Freud y el arte de la vanguardia
por Ignacio Lotito
Este trabajo se inscribe en el modulo Lecturas de Masotta, tomando como eje de lectura, el curso dado por German García, Psicoanálisis, entre modernidad y vanguardia, enero 2007.
Voy a tomar como arte de vanguardia a aquellos movimientos artísticos surgidos en Europa, durante las primeras décadas del siglo XX, que dan inicio a una nueva etapa de la modernidad. En especial las llamadas “vanguardias históricas”, termino acuñado por Peter Bruguer, que comprende el Dadaísmo, el Surrealismo y la vanguardia rusa. Dichos movimientos nacen como un intento modernista de unir sus fuerzas con la ciencia y la tecnología, de reorganizar la estética del entorno y transformar la sociedad burguesa de entonces. Mediante la exaltación de lo nuevo, y tratando de reconciliar el arte con la vida, su ambición era demoler la tradición formal del arte occidental inaugurada con el Renacimiento y los ideales de belleza grecolatina. Esto atrajo a jóvenes artistas e intelectuales de la época quienes se oponían al conservadurismocultural existente, y a sus derivaciones estéticas, morales y políticas
Período también teorizado por Andreas Huyssen, quien llamó La Gran División , al momento donde comienza a establecerse un discurso que insiste en distinguir categóricamente, arte elevado de cultura de masas.
Todos estos movimientos son contemporáneos en parte a la obra de Freud y toman al psicoanálisis como una de sus principales referencias, mientras que Freud se muestra ante ellas, a veces de un modo cauteloso, otras con total indiferencia.
Comenzaré por El surrealismo que esaquel que mejor representa la relación que existió entre Freud y estas vanguardias. Movimiento que ya desde su primer manifiesto (1924) adhiere al psicoanálisis y se ubica como heredero de este. Sus principales exponentes, André Breton padre fundador del movimiento y Salvador Dalí, se encontraron con Freud.
Breton, se familiarizó con el psicoanálisis freudiano al participar durante la Primera Guerra Mundial en un centro psiquiátrico, donde se recibían evacuados del frente con trastornos mentales. Allí es donde pudo experimentar los procedimientos de investigaciones psicoanalíticas, anotación de sueños y asociaciones, que constituyeron su primer material surrealista. Breton visita a Freud en Viena 1921; el encuentro fue promovido por el poeta francés, en un intento para que este último reconozca la empresa surrealista que lucha en aras de una liberación del deseo inconsciente reprimido por la conciencia. El dialogo entre ambos no seria muy fructífero para Breton que, a pesar de aludir a las experiencias con Charcot y Babinsky, no logra impresionarlo. Freud se muestra sordo y aturdido frente a ese movimiento anti-artístico que cree ver en su persona al maestro de esa escuela.
Pero Breton insiste en contactar a Freud. En 1932 le envía un ejemplar de su obra Les Vases communicants, en la cual interpretó del modo más sistemático posible uno de sus propios sueños; y años más tarde (1937) le propone a Freud que se asociara a la publicación de una compilación titulada Trajectoire du rêve. Freud, respondió primero amablemente, pero sin la menor concesión: "Una compilación de sueños, sin las asociaciones agregadas, sin el conocimiento de las circunstancias en las que los sueños tuvieron lugar... semejante compilación para mí no quiere decir nada, y no puedo imaginar lo que puede querer decir para otros". A Freud no le interesaban esas discusiones. No reconocía en la posición de Breton su propia concepción metapsicológica del inconsciente. Finalmente, la relación entre ambos se tensa tras un reproche de Breton hacía Freud al que trata de burgués prudente, (por el análisis de un sueño), a lo que Freud le contesta: “ahora una confesión que usted debe aceptar con tolerancia. Aunque reciba tantos testimonios que usted y sus amigos manifiestan por mis investigaciones, no estoy en condiciones de aclararme por mi mismo qué es y que quiere el surrealismo. Quizá no soy apto en absoluto para entenderlo, yo que estoy tan alejado del arte” (Breton, Los vasos comunicantes, Paris, 1977).
El interés por los sueños de Breton era muy distinto al de Freud quien veía en estos, una entrada para el conocimiento del inconsciente y de la neurosis, mientras que para los surrealistas sólo eran una puerta de acceso a un área desconocida y que no se preocupaban por interpretar sino que se refugiaban en ellos extasiados, como territorio liberado del control racional.
Dalí se contacta tempranamente con el psicoanálisis en la Residencia de estudiantes de Madrid (1922),varios sugieren que fue Luis Buñuel quien lo introduciría a éste a la lectura de La interpretación de los sueños, como revelador del inconsciente. Dice Dalí: “me pareció este libro uno de los descubrimientos capitales de mi vida, y se apoderó de mí un verdadero vicio de auto interpretación, no solo de los sueños, sino de todo lo que me sucedía...”. A partir de allí, el objetivo de su trabajo será alejarse de las reglas del arte, buscando un carácter extra-pictórico. Para él, el elemento de un cuadro podrá estar condicionado por todo, excepto precisamente por las leyes pictóricas que se consideran propias, porqué se consideran los medios mas puramente impropios posibles, es decir, los mas propios a otra cosa que no sea la pintura. Entre esas otras cosas, la persistencia de los sueños, las manías, las fobias, los actos fallidos, fantasías primarias, complejo de castración, el exhibicionismo. Todos elementos extraños a la pintura, que cobran importancia decisiva en la autobiografía. Dalí vuelve al tema de lo arcaico, lo primitivo como mito fundacional relacionado con la sexualidad desenfrenada, sin normas, en estado puro, donde se dan el espacio remoto y elemental del inconsciente. Para Dalí, lector de Freud, en la biografía y en la historia personal, se reconstruyen los orígenes, aquel momento inicial de la primera infancia en que se busca la satisfacción en una ganancia generalizada de placer.
Al igual que Breton, insiste en ver a Freud. Luego de haberlo buscado varias veces en Viena y en Nueva York y tras reiteradas negativas, se produce un encuentro en Londres (1938). Lo acompañan Edward James y el poeta Stefan Zweig. Dalí porta su lienzo de El mito de Narciso y un texto escrito para la revista Minotaure acerca de la paranoia, tanto el poema como el lienzo tienen importancia ya que son los primeros obtenidos según su aplicación integral de su método paranoico-crítico. Las impresiones de la visita serán diversas.
Freud por su lado, le agradecerá a Stefan Zweig, promotor de ese encuentro, ya que Dalí había cambiado su opinión por los surrealistas (a quienes consideraba como chiflados incurables), sin embargo dice Freud: “el español, con sus ojos cándidos y fanáticos y su indudable técnica, me ha hecho reconsiderar mi opinión. En realidad, sería muy interesante investigar analíticamente como ha llegado a ser compuesto un cuadro así. Desde el punto de vista crítico, podría seguirse manteniendo aunque el concepto de arte desafía toda expansión mientras la porción cuantitativa del material subconsciente y de funciones preconcientes no permanezca dentro de los límites definidos. Mas sea como fuere, se plantean grandes problemas psicológicos”, y agrega “...el psicoanálisis es como una mujer que desea ser seducida, pero que sabe que perderá valor si no ofrece resistencia...” (Aquí muchos sin poner esta parte de la carta ven a Dalí como al único que Freud acepta, pero no creo que fuese así)
Freud durante ese encuentro ha permanecido sereno, no mostrando interés por el tema de la paranoia y esto desespera a Dalí. Este escribe en su libro Vida secreta: “Antes de partir quería darle una revista donde figuraba un articulo mío sobre la paranoia... le rogué que lo leyera si tenia tiempo para ello. Freud continuo mirándome fijamente sin prestar la menor atención a mí revista... le explique que era un artículo ambiciosamente científico y repetí el titulo... ante su imperturbable indiferencia, mi voz se hizo involuntariamente mas aguda y mas insistente. Entonces, sin dejar de mirarme con fijeza, en que parecía convergir su ser entero, Freud exclamó dirigiéndose a Zweig: Nunca vi un ejemplo mas completo de español ¡Que fanático!”.
Dalí continúo con sus lecturas de psicoanálisis y preguntándose como a Freud podía serle indiferente el movimiento surrealista, que “a diferencia del impresionismo o del cubismo, no era simplemente una nueva tendencia artística, sino un movimiento revolucionario y subversivo que quiere cambiar al mundo, al nutrirse de las energías latentes de la psique”. Dalí cree entender, como le cuenta por carta a Breton (1939) que el interés de Freud en las pinturas clásicas era la búsqueda de lo inconsciente, y en la pintura surrealista, lo conciente. Por su parte Freud destaca de Dalí su mirada fanática, que mas adelante exteriorizará como su vital preocupación: la paranoia.
Los surrealistas toman los conceptos freudianos para eliminar los riesgos del control conciente y dejar fluir las fuerzas del inconsciente. De este modo la realidad aparece redimensionada, liberando al hombre de la lógica, del sentido común, del buen gusto y la moral. Pero se distancian de Freud al no tener en cuenta la concepción que a partir de los años 20 reformulará en Más allá del principio del placer, la pulsion de muerte como fuerza que atenta contra el bienestar del sujeto. Los surrealistas solo creen en la fuerza del deseo y no de la pulsion, se aferran a la idea de un principio del placer como amo del inconsciente, proclaman su omnipotencia y la legitimidad de su realización.
Pese a no haber captado la atención de Freud como lo esperaban, el surrealismo nunca ha dejado de reconocer en su obra, la brújula de su acción. En el Diccionario surrealista de 1938 (posterior a las reuniones que mantuvieran Breton y Dalí con Freud), figura: “Viva Freud, el gran sabio vienes”. El surrealismo fue llevado a atribuir una particular importancia a la psicología de los procesos del sueño en Freud y a todo lo que es la explicación fundada en la exploración clínica de la vida inconsciente.
Freud, en cambio, nunca encontró un eco de su teorización en el lenguaje surrealista y tampoco llego a entender el valor que el psicoanálisis y su persona habían adquirido para dicho movimiento. Le refiere por carta a Stefan Zweig, tras la visita de Dalí (1938): “...me sentía inclinado a considerar a los surrealistas, que al parecer, me han elegido por su santo patrón, como chiflados incurables”.
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Antes de pasar a las conclusiones, voy a dar otro ejemplo que ilustre la relación que tuvo Freud con estas vanguardias.
El expresionismo, corriente estética que aunque nunca formó una escuela estructurada, abarcó todas las facetas de la vida cultural, no solo las artes plásticas. Nacido en Viena, Dresde y Munich, se convierte rápidamente en el movimiento dominante de entonces, exhibiendo en sus obras las contradicciones de la vida moderna y rechazando la imitación de la realidad. Reunió artistas alemanes, austriacos, franceses y rusos, entre 1905 y 1925. El término alude a un arte abstracto basado en la exasperación de la expresión. No queriendo continuar por el camino de la investigación de la forma, el expresionismo prefirió caracterizarse por su fuerza psicológica, añadiendo la expresión de los sentimientos del pintor. Al igual que el dadaísmo y el surrealismo, rechazó toda regla que se interpusiera en el libre fluir de la espontaneidad creadora y concedió primacía a la acción de pintar.
La dureza de las opiniones de Freud al respecto este arte moderno, la hallamos en su correspondencia.
En 1920 le escribe a Oscar Pfister, pastor suizo que practicaba el psicoanálisis, quien por entonces publicó su libro El expresionismo en arte: su base psicológica y biológica, dice Freud:”Comencé a leer su librito sobre el expresionismo con tanto interés como aversión y lo acabe de una sentada...Debo precisar, por otra parte, que en la vida real soy intolerante hacia los chiflados, que veo sólo su lado dañino y que en lo que respecta a esos “artistas”, soy casi como aquellos a quien usted fustiga al principio, considerándolos filisteos e intransigentes. Y, al final, explica usted con claridad y exhaustivamente por qué esta gente no tienen derecho a llamarse artistas”. En otra carta del mismo año, también a Pfister, escribe: “... intento evaluar al artista en forma racional, como si fuera un erudito o un técnico, cuando en realidad se trata de un ser de categoría especial, exaltado, autocrático, villano y a veces bastante incomprensible”. Pese a los intentos de muchos por acercarle las nuevas manifestación de arte abstracto, Freud se muestra cada vez más duro.En 1922, Karl Abraham, le envía un dibujo, y Freud le contesta: “Es horrible. Se que es usted excelente persona, por lo que me apena aún más ese pequeño fallo de su carácter que supone la tolerancia o simpatía hacia el arte “moderno”... el artista declara que le ve así. Las personas como él debieran ser las ultimas en tener acceso a los círculos analíticos, pues constituyen la mas extrema ilustración de la teoría de Adler, según la cual sólo aquellos que padecen graves defectos congénitos de visión llegan a ser pintores o delineantes”.
Algunas aproximaciones
Resulta llamativo no encontrar en las obras completas de Freud, siquiera mencionadas las palabras: vanguardia, modernidad, surrealismo, Dadá, expresionismo, o los nombres que encabezaron estos movimientos artísticos. Solo se hallan pocas referencias al arte de vanguardia en cartas íntimas, pero no en su obra. Sabemos que Freud a lo largo de su vida realizó estudios en los cuales abarcó una variedad importante de disciplinas, entre ellas reflexionó y escribió sobre el fenómeno artístico; también sabemos que amigos y discípulos (Pfister, Zweist) procuran acercarlo a las vanguardias.
Mientras que la mayoría de estos movimientos, hacen uso del psicoanálisis para fundamentar sus teorías, Freud no toma elementos de la vanguardia y se mantiene, distante e indiferente.
Las razones que podemos pensar son variadas. Unos se centran en el dudoso gusto de Freud por las obras de arte contemporáneo ysu gusto en cambio por lo Clásico. JackSpector, fundamenta esto por la educación humanística-científica recibida por Freud, que lo condujo por una ruta que va de la ciencia, hacia el arte y la cultura. Entre sus maestros se encontraba Brucke, profesor de anatomía en la Academia de Arte de Berlín, quien consideraba como arte ideal los períodos de la Antigüedad y el Renacimiento, rechazando en cambio, el arte Moderno. Freud excluía a los movimientos que se apartaran de esta idea de belleza, por ser proclives a lo grotesco, como el expresionismo o a los estilos frescos e inventivos como el impresionismo, y a todos los agrupaba calificándolos de “feos”. Spector fundamenta en parte el gusto de Freud, por los libros y obras plásticas que él poseía, mayormente griegas, romanas y egipcias, que utilizaba para ilustrar ideas que quería exponer a colegas y pacientes.
Otros se centran en la influencia de la Viena de fin de siglo, en el carácter paradójico del modernismo vienés en el que se amalgamaba una sensibilidad “moderna” con un gusto por el pasado, que difería del carácter radical y revolucionario que definía el modernismo en otros lugares. Carl Schorske analiza como la alta burguesía produjo en Europa una moral uniforme y una cultura científica segura y virtuosa, donde se compartía el Ideal de la Ilustración: progreso social mediante la ciencia, la educación y el trabajo. Siguiendo la misma línea, otro autor Josep Casals , centra su extenso trabajo, sobre la ambivalencia que Freud sentía por Viena, y como la racionalidad clásica, lo llevo a mirar desde dos caras: por un lado la cultura liberal, masculina y cientificista, y por el otro, las categorías asociadas a lo femenino, que identificaba con la actividad artística y filosófica.
En medio de ambas teorías se encuentra Ernest Gombrich, uno de los historiadores mas importante de Arte, también nacido en Viena, sugiere que el rechazo de éste al arte moderno no hay que buscarlo en los prejuicios propios del medio social, pues Freud demostró que esos prejuicios fueron incapaces de influir en su obra. El miedo de Freud, dice Gombrich, fue que las nuevas generaciones de artistas estaban haciendo pie en sus teorías para desarrollar un arte que él no comprendía ni gustaba y del cual se lo nombraba inspirador directo.
Pero, más allá del gusto de Freud por el arte Moderno o la influencia que pudo ejercer la Viena finisecular donde él se desarrolló, a Freud las obras de arte le interesaban para probar y fundamentar sus teorías, por su representación. En este sentido el arte abstracto no le aportaba material para el psicoanálisis como sí el arte clásico o renacentista, que están dotados de interpretación. Él mismo cuando se declara “profano en cuestión de arte”, dice que el contenido de una obra le atrae más por sus temas, que por sus cualidades formales y técnicas, contrariamente lo sucedido al artista, que le importa más la técnica, en especial a los modernos. Freud, buscaba en un cuadro las alusiones ocultas o simbólicas del inconsciente, más allá de los detalles estéticos obvios como el color, la forma, la línea, y la iconografía. G. García nos aclara este punto al mostrar como para Freud el arte ilustraba, tenia un valor didáctico, a él le interesaba no la técnica sino la narrativa. Luego el arte se vuelve abstracto, se opone a la representación, y los artistas no representan más para los otros sino para la técnica.
En este sentido, Oscar Masotta, conocedor de las vanguardias, dice que lo que se ve en Freud, con relación a la obra de arte es un campo mas complicado que el de una relación entre saberes, obras o campos de saberes ya constituidos. Esta relación es tan complicada que Freud lo que trata de hacer a lo largo de toda su obra es disolver el campo de esa relación. No hay campo de esa relación y por lo tanto ni el psicoanálisis tiene el estatuto de un saber terminado, ni la obra de arte es algo sobre lo que el psicoanálisis puede ofrecer un discurso absolutamente coherente. Por eso, dice Masotta, Freud no aplica jamás el psicoanálisis a la obra de arte, sino que la utiliza para continuar la constitución de su teoría que responde al punto que él percibe como enigma, una pregunta sobre el deseo
Teoría de las vanguardias. Península
Breton tras una análisis de un sueño por parte de Freud, le dice a este que no llevo suficientemente lejos la interpretación del sueño y de su contenido sexual, Freud le dice que no fue por timidez sino solo por el respeto que le tenia a su padre.
El Gran Masturbador, Dalí
Cartas a Stefan Zweig “Correspondencia con Sigmund Freud, Rainer Marie Rilke,...” Paidos (aquí Stefan en 5 cartas seguidas media para que Freud conozca a Dalí, dice que Dalí lo buscó ya dos veces en Viena y Nueva York, que además irá a verlo junto con su esposa y hacer un retrato
Libro de Wechsler y Constantin. Los surrealistas. Longseller .
enciclopedia Espasa Calpe.
Tuvo sus precedentes en figuras como Van Gogh, Munich, Toulouse Lautrec. Su obra se caracterizo por el irrealismo del color, las deformaciones, y la estilización de las figuras y los paisajes. Estos artistas (Kirchner, Heckel, Nolde. Pechstein),. En 1910 se unieron a este grupo Kandinsky, Macke, Klee. Pertenecieron además en Austria, Kokoschka y Schiele, si el impresionismo se había centrado en la luz y el fauvismo en el color, los expresionistas reaccionaron contra ellos, se consideraron espíritus afines a escritores, filósofos, y arquitectos como Baudelaire, Nietzsche, Dostoievsky o Whitman.
Epistolario Freud
Epistolario Freud
Las ideas estéticas de Freud, Timerman Editores
“Afinidades Vienesas. Sujeto, lenguaje y arte, Anagrama, Barcelona, 2003
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Las ideas estéticas de Freud, Timerman Editores
“ Afinidades Vienesas. Sujeto, lenguaje y arte, Anagrama, Barcelona, 2003
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