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Sobre la no relación entre teoría y clínica

Lic. Gustavo González

 

Nunca llegaremos a dominar la relación entre esos parlêtres que sexuamos como varón y esos parlêtres que llamamos mujeres… En ese punto, no hay oportunidad de conseguir nada nunca, es decir, de lograr la fórmula, algo que se escriba científicamente.


El triunfo de la religión, Jacques Lacan.

 

Sobre el módulo de investigación

Hace dos años comenzamos, por iniciativa de Elena Levy Yeyati, una investigación sobre el estudio sistemático de la casuística de Jacques Lacan. Se leyó casi toda su bibliografía, seminarios, escritos, etc. Los hallazgos fueron diversos y algunos de ellos inesperados. Veamos algunos puntos:

-Tenemos por primera vez una visualización general de la dispersión en la obra de Lacan de los relatos de casos de su propia clínica.

-Al ubicar dicha distribución según los distintos momentos teóricos, se pueden hacer algunas inferencias e hipótesis explicativas al respecto. Se pudieron contrastar distintas funciones del uso de las referencias clínicas por ejemplo, el uso distintivo en distintos contextos de una misma referencia.

-Se pudo constatar en la diacronía de su obra una transformación en el modo de relatar la clínica de Jacques Lacan y, yo diría hasta de la clínica misma. Se constata también con dicha transformación el pasaje del Lacan psiquiatra al Lacan analista y el decurso de éste último.

-Se establecieron algunas correlaciones entre la invención del pase como modalidad específicamente lacaniana de dar cuenta de lo que ocurre en la clínica y el ocaso de los relatos.

Estos son algunos de los temas que ustedes podrán seguir en los trabajos de la próxima publicación 1. Como se puede observar en esta breve enumeración, la casuística de Lacan como objeto de indagación supera en mucho lo que el título parecería cercar en una primera impresión. No se trata del rastreo de casos para ver como intervenía clínicamente Lacan. Muy por el contrario podemos poner en cuestión, al menos para el psicoanálisis, el aprendizaje de la clínica leyendo casos clínicos teniendo en cuenta la particular relación entre teoría y clínica, de la que intentaré decir algo a continuación. No se trata tampoco de una estadística ni de curvas de distribución en sí mismas sino que estamos de lleno, al menos es lo que creo, en lo que se suele llamar política lacaniana.

Por mi parte escribí unas páginas sobre algunas de las conclusiones provisionales que fui sacando en el módulo y, después de leerlo, escribí como título “Sobre la no relación entre la teoría y la clínica”, trabajo que aparecerá en esa compilación. Allí, entre otras cosas sugiero:

Por un lado, algunos elementos trabajados por Lacan en otros contextos relacionados con las fórmulas de la sexuación para pensar la articulación entre la teoría y la clínica. Sigo un poco la idea de Jean Claude Milner que toma la teoría lacaniana del todo para pensar cuestiones con funciones distintas a la función fálica.

Cabe señalar que esa vía implica tratarla en los términos clásicos de universales y particulares aunque han sido tan profundamente modificados por Lacan, que podemos decir que conmocionan esa concepción clásica. Las particulares dejan de ser elementos parciales de verdades universales para pasar a objetar dichas universales que quedan así vaciadas de restos ontológicos.

Esta nueva disposición, que ya no implica la bipartición de un todo en dos conjuntos complementarios sino que implica un desequilibrio fundamental entre dos espacios que no se cocorresponden, resulta de interés para pensar la relación entre teoría y práctica.

Por otro lado también, propongo otra línea como apoyo teórico para trabajar esa relación que tiene que ver con una propuesta hecha hace un tiempo por Germán García en relación con una epistemología del exemplum de raíz aristotélica. Es justamente ésta vía, la que implica dejar de lado la clásica repartición entre universales y particulares, pues va de lo particular a lo particular como lo plantea Giorgio Agambem.

Teniendo en cuenta que próximamente los trabajos serán publicados, aprovecho este tiempo para retomar algunas cuestiones que quedaron fuera.

Siguiendo la pista de las referencias clínicas en un período que va del año 1964 al 1972, período que coincide con el desarrollo de la lógica que resulta de la introducción del objeto a, rápidamente llama la atención las pocas y breves referencias a su clínica en relación al período precedente. No hay más de 6 ó 7 referencias en casi 10 años. En aparente contradicción con esto, se producen conceptos y fórmulas de importancia tanto para la clínica misma como para su articulación con la teoría:

-Se escribe el algoritmo de la transferencia que permitiría formalizar las “entradas en análisis”, pero curiosamente no existe ningún ejemplo.

-Se introduce el pase como modo de dar cuenta de lo que ocurre en la clínica.

-Se produce una escritura de la no relación con las fórmulas que apuntarían al goce en juego para cada sexo. En relación a esto, se ataca y se vacía la universal clásica aristotélica que es puesta en jaque por las existenciales, cuestión no menor y que, leída convenientemente, toca la relación entre la teoría y la práctica clínica.

Todo esto, casi sin referencias a su clínica,2 a pesar de que todo apunta a ella.

¿Un psicoanálisis formalizado?

Frente a este paisaje con tan escasas referencias a la clínica, vemos a Lacan que especialmente en los seminarios 9, 14, 16, 18, 19 y 20 despliega todo el arsenal de la lógica además de desarrollos matemáticos y topológicos. Vemos aparecer al Aristóteles de las categorías, el Pierce del cuadrante, Frege y otros. Se ponen en juego de una manera nueva3 las relaciones del psicoanálisis con la ciencia, el lugar de la formalización dentro del mismo y el lugar de la clínica.

El período coincide con un contexto francés marcado por el entusiasmo en relación con la formalización y con la lógica, se estrecha la proximidad entre la lógica y el psicoanálisis.

¿Es posible la formalización del psicoanálisis? En Francia se preocupaban por los fundamentos matemáticos, traducían a Frege. Sobre este clima general4 Lacan parecía entusiasmarse con eso y también sobre el final se frustraba. Creo que es ése el Lacan que conviene al psicoanálisis hoy y no el que ya sabía que eso no iba a funcionar. Yo cito en mi trabajo la frase de L´etourdit “la lógica es la ciencia de lo real” y un comentario de Miller sobre que eso era un prejuicio de Lacan de ese momento.

Si bien señalo el entusiasmo formalizante de esa época, creo cada tanto hay retornos de eso, y quizás, hasta sea un paso bastante habitual en la relación que alguien establece en su iniciación al psicoanálisis. Hace varios años, en mis primeras presentaciones de casos en APLP de la Ciudad de La Plata, intenté usar el algoritmo de la transferencia para ilustrar una entrada en análisis, tal como lo proponía Lacan que, a su vez, se había cuidado de no poner ningún ejemplo ni siquiera freudiano.

El armado del caso no cerraba, según mi propio diagnóstico del momento, ya que me faltaba saber más de Lacan y de lógica. Encontré un caso presentado por Eric Laurent donde usaba dicho algoritmo pero le era necesario servirse además de una segunda versión del texto con variaciones respecto a la publicada hasta aquel momento. El problema era ése y la solución estaba en el otro texto. Pero, aquello tampoco funcionó y ya tampoco cerraba el caso de E. Laurent. Varios años después me encuentro hablando de un tema relacionado con eso, aunque hoy podría hacer algunas objeciones tanto a la fórmula misma como al significante cualquiera que le da su sello.

Hoy podemos decir que este entusiasmo formalizante del contexto francés no tuvo el éxito esperado, el mío tampoco. El psicoanálisis no puede ser formalizado como una ciencia y lo propio de él es imposibilitar la constitución de cualquier sistema.

El saber analítico tiene esa particularidad de ser poco acumulativo ya que, cada nuevo aporte, no puede reabsorberse en un ciclo de orden superior que lo unifique y en dicho salto deje atrás los nombres. A diferencia de la ciencia donde los nombres se pierden o se adelgazan al mínimo, quedando como simples etiquetas de un fragmento de saber, en el psicoanálisis los nombres importan.

Para la ciencia, que se diga ley de Newton a una ley, quiere decir que Newton ya no cuenta para nada. En contraste con esto, en psicoanálisis, siempre es necesario no sólo leer a Freud, a Lacan y a algunos otros, sino que es esencial mantener su disparidad. Si no podemos prescindir de señalar: esto dijo Freud, esto Lacan, esto algún otro; es porque no hay una escritura lógica del psicoanálisis.

Una vez establecido que el psicoanálisis no puede ser una ciencia hay que señalar que renunciar a eso, no es renunciar a una racionalidad que lo ligue al desarrollo de la ciencias. Mi evaluación es que éste período dejó herramientas de gran utilidad: matemas de importancia a pesar de su uso parcial, las fórmulas como intento de escribir una no relación y como crítica y vaciamiento del universal y conceptos, hoy de uso generalizado, de los que sería mejor no olvidar en qué contexto surgieron.

El esfuerzo extremo de Lacan, los forzamientos de la lógica tradicional, fueron fructíferos en mostrar su límite y, sobre todo, permitieron señalar un resto resistente a ésa lógica que en el salto siguiente de la formalización del borromeo, tuvo su lugar. La palabra opacidad de uso frecuente en esos años, señala ése resto no formalizable. Como mencioné anteriormente, Miller habla de prejuicio lacaniano, que Lacan abandonó junto con la lingüística y agrega que no hay ciencia de lo real.

Por mi parte cada tanto, respondo de manera diferente a una pregunta que me resulta fastidiosa en reuniones sociales ¿Qué diferencia existe entre el psicoanálisis y la psicología? Aunque poco apropiada para el contexto, una respuesta de hoy podría ser que sin la elaboración lacaniana de la no relación la cual dice extraer del discurso de Freud, el psicoanálisis quedaría absorbido en la psicología.

Variaciones de la clínica

El título del trabajo presenta dos entidades separadas, teoría y clínica, de los que predica que no hacen relación instalando una discordia entre ambas. Después de repasar algunos puntos teóricos, habría que ver cómo, paradójicamente teorizamos eso que llamamos clínica. Puesto que todo relato implica una distancia con la experiencia., eso que llamamos clínica se refiere a cómo captar y transmitir lo mas vivo de esa experiencia.

La experiencia analítica entonces no parece desprenderse de la palabra clínica, no hemos visto declinar su uso, aunque el adjetivo psicoanalítica introduce su particularidad. Lacan usa a favor la filiación médica de clínica, resaltando entre otras cosas, la referencia a la cama, ya que en el análisis se habla acostado.

En la clínica médica los signos naturales de la enfermedad circunscriptos y evidenciados por el maestro, se ofrecen al alumno y el saber teórico los ubica dentro de una trama de relaciones racionales. En la experiencia psicoanalítica no hay tercero, no hay observatorio como suele decirse y los signos no pueden mostrarse ni reproducirse ante los aprendices. En su lugar se presenta un relato y hay que creerle a quien lo relata, abriendo el juego que implica un autor con su referencia de autoridad.

Un elemento a tomar en cuenta en la investigación es que la concepción de clínica tiene variaciones importantes dentro de los seminarios. Desde la tesis de Aime, pasando por la precisión y diferenciación de corte estructural de los tipos clínicos con la triada neurosis psicosis y perversión. Es aquí donde está la mayor proliferación de referencias clínicas. Por último, esta triada tendrá perturbaciones y será puesta en crisis por el mismo Lacan, a pesar de ser el gran responsable de su éxito.

Un poco antes de eso, en el año 1976, Lacan define a la clínica como lo que se dice en un análisis, lo cual, si bien no se opone a lo anterior, le da un matiz bien diferente. A esta altura ha dejado de usar referencias de su clínica.

Voy a concluir recordando algo más de lo que dice Lacan en esos años. Por un lado hace del adjetivo clínica una acción, un verbo: clinicar. Hay que clinicar propone. Luego da una definición: “La base de la clínica psicoanalítica es lo que se dice en un análisis”. Tal cual mencioné con anterioridad, rescata con la referencia a la cama que tiene la clínica y la importancia de que allí se hable acostado. Como puede verse, la justificación del uso del diván5 toma un eje distinto al freudiano.

El psicoanálisis se trata de hablar acostado. El hombre no piensa del mismo modo acostado o de pie. En posición acostada hace muchas cosas, en particular el amor y el amor lo arrastra a todo tipo de declaraciones. En posición acostada, el hombre tiene la ilusión de decir algo que sea decir, es decir, que importe en lo real6.


1 Al momento de la jornada no estaba aún publicado el trabajo. Levy Yeyati, Elena “La casuística de Lacan” – 1ª ed.- Buenos Aires: Grama Ediciones 2013.Yeyati compiladora. Grama Ediciones.

2 Avanzamos en la comprobación de que también hay pocas referencias a otras clínicas, lo cual se terminará de sopesar en la segunda parte de la investigación.

3 Si bien creo que es un paso mas en relación a la introducción del significante es una consecuencia de ese paso anterior.

4 Clima que reconstruimos hoy con el término poco adecuado de estructuralismo por las distintas relaciones que tenían con él los nombres que se le asocian. Lo poco que se leían entre sí no quita que respiraran el mismo aire y que lean a los mismos autores.

5 Señalo la sutileza lacaniana un uno de los juegos homofónicos en lengua francesa entre diván y dire-vent, decir viento para el decir analítico.

6 Apertura de la sesión clínica 1976


 
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