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Homeostasis, abstinencia y operación farmakón

por Sergio Piacentini

Voy a tratar lo más sucintamente posible algunas líneas de trabajo aúnabiertas a partir de mi participación en el módulo las cuales orientan mipráctica en instituciones.

En su libro Toxicomanías y psicoanálisis Silvie Le Poulichet introduce laidea del tóxico como un cuerpo-fantasma que liga las excitaciones,constituyendo una protección contra un aumento intolerable de las tensiones.Para la autora la dualidad embriaguez/anestesia no constituyen pares deopuestos sino que funcionan como intento de regulación homeostática o unintento de automedicación. Intentos que por supuesto suelen fracasar.Le Poulichet describe una ideología de los tóxicos en el que elmedicamento o el tóxico hace las veces de ;suplente físico de lo psíquicoausente;. Se afirma al tóxico como suplencia o reemplazo; de lo psíquico.Bajo esta concepción del tóxico incluso cierto psicoanálisis usó LSD-25 parafacilitar la asociación libre; en los años 50 y 60. Se trata de la doble faz de lasustancia: remedio y veneno. Le Poulichet comienza por desmontar losdiscursos alrededor del tóxico, discursos compartidos por los toxicómanos y losque han teorizado las toxicomanías.

La noción de abuso; por ejemplo, parte de un pensamiento médicopositivista para el cual lo patológico se designa a partir de lo normal. Es asíque se ontologiza la figura del tóxico en un cuerpo poseído; que habrá queexorcizarlo o extirparlo. El farmakon es simplemente reducido así a unasustancia química. Todos estos abordajes de tipo sustancialistas, queconsagran la omnipotencia del farmakon como cuerpo químico son correlativosde un efecto de desubjetivación.

La omnipotencia de la sustancia anula la perspectiva de la posiciónsubjetiva. Cuestión que se vive a diario en la batalla de discursos en que lastoxicomanías son a la vez campo y botín. Se suele escuchar y no sólo en elsentido común ideológico y mediático, sino desgraciadamente en actores conpoder de decisión cierres de sentido del tipo “se trata de un problema desalud” anulando así los dichos del que padece el consumo desregulado desustancias, como fuera una problemática similar al de un apéndice a extirpar,anulando el decir del que consume drogas. Esta ideología de la existencia deun espíritu del tóxico lleva a querer extirparlo del cuerpo vía la abstinencia y elencierro ya sea voluntario o compulsivo e involuntario.

En algunos casos se llega incluso a justificar actos de carácter antisocialpor el hecho del consumo “fue la droga la que me (o le) hizo hacer eso”,desresponsabilizando (a veces hasta judicialmente) actos antisociales por elhecho de haber sido cometidos bajo los efectos del consumo. Se trata comodice Le Poulichet de un discurso sostenido de ambos lados de la prescripciónmédica, un discurso compartido tanto por los toxicómanos como por losprofesionales o especialistas. Lo cual sostiene la operación farmakon en vez dedesmontarla.

El tóxico aparece para restaurar una protección frente aacontecimientos, pensamientos o actos que de repente se viven amenazadoresa esta regulación homeostática. Según Le Poulichet se trata de un modeloanálogo a la satisfacción alucinatoria. Una investidura libidinal en la que el yo yel otro no se diferencian. Si ese estado hipotético de la libido no se puedemantener, es porque desde el comienzo el sujeto se encuentra inmerso en unmanto de lenguaje, en un mundo simbólico que introduce las alternancias de lapresencia y la ausencia. Ese modo alucinatorio e inmediato de la satisfacciónse opone, por consiguiente, a la temporalidad en la que se ordena toda cadenasignificante. La solución por las drogas entonces consiste en un rechazo alinconsciente cuestión en la que coinciden Sylvie Le Poulichet, Hugo Freda yMassimo Recalcatti. Es decir que en la operación farmakon es un tipo de huida a la falta en ser.

Cuando se revela la falta constitutiva de la relación del sujeto con susobjetos, a este dolor existencial puede presentarse una respuesta inmediataque engendra un “repliegue narcisista”. Esta respuesta se opone a la queorganiza la represión a través del montaje de la fantasía que mantiene unarelación erótica con los objetos. En ese punto la operación farmakon estaríamás del lado de las neurosis actuales que de las neurosis de transferencia.Este repliegue narcisista que intenta ligar las excitaciones, signa elfracaso de una ligazón más estructurante, una falta de anclaje del cuerpo en lared de significantes. Se explica entonces metapsicológicamente las razones dela continua aparición del acting out en esta clínica en la que existe unapredominancia del hacer respecto a la simbolización. Se trata de un temaineludible en el trabajo institucional donde abundan los acting out en el sentidoextenso. Es decir que la posible entrada a un análisis en estos casos puede sera partir del acting out. La transferencia sin análisis es el acting out otransferencia salvaje, dice Lacan.

Es conocido el pasaje del seminario X en que Lacan diferencia pasaje alacto de acting out. Sobre cómo actuar ante el acting out dice por la negativa:“no prohibirlo, no interpretarlo, no reforzar el yo”, lo cual como orientación noes poco. Allí cita un artículo de Phyllis Greenacre quien a su vez basa sutrabajo en un texto de Otto Fenichel. Una clasificación que realizada aposteriori puede servir para una práctica metalingüística de categorizar lo queya pasó en vez de una práctica clínica de la inmanencia. Son orientadoresalgunos ejemplos clásicos de acting outs (antes que se llamaran así). Meremito a August Aichhorn -a quien Lacan elogiaba la “ingeniosidad y paciencia”de sus intervenciones- quien en su libro Juventud Desamparada (1925)describe varios casos de acting out que intentan provocar la severidad delcastigo debido al inconsciente de culpabilidad de los jóvenes delincuentes quetratara Aichhorn. Entre varios casos describe a un adolescente que al no recibirla reacción esperada de severa prohibición pasa de la explosión agresiva alllanto debido a presencia de otro al que estaba dirigido el acting out y que seabstiene de reaccionar como se esperaba.

Otro tema relacionado con el mantenimiento de una homeostasis vía elrepliegue narcisista es la cuestión de la errancia. Si todo hombre estáatravesado por su propio sueño en la vigilia, porque no sabe lo que dicecuando habla, es de otra cosa que trata la errancia sonámbula de muchostoxicómanos. Porque en la operación farmakon se trata de conservar en la vidadespierta una forma de percepción alucinatoria como en el sueño, bajo laprotección de una narcosis. Estos pacientes describen lo insoportable del actode diferir y lo intolerable de una espera a la satisfacción. Entonces, estaerrancia sonámbula se presenta como una experiencia de abolición de latemporalidad. Este peregrinar continuo implica el rechazo de toda actividadcontractual que pueda asegurar un lazo social estable. Implica un rechazo deldeseo, la obturación paradojal de la errancia fundamental de la falta en ser yde que la pulsión carece de un objeto predeterminado. Germán García hasubrayado que una traducción posible de trieb es la de “deriva”. Así es que laoperación del farmakon parece revelar un mundo esencialmente continuo. Lointolerable de la abstinencia es la interrupción de una discontinuidad, como undespertar que lo expulsara de su sueño. Sobre el tema de la erranciarecomiendo el libro de Emilio Vaschetto “Los descarriados” (Ed. Grama, 2010).Toxicomanías, errancia y acting out, ponen a prueba la posibilidad deinstauración de la transferencia. Se trata de maneras de autorregulaciónanálogas de huida de la división subjetiva por lo que no es casual que se tratede formaciones clínicas que suelen presentarse juntas (para otro momentoquedará hablar del pasaje al acto en relación a la operación farmakon).En vez de retroceder y rechazar estas problemáticas como noanalizables o considerar soluciones post-freudianas como la de inventar unanuevos elementos nosográficos como el de trastorno borderline se imponedesde una política del psicoanálisis una defensa del sujeto del inconsciente. Enprincipio como método e hipótesis de investigación (uno de los puntos en queFreud define al psicoanálisis) para sostener la transferencia en vez derechazarla así ver hasta donde es posible en el caso por caso dar la posibilidaddel advenimiento de una apertura del sujeto del inconsciente y así llevar altoxicómano al campo freudiano. Para lo cual es condición necesaria que elpsicoanalista no ceda espacios ya que no hay inconsciente sin analista.

- Aichorn, A., (2006). Juventud desamparada, Buenos Aires: Gedisa.

- Lacan, J., (2006), La angustia. Seminario 10, Buenos Aires: Paidós.

- Le Poulichet, S., (1996), Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis deldeseo, Buenos Aires: Amorrortu Editores.

 
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