La transferencia un affaire de palabras
por Romina Torales
“Hay que amar también la ignorancia de la que no podemos salir como a la vida misma que persiste en ella. Todo hombre que cree saber está separado de su cabeza y del azar originario. Todo hombre que cree saber mantiene la cabeza cortada encima de su cuerpo. Su cabeza cortada ha quedado en el agua del espejo. Lo que lo condena a la fascinación (a la turbación erótica) es también lo que lo protege de la locura”
El sexo y el espanto. Pascal Quignard
El parágrafo1 que funcionó como causa para participar en este Coloquio, me encontró con otro texto de Germán García - el cual forma parte del libro D´Escolar del mismo autor-, y que fuera leído por éste, en la Jornadas de la EOL: Las enfermedades del Sujeto Supuesto Saber en el año 1999, llevando el escrito igual título. Al parecer, no por azar, sino como se señala para hacer caer en la cuenta que “enfermedad” no sería la palabra más conveniente para interrogar el sujeto supuesto saber y su relación con la transferencia en la experiencia de un análisis. A tal fin, extrae un párrafo de Psicopatología de la vida cotidiana, donde Sigmund Freud destaca un grupo de fenómenos del lenguaje: “los casos de olvido {Vergessen}, los errores que uno comete no obstante poseer un mejor saber, el desliz en el habla {Versprechen}, en la lectura {Verlesen} y en la escritura [Verschreiben], el trastrocar las cosas confundido {Vergreifen} y las llamadas acciones casuales” En las que el prefijo, «ver» de la lengua alemana muestra la homogeneidad interior de estos fenómenos” Ver, traducido como rechazo. En cuanto a Jacques Lacan la referencia será el escrito preparatorio a la conferencia de Nápoles en 1967: La méprise- equivocación del sujeto supuesto saber.
La equivocación, el trastocar las cosas confundido, vergreifen en alemán, funcionará como nexo entre los textos.
¿Qué es el inconciente? Se pregunta Lacan en el artículo mencionado, cargando las tintas en la insistencia de los psicoanalistas después de Freud en querer acallarlo; borrar lo que tiene de Unheimlich, olvidar su descubrimiento.
Apelará a los argumentos en los que se ha intentado definir, explicar o conocer la estructura del inconciente, ligándola de manera insistente a una representación. A través del behaviorismo, los patrones de conducta, la tendencia instintiva o el desarrollo de la libido que cumpliría su meta en lo genital. Todas ellas tomadas como una “falsedad que espejea” dirá Lacan, basadas en una sobrecarga retórica dando como resultado el ejemplo freudiano del caldero agujereado.
La crítica estará centrada en los teóricos de la conducta que niegan el principio de realidad freudiano confundiéndola con la realidad; en la explicación de los fenómenos del inconciente por la fijación y la regresión de la libido a un estado anterior. En consonancia con la idea de un supuesto progreso en el movimiento del inconciente. Y además en los que utilizan los meandros de la hermenéutica, para realizar una interpretación que se empasta con el metalenguaje.
Para luego, dar lugar a un inconciente que se plantea con una estructura paradojal: un objeto que será activo y un sujeto subvertido: “no puede tenerse como irresponsable de lo que se comprueba de hechos por medio de una práctica”
Un inconciente como efecto del lenguaje, que en su aparición borra al sujeto y más que recordar “no se acuerda de lo que sabe” y que vuelve a llamar al ser de representación a partir de un significante. Dando cuenta que la representación en sí misma no es el significante.
Sujeto supuesto saber: “Un decir que se diga sin que se (on) sepa quién lo dice, a lo que se sustrae el pensamiento” que va a contrapelo de la interpretación que se excusa en la transferencia y que cubre al psicoanalista de que “pueda decirse alguna cosas sin que ninguno lo sepa”.
La mepris del sujeto supuesto al saber difiere de cualquier aprehensión del sujeto, prise en francés, Begriff (concepto) en alemán, sino que será la vergrifen la que “…promueve una nada que se afirma o se impone por el hecho de su negación misma la indica en la confirmación que no faltará de su efecto en la secuencia”
Omitir una cita, evitar las referencias y las comillas: ¿será ésta la enfermedad del sujeto supuesto saber? dice German García al respecto de la convocatoria a las jornadas. Y es, si se remiten al texto, cuando Lacan se sirve de Cantor y los números transfinitos para mostrar la atopía del saber y del sujeto: “¿Dónde, si se puede decir, que el número transfinito, como “nada más que saber”, aguardaba a aquél que debía hacerse su descubridor? Si no es en ningún sujeto ¿Es en cuál se (on) del ser?” Lacan aprovecha la homofonía entre se-on- y la teoría óntica, del ser.
Construir la teoría de la equivocación esencial al sujeto de la teoría: el sujeto supuesto saber “una teoría que incluya una falta que debe volverse a encontrar en todos los niveles, inscribirse como indeterminanción (sujeto)2, ahí como certeza (acto), y formar el nudo de lo ininterpretable (real)” es a lo que es llamado un psicoanalista y es por la práctica que el psicoanalista inscripto en lo real define su acto.
Si el analista por la certeza de su acto posibilita la apertura del inconciente, también hay cierre. Serán las coordenadas del amor las que atemperen la unhemlich del rechazo del inconciente, ver, en alemán, promoviendo la vergreifen: equivocación. German García arma un gráfico3 con estos conceptos donde ordena los lugares para pensar la estructura de un análisis.
No hay mas saber que el del recorrido de un análisis, con el costo que esto implica y del que resulta un cambio de posición subjetiva, nada más que decir. La otra cara del SsS es el amor, necesario para que el saber advenga contingente. Dando la entrada a la histerización del discurso. Comienzo de un análisis.
Entonces, Dice García: “si lo rechazado (Ver) con horror circula como vergreifen equivocación, ¿Qué hace el psicoanalista con eso?”, y más adelante: “Recordemos que Lacan definió alguna vez al análisis como una paranoia dirigida”, en Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y homosexualidad Freud describe el funcionamiento de la proyección en el celoso: “Sospechamos ahora que hemos descrito muy insuficientemente la conducta del paranoico celoso o perseguido al decir que proyecta hacia el exterior sobre otras personas aquella que no quiere percibir en su propio interior. Desde luego, realizan tal proyección; pero no proyectan, por decirlo así, al buen tuntún, o sea donde no existe nada semejante, sino que se dejan guiar por su conocimiento de lo inconsciente y desplazan sobre lo inconsciente de los demás la atención que desvían del suyo propio. Nuestro celoso reconoce la infidelidad de su mujer en lugar de la suya propia; ampliando gigantescamente en su conciencia la infidelidad de su mujer, consigue mantener inconsciente la suya. Si vemos en este ejemplo un modelo, habremos de concluir que también la hostilidad que el perseguido atribuye a los demás es un reflejo de sus propios sentimientos, hostiles contra ellas”
A esto Lacan lo llama el conocimiento paranoico del yo, se desconoce el propio deseo para advertir el deseo del otro, ya que el deseo es el deseo del Otro.
Un equívoco, méprise, el poder del lenguaje que dirige la cura, escuchar el significante que representa al sujeto para otro significante, anula la posibilidad de que ocurra lo que a Ella Sharpe y el paciente que tose antes de entrar a su sesión. En tanto “es un perro” tiene valor de einziger zug y es este rasgo común (psicología de las masas y análisis del yo) “es alrededor de la función del ideal como se acomoda la relación del sujeto con los objetos exteriores” para que su i (a) yo ideal sea respetado, y esa “es la función del rasgo común”4.
Podemos concluir que si en un análisis el amor por la lengua es lo que ubica a la experiencia en un registro diferente al de la sugestión, o de la interpretación de yo a yo tan divulgado por el trío neoyorquino al que se refiere Lacan en el texto que se tomó como referencia. Será este amor el que equipara Jean Claude Milner con el de los puristas “Para cualquier lingüista en el seno mismo de la representatividad está permitido una vía análoga, reconocer que dentro de su objeto un sujeto hace signo y, sin necesidad de figurarlo en mayor grado, puede por ese signo causar su deseo”5 Sin olvidar que, cito a Lacan en el Seminario VIII: “El amor sólo puede rodear esta isla, este campo del ser, … y cualquier objeto puede rellenarlo,…no hay objeto que valga más que otro, …éste es el duelo a cuyo alrededor se centra el deseo del analista” y lo que lo hace tan des-ser. Esta fue la vía por la que se impuso el título de esta ponencia: la transferencia un affaire de palabras.
Romina Torales
1 “Para Sigmund Freud había tres tareas imposibles: gobernar, educar y psicoanalizar. Imposible, en un sentido lógico, donde algo está excluído (de lo verdadero no puede deducirse algo falso, por ejemplo). Es decir, existe algo real que limita la transmisión, que la deja a merced del que la recibe. El que aprende tiene que suponer un saber que ignora, el que enseña ignora la relación de cada alumno con el saber (...) Es por eso que Heidegger resolvió que no se podía enseñar, sino "dejar aprender". Y Jacques Lacan, por su parte, trató de mostrar que existe un horror al saber -que puede disimularse en un deseo de información, de conocimiento-, que se deduce de la tesis de Sigmund Freud sobre la represión. Si es verdad que lo reprimido pasó por el yo, cada uno sabe más de lo que soporta y por eso rechaza algo de sí, como rechaza algo del mundo." Germán García, en "La enseñanza extracurricular o La fuga de Eros"
2 Lo que figura entre paréntesis es agregado mío.
3 Ver Las enfermedades del Sujeto supuesto Saber pag. 146 en D´escolar, Editorial Atuel Anáfora.
4 J. Lacan El Seminario La transferencia pag. 438 Paidós.
5 J. C. Milner El amor por la lengua Editorial Nueva Imagen.
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