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Punto de angustia y separación

por María Marta Giani

 

Este trabajo surge a partir de la lectura del Seminario X de Jaques Lacan sobre “ La Angustia” en el marco del módulo de investigación:Referente/Infancia, los hallazgos de algunas diferencias conceptuales entre Sigmund Freud y Jacques Lacan en diferentes épocas y los entrecruzamientos con otras lecturas. Expondré parte de mi recorrido dentro de una investigación en curso.

Quienes hemos leído el Seminario de La Angustia sabemos que en él Lacan da un vuelco sobre la teoría Freudiana y sobre varios de sus propios conceptos.

Pone en cuestión la dimensión especular y la teoría Edípica elaborando un nuevo estatuto de la angustia de castración, que no se refiere a la pérdida del órgano, ni a la amenaza del Otro y la relaciona con un hecho biológico: la detumescencia del pene en la cópula. Así hace de la detumescencia del órgano una carencia e introduce el término”separación” en el lugar del de castración.

De este modo Lacan abre un camino que va más allá de la angustia de castración, por una crítica del falo imaginario y de la frustración fálica. Pero tal vez lo más característico de este seminario sea la aparición del objeto ‘a” como resto no significantizable.

Jaques-Alain Miller en “Introducción a la lectura del Seminario de la Angustia” sostiene que la clave de este seminario es la división del Otro a través de una interrogación del Sujeto, de la que se desprende un resto bajo la forma de objeto “a”. Y este objeto no está determinado por una prohibición, ni ley del padre, sino por una separación.

Aquí Lacan demuestra que en la estructura del lenguaje hay algo que no puede reducirse al significante y se asimila al cuerpo del sujeto, bajo la forma de resto, mediante una operación que concierne al Otro. Este es un resto órgano, un resto de goce.

A lo largo del Seminario X se encuentran dos grandes relaciones de la angustia:

Una ligada al deseo, que surge cuando el sujeto no sabe qué lugar ocupa en el deseo del Otro y otra, articulada con el objeto, en la que la angustia surge como señal de lo real. Allí vemos cómo Lacan parte del texto Freudiano “Inhibición, síntoma y angustia” en el que la angustia es definida como la relación–señal ante la pérdida de objeto: pérdida del medio uterino en el nacimiento, pérdida posible de la madre, del pene, del amor de objeto. En contraposición postula que la angustia no es la señal de una falta, sino la señal de una “carencia del apoyo que aporta la falta”, o sea: la falta de la falta.

Introduce, a partir de este concepto, algo novedoso respecto de la teoría freudiana diciendo que: “no es la nostalgia del seno materno lo que engendra la angustia en el lactante, sino su inminencia”. No es el ritmo ni la alternancia presencia–ausencia; lo demuestra el hecho de que el niño se complace en renovar este juego, puesto que la posibilidad de la ausencia es la seguridad de la presencia. Lo más angustiante se produce cuando la relación sobre la cual él se instituye, la de la falta que provoca deseo, es perturbada por la presencia constante de la madre, cuando no hay posibilidad de falta.

La angustia está, desde esta perspectiva, ligada al exceso, a una presencia excesiva de objeto.

Incluso en la última clase habla del destete también de un modo innovador, diciendo que el niño no es destetado, él se desteta, se desprende del seno, juega a desprenderse y volver a tomarlo, considerando a ésta una primera operación de cesión del objeto.

J. A.Miller expresa que en el Seminario de La angustia el objeto “a” se presenta: "no como el producto de una estructura articulada, sino como el producto de un cuerpo fragmentado, recortado por la estructura lingüística". E l objeto “a” es definido como un “pedazo de cuerpo”, resto irreductible a la simbolización en el lugar del Otro, pero que depende del Otro.

A diferencia del objeto freudiano que es un objeto perdido, Lacan argumenta que el objeto se separa como respuesta de goce. Es decir, el sujeto se desprende de un órgano goce, no de un órgano transformado en significante. Pues “si la angustia es lo que no engaña es porque no se deja significantizar (…) es el resto real. Y este resto real es el goce en tanto no se deja capturar en el significante, es el goce irreductible al principio de placer” Por eso Lacan afirma que la angustia es señal de lo real.

Si para Freud la angustia es señal de un peligro vital, Lacan agrega que el peligro en cuestión está ligado al carácter de cesión del objeto “a”. Pero la angustia es anterior a la cesión del objeto, puesto que está relacionada en forma compleja con el deseo del Otro, surge ante el “no sé que objeto “a” soy para el deseo del Otro."

En la última parte del Seminario X se despliegan las cinco formas primordiales del objeto “a” a partir los objetos freudianos: oral, anal y fálico, y los lacanianos: la mirada y la voz. Pero no son tomados los estadíos freudianos en forma cronológica sino sincrónica o paralela. Estas formas del objeto “a”: seno, heces, falo, mirada y voz ponen en juego la relación del Sujeto con el Otro. Al ser restos de un cuerpo fragmentado, lo que especifica a cada uno es el tipo de pérdida que lo constituye.

Me referiré más específicamente a las implicancias del objeto oral en la angustia. Lacan lo desarrolla extensamente en la clase titulada “La boca y el ojo”, allí se demuestra la disyunción entre el lugar de la satisfacción y el de la angustia. Afirma que l a pérdida es la que constituye al objeto y cada vez que éste aparece lo hace como lo más preciado para el Otro. En este sentido, se refiere a la doble dimensión del objeto: como agalma y como resto.

Se apoya en referencias anatómicas y fisiológicas para ejemplificar ciertas funciones y homologías; expresa que así como la placenta forma una unidad con el feto, el niño y la mama están juntos. La mama, anatómicamente, está como adherida, implantada sobre la madre, lo que le permite funcionar estructuralmente como objeto “a”, de modo que podría decirse que el seno le pertenece al niño pero es algo de lo cual está separado de un modo interno.

Lacan hace esta distinción e introduce el llamado “punto de angustia” como el lugar donde el sujeto tiene relación con su falta.

Si el objeto de la pulsión oral es el seno, más precisamente el pezón, el punto de angustia no esta allí, se encuentra más allá de la unión del niño con la mama, está en la madre, en el corte que se produce entre ella y el seno. Allí es donde el niño establece una relación con su falta; este punto se encuentra deportado al Otro, la madre, suspendido de la existencia de su organismo.

Desde esta perspectiva podría decirse que no es tanto el niño quien le saca a la madre su leche, sino el seno quien le saca nutrientes a la madre, ya que hay una unión entre el niño y el seno donde él establece una relación con su objeto de deseo, siendo ésta estructurante de su fantasma. Es por ello que el funcionamiento del deseo, o sea del fantasma, permanece oculto, es ilusorio, ya que se dirige siempre a otra parte, a un resto constituido por la relación del sujeto con el Otro.

Partiendo de que la relación con el seno es la relación más primitiva del sujeto con el objeto real y que la angustia es la vía de acceso a lo real, es a través de él que el niño accede al objeto de deseo. Puesto que el objeto “a” es objeto causa de deseo.

J.A. Miller, a propósito del tema del próximo Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis: “Los objetos “a” en la experiencia analítica”, expresa que se ven en el Seminario X “dos puntos originales: agarrado del pezón: la punta del deseo erótico, y agarrado al seno nutriente: el punto de angustia, que desaparece por la satisfacción de nutrición esperada del seno.(…) L a falta de satisfacción hace distinguir: el punto en el cual la angustia puede surgir (el del agotamiento del nutriente), del punto en el cual es el deseo el que se encuentra atrapado.”

Volviendo al Seminario X, allí Lacan a partir de la frase freudiana: “la anatomía es el destino” introduce la función de corte. Tomando el origen etimológico de la palabra: ana-tomía ésta se remite al corte. El destino, o sea, la relación del sujeto con el deseo, sólo se anima en la medida en que es concebible el despedazamiento del cuerpo, con cortes que dan lugar a momentos electivos del funcionamiento del deseo. De este modo con la operación de corte distingue el lugar del deseo del de la angustia.

Introduce entonces el término: “separtición” diferenciándolo de la separación, como "partición en el interior que dará lugar a la estructuración del deseo". Es una partición interna de la unión del niño con el seno.

Esta proposición abre un interrogante: ¿de qué lado está el objeto? ¿Del lado del Sujeto o del lado del Otro? A lo largo del seminario Lacan responde de modos diversos.

Fue a partir de un equívoco respecto del término: “separtición” que se abrieron diferentes caminos a recorrer, vinculados con la sexualidad femenina.

Uno de ellos me llevó a la lectura de un libro de Eugénie Lemoine-Luccioni titulado: “La partición de las mujeres”.

Allí ella se basa en la noción dada por Lacan en el Seminario X acerca de la castración como separación y el abora una tesis que se sostiene a partir de la concepción de que la mujer no sufre angustia de castración sino una “angustia de partición”, bajo el signo del abandono. La llama la “malcastrada”.

Sigue una línea que se manifiesta en la mujer desde niña. En la niña la experiencia especular da apertura al juego simbólico; si la mirada de la madre se desvía la niña experimenta la partición, pero se recupera como objeto deseante, ya que su madre, en el mejor de los casos, tiene un deseo propio que ella no puede colmar. Al desviarse la mirada se produce el corte en el recorrido de la pulsión escópica; la niña se da a ver en lugar de perderse alienada en el espejo. Este corte opera como separación salvándola de la alienación. Se ofrece así como objeto “a”, provocando la respuesta del Otro.

Así sufre una serie de pérdidas, llamadas particiones, a lo largo de su vida. La niña pierde a su madre cuando descubre que ama al padre, pierde allí también al padre y huérfana se refugia en el narcisismo reparador. Luego aparecerán las menstruaciones, llamadas pérdidas; durante el embarazo estas pérdidas desaparecen favoreciendo la sensación de completud imaginaria que se da con el niño, falo, en su interior. Luego, tanto en el parto como en el destete, se da la separación de algo que la completaba imaginariamente. La expulsión del hijo en el parto, así como el retiro del pene en la cópula, constituyen en sí separaciones reales de un objeto real, que representan una parte imaginariamente pérdida del cuerpo femenino.

En su tesis postula que la mujer pasa de la “partición imaginaria” a la “castración simbólica” por identificación, pasando del narcisismo a la libido de objeto.

Resumo brevemente su tesis: Por identificación con el hombre imagina un pene faltante y simboliza así la falta con que la privan los fenómenos de partición. En el coito se separa de algo que nunca formó parte de sí misma, por lo que pasa de la pérdida real de una mitad imaginaria de sí, a la pérdida imaginaria de un órgano. Pero como su órgano sexual no esta amenazado, allí interviene un proceso de simbolización propiamente femenino: imaginar la pérdida de una mitad es perderse en su unidad; el símbolo de la unidad perdida sería un cuerpo sin fisuras, como un todo. Concluye en que hay una superposición entre amenaza de castración masculina y partición imaginaria femenina.

Sostiene la tesis basándose en postulados freudianos, lacanianos y propios, dando una perspectiva interesante y novedosa.

El otro camino, vinculado a éste y retomando la angustia, me llevó a cuestionar la angustia de la madre en tanto tal, más allá de su ser de mujer.

En el artículo “El niño, entre la mujer y la madre”, Jacques-Alain Miller expresa que "el niño colma o divide". Cuanto más colma el hijo a la madre, más la angustia, de acuerdo con la fórmula según la cual lo que angustia es la falta de la falta. La madre angustiada es la que no desea –o desea poco, o mal– como mujer.

Podemos decir entonces que la madre no es "suficientemente buena", retomando la expresión de Winnicott, si sólo es un vehículo de la autoridad del Nombre del Padre. Es preciso, además, que para ella "el niño no sature la falta en que se sostiene su deseo". La madre sólo es suficientemente buena a condición de que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer.

Hay una condición de no-todo que se refiere a que el deseo de la madre diverja y sea llamado por un hombre. Miller allí expresa que hay que completar lo que Lacan dice en "La significación del falo" con la consideración de que el hijo también provoque una divergencia del deseo femenino.

Estas dos líneas de lectura generadas a partir del seminario de La Angustia se entrecruzan y de un modo u otro se refieren a “separaciones”, ya sea entre la mujer y “sus objetos” o entre la mujer, la madre y el niño.

Para ir terminando en la presentación de este recorrido no puedo dejar al menos de mencionar la separación primordial, la del nacimiento.

Al respecto Lacan expresa que “El trauma de nacimiento no es separación respecto de la madre, sino aspiración en sí de un medio profundamente Otro”

Si bien desmitifica la angustia de nacimiento De Otto Rank, en la cual todo sucede allí y cualquier angustia posterior del sujeto remite a ella, en algún punto comparte que es constitutiva.

En el Curso: “El concepto de la angustia” dado aquí en el Centro Descartes en el 2004, Germán García, respecto del trauma de nacimiento, expresa que “e l sujeto aparece ahí como un proyecto, es objeto, no sujeto de un trauma. Es el resto de una operación que se subjetiva con angustia” Y agrega: “Si quisiéramos ponerlo en una secuencia diríamos que si el que nace es el sujeto, y cae literalmente del Otro, cuando subjetiva esta operación lo hace como angustia.”(…)”El trauma genera la angustia y la angustia se hace señal”

El psicoanálisis propone trabajar con la desorientación llamada pulsión y la orientación llamada angustia, como ha dicho más de una vez Germán García.

Por ese camino seguiremos orientándonos.

 

Bibliografía:

García, Germán. Notas personales tomadas en el curso: “El concepto de la angustia” dictado en el Centro Descartes, 2004.

Lacan, Jaques. Seminario X “La Angustia”

Lacan, Jaques. "La significación del falo"

Miller, Jaques-Alain “Introducción a la lectura del Seminario de la Angustia”

Miller, Jaques-Alain “Los objetos “a” en la experiencia analítica”

Jacques-Alain Miller “El niño, entre la mujer y la madre”

Freud, Sigmund “Inhibición, síntoma y angustia”

Lemoine-Luccioni, Eugénie. “La partición de las mujeres”.

 

 
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