Lacan: negaciones y afirmaciones
por Graciela Musachi
En el libro que citaba Myriam Soae, Lecciones de los maestros, George Steiner hace una extensa reflexión sobre la relación maestro-discípulo. Pero lo interesante es el epílogo donde él trata de situar qué puede quedar de la relación maestro-discípulo con el avance de las redes sociales. Y dice lo siguiente, en la página 172: “Cientificismo; feminismo; democracia de masas y sus medios de comunicación. Las “lecciones de los Maestros” ¿pueden, deben sobrevivir el embate de la marea?”
Su respuesta evidentemente es pesimista: “El aura carismática del profesor inspirado, el romance del personaje en el acto pedagógico persistirán indudablemente. En un nivel serio, sin embargo, los ámbitos en los que se aplicarían parecen ser cada vez más restringidos”, y en la página 173 dice lo siguiente (es increíble), “Una sociedad como la del beneficio desenfrenado, que no honra a sus maestros, es una sociedad fallida. Pudiera ser que fuera éste el significado radical de la pornografía infantil”.
Si leemos todo el libro vemos que él analiza una serie de tipos de maestros: el maestro del pensar -que tiene una raíz alemana-, el maestro zen -del que nos hablaba Liliana-, el maestro diabólico –Fausto-, el maestro de maestros, el falso maestro o maestro de la falsedad y, finalmente, un poco equívocamente porque él rescata su lugar ya que es un hombre moderno y ha leído a Hegel, los sofistas, a quienes él les atribuye verdaderamente un lugar fundamental pues dice que obligaron a los griegos a pasar de la palabra a la escritura y por eso son considerados los primeros críticos textuales.
En toda esta lista que les he mencionado por supuesto está Freud y está Lacan. Interesa lo que dice de Lacan justamente cuando viene hablando de los sofistas: “Se sostiene que sus audaces especulaciones sobre la “nada”, sobre la condición paradójica de las proposiciones existenciales, especialmente en Gorgias, contienen in nuce la experiencia de Heidegger del Nichts (la nada) y consiguientes aspectos del juego mundano de la deconstrucción lacaniano-derridiana”. Esa es una referencia a Lacan y luego tenemos otra en la página 108, donde Steiner se refiere a un maestro legendario francés (Granel) y agrega: “Jacques Lacan, por histriónica que fuese su conducta, por indescifrable que resultase su escritura, ha suscitado un grado casi histérico de adulación y discipulazgo”. Evidentemente, Steiner es despectivo no tanto con Lacan sino con el psicoanálisis. Veamos la página 170, es en la misma página donde hablaba de que en un ámbito serio las redes sociales de masas iban a tocar lo serio de la relación maestro-discípulo: “Aún más influyentes son las reticulaciones de lo psicoanalítico, las rivalidades entre sus Maestros, los conciliábulos de dependencia y discipulazgo, que dan color a tantas facetas de nuestro lenguaje y costumbres. Aquí, aunque con un disfraz que viene a ser casi una parodia, florecen los temas clásicos del Magisterio y el discipulazgo. En cierto modo la New Age, el clima posfreudiano, son presocráticos. Pitágoras y Empédocles se sentirían a sus anchas”.
¿Qué podemos decir? Georges Steiner, es humanista, es progresista, es universitario, es políticamente correcto.
¿Fue Jacques Lacan un maestro? y, en segundo lugar, ¿Fue Jacques Lacan un maestro para mí? Evidentemente, no podría ser un maestro para mí porque, como él mismo dijo fui su lectora. Por otra parte, no era el modo del maestro aquel en el que él se ubicaba: “nuestra palabra no exige discípulos”, dice en un ámbito en el que había invitado a Jakobson para que explicara, justamente, qué tenía que producir alguien que estaba en el campo del lenguaje en aquellos a quienes se dirigía. Y él dice lo que piensa respecto de lo que debe hacer alguien que está en el campo del psicoanálisis y, por lo tanto, al ser su instrumento el lenguaje, qué debía hacer con aquellos a los que se dirige: “Nuestra palabra no exige discípulos sino una disciplina. Un cambio de posición radical del sujeto que las palabras mutación o ascesis no dicen bien. Se trata del sujeto, del sujeto lógico y de lo que comporta de disciplina del pensamiento en quienes son introducidos por esta posición, por su pensamiento”.
¿Qué fue Jacques Lacan para mí?, me oriento en la frase de Germán García en su libro sobre la identificación. Sólo identifico aquello con lo que me identifico.
Les cuento que en el 2001 cuando se cumplían 100 años del nacimiento de Jacques Lacan se hizo un Coloquio con su nombre donde intervinieron colegas de la APA, APdeBA y de la EOL. Fue multitudinario. Yo dirigía la colección Orientación Lacaniana y edité este libro cuyo título y modo de tapa lo inventó Germán: Lacan argentino, jugando con la cosa plateada que implica argen y hay un mamut, ahí, porque hay una referencia de Lacan a sí mismo en ese sentido. En esa ocasión hubo una mesa con colegas de APA, de APdeBA y de la EOL: Éramos unos diez o doce en la mesa y la gracia del asunto -gracia para los que estaban abajo no para los que estábamos arriba-, la gracia del asunto consistía en que se le había pedido al público que nos enviara preguntas que nosotros debíamos responder. Entonces, sin pensar, había que responder las preguntas. Una de las preguntas fue para mí y para Indart, dice así “Las instituciones lacanianas han sido siempre vistas como mucho menos tolerantes y liberales que las instituciones pertenecientes a la IPA, aunque se pueden quejar de manera ritual de la intolerancia de la IPA. Puede ser, como dijo hoy Etchegoyen que Jacques-Alain Miller sea un papa, tal como ahora no existen en la IPA; además sabemos que hay dentro de los lacanianos otras figuras preponderantes que pueden ser vistas como que les falta moderación y tolerancia, tal como Germán García, Jorge Chamorro y Juan Carlos Indart. Nos gustaría escuchar la opinión de los colegas de la EOL”. Primero contesta Indart, hace una referencia a un recuerdo infantil, un recuerdo gracioso, diciendo que él empezó a enseñar a los 6 años. Les voy a leer parte de mi respuesta: “Felipe, el amigo de Mafalda (voy a recurrir a la infancia como lo hizo Juanqui) Felipe decía: “¿Justo a mí me toca ser quien soy?” Justo a mí me toca ser quien soy, por eso me han hecho esa pregunta, la pregunta sobre la tolerancia, la liberalidad, Germán García, Miller Papa. Ustedes saben: una mujer, judía, que trabaja con Germán García hace muchos años, y a quien le debe su entrada en el psicoanálisis. Lo recuerdo bien, era una tarde que me encontraba con Germán por primera vez para ir a estudiar psicoanálisis lacaniano (…) “Miller Papa”, lo dijo Etchegoyen. Tolerancia y liberalidad, “somos intolerantes y no liberales”; son términos voltaireanos en los cuales no me oriento. “Otros no son moderados”. (…) Germán García: les voy a decir en lo que me oriento o cómo me oriento; por supuesto, trato de orientarme en el psicoanálisis, pero en qué punto. Trato de no orientarme en el personaje, que a veces, en su intolerancia puede ser muy estimulante. No olvidemos que estamos en el Campo freudiano, hoy nos recordaban qué quería decir eso: Freud. Pero no me oriento en el personaje, me oriento en lo cual él está convencido. Por eso hay que leer la correspondencia de Freud para aislar este punto en esa correspondencia. Ver qué le dice Freud, por ejemplo al pastor Pfister acerca de cómo él mismo, Freud, se orienta, hasta usa la palabra delincuente; o lo que le dice a Edoardo Weiss. Bien, a lo largo de toda la correspondencia se puede uno preguntar si Freud era ese personaje vienés que todos conocían. Oscar Masotta: leamos las cartas que él escribió en la escisión de la escuela que él mismo había fundado, publicadas bajo el nombre “Documentos”. Bueno, de Lacan hemos escuchado tantas cosas… No me oriento en el personaje.” Me oriento, como dije, en esa certeza.
Quiero decir, que no identifico a Lacan, evidentemente, con un maestro tampoco un héroe intelectual, como quería Stuart Schneiderman. No era un intelectual y por practicar el psicoanálisis, lo voy a decir en inglés he mocked the hero, es decir, él se reía del héroe, como comentó Germán acerca del estilo mock-heroic de Lacan, justamente es eso reírse del héroe. Jacques Lacan ironiza, satiriza, payasea, exagera, parodia, muestra su in-comprensión, su in-tolerancia, su in-corrección política. Para decirlo de otro modo, usa todos los recursos de la lengua que, por su presencia, tocan lo inconmensurable, lo indemostrable, lo indecidible, lo incompleto en su topología. Por supuesto, Lacan no es ni podría ser un poco delincuente, como le decía Freud a Pfister para describir cómo quería que fuera el analista, porque eso lo decía Freud en un tiempo en el que había un sí y un no, es decir, había transgresión.
Jacques Lacan es alguien cuya marca hace decir en tono de comedia el drama de cada uno, según la ironía de Shakespeare:
“No, no me darás la bienvenida.
Vengo a que me hagas echar por la puerta”.
Jacques Lacan. Jacques Lacan para mí es mi buena fortuna.
Graciela Musachi
12 de noviembre 2011
XXV Coloquio Descartes