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Los usos de las drogas

Mi trabajo corresponde al módulo de investigación Trauma y adicción. Sobre el límite de la práctica. La responsable del módulo es Adriana Testa y el coordinador es Félix Chiaramonte. Gran parte de los miembros del módulo participan de instituciones en las que se hace clínica con pacientes toxicómanos. Los integrantes son Silvia Quevedo, Esmeralda Miras, Aurora Larison, Nancy Oxalde, Elina Peñaloza, Margarita Sabajanes, Ruth Dayan, y quien les habla.

Durante 2014 en el módulo trabajamos el seminario XVI “De un Otro a otro”, que son clases que Lacan dio en 1969. Como disparador a la propuesta de lectura se tomó la siguiente cita del seminario XVI: “…. Es cierto que se perfila aquí cierta ambigüedad … entre, por un lado, la pulsión de muerte, teórica, y, por otro, un masoquismo que no es más que práctica – práctica mucho más astuta, ¿pero de qué? Práctica pese a todo del goce, en la medida que no es identificable en absoluto con la regla del placer.”

A partir de esto, se intenta entender así la clínica de las adicciones, no como una taxonomía que se agrega a una clasificación más en el orden del mercado del saber. Sino como una clínica de las “prácticas de goces” más allá del principio de placer. Es decir, elucidar los modos particulares que afectan a cada uno en estas prácticas generalizadas de consumos.

Lacan en el seminario XVI define el goce esencialmente como relación con el cuerpo. Pero una relación fundada en una exclusión que es al mismo tiempo una inclusión. Critica como insuficientes el dualismo rechazo e introyección en los estadios de formación del yo (y el no-yo) como explicación existente hasta el momento en lo que llama la ideología analítica de la época. Propone complejizar esto con una topología adecuada.

Para comenzar la construcción de una topología del goce y del sujeto inventa el neologismo: poursoit que condensa (en francés) el en-si y el para-si de la fenomenología. Es decir que pone en la misma línea a este dualismo kleiniano/postfreudiano y a la fenomenología sartreana. Ambos insuficientes para explicar esta exclusión/interna .

Si bien en un momento previo de su enseñanza al distinguir el objeto del deseo del objeto causa del deseo ya había introducido la cuestión de una “exclusión/interna” no podría ser explicada por los dualismos inclusión/exclusión del kleinismo o el dualismo en-si /para-si de la fenomenología, al comenzar a construir una topología del goce acuña otro neologismo un poco más conocido que el poursoit: la extimidad.

Define así el campo de goce como un espacio más allá del principio del placer. Una zona de centralidad en la que el placer sería demasiado. Un límite que a la vez es buscado y evitado. Este límite constituye lo que sería lo más íntimo sin dejar de ser exterior: lo éxtimo. El goce se define así como todo lo proviene de la distribución del placer en el cuerpo a partir de este centro. En esta línea Silvie Le Poulichet, en su libro Toxicomanías y psicoanálisis introduce la idea del tóxico como un cuerpo-fantasma que liga las excitaciones, constituyendo una protección contra un aumento intolerable de las tensiones.

El (objeto a) se encuentra en un lugar que designamos como éxtimo: conjugando lo íntimo con la radical exterioridad. El objeto a es éxtimo, y exclusivamente en la relación que se instaura a partir de la institución del sujeto como efecto de significante, determina por sí mismo en el campo del Otro una estructura de borde. En el caso del tóxico, éste funciona como repliegue narcisista y por lo tanto como distribuidor de excitaciones que hace fracasar el anclaje del cuerpo en la cadena significante. Es decir que los tóxicos o los ahora llamados “consumos problemáticos” no son equivalentes al síntoma.

Como afirma Miller en “La topología en la enseñanza de Lacan” (Matemas I) estas construcciones hacia una topología más allá del dualismo no pueden ni amputarse del resto de la enseñanza de Lacan ni autonomizarse en una teoría sin anclaje con la clínica. Veremos cómo esto afecta directamente la clasificación psicoanalítica en el caso de la clásica definición freudiana de la neurosis el reverso de la perversión (evidenciando esta afirmación como una fantasía neurótica). Tomaré algunos puntos del capítulo del seminario XVI titulado por Miller como “Clínica de la perversión”. Lacan afirma que este abordaje de la -neurosis como reverso de la perversión- ya era del orden topológico pero de una simplificación insuficiente ya que si se piensa a la neurosis como algo que pone a raya a la perversión mediante la represión, al abordar los casos clínicos de perversión propiamente dichoa no se encuentran menos defensas que en la neurosis. Se trata entonces de otra cosa que pensar la perversión a partir de la neurosis. De la misma manera que da por tierra con la simetría entre neurosis y perversión, plantea una disimetría entre el vouyerismo y el exhibicionismo demostrando así que ninguna pulsión es el inverso de otra, sino que son disimétricas entre sí.

Para ilustrar la cuestión del exhibicionismo, menciona un caso tomado de un tratado de psiquiatría, en que la exhibición no se realiza solo ante mujeres sino ante un altar. Se trata de introducir el goce en el Otro, hacer aparecer en el campo del Otro la mirada para evocar la huida para convocar el más allá del borde del principio de placer. No se trata entonces del perverso como de algo sin defensas ni límites, que sería la fantasía neurótica de lo que es un perverso. Lacan plantea entonces al perverso como un partidario de que el Otro existe, un defensor de la fe, un cruzado.

En muchos casos en la práctica en instituciones con toxicómanos nos encontramos con formaciones clínicas que no son egodistónicas. Especialmente en los casos en que se trata de personas privadas de su libertad, judicializadas o enfrentadas a la alternativa de ir a la cárcel o realizar un “tratamiento”. O en casos en que además de una práctica de consumo de drogas presentan características psicopáticas o lo que describe la psiquiatría actual como trastornos narcisistas de la personalidad. Desde el lado de las políticas públicas se problematiza esto aún más al quedar dentro de la ley de Salud Mental las adicciones y pasar de la definición de trastornos mentales a padecimientos mentales. Muchos de los clasificados y tratados como toxicómanos no padecen, sino que hacen padecer al Otro. Se trata incluso en algunos casos de verdaderos cruzados y defensores de la fe que adoptan la ideología de las comunidades terapéuticas o de la ideología del abstencionismo contra las drogas sin ninguna rectificación subjetiva más que un abandono al consumo en el mejor de los casos. Desde ya que esto se diferencia de quienes asisten voluntariamente a servicios ambulatorios o de internación cuando la droga se les ha vuelto un problema. Pero existen diferentes prácticas de goces debido a diferentes estructuras particulares. Ubicar que formas de uso de las drogas se realizan desde cada estructura es fundamental como punto de partida para el trabajo caso por caso.

Por ejemplo en el caso de la psicosis suelen verse casos en los que el consumo apunta a lograr una homeostasis quebrada por lo insoportable de la aparición de fenómenos elementales. Pensado desde la topología de la que hablamos vemos como aquí la dualidad embriaguez/anestesia no son pares de opuestos sino que funcionan como intento de regulación homeostática, un intento de automedicación. Intentos que suelen fracasar así llegando muchos de estos casos a la internación, donde al encontrarse en abstinencia de los consumos suelen encontrarse desprotegidos ante la irrupción fenoménica.

Como afirma Silvie Le Poulichet en su texto ya canónico: las toxicomanías deben ser pensadas en tanto referidas al campo íntegro de la psicopatología. Es decir, no son un ente nosográfico autónomo.

Durante 2015 módulo de investigación leerá el seminario VI y el comentario de Miller sobre ese seminario llamado “el Otro sin Otro”. También abordaremos entre otros textos referidos al tema toxicomanías “La clínica del vacío” de Mássimo Recalcati. Las reuniones son el segundo miércoles de cada mes a las 14hs.


Sergio Piacentini

 


 
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