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¿Lacan post freudiano? *

por Mónica Códega

En el inconsciente, no entro, igual que Newton, sin hipótesis. Jacques Lacan. El seminario 20.

 

De la monografía a la modificación de la experiencia.

Cómo explicó en la jornada de apertura 2011 Ignacio Penecino, y lo hacen algunos de nosotros en distintos ámbitos (1), nos abocamos a rastrear en los textos los registros explícitos que Lacan dejó de su práctica. Para hacer un guiño a Martin Jay (2), digo que nos abocamos a buscar cómo canta la experiencia en los distintos momentos de la obra de Lacan. Nuestra investigación se ajusta muy bien a esa expresión a la que puede sumársele color local lunfardo “cantó”, la experiencia cantó, “batió la justa”.

Cada vez que encontramos el registro de un caso que funciona como ejemplo ejemplar (3 y 4), o se ajusta a la categoría que enmarcamos como “caso de la práctica de Lacan”, experimentamos un hallazgo.

No pocas veces, alguno de nosotros trae su hallazgo, pero se lo lleva a su casa de vuelta, porque el grupo considera que no es tal, es decir que no se ajusta a las pautas establecidas. O que nuestra experiencia investigativa está organizada por un método de abordaje.

Que Lacan fue un insistente practicante, es sabido. Consideró que praxis y doctrina son el psicoanálisis puro (5).

Sin embargo, hay una enorme diferencia entre la forma en que presenta el caso Aimee en 1932 y los registros que constan de su práctica en los textos siguientes (6).

Esto tiene importancia actual para nosotros, ya que nos cuestionamos el valor, la forma y el uso que hacemos de la presentación del caso hoy.

Hablar de la experiencia del análisis no volvió a ser lo mismo, después de la invención del pase. (Este tema es objeto de otro estudio).

El período del que voy a hablar es el de los antecedentes (7) de la enseñanza de Lacan. La cronología va de 1933 a 1953 y los datos duros indican que en ese lapso se sumó al grupo de psicoanalistas que, impulsados por Marie Bonaparte como enviada de Freud, integraban la Sociedad Psicoanalítica de París desde 1926 (8).

Lacan realizó su análisis personal didáctico con Rodolphe Lowenstein desde 1932 hasta 1938.

También en 1932 se publicó la tesis que, según Lacan, tuvo repercusión en el medio surrealista, debido a que la monografía incluyó en su relato los textos literarios de la paciente a la que él llamó, justamente, Aimeé, por ser esta amada la protagonista principal en su literatura (9 y 10).

Durante esos años, transcurre el curso de Alexandre Kojeve sobre Hegel, y las clases y publicaciones de Alexandre Koyré sobre filosofía de la ciencia. En 1948, Claude Lévi Strauss presenta la tesina sobre las estructuras elementales de parentesco (11).

Durante esos años, comenzó, transcurrió y finalizó la Segunda Guerra Mundial.

Dice Jean-Paul Sartre en su novela La muerte en el alma: “Soy francés; ser francés, como ser europeo o ser occidental, era ser pura y simplemente hombre. Francia era la atracción de la Tierra, el espacio, la visibilidad, la certidumbre serena de que el mundo estaba hecho para el hombre. Era tan natural ser francés… Era el medio más sencillo y económico de sentirse universal (...). Era ante esta conciencia que sobre sí mismo tenía el francés, el europeo, el occidental, ante la que los otros, los no franceses, los no occidentales, tenían que justificar su humanidad.(...) Pero algo grave había sucedido, la guerra, al machacar al hombre, al hombre de carne y hueso, había reducido las pretensiones del francés, a lo que en realidad era: hombres de carne y hueso. (...) La cosa ya no es tan natural. Se había nacido francés, pero se pudo nacer chino, o congolés. (...) Se nació en Europa, pero se pudo haber nacido en otro continente. No era esto lo que hacía del hombre un hombre, sino algo que la soledad, la muerte, la desesperación, hacía reconocer en otros semejantes” (12).

En Francia no despertaba ningún interés el psicoanálisis. Dice Elisabeth Roudinesco: “Para interesarse por el psicoanálisis en este país, entre 1914 y 1935, había que estar sólidamente loco o no tenerle miedo a las galeras” (13 y 14).

El título Lacan post freudiano nos trae complicaciones.

De entrada, Germán García nos incluyó el signo de interrogación que inicialmente no tenía. Se lo agradecemos, ya que esos signos ¿...? nos orientaron a pensar más hacia dónde iba Lacan que desde dónde venía. De todos modos, la tesis del caso Aimeé designa claramente que Lacan era un entusiasta estudioso, conocedor y practicante de las investigaciones provenientes de la psiquiatría alemana y francesa. De la psiquiatría venía Lacan, y el interés por el psicoanálisis es a partir de la necesidad de componer operadores conceptuales que permitan un tratamiento clínico acorde a los fenómenos que presenta la locura (15 y 16).

Llamar a Lacan post freudiano surgió a propósito del hallazgo de dos casos que se incluyen en las actas de la Sociedad Psicoanalítica de París, como intervenciones de Lacan, bajo el título De la impulsión al complejo.

Se trata de una síntesis (17) de dos casos que Lacan expone a discusión en la Sociedad Psicoanalítica de París en 1938, donde participaba de las reuniones regulares entre los psicoanalistas a partir de 1933 hasta 1953, cuando renuncia.

Al leer esa intervención, entonces, nosotros reímos. Imaginamos un hipotético auditorio que creería, sin más, que hablaba allí un post freudiano y no Lacan mismo.

No es tan así. Si bien el lenguaje usado por Lacan es el compartido por los psicoanalistas de la época (“etapas de la evolución psicológica de los sujetos en el curso del tratamiento”, “dilucidación de episodios edípicos”, “desplazamiento de afectos”, “síntomas de defensa del yo”,”toma de conciencia” etcétera), la intención de Lacan es llevar a discusión dos casos que presentan síntomas de impulsión, y que la preocupación clínica y el acercamiento al fenómeno permiten oponer lo que aparentemente es cercano. Es decir, que el hecho de presentar la misma categorización de síntomas, “impulsiones”, no indica que se trate del mismo diagnóstico ni del mismo sentido en la realidad de la transferencia. Además, apuesta fuertemente por el tiempo que requiere un análisis. Dice: “La forma clínica (...), hay que insistir en ello, sólo libra plenamente sus particularidades tardíamente, en el curso del flujo confidencial condicionado por el tratamiento. (...) Es solamente por el acercamiento de las perspectivas proporcionadas sobre el mismo síntoma por incidencias narrativas o interpretaciones múltiples que en el curso del monólogo psicoanalítico, y sin ninguna sugestión del cuestionario, verá dibujarse en su pureza un caso.

Los casos que compara se relacionan con el aparato conceptual que estaba gestándose.

Esa organización conceptual puede entenderse en “Los complejos familiares”, incluido en Otros escritos, versión castellana de reciente aparición (18): En este trabajo, que Lacan escribió a pedido de Henri Wallon para la Enciclopedia Francesa dedicado a la vida mental y que se difundió como “La familia”, Lacan analiza los complejos de destete, de intrusión fraterna y de Edipo como funciones organizadoras del desarrollo psíquico e indicadores “concretos” de que la familia no organiza instintos sino complejos. Incluye en este texto la articulación que produjo en el estadio del espejo, es decir que, a partir de la prematuración específica del nacimiento en el hombre, el hecho social-familiar incluye al infante en una dialéctica en la que la función de la imago establece una relación del organismo con su realidad. Esa identidad alienante, y el cuerpo fragmentado concomitante, es un factor explicativo causal tanto del desarrollo mental como de los síntomas de todo el abanico psicopatológico.

“Estadio del espejo”, “imago” y “complejo” son términos explicativos que usa Lacan para justificar la causalidad psíquica. Son tan potentes que permiten cuestionar el dualismo cuerpo-mente y sujeto-objeto de conocimiento.

Lo expresa, iniciando su subversión, cuando cuestiona hasta al “propio genio de Freud”. Él, Lacan, no explica como biólogo la tendencia a la muerte mediante un instinto de muerte, sino que la tendencia a la muerte, específica del psiquismo del hombre, manifiesta su aspecto mortífero en la imago no sublimada y se explica por causa psíquica, ya que el complejo como unidad funcional del psiquismo responde a la insuficiencia congénita de las funciones vitales.

El complejo de Edipo freudiano es traído a este texto para darle justa dimensión a la imago paterna como concentradora de la función de represión junto a la de sublimación en la familia paternalista, a la vez que permite constituir normalmente el sentimiento de la realidad.

Estos son los conceptos por los cuales explica los fenómenos de la locura, y por qué el sujeto puede asignarle valor de realidad a la experiencia sensorial alucinatoria, interpretativa, intuitiva.

Dice que los de la locura “son fenómenos que le incumben personalmente: lo desdoblan, le responden, le hacen eco, leen en él, así cómo él los identifica, los interroga, los provoca y los descifra. Y cuando llega a no tener miedo alguno de expresarlos, su perplejidad nos manifiesta asimismo en él una hiancia interrogativa: es decir que la locura es vivida íntegra en el registro del sentido” (19).

El sentido es lo que va llevando su conceptualización hacia el problema del lenguaje para el hombre.

En los escritos de este período, diferentes aspectos de su caso Aimeé, son usados como cantos de experiencia. En “Acerca de la causalidad…” dice que el testimonio del caso de su tesis lo hizo esforzarse en dar cuenta de los fenómenos elementales de la psicosis paranoica, y explica cómo estos fenómenos, en el momento fecundo del delirio, nos indican que espacio y tiempo en el hombre no se explican por tesis mecanicistas, sino porque la realidad es, material y concretamente, psíquica.

Otra vez que recurre a su caso de tesis es en “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología”, una conferencia de 1950 (20).

Allí junta a Aimeé con el crimen de las hermanas Papin (21) para resaltar que, por determinadas circunstancias que podría demostrar un analista, algún objeto se vuelve criminógeno más por la alienación de la realidad del criminal y por el valor simbólico que dicho objeto tiene en el delirio que por la ilusión de que el crimen respondería a un contexto social determinado o a la existencia de instintos que desbordan.

Todo este período de los antecedentes de la enseñanza, y muy anterior a la conceptualización formalizada, se rastrea claramente desde la tesis, ya que por la intención médica –no filosófica– de entender las locuras explica la psicosis por un concepto freudiano que le permita ir y volver a los hechos de experiencia con precisión y coherencia: Libido.

Cronológicamente, el último caso que encontramos del período es en “Función y campo de la palabra”. Son cuatro líneas en las que relata cómo el tiempo de la sesión (al que llama “nuestras sesiones cortas”) rompe el discurso para dar a luz la palabra: “Hemos podido sacar a luz en tal sujeto masculino fantasías de embarazo anal con el sueño de su resolución por medio de una cesárea, en un plazo en el que de otro modo todavía estaríamos escuchando sus especulaciones sobre el arte de Dostoievski (22).

Entre la tesis de 1932 y el paciente de 1953, Lacan pasa del uso del psicoanálisis para justificar el entendimiento del fenómeno paranoico (sin que la paciente hiciera la experiencia del análisis) al uso del psicoanálisis tan conceptualmente intensivo (23) como para causar una modificación técnica del tiempo en la experiencia de un análisis que sí se realiza.

Lacan mantiene su intención original, reiterada insistentemente en la tesis: conceptos y método permiten la experiencia del psicoanálisis. Por supuesto, esa misma intención lo lleva a reformular, complejizar y formalizar la doctrina para que cada acto analítico vuelva a no ser la aplicación de un método (24).

Y Lacan vuelve a no ser post freudiano.

Después de este momento de antecedentes, de este estilo temprano (25), Lacan pasa a hablar de la experiencia a partir de los casos que Freud dejó para él.

 

Mónica Códega

Marzo 2012

* Texto escrito para su lectura en la Jornada de apertura 2012, “La orientación lacaniana”, a propósito de algunos de los casos encontrados durante la investigación en curso “La casuística de Lacan”. Este texto intenta ilustrar la relación que encontramos entre la transmisión de la experiencia clínica con el corpus teórico en formación. Relación que coincide en este período con el pasaje de la psiquiatría a los orígenes del psicoanálisis lacaniano.

 

Notas

(1) En el simposio Anual APdeBA “Relatos de la clínica” (noviembre de 2011), Beatriz Gez, Marcelo Izaguirre, Ignacio Penecino y Elena Levy Yeyati integraron el panel “La casuística de Lacan”.

(2) El texto editorial de Graciela Musachi en la revista Lacaniana, año 5 Nº 9, (EOL 2009) me indicó el sentido del presente texto. Asimismo, los artículos de Luis Varela (“El concepto de experiencia en Aristóteles”) y de Gabriel Amengual I Coll (“La experiencia y el sujeto.Transformación del concepto de experiencia de Kant y Hegel”), publicados en la misma revista, son un complemento muy útil al texto central Cantos de experiencia, de Martin Jay. Dicho libro, permite ubicar la relación experiencia-concepto como una de las variadas maneras en que se trata la experiencia, desde la modernidad. Este estudio y un muy visitado texto esclarecedor de José Ortega y Gasset sobre el tema, “La filosofía de la historia, de Hegel y la historiología”, son buenos compañeros para situar el anhelo lacaniano: sentar las bases para un método de una ciencia de la personalidad.

(3) Véase sobre el tema el texto de Giorgio Agamben, Signatura rerum. Sobre el método, Argentina, Adriana Hidalgo editora, 2009.

(4) Véase Elena Levy Yeyati: “La casuística de Lacan, informe de una investigación en curso”, en Acta psiquiátrica psicológica de América latina, 2011.

(5) Jacques Alain Miller, “Lacan clínico”, en Matemas 2, Ediciones Manantial, Argentina, 1988. Esta conferencia, brinda datos biográficos sobre la actividad de Lacan y desarrolla un planteo acerca de la problemática clínica y diagnóstica.

(6) Jacques Lacan, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. Siglo XXI Editores, México, 2006.

(7) Jacques Lacan, “De nuestros antecedentes”, Escritos 1, Argentina, Siglo XXI Editores, 2002.

(8) Jacques Alain Miller, “Cronología sin comentarios de la escisión de 1953”, en Escisión, excomunión, disolución. Tres momentos en la vida de Jacques Lacan, Ediciones Manantial, Argentina, 1987.

(9) “Aquella enferma me había atraído por la ardiente significación de sus producciones escritas, cuyo valor literario sorprendió a muchos escritores, dese Fargue y mi querido Crevel, que fueron los primeros en leerlas, hasta Joe Bousquet, que las comentó inmediata y admirablemente, y Eluard, que hubo de recoger no hace mucho su poesía ‘involuntaria’. Se sabe que el nombre de Aimeé, cuya persona he disfrazado, es el de la figura central de su creación novelesca” Jaques Lacan, “Acerca de la causalidad psíquica”, op.cit, página 167.

(10) “En el caso de nuestra tesis, el caso Aimeé, efectos literarios, y de suficiente mérito como para haber sido recogidos, bajo la rúbrica reverente de poesía involuntaria, por el poeta Paul Eluard”. Jacques Lacan, “De nuestros antecedentes” op.cit. página 74.

(11) Véase la introducción de Carlos Solís, en el libro de Alexandre Koyré Pensar la ciencia, Editorial Paidós, 1994.

(12) Citado en Leopoldo Zea, La filosofía americana como filosofía sin más, página 109. Siglo XXI Editores, 1975. Incluimos esta cita para recordar al lector el trauma de la guerra al lado, o adentro de esta psiquiatría que no le bastaba a Lacan. Además, la guerra causó exilios, dispersiones y muertes que influyeron en el pensamiento científico y cultural mundial y también en el desarrollo y la extensión del psicoanálisis.

(13) La Batalla de cien años, volumen 1, Editorial Fundamentos, 1988, página 297.

(14) En Berlín era otra cosa. Dice Peter Gay: “Berlín era sólo el más espectacular de los centros en los que el psicoanálisis aseguraba su futuro”. (Freud, una vida de nuestro tiempo. Editorial Paidós, 1989, página 517)

(15) Sugirió Germán García a uno de nosotros estudiar a conciencia la tesis del caso Aimeé para rastrear desde allí el uso que Lacan hace de la relación concepto-experiencia. Si bien la tesis de 1932 es anterior al período que enmarca los casos aquí expuestos, nos permite conocer a ciencia cierta a partir de qué problemas metodológicos, conceptuales y clínicos Lacan inicia una obra en la dirección de la causalidad psíquica. La problemática es, para Lacan, ir teóricamente del caso a los conceptos que iban conformando el corpus. La experiencia es en este caso una monografía exhaustiva, una tesis.

(16) Jacques-Alain Miller enfatiza que, para Lacan, la práctica era el fin de su tarea. Y que incluso la lectura de Freud era un medio para tal fin. (Véase “Lacan clínico”, en Matemas 2, op.cit,). La tesis es un ejemplo contundente de ello.

(17) Jacques-Alain Miller, “Intervenciones de Lacan en la sociedad Psicoanalítica de París” en Jaques Lacan, intervenciones y textos 1, Ediciones Manantial, Argentina, 2006.

(18) Jacques Lacan, “Los complejos familiares”, en Otros escritos, Editorial Paidós, Argentina, 2012.

(19) Jacques Lacan, “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, página 164.

(20) Jacques Lacan, “Funciones del psicoanálisis en criminología” Escritos 1, página 144.

(21) Véase también “Motivos del crimen paranoico: El crimen de las hermanas Papin”, publicado inicialmente por Minotauro, diciembre de 1933. Versión castellana en De las psicosis paranoica”, Siglo XXI Editores, México, 2006.

(22) Jacques Lacan, “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, op.cit.

(23) Véase sobre el tema el Seminario de Jacques-Alain Miller en Cuaderno de resúmenes 1987/88, Instituto del Campo Freudiano, 1991.Durante las reuniones en las que se discute el texto “Los complejos familiares”, Miller destaca el esfuerzo lógico de Lacan para comenzar a formalizar la teoría. Pensamos que ese esfuerzo lógico va desde la tesis hasta los “Complejos familiares” y produce un cambio en la técnica en “Función y Campo...”.

(24) “La enseñanaza de Lacan, en cierto sentido, posee una extremada continuidad, pues cada paso supone el paso anterior, y no se despliega como una deducción lineal puesto que la consecuencia, llegado el caso, borra las premisas y siempre las reencuadra y las desplaza. Esta es la perspectiva que considero justa en lo que atañe a cómo leer a Lacan.” (Jacques-Alain Miller, Lacan clínico, op.cit.)

(25) Este estilo temprano puede compararse con el tardío en “Jacques Lacan y el estilo tardío”, Germán García, Revista lacaniana de psicoanálisis, Nº 11, Eol, Argentina, 2011.

 

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