La angustia en la clínica con niños y adolescentes
por Claudia Castillo
Existe una precipitación a la hora de elegir un título, pero en el tiempo de comprender -que es, tal vez, el de la lectura-, entendí que el que había puesto alude a todo un programa de investigación. Entonces, el siguiente escrito remite a las conexiones, relaciones, y derivaciones que implica el término "angustia" en general, ubicándolo particularmente en la clínica con niños y adolescentes.
En principio, nuestra búsqueda se limita a las obras de Freud y de Lacan, pero sería interesante poder acceder a otro material para ver como es definida la angustia desde otro marco teórico (ciencias cognitivas, por ejemplo).
A continuación, pasaremos a comentarles ciertos hallazgos en unas primeras lecturas.
La angustia infantil en Freud.
Hay una pequeña diferencia entre hablar de "angustia en la infancia" y de "angustia infantil", ya que el término infantil en Freud tiene otras resonancias e implica de por sí un campo de significación. De todos modos, quiero subrayar algunas líneas de trabajo que surgen al combinar ambos términos: angustia e infantil.
Ya desde los primeros escritos de Freud, llamados por J. Strachey Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos (1886-99), y los Fragmentos de la correspondencia con Fliess (1892-99), comienzan a ponerse en juego cuatro términos que tendrán múltiples derivaciones en la obra freudiana: vergüenza, sexualidad, cantidad (ligada/ no ligada, mayor cantidad- menor cantidad) y angustia.
En la carta 97 a Fliess, de septiembre de 1898, Freud comenta el caso de un joven de 25 años que viene a consultarlo por no poder caminar a causa de una rigidez en las piernas.
La vergüenza que siente al mostrarse caminando así se enlaza a una identificación a un tío que tuvo gonorrea, lo que se le notaba al caminar, pero también aparece un recuerdo de gran angustia referido a una posible inundación (temor a que las aguas llegaran a su lecho durante la noche). En definitiva, angustia y vergüenza se unen a la enuresis que había padecido este joven aún hasta la edad escolar. Freud destaca el enlace entre el síntoma de las piernas, el afecto que le pertenece y toda la historia infantil sepultada.
Me parece un pequeño ejemplo clínico de gran valor para los casos de niños que mojan la cama, donde si no hay angustia o vergüenza es difícil realizar un tratamiento psicoanalítico. Otra referencia interesante proviene de los Estudios sobre la histeria (1893-1895), de Breuer y Freud, también citado en varias otras ocasiones. Se trata del conocido caso de Ana O, quien vela “en martirizadora angustia” ante el lecho de un enfermo; es entonces que cae en un estado crepuscular y tiene una alucinación, se le adormece el brazo derecho, se le desarrolla una paresia con contractura y anestesia, quiere rezar y no encuentra las palabras y por fin consigue pronunciar una oración infantil en inglés (luego, cuando se desarrolla una histeria grave, habla y escribe sólo en inglés).
Es destacable como en este caso la angustia produce una perturbación del lenguaje. Todas las veces que Freud menciona el ejemplo de Ana O, sitúa a la angustia como el afecto que está en juego y que condiciona y organiza la double concience (conciencia segunda), que incluye todos los síntomas mencionados.
Este ejemplo y otros llevan a Freud a preguntarse por la etiología de las neurosis, y es entonces que comienza a construirse la noción de trauma y los traumas infantiles como causas específicas en juego en las llamadas neurosis de defensa, por oposición a las neurosis de angustia. Lo que enlaza unas y otras neurosis es el papel de la sexualidad. Nuevamente, habría que investigar el lugar de la angustia en ciertas perturbaciones del lenguaje, cuando en la actualidad rápidamente se asocia cualquier problema de lenguaje al campo de la cognición o a un problema neurológico.
En la conexión entre vivencias traumáticas infantiles, angustia y causas de las neurosis, Freud se asombra de la disparidad de hechos que pueden resultar angustiosos. Describe traumas graves, pero también vivencias de “asombrosa nimiedad”. En un escrito de 1896, encontré una definición de histeria que me suscitó un renovado interés: dice que se trata de “personas que no pueden responder de manera suficiente en lo psíquico a las demandas de la sexualidad”. Aun así, Freud piensa que hay algo que permanece oscuro e incompleto.
De todos modos, en todas estas primeras publicaciones la angustia es definida como libido desviada de su empleo normal, más adelante la angustia en Freud va a ser definida de otra manera.
En la interpretación de los sueños, el tema de la angustia aparece bajo diversas formas. La vastedad de referencias merece un trabajo que se dedique a examinarlas con más detalle.
Se puede mencionar de forma rápida el sueño de examen que Freud ubica entre los sueños típicos. Para él la “angustia de examen” del neurótico encuentra su refuerzo en la angustia infantil frente a la autoridad de padres, maestros o profesores que pudieran castigarlos.
Entre otros muchos ejemplos, Freud toma un sueño de Bismarck, contado por él en una carta a Guillermo I; no interesa relatar aquí todo el sueño, baste con mencionar un detalle del mismo donde la fusta se “alarga interminablemente” para que el creador del psicoanálisis relacione el empuñar la fusta con la masturbación infantil. Así, el sueño relatado logra una desfiguración onírica tan lograda que puede evitar todo desprendimiento de angustia. Freud dice: “Es un caso ideal de cumplimiento de deseo que se alcanza sin infringir la censura y el soñante se despierta contento y reconfortado”, en lugar de angustiado -diremos nosotros.
A su vez, en el volumen V de la Interpretación de los sueños, en el apartado “Sobre el sueño", Freud hace una pequeña clasificación de los sueños según su modo de comportarse hacia el cumplimiento de deseo que valdría la pena recordar (2).Toda esta clasificación concluye con la siguiente afirmación de Freud: “Puede demostrarse sin demasiada dificultad, que el contenido de representación que ahora nos depara en el sueño una angustia fue otrora un deseo, desde entonces sometido a la represión”.
Freud, la angustia y el padre .
Otra línea de investigación posible en relación al tema de la angustia en la infancia es la que anuda el papel del padre en las distintas neurosis. Estas referencias pueden ubicarse en relación a la histeria (caso Dora), donde Freud subraya la angustia frente al extraño como contracara de la inclinación infantil hacia el padre.
Esta serie de referencias ponen en relación a la angustia con otro concepto que es el de pulsión.
En "Acciones obsesivas y prácticas religiosas" (1907), esto se manifiesta del siguiente modo: “El proceso de represión que lleva a la neurosis obsesiva debe calificarse de imperfectamente logrado y amenazado por el fracaso”. Freud dirá que se requieren cada vez nuevos empeños psíquicos para contrabalancear el constante esfuerzo de asalto de la pulsión. Muchos casos de niños calificados como trastornos de aprendizaje están ligados a
este fenómeno, el niño realiza tal esfuerzo por mantener alejados ciertos pensamientos que finalmente no logra aprender casi nada.
En el caso del Hombre de los lobos (1918), Freud dirá que el lobo es el primer sustituto del padre e incluso se pregunta si el contenido secreto sobre el lobo que devora los cabritos y el de Caperucita Roja no es el de la angustia infantil frente al padre.
Sin duda, el caso más notorio de la angustia en la infancia lo constituye el relato de la fobia de Juanito, examinado por Freud, retomado varias veces por él a lo largo de su obra, y analizado exhaustivamente por Lacan en los seminarios IV y V y destacado muchas veces a lo largo de su enseñanza.
Freud destaca en Juanito: primero, su apego a la madre, su temor a perderla y a no poder hacerle cumplidos, lo cual suscita la primera manifestación de la angustia. La ternura hacia la madre se vuelca en angustia.
Por otra parte, Freud dirá que Juanito no es el único niño aquejado de fobias en la infancia, sino que esto es muy frecuente, pero, a diferencia de otros niños, su angustia salió a la luz con más osadía. Juanito, al producir la fobia, orienta la atención de los padres “hacia las inevitables dificultades que depara la superación de los componentes pulsionales en la educación del niño para la cultura”, “esta perturbación suya le valió la asistencia del padre”.
La angustia en el niño para J. Lacan
Como ustedes saben, son múltiples las referencias en la enseñanza de Lacan. El curso que lleva a cabo Germán García desde el año pasado y la lectura del Seminario nos han introducido en la complejidad del tema. Por nuestra parte, elegiremos dedicarnos solamente a las referencias a la angustia en el seminario IV (1956-1957), por la pertinencia de las alusiones en relación al sujeto que venimos tratando.
La primera cuestión que Lacan subraya, refiriéndose al caso de Juanito de manera muy detallada, es la función protectora que juega el objeto de la fobia con respecto a la angustia.
Lacan acerca las nociones de fetiche y de objeto fóbico por la función que cumplen ambos como protección contra la angustia (angustia de castración, en este caso). El dirá, ya en la primera clase del seminario que venimos citando, que se trata de saber si el objeto fóbico y el fetiche tienen algo en común. También a lo largo de sucesivas clases tratará de distinguir el miedo de la angustia. A su vez, dirá que es conveniente separar la angustia de la fobia, “una viene detrás de la otra por algo”, “el objeto fóbico viene a cumplir su función sobre el fondo de la angustia”. Lacan destaca como, en el plano imaginario, nada permite sacar al niño de su juego tramposo con la madre, de ahí se van a extraer todas las consecuencias del Edipo ligadas a la neurosis.
Es muy interesante para el estudio de la angustia en la clínica con niños tener en cuenta como Lacan analiza paso a paso la observación de Freud sobre Juanito, ya que en su análisis minucioso agrega cada vez un elemento.
El elemento que aporta como fondo en el que aparece la fobia de Juanito es el falo; Juanito está en ese momento donde el falo es el eje central en su organización del mundo. Lo que cambia en la vida de Juanito es que su pene comienza a convertirse en algo real y él comienza a masturbarse. ¿Qué relación hay entre esto y la angustia?
La angustia es correlativa de un momento de suspensión del sujeto, entre un tiempo donde ya no sabe donde está y otro en el que ya nunca podrá reconocerse.
En la clase del 20 de marzo de 1957, Lacan especifica que, si bien la cuestión comienza para Juanito con su “hace pipí”, no se trata de eso sino que se trata de él mismo por entero. La angustia aparece porque surge la diferencia entre aquello por lo que es amado y lo que él puede dar. Cualquiera de nosotros que haya recibido niños con sus madres en la consulta podrá corroborar lo necesario de las entrevistas preliminares para poder precisar cual es la angustia en juego en el pedido de tratamiento. Si se trata de la angustia del niño por la separación (porque comienza el colegio, por ejemplo) o se trata de la angustia de la madre para la cual este niño cae del lugar del falo que tenía para ella. Por otra parte, el niño no está a la altura de conseguir que lo amen por lo que es capaz de dar y no por lo que es.
A menudo se critica al psicoanálisis, insistiendo en la distancia que existe entre la “teoría” y la “práctica” sin embargo, es destacable el interés que tiene este Seminario para precisar ciertas cuestiones clínicas (por ejemplo, cuando Lacan explica la diferencia entre miedo y angustia). En cuanto al miedo, se refiere siempre a algo articulable, nombrable, real (en el caso de Juanito, los caballos pueden morder y pueden caer). En la clase del 27 de marzo pueden leer una serie de acotaciones que incluso van a ser retomadas mucho después en el seminario sobre la angustia y que parten de explicar como Juan, con el nacimiento de la hermanita, “cae de la situación”.(3)
Toda la argumentación trata de discriminar fobia de angustia, pero en una y en otra está en juego la ambigüedad entre lo deseado y lo temido, aunque la angustia en particular es la confrontación del sujeto con la ausencia de un objeto en la que se pierde.
En relación a la angustia de Juanito, Lacan destaca que Freud opone la angustia alrededor del padre (Umder Vater) a la angustia ante el padre (vor der Vater). En la primera se trata de la angustia alrededor del lugar vacío, hueco que representa el padre en la configuración de Juanito, que busca su soporte ante la figura del caballo. En un caso de un niño con terrores nocturnos que presenté en el espacio de enseñanzas de la clínica hace varios años, fue interesante ver como pasa de una angustia difusa y miedos indiscriminados a una figura angustiante y temible que se parecía al padre.
En una serie de sesiones, la afirmación bajo transferencia: “se trata de tu padre”, pone en juego la dramática edípica aliviando al niño de la angustia.
En síntesis, el lugar de la angustia en toda la práctica del psicoanálisis, y en particular en la clínica con niños o adolescentes, nos parece crucial. Allí apuntan nuestras investigaciones.
Notas
(1 ): Otto Von Bismarck (1815-1898). Estadista prusiano, canciller de Guillermo I, desde 1862 fue el principal artífice de de la unificación alemana.
(2): En primer lugar, los que figuran no disfrazadamente un deseo no reprimido; estos son los sueños de tipo infantil que en el adulto se van haciendo cada vez más raros. En segundo lugar, los sueños que expresan disfrazadamente un deseo reprimido; sin duda la abrumadora mayoría de todos nuestros sueños que para ser comprendidos, requieren después del análisis. En tercer lugar, los sueños que figuran un deseo reprimido, pero sin disfraz o con uno insuficiente. Estos últimos sueños van acompañados en general de una angustia que los interrumpe. La angustia es el sustituto de la desfiguración onírica: en los sueños de la segunda clase, lo que la ahorra es el trabajo del sueño.
(3): Por una parte, Juan queda excluido, cae de la situación, es expulsado por la hermanita. Por otra parte, el falo interviene bajo una forma distinta (me refiero a la masturbación). Se trata del mismo objeto, pero se presenta de una forma completamente distinta por la integración de las sensaciones vinculadas, por lo menos, con la turgencia y, muy posiblemente, con algo que podemos llegar a calificar como orgasmos, sin eyaculación, claro. Esto plantea un problema, el difícil problema del orgasmo en la masturbación infantil. Freud no lo resuelve, porque entonces no contaba con suficientes observaciones para abordarlo, y yo mismo tampoco lo abordaré de buenas a primeras. Les indico tan sólo que está en el horizonte de nuestra discusión.
Bibliografía
Sigmund Freud: Tomo I. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-1899). Ed. Amorrortu (Bs. As., 1982).
“Manuscrito K. Las neurosis de defensa” (1896). Idem.
“Fragmentos de la correpondencia con Fliess” (carta 97, 27 de septiembre 1898). Idem.
Tomo II. Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud). “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos”: comunicación preliminar. Idem.
“Historiales clínicos. Señorita Ana O”. Idem.
Tomo III. Primeras publicaciones psicoanalíticas. La etiología de la histeria (1896). Idem. Tomo IV. La interpretación de los sueños (1900) “El material y las fuentes del sueño”. El sueño de examen. Idem.
Tomo V. La interpretación de los sueños. “La figuración por símbolos en el sueño” (1901). Idem.
Tomo VII. Fragmento de análisis de un caso de histeria (1905). Idem.
Tomo X. Análisis de la fobia de un niño de cinco años(1909)
Tomo X. A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909) Idem
Tomo XVII. Más allá del principio de placer .Psicología de las masas y análisis del yo(1920-1922)Idem 1984
TomoXIX. El yo y el ello(1923-1925) Idem 1984
TomoXX. Inhibición, síntoma y angustia (1925-1926) Idem 1979
Jacques Lacan : El Seminario IV La relación de objeto 1956-1957
Editorial Paidós 1994 Varias clase citadas
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