Correspondencias
La Creación es un templo donde vivos pilares
Dejan surgir a veces unas voces oscuras;
Allí los hombres pasan a través de espesuras
De símbolos que observan con ojos familiares.
Como confusos ecos que a lo lejos se ahogan
En una tenebrosa y profunda unidad,
Vasta como la noche, como la claridad,
Perfumes y colores y sonidos dialogan.
Y así hay perfumes frescos como recién nacidos,
Verdes como los prados, dulces como el oboe,
Y hay otros triunfadores, densos y corrompidos,
Todos de una expansión infinita movidos,
Como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,
Que cantan los transportes del alma y los sentidos.
Ch. Baudelaire
Raúl Gustavo Aguirre tradujo este soneto que para muchos constituye el acta de fundación del simbolismo.
Para el autor de Las flores del mal, misteriosos vínculos unen en el universo aquello que nuestros sentidos sólo perciben por separado y, algunas veces, de modo aberrante –“aberraciones perceptivas”, dirá Lacan en su seminario sobre Las psicosis–. Por este motivo el poeta insistió en el uso de un lenguaje “flexible y lo suficientemente desasido como para ceñirse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia” (Prólogo de Le Spleen de Paris).
Tal vez el modo epistolar en el psicoanálisis sea una constante que marca el inicio de algo nuevo. Freud inauguró su análisis con Fliess escribiéndole. Lacan colocó al comienzo de sus Escritos una carta, una carta robada, The purloined letter, de Poe. Miller hizo lo propio. En los albores de la tercera época institucional del psicoanálisis -según su decir- cada destinatario sabrá qué hacer con su destino. Nosotros, pampeanos –como gusta decir Germán García– nos pondremos los anteojos verdes de Dupin para leer al poeta bendito. Su Correspondance guarda ecos del eco de palabras oscuras, miradas familiares, espesuras de símbolos.
Al principio el Módulo se llamó Clínica y política en la correspondencia de Sigmund Freud, pues fue la lectura de ese epistolario, más los testimonios publicados, el lugar elegido para investigar el cruce de la clínica y de la política en el psicoanálisis. Luego las referencias se fueron desplazando y, bajo la evocación del soneto de Baudelaire, el módulo se llamó simplemente Correspondencias.
Los orígenes, Freud/Fliess, fueron revisitados. Si nadie puede dudar, como dice Walter Otto, que el arco y el son de la lira le pertenecían al divino Apolo en tiempos arcaicos y, muy probablemente también, la profecía; quién pondría en tela de juicio la férrea voluntad atea del viejo sabio judío de Viena y la correspondiente intuición de una configuración de la fantasía y el recuerdo recuperado.
El fantasma de la religión ha rondado siempre en la teoría psicoanalítica, a tal punto que tanto Freud, quien justamente escribió sobre el porvenir de la ilusión religiosa, como Lacan, que hizo tan popular su aforismo triunfo de la religión, fracaso del psicoanálisis, siempre especularon con ella en términos de futuro. Hoy es el futuro.
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