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Psiquiatrías en los Escritos

por Germán A.Schwindt

 

Responder al título de las jornadas; supuse que una forma para producir una respuesta adecuada, sería utilizando una herramienta ya conformada por otro. Tal herramienta, no era otra que el índice razonado de los Escritos de Lacan, confeccionada por J.-A. Miller; una herramienta de lectura, un tamiz por el cual podíamos extraer un detalle, en particular las referencias a las que Lacan recurre en su edición de 1966, señaladas en el apartado de referencias a la clínica psiquiátrica de la psicosis. Por ende quedan fuera el abultado cúmulo de referencias utilizadas para la confección de su tesis por un lado y la perspectiva de la originalidad extrema por otro.

En ese contexto inicial surgió el título en el cual insistía en utilizar el plural de psiquiatrías, debido a que es evidente y notorio, que cuando a la psiquiatría clásica nos dirigimos, no podemos indicar que haya un campo unificado, hay sistemas que dependen de autores; en un salto, hasta hoy por hoy, pese al intento unificador de la serie DSM - CIE -teñidos en mayor o menor medida de pragmatismo y ateoricidad- tampoco podría hoy hablarse de psiquiatría como campo unificado; solo basta con hojear algún manual , o detenernos en que en la confección misma de las tablas diagnósticas hay grupos de trabajo -que intentan integrar un consenso- y políticas de variación de las entidades nosológicas - políticas del saber, políticas de mercado, etc -. Así mismo no hay un campo unificado, cuando en el capítulo de terapéuticas se abre a aquello que vendría a ser subsidiario del psicofármaco. Por aquí no hay la psiquiatría, hay psiquiatrías.

Pese al avance en las últimas décadas de la hipótesis de la causa neurobiológica, el terreno de los avances, donde resuena el tradicional modo en que el saber es tratado por la ciencia; no hay causa única, hay multicausalidades. Donde así mismo se descarta la historia, ya que si hay avances lo pasado queda como retrasado. Pero tampoco intentaré hacer el rescate de la memoria, mas allá que se pueda hacer el buen uso del interés encontrado por la envoltura formal de la clínica psiquiátrica clásica, vía la anamnesis del detalle, reflotado ya hace tiempo por el psicoanálisis y que ha incidido sobre algunas publicaciones psiquiátricas, como el año pasado tomábamos nota, en una de las reuniones del Círculo de Actualización en Psiquiatría, de esta Fundación.

Hasta ahí el momento inicial, pero luego de la reunión, que en mi caso fue de orientación, previa a estas jornadas, en la cual el espíritu - para decirlo de algún modo -, la política delimitada para esta reunión, nos llevaba a la conveniencia de fundamentar los modos de introducción del sujeto, una nueva variación hube de realizar, tanto en las hipótesis a presentar, como en la localización de la referencia psiquiátrica a demarcar; que espero podamos debatir.

Esta segunda vuelta se sostiene en afirmar como hipótesis que: Dentro de las modalidades del análisis de la percepción, en particular en lo referido a la definición de la alucinación, en la interfase psiquiatría-psicoanálisis, hallado en los diversos Escritos, hay tensión entre los dos campos, en lugar de intersección.

Entendida la intersección como la posibilidad de coparticipación de un elemento a los dos conjuntos, y entendida la tensión como la polarización de definiciones no compatibles.

Esta tensión, como hipótesis secundaria, se deduce en que: Donde el primer campo introduce la percepción como un canal - digamos diacrónico - que delimita un espacio somático interno y otro externo fundacionalmente disyuntos; el otro campo subvierte la experiencia perceptiva al formularla como experiencia de sentido, inmiscuyendo al lenguaje, desestimado por el primer campo, introduciendo por un lado una sincronía en la experiencia y produciendo una ruptura del espacio bidimensional exterior-interior de aquel soma.

Los textos a los que nos hemos referido son: De nuestros antecedentes (1966), La agresividad en psicoanálisis (1948) , Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología (1950), Acerca de la causalidad psíquica (1946), y De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis (1958).

Al modo en que Freud dialogaba con un juez imparcial, alguien podría cuestionar la fuente, instituyéndose en el lugar del segundo, debido a la antigüedad de los textos utilizados, editados hace prácticamente 40 años. Pues bien no veo por qué desestimarlos si la definición de alucinación con la que allí se debate, es la que todavía se mantiene, en el campo cada vez más restringido de la semiología psiquiátrica, y que sigue siendo subsidiaria de aquella que formulara Esquirol ya hace unos siglos, la cual encontramos por ejemplo en último Tratado de Kaplan y Sadock y Grebb - de uso extendido en el medio psiquiátrico - cito la definición: " falsa percepción sensorial no asociada a estímulo externo real ". En esto la definición y sus consecuencias han atravesado toda la historia de la psiquiatría hasta la actualidad, por ende el debate es absolutamente actual.

Si desde Clérembault provenía esa fidelidad a la envoltura formal del síntoma, es en Acerca de la causalidad psíquica, donde en el marco del debate con el organodinamismo de H. Ey, justamente en el punto de las alucinaciones, no pone el acento Lacan, en la realidad que el sujeto les confiere, en la sensorialidad experimentada, ni en la creencia que les asigna, sino en que - cito parcialmente -: " le incumben, lo desdoblan, le responden, le hacen eco, leen en el, así como él los identifica, los interroga, los provoca, los decifra, - ante ellas - queda perplejo, - para culminar en - la locura es vivída íntegra en el registro del sentido". Esto sitúa a mi entender aquello que unas páginas más adelante se extiende, al retrotraer a Clérembault y Giraud, como los mecanicistas, responsables - en mayor medida el primero - de una búsqueda de los límites de la significación, en sus desarrollos principalmente del automatismo mental; desplegando toda una gama de "resonancias que necesitamos oír en una palabra para detectar el delirio". Ya entonces tanto la alucinación y el delirio comparten su producción por la incidencia del lenguaje y no la disyunción por encontrarse dentro de las alteraciones de la percepción para la primera y las alteraciones del pensamiento para la segunda.

Ruptura, nueva semiología; que también desplaza la escena objetivante de todo el exámen clínico. Ha de ser ya no solo más afín a una clínica que no sea de la mirada, sino a captar resonancias, homofonías, antes que etimologías que intenten soldar todos los cuerpos a una palabra. Así mismo en esta serie se ubicará, la significación del acto delirante -ahondado en La agresividad en psicoanálisis y en Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología, donde al pasar introduce lo que llama una " semiología de las formas culturales por las que se comunica la subjetividad " -. Vía, esta de la significación inmersa en el acto, iniciada en la tesis sobre el caso Aimée que hoy no proseguiremos.

Un extremo demostrativo-terapéutico -si se me permite- a que se evidencien - no se muestren -, en el inclusive forzamiento a que se suciten tales eventos del lenguaje, de modo ejemplar, en las presentaciones de enfermos de Lacan .

Será en De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, donde al ubicar en el debridamiento de las relaciones entre perceptum, percipiens y sensorius; el esquema freudiano de la percepción-conciencia por un lado y la operación del significante por otro, que Lacan realiza la siguiente operación con el corpus psiquiátrico, cito: " Nos atrevemos efectivamente a meter en el mismo saco, si puede decirse , todas las posiciones, sean mecanicistas o dinamistas en la materia, sea en ellas la génesis o del organodinamismo o del psiquismo, y la estructura de la desintegración o del conflicto, si, todas, por ingeniosas que se muestren, por cuanto en nombre del hecho, manifiesto, de que una alucinación es un perceptum sin objeto, esas posiciones se atienen a pedir razón al percipiens de ese perceptum, sin que a nadie se le ocurra que en esa pesquisa se salta un tiempo, el de interrogarse sobre si el perceptum mismo deja un sentido unívoco al percipiens aquí conminado. Este tiempo debería parecer sin embargo legítimo de todo exámen no prevenido de la alucinación verbal, por el hecho de que no es reductible, como vamos a verlo, ni a un sensorium particular ni sobre todo a un percipiens en cuanto que le daría su unidad".

Esto es fecundo en consecuencias: por un lado, si nos atenemos al ordenamiento del índice razonado, ya no hay una recurrencia en la cronología de los escritos posteriores, a una referencia psiquiátrica con respecto a la psicosis, ¿podemos interpretar esto, como que al menos en ese momento la psiquiatría ya no tiene qué decirle al psicoanálisis en lo atinente a las relaciones entre lenguaje y percepción? ; por otro lado por la definición de alucinación sostenida en las psiquiatrias, se constituye un campo homogéneo, en tal sentido y a esta altura de la exposición es que puedo comunicarles que el título será de aquí en adelante Psiquiatría en los Escritos.

Ahora bien, aclaro que aquí voy a tientas, la introducción de aquel tiempo, que figura en la cita, podemos no solo tomarlo como un tiempo de interrogación, sino como un tiempo de introducción de otro tiempo en el campo perceptivo mismo. Si ese campo se refería a las propiedades del órgano alojado en el polo perceptivo, y la vía nerviosa era el canal que, luego de la permutación de una física por una química, seguía una cascada cronológica de eventos mensurables hasta un centro unitario de control, el percipiens en tanto unificado; ¿será entonces que el tiempo asociado a la experiencia de sentido, en tanto retroactivo, inclusive si se retrotrae a un sinsentido, una torsión, que haría girar hasta el hartazgo, la mirada perdida, en búsqueda del error en la alucinación extracampil, es más, no es justamente toda alucinación, extracampil al campo de los cinco sentidos ?.

Tiempo al que se refiere más adelante cuando al separar tajantemente sensorium de cadena significante señala que ésta, cito: "... toma como tal una realidad proporcional al tiempo, perfectamente observable en la experiencia, que implica su atribución subjetiva ", convirtiendo por ende, equívoco al percipiens. Articulación temporo-espacial problemática, de la atribución subjetiva, en que E. Acuña nos introdujera en el inicio del SEA - 2002 de la APLP.

Si nos pareciera a esta altura que la interfase psiquiatría-psicoanálisis se ha cerrado, agotado, creo que el final del apartado uno del escrito al que estamos puntuando, introduce el movimiento de apertura, porque luego de afirmar la existencia de una topología enteramente diversa con la de los fenómenos de conexión del neuroeje - lo que ya Freud había advertido con las histéricas mostradas por Charcot - dirá de ella : "... es precisamente lo que mejor puede preparar las preguntas con que se interrogará la superficie de la corteza. Pues sólo después de un análisis lingüístico del fenómeno del lenguaje puede establecerse legítimamente la relación que constituye en el sujeto y con ello mismo delimitar el orden de las máquinas (en el sentido puramente asociativo que tiene este término en la teoría matemática de las redes) que pueden realizar ese fenómeno."

Máquinas.

Creo que en esta línea es que podemos ubicar, por ejemplo, la discusión con la incidencia de los cognitivismos - por ahora en plural -, en los desarrollos de la psiquiatría actual, donde han comenzado a acrecentar los capítulos de terapéuticas, asociadas al fármaco; como notábamos el año anterior cuando bajo el título de Aproximaciones al cognitivismo de Dennet en la APLP, nos hacíamos eco, de los lineamientos que para el Módulo de investigación de psiquiatría y psicoanálisis surgían de la orientación de Guillermo Belaga, y de lo que dicerníamos del curso del mismo año de Germán García. Es de notar que en Dennet el uso del lenguaje es puramente instrumental, unívoco y pleno de comunicación, su canal no está interferido a no ser por errores de fábrica de la biorobótica ,con que se constituye su cuerpo-mente-marcas-difuso ; pese a recurrir a una función del lenguaje, como marca, por medio de la representación, esta es considerada por Dennet como una especie de mojón unívoco del objeto que designa, pero por otro lado, con solo introducir tal función, lo lleva a la separación de la mente, de un sostén indiviso a un sustrato biológico.

¿Será esta división, en un cognitismo - habremos de recorrer otros -, donde promover la hiancia actual, para un futuro debate, tomando la posta para responder a las preguntas, que de la psiquiatría dedicada a la corteza podrían surgir ?.

Esto es por ahora, el estado de la cosa.

 

 
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