El psicoanalista y escritor Germán García encuentra en la reedición facsimilar de la revista de literatura y psicoanálisis Escrita la oportunidad para reflexionar sobre el estado de su práctica en ese momento del país y en España, donde continuó en Barcelona el trabajo que había inaugurado Oscar Masotta, acaso también como un modo de festejar la recuperación de esas páginas inhallables.
Precedidos por una larga introducción del psicoanalista César Mazza, la editorial Eduvim acaba de publicar -en dos tomos- la colección completa, que salió entre 1980 y 1986, y en la que el autor de Nanina cumplió un papel clave.
García es autor de las novelas Cancha Rayada, La Vía Regia, Perdido, Parte de la fuga y La fortuna; de los ensayos La entrada del psicoanálisis en la Argentina, D’escolar, Saber de la Gradiva, La otra psicopatología, Oscar Masotta, los ecos de un nombre y El psicoanálisis y los debates culturales, entre otros.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Cómo fue el origen de Escrita: una ocurrencia y una respuesta política? ¿De quién fue la idea, si es que eso importa?
G : Escrita surgió de las conversaciones que teníamos con Antonio Oviedo, un escritor admirable y con un humor que llevó a que entre risa y risa, nos encontráramos un día proyectando una publicación contra la intemperie de aquellos tiempos. Otra manera de soplar contra el viento y darnos el gusto de difundir bastante literatura y algunos ensayos.
Estuve en los primeros números, después me fui a vivir a Barcelona y mandé desde allí algunas colaboraciones. El nombre Escrita fue un homenaje explícito a los Escritos de Jacques Lacan, ya que viajaba a Córdoba con cierta regularidad para enseñar el psicoanálisis a un grupo que solía reunirse en la casa de Oviedo, que participaba en estas reuniones donde estaba su mujer, la actual psicoanalista Alicia Larramendy.
Al comienzo hicimos una escuela freudiana, después algunos y algunas se fueron para diferentes lados.
T : Era un momento complicado desde todo punto de vista. ¿Escrita fue también una maniobra para neutralizar la injerencia de los médicos que intentaron adueñarse o se adueñaron de la primera Escuela Freudiana de Buenos Aires?
G : Tanto yo como los que siguieron a Oscar Masotta hasta la escisión producida un poco antes de su muerte, nos desentendimos de la historieta de los médicos y sus tramoyas.
Escrita ocurría en Córdoba y era una bifurcación del psicoanálisis asentada de manera decidida en la literatura y abierta a traducciones de calidad y difusiones de otras cosas relacionadas con el gusto de cada uno. Mis amigos cordobeses de entonces también eran amigos de Antonio Oviedo: Oscar del Barco, Héctor Schmucler y algunos otros que fui conociendo.
T : La revista -recuerdo un ejemplar: una revista-libro- iba cambiando de nombres (excepto el del núcleo duro), a medida que se iban, entraban otros, etcétera. ¿Por qué abandonaron la publicación algunos de los actuales miembros de Conjetural?
G : Desconozco por qué ocurrieron esos cambios en la revista Escrita, estoy seguro que Antonio Oviedo, que siguió siendo responsable de la publicación, podría responder esta pregunta.
Yo estaba demasiado ocupado con la encrucijada de Barcelona, después de la reciente muerte de Oscar Masotta.
T : Ya habías tenido contactos con miembros de la Escuela de la Causa Freudiana (ECF). Además del clima político irrespirable, ¿esos contactos terminaron de decidir tu ida a España?
G : Publicamos a Jacques-Alain Miller en el número 7 de la revista Cuadernos Sigmund Freud que dirigía Oscar Masotta, Jorge Jinkis, otros que por la virtud selectiva de la memoria he olvidado, y yo. Además había publicado, por decisión de Miller, una crítica a Maud Mannoni respondiendo a lo que opinaba en un libro recientemente publicado sobre Masotta y su grupo en la revista Ornicar? Cuando Lacan disuelve su escuela y avala lo que llama la escuela de mis alumnos, yo ya estaba en Barcelona después de haber fracasado en Buenos Aires cuando intenté abrir el juego con la invitación a Daniel Sibony. Sí, el clima político era irrespirable y el psicoanalítico también.
T : La revista tiene textos notables, dossiers, etcétera. Parece que en muchos están tus gustos, intereses. ¿Qué relación tuviste desde la distancia?
G : En efecto, fui consultado más de una vez pero ya no recuerdo que pude haber sugerido.
Conocí a varios cordobeses cuando hacíamos la revista Los libros en Buenos Aires, dirigida desde el comienzo por Schmucler y en la que también colaboraba Del Barco, Santiago Funes y unos cuantos más. Le debo a Schmucler y a Del Barco la publicación de Macedonio Fernández, la escritura en objeto.
T : De Escrita podrían salir, forzando un poco las cosas, Nombres, Descartes, Sitio, Exordio, Conjetural, etcétera. ¿Se trató de un dispositivo germinal?
G : Descartes tiene otra inspiración y se inscribe en un horizonte diferente al de la literatura. Su nombre me gustó porque tiene algo del murciélago de la fábula de La Fontaine. No sólo es el apellido de René Descartes, sino que también es el que usaba Perón en sus polémicas políticas publicadas en la época de su gobierno. Una revista de la resistencia peronista se llamó Descartes y circulaba de manera clandestina. No por eso mi revista Descartes está dedicada a la política, aunque tiene una política como cualquier revista. En cuanto a Sitio y Conjetural, creo que Luis Gusman o Jorge Jinkis pueden responderte la pregunta.
Exordio está dirigida por César Mazza y Pilar Ordoñez. Y en efecto, en su comienzo la planeamos juntos y tomamos algunas decisiones. Sin embargo, son ellos los que conocen, según una actividad que realizamos en la Fundación René Descartes, La constelación mediterránea de la cultura de Córdoba, que tiene su complejidad, que realiza importaciones culturales a su manera y hace revistas como Nombres y en su momento otras como Pasado y Presente.
Mi relación con la cultura cordobesa viene de lejos y se ha afianzado con la generosa deferencia de la Universidad Nacional de Córdoba al nombrarme Doctor Honoris Causa.
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