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Controversias sobre el autismo

por Alicia Alonso*

 

El recorrido temático aborda una serie de problemas entrelazados. En primer lugar, los relativos a la definición y características del autismo ; en segundo lugar, los relativos a su tratamiento.

I

En el año 1943, en un artículo titulado Autistic disturbances of affective contact, un psiquiatra de origen austríaco, Leo Kanner, crea una nueva entidad nosográfica aplicable a ciertos niños que distingue por un extremo repliegue desde el inicio de la vida. Según su observación, dicho repliegue desdeñaba y excluía todo lo que provenía del mundo –fenómeno que Bettelheim describe, a propósito del caso Laurie, como indiferencia apasionada–. Kanner denominó a dicha entidad autismo infantil precoz. Un año después, un médico pediatra, Hans Asperger, definía como psicopatía autista un síndrome caracterizado por las dificultades de integración social de niños que suelen poseer buen nivel de inteligencia y lenguaje.

Sin embargo, treinta años antes de estas definiciones el término autismo ya tenía su anclaje en la historia de la psiquiatría. Con dicho nombre Bleuler designaba uno de los síntomas fundamentales de la esquizofrenia; para hacerlo, tomaba de la teoría freudiana el término autoerotismo y le sustraía el Eros, situando el autismo como consecutivo de la disociación, como una tentativa de adaptación al proceso patológico.

Síntoma o estructura patológica de la personalidad, síndrome o entidad nosológica, efecto secundario o causa, el autismo adquiere de esta manera un uso que se propaga. Buscaremos poner en cuestión el término autismo como entidad nosográfica.

II

Una condición para ubicarnos en el campo psicoanalítico será el retorno al concepto freudiano de autoerotismo. Dicho enfoque, por medio de un trayecto inverso al seguido por Bleuler, contempla el intento de restablecer el vínculo con la teoría de la sexualidad en la infancia: el autismo está construido sobre su rechazo. No se tratará entonces de entender las tendencias en función de una supuesta maduración sino de las peculiaridades de eso que Oscar Masotta describía como la difícil estructura del narcisismo. Ahí se trazará la vía para abordar el autoerotismo en referencia a las vicisitudes de la respuesta singular de un sujeto a la pulsión.

En el abordaje de las psicosis, la fijación al autoerotismo determinará tanto la enfermedad como la cura: la restitución libidinal encontrará su objeto en la alucinación, la estereotipia motora y el cuerpo, así como en el tratamiento de la palabra como cosa. El recorrido de Tres ensayos de teoría sexual pone en entredicho la alternancia de lo innato y lo adquirido para demostrar que la pulsión, si no posee cualidad alguna, ha de considerarse como una exigencia de trabajo para la vida anímica. Cobra todo su interés entonces la articulación entre libido y decir, actualizada en la relación transferencial. La insistencia de lo real, desligado, no puede explicarse por la relación del sujeto con la realidad, muy por el contrario, cuestiona la adaptación, así como la implicación del sujeto, en tanto respuesta. En este sentido, Eric Laurent recuerda algo que adquiere el carácter de una tesis: el niño autista presenta alucinaciones. Al caracterizarlo así Lacan insiste en su relación particular con el lenguaje y el Otro.

III

La complejidad del tratamiento traza una línea de demarcación entre distintas perspectivas. Dominique Wintrebert describe lo que denomina la tesis del déficit inspirada en los trabajos contemporáneos de epistemología genética, en dicha tesis ubica las teorías cognitivo conductuales de las cuales un modelo actual es el método TEACCH, propuesto por Schopler. Junto con esta perspectiva coexiste la definición del autismo como déficit de maduración, genéticamente condicionado, activado por una crisis fisiológica específica.

Por otro lado, Wintrebert describe la tesis de la defensa, que califica de psicogenética, donde los trastornos autistas adquieren el carácter de estrategias, siendo el déficit un efecto secundario, que adopta la forma de una detención en el desarrollo de la personalidad. En estos casos, el autismo patológico será atribuido a una ruptura prematura de un envolvimiento que es descripto como fusión imaginaria con la madre, por Frances Tustin; como consensualidad, por Donald Meltzer, como relación de mutualidad, por Bruno Bettelheim.

En esta perspectiva dual el acento se ubica del lado de la defensa empleada contra una separación concebida no como una operación lógica, sino como un proceso ligado al desarrollo. Una naturalización del deseo del niño por la madre –explica Germán García–, pensada como biológica y no como aquello que se produce como Otro por la mediación de una pérdida. La significación de la relación simbiótica madre / infans en la génesis de la esquizofrenia, conducirá a Margaret Mahler a la descripción de un cuadro clínico específico que denomina psicosis simbiótica.

IV

La perspectiva adoptada por Lacan, al anular las preguntas sobre la génesis, opera una separación en la teoría del supuesto desarrollo de la libido. “A partir de allí, el punto de vista estructural obliga igualmente a revisar la noción de individuo, soporte del desarrollo, para sustituirle un concepto diferente, el de sujeto –que no es el soporte del desarrollo ni tampoco el soporte de la estructura, sino exactamente lo que supone la estructura.”

El surgimiento del sujeto no está ligado a una fase del desarrollo, sino a un tiempo lógico marcado por la ruptura. “Si no respondemos desde la biología –o desde cualquier otro lugar– debemos pensar que estamos hablando de cierta organización del aparato psíquico y de sus posibles transformaciones en el tiempo. (...) Freud, por su parte, considera que el pecho es el niño hasta que lo pierde: no hay relación con el pecho, puesto que no hay un sujeto y un objeto.” Para situarlo, es necesaria una diferencia: recién cuando se efectúa la inscripción de la ausencia de la madre, cuando hay reconocimiento de la posición simbólica de la madre, se puede ubicar el ser metonímico del objeto imaginario producido por el niño. Es “ese carácter metonímico del objeto el que regulará la posición correlativa del cuerpo, más allá de la cuestión de la prematuración del nacimiento.”

V

El yo freudiano –explica Laurent– no está correlacionado con cualquier realidad sino con los tres órdenes de identificación que se distinguen en “Psicología de las masas y análisis del yo”. Estos niños pueden golpearse en forma enloquecida, sin reconocer el espacio, fundamentalmente porque están en un mundo no orientado y no porque sus mecanismos neurológicos estén desregulados. La observación demuestra que son capaces de tomar objetos y seleccionarlos, dirigiéndose a ellos, cuestión que indica que la maduración sensorio motriz está realizada pero, a pesar de eso, quedan petrificados gritando frente a un objeto que no pueden pedir. Asimismo, si se equivocan en un gesto necesitan volver a hacer toda la secuencia desde el principio, una y otra vez.

El circuito deja al descubierto que un fenómeno simbólico no se ha producido: el sujeto no está representado ante otro significante. Esta solidez, esta captación masiva de la cadena significante –observada por Lacan– impide cualquier apertura dialéctica. Una función simbólica, la función de la intención, en tanto el llamado no tiene destinatario, no se formula como una demanda.

En 1966, en el Coloquio de Baltimore, Lacan responde: “... el sujeto es instrumento, materia, para simbolizar una pérdida (...) ¿Dónde está lo análogo? O existe esa pérdida o no existe. Si existe, solamente es posible designarla por un sistema de símbolos. En todo caso, la pérdida no existe antes de que esta simbolización indique su lugar.” En palabras de Germán García: “El grito –que escande el silencio entre un instante y algo que es del Otro– entra en lo real, crea la estructura y devuelve al sujeto un valor, lo convierte en moneda de cambio”.

La fecundidad de esta aproximación nos permite “no negarle a ninguno de estos sujetos la posibilidad de estar en el lenguaje, y no en un mundo compuesto únicamente por imágenes fijas, globalmente autónomas unas de otras.”

 

* Miembro del Centro Descartes y de la Fundación Puertas Abiertas; integrante de Atención Analítica; docente e investigadora de la U.B.A; responsable del área de Docencia /Investigación y Pasantías clínicas del Instituto de Salud Mental Nuestra Señora de Luján.

Notas

Faivre-Joussiaux, “Autismo infantil”, en Elementos para una enciclopedia del psicoanálisis”, Buenos Aires, Paidós, 1996.

Bercherie, Paul, Génesis de los conceptos freudianos, Buenos Aires, Paidós, 1996.

Masotta, Oscar, El modelo pulsional, Buenos Aires, Argonauta, 1980.

Belaga, Guillermo, Formas Clínicas, Buenos Aires, Descartes, 1999.

Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual; Introducción del narcisismo; en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1992.

García, Germán, La clínica y el lenguaje de las pasiones, clases año 2000, ficha, Centro Descartes.

Laurent, Eric, Hay un fin de análisis para los niños, Buenos Aires, Diva, 1999.

Wintrebert, “Autismo infantil”, dossier de la revista Vertex 9, Buenos Aires, Polemos.

García, Germán, La entrada del psicoanálisis en la Argentina, Buenos Aires, Altazor, 1978; páginas 22 y 203.

Miller, Jacques-Alain , La voz, Buenos Aires, Colección Orientación Lacaniana, 1997.

García, Germán, El psicoanálisis y los debates culturales, Buenos Aires, Paidós, 2005; página 156.

Eric Laurent, libro ya citado, página 91.

Extraigo esta cita de “La red / tórica”, trabajo escrito por Germán García, publicado en su libro Psicoanálisis dicho de otra manera, Barcelona, Pretextos, 1983; página 141.

García, Germán, libro citado, página 162.

Eric Laurent, libro ya citado, página 115.

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