Lo singular en la novela familiar
En presentaciones anteriores Liliana Goya, Alicia Alonso y Emilio Vaschetto han hablado sobre cuestiones que se destacaron en las presentaciones realizadas, como el diagnóstico, las entrevistas preliminares y la construcción de casos. Voy a referirme hoy a otro tema que consideramos de interés para el psicoanálisis, la novela familiar. El modo en que ellas aparecen en la presentación de casos suele ser motivo de reflexión, de análisis y de enseñanza en este espacio.
Entre las sugerencias que la coordinación de enseñanzas de la clínica da a sus miembros para elaborar la presentación, se puntualiza el tema de la Novela Familiar. En tanto se trata, cito:
“de una praxis que conlleva necesariamente a la disyunción entre el modelo y la excepción ya que el psicoanálisis de orientación lacaniana está advertido de que las nominaciones (clases y tipos clínicos) son semblantes y en consecuencia una cura se conduce con la tensión que introduce lo que del caso no se agota en la clase representable”.
Es en ese sentido que se hace necesario
“ubicar qué predica el sujeto con respecto a la constelación edípica ya que nos brinda una matriz de lo que está poniendo en acto. La novela familiar es una estructura inalterable, congelada en el tiempo que tiene peso y resonancias actuales que implica la respuesta del sujeto”.
La relevancia de la novela familiar para el psicoanálisis radica en que el lenguaje del inconciente es el de los años de la infancia, habla el adulto que fue niño. Es más, estrictamente hablando, no hay recuerdos de la infancia sino recuerdos referidos a la infancia, lugares a los que se recurre para organizar la vida. En tal sentido, la historia es el pasado historizado en el presente. Se trata menos de recordar que de reescribir la historia, dice Lacan.
El camino de la restitución de la historia que el sujeto realiza adquiere la forma de una búsqueda de restitución del pasado y es el blanco hacia el que apuntar. Que el sujeto reviva, rememore -en el sentido intuitivo de la palabra- los acontecimientos formadores de su existencia, carece en sí de importancia. Lo que cuenta es lo que reconstruye de ellos, la forma en que opera y las nuevas conexiones y desplazamientos que van ocurriendo a lo largo de un análisis.
El analista debe tener en cuenta los conceptos fundamentales que orientan su práctica y es por esta razón que resulta importante considerar ciertas cuestiones que esclarecen el tema de la novela familiar, en tanto no se trata de una historia de vida sino un elemento con el que operamos en el análisis. Freud descubrió, conceptualizó e hizo uso de ellos.
En “Recuerdo repetición y elaboración” Freud plantea que en el transcurso del tratamiento el sujeto no se libera de su compulsión de repetir, poniéndonos en evidencia que la repetición constituye una manera especial de recordar, no sólo sobre la figura del analista, vía la transferencia, sino “sobre todos los sectores de la situación presente”. Se trata de una repetición inamovible, donde el sujeto decodifica las cosas en los mismos términos.
Sabemos, por otra parte, que en los recuerdos infantiles no se conserva únicamente parte de la vida infantil, sino todo lo que en ella tuvo importancia y diferentes elementos nos evidencian que los primeros recuerdos infantiles no poseen la verdadera huella mnémica, sino la ulterior elaboración de las mismas que han sufrido las influencias de diversas fuerzas psíquicas. De ese modo, los recuerdos infantiles van tomando la significación de recuerdos encubridores.
En la novela familiar opera, con distintos signos y formas, un enaltecimiento de los padres de la infancia y la nostalgia por tiempos más felices, sobre el cual se monta la novela. No habrá forma ya de decir cómo fue la realidad y hacerlo tampoco sería operativo en el análisis. No hay más realidad que la realidad psíquica.
Pero no sólo se trata de repetición significante. Construcciones del análisis orientan la cuestión a localizar qué de la trama familiar se articula en el fantasma, cómo es la respuesta del sujeto, para poder desde allí encontrar el núcleo irreductible, lo más singular del sujeto, su respuesta en esa trama.
Freud quien ha abordado cada historial clínico como un caso singular sitúa la historia familiar como un punto de gran relevancia para descifrar en un análisis. Dora, Isabel de R y el Hombre de las ratas además de mostrar la tipología de ciertas neurosis, recorren el camino de lo familiar a lo singular. Desentrañando en cada caso la novela familiar en tanto ficción y función.
Vemos por ejemplo en el hombre de las ratas, cómo la constelación familiar construida por este sujeto aparece en un campo de resonancia de su neurosis. Lo particular de la unión de sus padres, el casamiento por conveniencia, los problemas que el padre tuvo en el ejército, el prestigio del lado de la madre y el desprestigio del lado del padre; junto al intercambio de los términos en las relaciones funcionales entre la mujer rica y la mujer pobre, reproducidos en la vida adulta, acarrearán en este sujeto el desencadenamiento clínico de la neurosis
La familia como ficción, en principio, implica pensar a la familia como un discurso, el relato que un sujeto hace de la familia, no como una estructura de relaciones interpersonales, sino más bien de una estructura donde no hay elementos sustanciales, sino relaciones complementarias, suplementarias, paralelas, inversas, entre los personajes citados. La construcción de personajes y del relato derivan del fantasma que sostiene esa novela. Esto nos conduce a ubicar las funciones de los distintos "personajes" de una familia en tanto construcción del Otro.
Dijimos la familia como discurso, puesto que incluye al sujeto situado en relación al deseo del Otro y a los significantes privilegiados que provienen de su historia familiar. Se ve reducida así a una serie de rasgos, de identificaciones y de condiciones, que señalan su elección del objeto. De alguna manera, la familia como ficción –cuyo mayor exponente podría ser la novela familiar – constituye un entramado simbólico-imaginario que le permite sostener al sujeto el apego a un goce que esa trama de significantes familiares cifra. El psicoanálisis analiza una trama cuya determinación encontrará sus alcances en el marco de un análisis.
En función de la lectura suscitada en la comisión de enseñanzas y del debate posterior en la presentación de los casos, hemos podido situar cómo un análisis se orienta por lo que el discurso familiar transmite como significantes del deseo y marcas de goce. Es decir, ese movimiento que va de la novela a la familiar al fantasma, para poder, desde allí, cernir lo más inamovible de un sujeto.
Mónica Sevilla
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