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Lacan: lo que queda por hacer con los niños en análisis

por Claudia Castillo

De nuestros antecedentes

Hay referencias al niño en Jacques Lacan desde el principio al final de su enseñanza. No solo en los Seminarios, sino en los Escritos, incluso en Otros escritos muy tempranos. Pueden ser comentarios que aluden a la práctica analítica con niños, y también descripciones y observaciones muy precisas. Tal es el caso de “Los complejos familiares”, que aquí se tradujo como La familia. Un escrito de 1938 escrito por pedido de Henry Wallon, que se puede considerar como un texto “precursor de su enseñanza” donde desarrolla ciertas hipótesis sobre el niño y la familia que dibujan una orientación contraria a la adaptación y que sitúa de entrada lo familiar como opuesto a lo estrictamente natural.
Este joven psiquiatra, que recién empieza a leer a Freud, inspirado en sus lecturas de Hegel, de la antropología, la etología y la psicología infantil ubica lo que llama “el complejo” y lo define como una forma y como una actividad. Lo aplica al Edipo, al destete y a lo fraterno. Muchas de las cuestiones que él plantea en este texto han producido desde diferentes corrientes, páginas y páginas en el campo psi.
La posición de Lacan en este texto marca aún sin citarlo explícitamente, la inspiración freudiana marcando el carácter no instintivo de los apetitos humanos. Por ejemplo, con el destete queda claro que aún cuando lo que está en juego sea una función de apariencia natural, esta no da cuenta de la regulación que es el destete. Cualquiera que haya recibido niños o que los haya observado desde una postura no incauta, sabe que las diferentes adquisiciones, como el control de esfínteres, la alimentación y los diversos aprendizajes donde está en juego el cuerpo, no tienen nada de “natural”. De lo que se trata entonces, es cómo el cachorro humano ingresa en el universo de lenguaje que lo antecede, tal como Lacan lo explicitará más adelante.
Del estadio del espejo al manifiesto sobre el niño
En 1936 Lacan realiza una primera comunicación frente a la comunidad analítica, que no redacta para su publicación y que escribe bastante después, en 1949. Es el texto que figura en los Escritos I como “El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia analítica”. Allí valiéndose del término imago describe la transformación que se produce en el sujeto cuando asume jubilosamente su imagen en el espejo. El yo se precipita en una forma primordial antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto. “El sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder”, a través de una Gestalt, que representa la forma del cuerpo.
No solo Lacan retoma el estadio del espejo a lo largo de su enseñanza muchas veces, incorporándole distintas cuestiones, aplicándolo a diversos argumentos, sino que este argumento con sus variaciones es usado por psicólogos “de niños” y otros múltiples especialistas.
Sin embargo, y en esto cito a Germán García: “el vuelco es su gran manifiesto, que es tan importante como el Manifiesto Comunista o los grandes manifiestos de las vanguardias políticas y culturales del siglo XX, me refiero al “Discurso de Roma”. Se trata de un discurso, que a la vez es un programa de investigación, donde ya indica cuál es ese otro que va a transformar. Lacan va a transformar a Freud en otra cosa, lo va a traducir y a partir de ahí Freud ya no será nunca más Freud, pero tampoco se puede decir que no es Freud. Lacan ya nunca va a poder ser Lacan, pero tampoco se puede decir que es la superación de Freud.”(1)
Este “Discurso de Roma”, “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” es también a mi entender un manifiesto respecto del psicoanálisis con niños. En principio, porque lo que Lacan señala como “problemas actuales del psicoanálisis” en ese momento, incluye las desviaciones que la práctica del psicoanálisis llamado “de niños” había instaurado.
El primer punto que plantea en ese escrito está referido exclusivamente a la función de lo imaginario en la técnica y en la experiencia que plantea la constitución del objeto en los diferentes estadios del desarrollo psíquico. Dice explícitamente: “El impulso vino aquí del psicoanálisis de los niños, y del terreno favorable que ofrecía a las tentativas como a las tentaciones de los investigadores la cercanía de las estructuraciones preverbales. Es allí también donde su culminación provoca ahora un retorno planteando el problema de la sanción simbólica que ha de darse a las fantasías en su interpretación.”(2)
El tratamiento de los niños incluye una serie de elementos, sobre todo el juego y los dibujos que permite a los diversos practicantes “delirar” junto con el niño en vez de poder sancionar, recortar, puntuar, separar, algo de lo que se juega en lo que el niño dice. El niño “expresa” y el analista es quien tiene la palabra verdadera.
Los analistas habían abandonado, según Lacan en ese momento, hoy no es diferente, “el campo de la palabra” en pos de una “pedagogía materna, la ayuda samaritana y la maestría dialéctica”.(3)
Tomando solamente ese escrito los que reciben niños podrían armar su propio programa de investigación, las diferentes declaraciones de principio que allí Lacan profiere son hipótesis a desarrollar o investigaciones por hacer. Por ejemplo, uno podría preguntarse quienes son hoy “las madres oficiantes en psicoanálisis” en un campo ocupado principalmente por mujeres y donde los hombres que ejercen dicha práctica se apuran por justificar su elección bajo la frase: “que puede el psicoanálisis con niños enseñarle al psicoanálisis”.
Otras afirmaciones de Lacan en este texto son provocaciones como cuando dice: “Observemos cuánto se cuidaba él mismo de excursiones demasiado extensas en su periferia: habiendo descubierto los estadios libidinales del niño en el análisis de los adultos y no interviniendo en el pequeño Hans sino por intermedio de sus padres”.(4), como se puede argumentar a favor o en contra y qué consecuencias tiene. Aquí Lacan compara el análisis con niños con las argumentaciones de Freud sobre Schereber y lo ubica “en la periferia”.
Las madres oficiantes en el psicoanálisis de niños
Existen las mujeres y existen los niños y en este campo aquellas que quisieron tomar la posta dejada por Freud fueron mayoritariamente mujeres, Hermine von Hug-Hellmuth , Ana Freud y Melanie Klein. Cada una de ellas partió de la teoría freudiana pero introduciendo variantes, acercando el psicoanálisis a una pedagogía o replicando cada afirmación freudiana como es el caso de Melanie Klein.
Al lado de Lacan hubo otras mujeres, algunas que estuvieron con Lacan desde el inicio, otras que se incorporaron después, pero en líneas generales todas tomaron su propio camino desarrollando su propia teoría ya sea acercándose a la pedagogía o transformando incluso algunos conceptos psicoanalíticos.
Me refiero a Françoise Doltó, Maud Mannoni y Piera Aulagnier, entre otras. Si hay un rasgo que puede agruparlas es el de tomar al Lacan de lo imaginario –simbólico, sin poder incorporar a su práctica y a sus teorizaciones al Lacan posterior al Seminario de la angustia.
Cada una de ellas tiene un recorrido y una historia diferente que valdría la pena investigar alguna vez por las consecuencias que ha tenido en el desarrollo del psicoanálisis con niños en la Argentina.
En el caso de Doltó es una médica pediatra de familia católica que permanece junto a Lacan hasta la creación de la Escuela de la Causa Freudiana en 1980 (5) .Sin embargo, si bien se basó en ciertos conceptos psicoanalíticos ella modificó las nociones de sujeto, lenguaje, deseo y cuerpo. Es la teoría de “la imagen inconsciente del cuerpo” que explicó detalladamente en toda su complejidad en 1984 pero que venía desarrollando. Ella plantea de que al contrario de lo que se produce en el caso de nuestro esquema corporal, desde el estadio fetal se estructura inconscientemente una imagen del cuerpo, que es “la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante” . De ahí la idea de organizar lo mejor posible esta evolución de la imagen inconsciente del cuerpo por medio de una educación, una humanización, lo que ella llamó “las castraciones simbolígenas”.
En el caso de Maud Mannoni, no viene del campo de la medicina, se especializa primero en criminología, nació en Bélgica pero se trasladó a Francia, incluso se analizó con Lacan, quién le reconoce el mérito de haber hecho ingresar al débil mental en el campo del psicoanálisis. En un momento dado se su formación, se acerca al campo de la anti-psiquiatría y se produce una gran gran pelea de Lacan con Mannoni y con otros, porque Lacan había recuperado de la antigua psiquiatría la presentación de enfermos. Algo didáctico, como se hacía en la psiquiatría clásica, como lo hacía Charcot, etc. Mannoní y compañía que eran antipsiquiatras, se opusieron. Miller saca un texto a favor de la presentación de enfermos, pero lo que no se aclara es que Lacan veía locos siempre, iba a Sainte-Anne todos los días, es decir que entrevistó locos durante cincuenta años. (6) Si bien hay muchas cuestiones que ella plantea que se encuentran dentro del marco trazado por Lacan en “Función y campo” a medida que su conceptualización avanza se va separando progresivamente de él y nuevamente sus consideraciones se acercan más a una escuela para padres que al análisis de un niño. Por lo tanto para esta autora la escucha de la familia habrá de convertirse en un aspecto central de la cura, ya que su discurso «puede aportar aquello que falta a la inteligencia del texto aportado por el niño».
Piera Aulagnier, estudió medicina en Italia antes de partir a Francia a principios de los 50´, en París, conoció a Jacques Lacan y comenzó con él un análisis en 1955, que terminó en 1961. A continuación él la presentó a la Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP), creada en 1953 tras la ruptura con la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP). Siguió a Lacan en la segunda división de la historia del psicoanálisis en Francia en 1963-64 y fue rápidamente promovida Analista de la Escuela (el título más alto) en la EFP (Escuela Freudiana de París) Se va a separar de Lacan en 1967, cuando propone el procedimiento del pase. (7) Nuevamente esta autora y sus conceptualizaciones son tomadas en continuidad con Lacan pero existen diferencias.
El psicoanálisis con niños en la Argentina y lo que queda por hacer con los niños en análisis
Ya en otros trabajos hemos desarrollado detenidamente los desarrollos de Arminda Aberastury y las consecuencias que su Teoría y práctica tuvieron en el desenlace del Psicoanálisis con niños en la Argentina (8).
Por otra parte, tal como lo señala Germán García: “la infancia con sus rasgos infernales y su reverso paradisíaco no "traduce" la ex­periencia de los niños, sino el recurso adulto al pasado histórico y personal. El psi­coanálisis, en su recurrir a la infancia, ha vuelto a dar fuerza a figuras de siglos, mediante la estrategia del simbolismo -incluso, en la misma discusión sobre el concepto de símbolo. El paraíso originario de Freud, el infierno primario de M. Klein, la oscilación entre uno y otro (cuerpo despedazado/júbilo) del espejo de Lacan, organizan esa persistencia.” (9)
Sin embargo, hay niños que sufren y que piden ser traídos para ser escuchados. Tras la mascarada de los síntomas llamados “actuales” los niños padecen las mismas cosas que en la época de Freud, inhibiciones, miedos, angustia. O en términos de Jacques Alain Miller vienen a contar, si son neuróticos, algo de la novela familiar, como el sujeto fue separado del objeto primordial, a través de que traumatismos fue afectado de una pérdida de vida y qué significación ha surgido para él de eso, qué posición subjetiva ha sido recuperada de esa catástrofe” (10).
Más allá de los métodos o los modos en que la sesión se desarrolle, jugando, dibujando, escribiendo, teatralizando de lo que se trata es que el niño hable, y eso en general “hace bien”.
De todos modos hay muchos temas d discutir “en serio” en la práctica del psicoanálisis con niños, la duración de la sesión, cuando se considera que el análisis de un niño termina, de qué modo opera la interpretación, qué autoridad tiene el practicante respecto de los padres y a la vez si es capaz de decirles “que dejen hacer al niño su neurosis en paz” (11) y que esto se llevará a cabo de todos modos sin que el niño concurra al analista.

Claudia Castillo
12 de noviembre 2011
XXV Coloquio Descartes

Notas:
(1) Germán García; “Conferencias porteñas”; a raíz de la presentación del tomo I de las Conferencias porteñas, de Jacques-Alain Miller, publicado en e-texts página de la Fundación Descartes http://www.descartes.org.ar, septiembre, 2009
(2) Jacques Lacan; “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” en Escritos I, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1984
(3) Jacques Lacan; obra citada. Pag. 233
(4) Jacques Lacan; obra citada

 

 
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