Los casos de Freud leídos por Lacan
A fines de 2014, en conversaciones con Graciela Avram, surgió la idea de abrir un equipo temático que tuviera como eje los casos de Freud y que a partir de su lectura pudiera abrir el debate acerca de los conceptos básicos del psicoanálisis. Volver a las fuentes freudianas es el modo que nos pareció correcto de volver a cuestionar los fundamentos a la hora de hablar de qué clínica es la que sustentamos todos los días. Retomar los casos de Freud a los que Lacan dedica varios de sus comentarios, tanto en los Seminarios como en Escritos nos permitirá revisar a qué tiene que estar atento un analista que se pretenda lacaniano. Este recorrido, lento y minucioso, tendrá como primer lectura el caso Dora, luego el Hombre de las ratas, el caso Schreber, el Hombre de los lobos y la joven homosexual; pero también deberemos volver sobre “Estudios sobre la histeria”, ya que Lacan los comenta y es necesario ver allí las modificaciones introducidas por Freud mismo, en momentos en que se halla realizando sus primeras experiencias con el método.
Como dice Lacan en el Seminario 1, hay que estar atento y “situar las diversas indicaciones que da (Freud) a propósito de pequeños detalles presentes en los relatos de análisis”. Asimismo, ubicar el caso Dora, como caso inaugural de Freud en el sentido de relato íntegro de un análisis, aunque éste haya sido “fragmentario”, implica no sólo ubicarlo en el contexto como bisagra entre “La interpretación de los sueños” (publicado un año antes) y “Tres ensayos...”, dado que en una carta a Fliess comenta que será su demostración tanto del valor del análisis de sueños en un tratamiento, como de la etiología sexual de las neurosis en general, no sólo en la histeria. Como veremos, Freud se defenderá una y otra vez a lo largo del historial de las acusaciones de los medios médicos acerca de la necesidad de publicar un historial de este modo, es decir, “revelando” datos biográficos de la paciente. Freud se detendrá cada vez a dar razón del modo en el que relata el caso, sus vicisitudes y posterior interrupción. Por primera vez tomará el tema de la transferencia como central en el análisis y fundamentará su valor de motor y obstáculo de la cura, poniendo el acento en que no es posible sustraerse a ella, ya que es “ineludible”.
“Yo llamaría histérica, sin vacilar, a toda persona, sea o no capaz de producir síntomas somáticos, en quien una ocasión de excitación sexual provoca predominante o exclusivamente sentimientos de displacer. Explicar el mecanismo de este trastorno de afecto sigue siendo una de las tareas más importantes, y al mismo tiempo una de las más difíciles, de la psicología de la neurosis.” (pág.27)
Freud se detendrá en cada una de las sobredeterminaciones de los síntomas de Dora, y es necesario para nosotros tomar nota del modo en que este proceso se lleva a cabo, ya que muchas veces, en nuestro quehacer diario, nos perdemos a la hora de seguir esa minuciosidad freudiana del detalle y las diversas “vías asociativas”. Todo el caso es una enseñanza respecto del modo en que Freud procede, no sólo en torno a la posición de Dora (que luego veremos in extenso en “Intervenciones sobre la transferencia”), sino respecto del análisis de los sueños.
“Sin duda alguna hay una gran distancia entre lo que efectivamente hacemos en esa especie de antro donde un enfermo nos habla y donde, de vez en cuando, le hablamos, y la elaboración teórica que de ello hacemos. Incluso en Freud, en quien la separación es infinitamente más reducida, tenemos la impresión que se mantiene una distancia. (…) en efecto, el examen que debemos hacer de todo lo que pertenece al orden de la técnica no debe escapar a nuestra propia disciplina. Si hay que distinguir los actos y comportamientos del sujeto de lo que viene a decirnos en la sesión, diría que nuestros comportamientos concretos en la sesión analitica están igualmente distanciados de la elaboración teórica que de ellos hacemos. Sin embargo, no es ésta sino una primera verdad, que sólo adquiere su alcance si se la invierte, y quioere decir, al mismo tiempo: tan próximos. Eñ absurdo fundamental del comportamiento interhumano sólo puede comprenderse en función de ese sistema -como acertadamente lo ha denominado Melanie Klein, sin saber, como siempre, lo que decía- llamado yo humano, a saber, esa serie de defensas, negaciones, barreras, inhibiciones, fantasmas fundamentales que orientan y dirigen al sujeto. Pues bien, nuestra concepción teórica de nuestra técnica, aunque no coincida exactamente con lo que hacemos, no por ello deja de estructurar, de motivar, la más trivial de nuestras intervenciones sobre los denominados pacientes.”
Luego de una lectura detenida, atenta a los detalles de los relatos freudianos, iremos a los comentarios de Lacan de cada uno de los “cinco grandes casos” y veremos allí qué modificaciones a la interpretación freudiana introduce. Por qué, por ejemplo, terminará diciendo que el Edipo no es más que “un sueño freudiano” y por eso lo sustituirá por la metáfora paterna, y qué implica tal sustitución, no sólo en la teoría, sino también a la hora de intervenir como analistas.
Es un arduo trabajo el que nos aguarda. Esperamos a todos los que quieran sumarse a esta lectura como un modo de volver sobre aquéllo que se supone sabido y que una vez vuelto a transitar se descubre como no sabido, como no habiendo nunca agotado las consecuencias que de eso puede concluirse. Como dice Miller, “debe ser una lección de humildad” para nosotros, que nos llamamos lacanianos, volver sobre los casos de Freud y descubrir allí las perlas de la elucubración freudiana y poner claramente en discusión en qué Lacan innovó.
Liliana Goya.
Marzo de 2015
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