiriendo, basta saber que nada de esto ocurre en la literatura mejicana por ejemplo. Tampoco ocurre en la literatura española y sabemos bien que Ángel Garma se instaló entre nosotros después de fracasar en su intento de formar psicoanalistas en los años 30’ en Madrid, y eso antes de la Guerra Civil Española.
AAFD: Hay un cierto estilo que da lugar a descubrimientos interesantes, por ejemplo el rescate del olvido del libro de Leonor Picchetti; la figura de Bela Székeley equiparada con la de Oscar Masotta, así como los avatares de Garma con la legitimidad y el psicoanálisis laico. Si ello podría hacer pensar en cierta similitud con la Entrada del psicoanálisis, otros elementos de la investigación, como la consideración de la obra de Arnaldo Rascovsky, quien como se destaca, se anticipa nada menos que a Leclaire, y confrontarlo con dos escritores como Bioy Casares y Borges, parece ubicar en otra posición de lectura los acontecimientos del psicoanálisis en Argentina.
GG: En El psicoanálisis y los debates culturales está documentada la operación que realiza Garma como “legítimo representante” de la IPA. Esta operación consiste en instalar el programa de formación de la filial de Nueva York, programa apoyado de una manera exclusiva en al formación médica. Esto ocurre en 1942 pero tres años antes Bela Székeley había propuesto desde el Colegio Libre de Estudios Superiores el programa de Berlín que incluía a los analistas laicos y que tenía una fuerte impronta “progresista”. He tratado de demostrar que no sólo Bela Székeley deja el psicoanálisis sino que también lo dejaron psiquiatras. Psiquiatras como Jorge Thenon al considerar que el modelo médico liberal carecía de proyección en el campo político y cultural. Garma le dijo a Thomas Glick que había evitado a los psiquiatras de Buenos Aires para no repetir el fracaso de Madrid.
AAFD: ¿Cuál es su perspectiva actual del “proyecto Descartes”?
GG: En estos años hemos logrado crear una institución con una regularidad suficientemente ágil como para responder a los imprevistos que nos plantea la cultura y la política. Creo que las distintas facetas puestas en juego en los diversos círculos de investigación y enseñanza ha posibilitado la confluencia de diversas sensibilidades. Por otro lado nuestra relación con el Campo freudiano y la Escuela de la Orientación Lacaniana nos mantiene atentos a un horizonte de expectativas internacional, lo cual sabemos que es fundamental para mantener actualizado nuestro trabajo.
La Fundación Descartes más que el modelo del instituto universitario ha tendido a constituirse como un “colegio”, un lugar habitado por estudiosos que no desesperan por la acreditación. Por supuesto que también tenemos nuestros estudiantes, ya que las cosas son como vienen. En cuanto a proyectos futuros esperamos bastante de las publicaciones, la posibilidad de crear una editorial, y de la Asociación Amigos de la Fundación Descartes que ha extendido nuestro trabajo y lo ha empezado a difundir entre jóvenes de una nueva generación.
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