Límites de la práctica con adicciones. Escansiones
por Silvia Quevedo
Escansión: el término alude a una detención, una interrupción, un corte, que invita a un próximo encuentro. La escansión, opuesta a la sucesión cronológica o a una enumeración exhaustiva, permite anudar trayectos en base a enlaces puntuales.
En este trabajo se intentará puntuar algunas claves de lectura trazadas durante el trayecto de más de 10 años realizado por el módulo Trauma y adicción: sobre el límite de la práctica.
Me interesa mencionar algunos enlaces con el recorrido del módulo anterior Consumos fatídicos, que se ciñó a investigar el lugar de la entidad adicción en los discursos que circulan en el campo del uso de drogas y las respuestas sociales organizadas para su atención. Para ello, se consideraron los siguientes ejes: 1) la presencia hegemónica de diversos órdenes de discursos que han construido una pseudoteoría sobre la toxicomanía como entidad autónoma. Una suerte de depósito que alberga reduccionismos biologicistas que consagran la omnipotencia de las sustancias, prejuicios morales e ideológicos que localizan a las drogas como flagelo social y psicologizaciones secundarias de conceptos del psicoanálisis – la droga como objeto oral o fetiche; 2) los decires de los pacientes espejados en los discursos que consagran el espíritu del tóxico, una anulación de su acto singular , indicativo de una verdad en juego sobre las toxicomanías, “no es por azar que se presten a semejante borramiento”(Le Poulichet) , y; 3) el predominio de programas de atención organizados bajo el imperativo de la abstinencia obligatoria de sustancias, que orientados desde preceptivas cognitivas comportamentales universales, desestiman la función singular que ocupa el tóxico en la economía libidinal y tratan a la “psique” como una suerte de órgano infectado. Estas modalidades abstencionistas promueven con frecuencia acting - out, pasajes al acto, desencadenamientos psicóticos, deserción de los tratamientos.
Las claves de lectura se ciñeron a los textos: Individuos bajo influencia (comp. Alain Ehrenberg), del que se extraen dos asertos: las drogas configuran un universo mal conocido que no se reduce a la toxicomanía, se trata del reparto cultural de las sustancias y Usos heterogéneos de productos múltiples que señala la variabilidad de modalidades de uso de las sustancias- recreativos, rendimiento, o solución ante el sufrimiento- y la multiplicidad de los productos- alcoholes, drogas, y medicamentos psicotrópicos- . En el texto Aprendiendo de las drogas de Antonio Escohotado, localizamos la inscripción diferencial de las modalidades de consumos de sustancias según las significaciones asociadas en los diversos contextos históricos sociales y culturales. Del libro Toxicomanías y Psicoanálisis: las narcosis del deseo (Sylvie Le Poulichet) se tomó como vector de lectura, el estatuto de ambigüedad y reversibilidad del pharmakon en su doble carácter, ora veneno/ora remedio, ley de inclusión, bajo lo mismo, de los contrarios; que carece de identidad propia.
Este hallazgo permite establecer la diferencia entre un simple uso de sustancias, presentes desde los albores de la historia de la humanidad, y la operación del pharmakon, acto que constituye una toxicomanía.
Conclusión del trayecto del módulo Consumos fatídicos: la complejidad de la clínica de las adicciones se trama entre los discursos sobre las drogas, sus significaciones simbólicas e imaginarias en el campo del Otro, los efectos de las sustancias en el SNC- en la dimensión real del cuerpo-organismo y la función enigmática del consumo singular, fatídica inscripción en cada quien.
Es de mencionar, que en este recorrido se presentaron dos trabajos en dos Jornadas sobre Psicoanálisis y toxicomanías y se organizó desde este módulo , en la sede del centro, una Jornada ¿Qué programa? El psicoanálisis frente a las adicciones destinada a la refutación del capítulo dedicado a las toxicomanías del Libro negro del Psicoanálisis de J. J. Déglon.
Módulo Trauma y Adicción: sobre el límite de la práctica.
La propuesta del módulo contorneó las preguntas centrales: ¿Qué designa la adicción en el discurso del Psicoanálisis? ¿Qué condiciones de posibilidad para una clínica de las adicciones orientada por el psicoanálisis? ¿Desde qué ética intervenimos en el campo de las adicciones, se trata de adaptar o de analizar? Estos interrogantes configuran una apuesta que se juega sobre el límite de la práctica, pues pone en cuestión dos prácticas disjuntas , o sea , que no tienen elementos en común ya que las prácticas del consumo problemático de sustancias constituyen prácticas de goce más allá del principio de placer, un tratamiento de lo real por la vía de lo real, y por otro, la praxis del psicoanálisis en relación a la palabra, tratamiento de lo real por lo simbólico.
Apuesta, que pone a prueba la potencia de algunos conceptos del psicoanálisis para que una práctica de goce – una técnica del tratamiento del cuerpo – se transforme en una práctica de palabra. El plan de lectura del módulo se organizó en base a tres ejes: epistémico, clínico y político, según tres términos: Texto-Cuerpo-Goce, que a su vez, enhebraron la organización del curso breve Trauma y Adicción. Estrategias Clínicas (Mayo 2008) cuyos temas fueron los siguientes:
Paradigmas de la época: Trauma y Adicción. Configuraciones clínicas en las adicciones. Variaciones en las estrategias de los tratamientos. Políticas públicas en materia de drogas: Abstencionismo - Reducción de riesgos y daños. Efectos en la clínica de las adicciones.
El actual trabajo incluye algunos vectores de lectura seleccionados del conjunto de interrogantes recorridos y articulados en trabajos presentados, por algunos integrantes del módulo en Jornadas anteriores del Centro Descartes. Claves de lectura clínicas y conceptuales que permiten algunas conclusiones y aperturas futuras.
¿Que designa la adicción en el discurso del psicoanálisis?
En primer lugar, un aserto de J. J. Miller en el seminario El Otro que no existe y sus comités de ética: “Hay, pues, que reconocer en la toxicomanía un modo de consumo sincrónico y paradigmático” del desarrollo capitalista actual respecto a una modalidad de goce contemporánea que empuja al consumo. Un imperativo de mercado universal,"para todos”. En segundo lugar, que hay modalidades de goce particular que atañen a comunidades, generaciones, sociedades. En tercer lugar, Freud dirá: la causa de la adicción no es la sustancia sino la satisfacción paradójica que el consumo viene a suplir en cada quien. (1897).Entonces ¿Qué función enigmática singular tiene ese consumo en las estructuras clínicas y en cada quien? Acceder a este saber sólo será posible por la vía del relato a que da lugar la droga, de este modo en El texto drogado, de Alberto Castoldi, encontramos un enlace con el relato de la experiencia singular con las drogas, transmitida por algunos escritores. Para Castoldi, ese relato, el texto drogado, sería comparable al relato que da lugar un sueño, en tanto vector de la palabra.
Estatuto del farmakon - operación del farmakon - montajes adictivos- autoconservación paradójica.
Estas claves conceptuales articuladas con la clínica, permitieron trazar el recorrido de lecturas, extraídas del texto de Le Poulichet, a lo largo del trayecto del módulo. Una cuestión central, enlazada con el módulo anterior como ya se ha dicho, implica situar la diferencia el principio del farmakon - presente en todo uso de drogas- de la operación del farmakon que permitirá definir una toxicomanía.
La operación del farmakon será definida como una operación de supresión tóxica del dolor, de carácter económico, transitorio, precario, homeostático, que al modo de un repliegue narcisista organiza un dispositivo de urgencia de sustracción del dolor.
¿Qué estatuto del cuerpo engendra la operación del farmakon?
Esta operatoria genera montajes adictivos que se incrustan en las estructuras “presta alucinatoriamente un cuerpo o un borde a quien ya no sabe soñar, tiene que estar referida a lo que produjo su advenimiento”.Sergio Piacentini en su trabajo Homeostasis, abstinencia y operación del farmakon (2017) comenta que “la operación del farmakon se basa en un modelo análogo a la satisfacción alucinatoria , que funcionaría como un cuerpo fantasma, que liga las excitaciones, constituyendo una protección contra un aumento intolerable de las tensiones” (efracción , en la referencia freudiana).
Un aserto clave en Le Poulichet: definir a la operación del farmakon como una operación conservadora, de autoconservación paradójica, una suerte de automedicación al precio del aplastamiento subjetivo, que intenta modelar un cuerpo nuevo sin pérdida alguna, al margen del lenguaje. Ese remedio que se troca en veneno, ese dispositivo de autoconservación donde alguien puede perderse para conservarse de una amenaza de devastación mayor. Con este aserto, refuta la versión prejuiciosa de la supuesta autodestrucción de los toxicómanos.
El farmakon, entonces, pone en juego un mundo continuo que pondría al cuerpo al abrigo de toda diferencia, al margen de la oposición entre distintos que ordena el lenguaje.
“Por ello, este modo alucinatorio e inmediato de la satisfacción se opone, por consiguiente, a la temporalidad en la que se ordena toda cadena significante. La solución por las drogas entonces, consiste en un rechazo al inconsciente”.
Estos montajes adictivos recibirán las denominaciones de suplemento y suplencia: formaciones no sintomáticas no descomponibles, no interpretables, precarias, donde la regulación homeostática se desgasta con el tiempo, más cercanas al concepto freudiano de neurosis actuales.
¿Qué salidas posibles respecto a estos tratamientos del cuerpo en las neurosis? ¿Qué función cumple la operatoria del pharmakon en las neurosis?
Frente a esta interrogación, se extrajo del texto de Le Poulichet el concepto de montaje de suplemento: “los montajes adictivos de suplemento propician una tentativa de suspensión del deseo y del conflicto psíquico, se situarían en el campo de las neurosis”. Estos montajes constituirían una suerte de prótesis imaginaria al servicio de un impasse identificatorio, más cercano a la búsqueda de reconocimiento del Otro.
Ante la pregunta ¿qué lugar ocupan las sustancias en la dialéctica del deseo?, Adriana Testa, en su trabajo ¿Cómo fue posible que la adicción diera con la droga?, apunta a la emergencia de una modalidad de goce que interfiere la relación sujeto-objeto, fantasma singular, en el deseo inconsciente. Dirá “ese punto muerto que representa el montaje de la adicción, es decir, la presencia de un cuerpo a merced de una necesidad que anula todo deseo que no sea el apetito de esa sustancia que transforma las moléculas en receptores químicamente insaciables.” Félix Chiaramonte en su trabajo La adicción como antagonista del deseo, se pregunta si en la adicción se trata de un antagonismo que no dialectiza, que se coloca en una negación de todo intercambio que ponga en juego la incertidumbre, la falta, el vacío, la castración. Ese sujeto quedaría atrapado en la demanda, sin acceder a la dimensión del deseo inconsciente, propiamente dicha.
¿Qué función cumple la operación del farmakon en el entrecruce psicosis y consumo de drogas? ¿Qué suplen las drogas?
La operación del farmakon ¿qué función de compensación cumple en las psicosis? ¿Estabiliza, es una suplencia, se trata de una función compensatoria imaginaria, de una función compensatoria real? En el trabajo ¿Qué suplen las drogas?se plantea el recorrido de estos interrogantes, las claves de lectura seleccionadas para cernir estas preguntas fueron el Art. de Mario Sánchez “Entrevista a J.C. Maleval: Psicosis y uso de drogas”. Allí, Maleval cuestiona la idea que las drogas puedan favorecer la elaboración de una suplencia simbólica, como escritura simbólica de lo real, y critica la extensión otorgada a la categoría de suplencia. Examina la noción de función compensatoria imaginaria: “algunos psicóticos logran cierta compensación imaginaria cuando se recubren bajo la nominación “soy adicto”; pero alerta sobre la precariedad de estos soportes identificatorios lábiles, precarios, más dependientes de encuentros aleatorios que pueden conmover la estabilización”. Advierte sobre los riesgos de cuestionar las identificaciones imaginarias y la amenaza de interdicción al consumo como condiciones propiciatorias de desencadenamientos psicóticos.
Admite la posibilidad de considerar una función compensatoria real del producto en las psicosis: “en ciertos casos el producto puede sin duda atenuar el costado angustiante del fenómeno elemental”…restaría precisar la especificidad de esa función compensatoria económica que no es una suplencia “.
En el planteo de Le Poulichet, los montajes de suplencia indicarían un desfallecimiento simbólico y se situarían en términos de elaboración del cuerpo pulsional, parcial o total, más cercana en mi lectura a una hipótesis de función compensatoria real.
En el entrecruce toxicomanías y psicosis ubica dos montajes adictivos, el montaje de suplencia: un tratamiento de la máquina, una tentativa real de organizar un nuevo cuerpo cuando el individuo no dispone de las coordenadas imaginarias y simbólicas que permitirían su elaboración. Esta operatoria “organiza un circuito cerrado, la cancelación de la droga suele acompañarse de un recrudecimiento del delirio”.
Describe un segundo montaje adictivo presente en ciertas psicosis, al cual no le otorga ninguna denominación, “… cuando la figura de la intoxicación es integrada a una construcción delirante, puesto que no soporta ninguna tentativa de constitución de un borde”... “el influjo maléfico de esta intoxicación es puesto en primer plano”. De la relectura del conjunto de los textos mencionados podemos concluir que, sería pertinente considerar el estatuto de la función compensatoria imaginaria ,anclaje precario, y la función económica del producto enmarcadas ambas en la hipótesis de automedicación.
Modos de identificación. Identificación al sinthome. Identificación comunitarizante.
¿En qué discurso se inscribe ese relato? es la pregunta que conduce al problema de la inscripción del sujeto en el campo del Otro, los modos de identificación que hacen posible el vínculo social. En el recorrido de este interrogante las claves de lectura realizadas fueron extraídas de los textos: La errancia del toxicómano de Alexandre Stevens y Los Descarriados de Emilio Vaschetto. Los aportes de estos textos se entretejen con nuestras experiencias en la clínica institucional, gran parte de los pacientes que atendemos asisten a efectores públicos de tratamiento para usuarios de drogas. Hay sujetos en errancia que no encuentran inscripción, descarriados, no están tomados por el significante o por el discurso, sin lazo, deambulan sin anclaje, más propensos al pasaje al acto que a un discurso del semblante”. Es frecuente su circulación de una institución a otra, en comunidades terapéuticas, dispositivos ambulatorios, ¿Qué lugar ofertan las instituciones? Stevens dirá que las instituciones constituyen un conjunto de reglas, de universales, cuyas funciones permiten incluir al sujeto en reglas sociales o encontrar cierto asidero, anclaje, en una comunidad de vida que, a la vez, lo aísla del resto de la sociedad. Problema: ante esta cuestión, desde la praxis del psicoanálisis, se nos plantea la pregunta ¿cómo articular el entrecruce de lo universal -las normas institucionales -, lo particular- la oferta de un dispositivo- y lo singular, de cada quien? Stevens, plantea la existencia de dos fórmulas de la identificación:
1) Fórmula de la identificación a un rasgo personal, elección que permite al sujeto a su vez construir su sinthome, su modo de vida singular (Ideal del yo) y darle un orden a la realidad.
2) Fórmula de la identificación comunitarizante: un rasgo de goce inscribe al sujeto en el campo social, donde su subjetividad se diluye en un para todos por igual. Identificación al S1: Adicto, Alcohólicos anónimos (AA), Narcóticos anónimos (NA), o a alguna comunidad terapéutica. Lazo egregativo que conduce a la adaptación.
La institución misma puede ser un punto de anclaje, identificación comunitarizante, pero no exportable, que los estabiliza precariamente, por ello, cuando cambian de institución es frecuente la desestabilización. Para Stevens, se trata de: “reglar las reglas para cada sujeto, para que la demanda se plantee en el orden del semblante y no del acto.
Entonces, la apuesta radica en localizar el rasgo singular que permita el anclaje subjetivo exportable, estable, que inscriba a alguien en un lazo social no segregativo.
Condiciones preliminares para puesta en forma de un tratamiento posible de las adicciones.
El interrogante propuesto como eje de trabajo en el 2017, ¿Qué condiciones preliminares para la puesta en forma de un tratamiento posible de las adicciones orientado por el psicoanálisis?, se enlaza con el trayecto del año anterior. El plan de lectura recorrió algunas referencias centrales del capítulo X Pasaje al acto y acting out del Seminario 10, La angustia, que permitió situar las diferencias entre esos dos modos de respuesta ante la angustia. Del texto de Le Poulichet, S. , la clave de lectura, un aserto : “la droga no es el tóxico”, y situamos las diferentes funciones del pharmakon como “suplemento” y “suplencia” en relación a los dos tipos de actuares, acting out y pasaje al acto, que se presentan como obstáculos en la escena de la transferencia.
Hemos dicho que los montajes adictivos constituyen formaciones narcisistas no sintomáticas más afines a la lesión de órgano que no son descomponibles, de allí la dificultad para constituir la transferencia analítica. En la escena de tratamiento en vez del advenimiento de decires advienen los actuares: retrasos, ausencias, interrupciones, es frecuente que el consumo de drogas luego de una entrevista sirva para anular lo dicho.
El espacio de tiempo de palabra genera cierto pánico por ello, es frecuente que se instalen escenas para alejar los terrores de captación de otro”.
Nuestra práctica circula por diversos circuitos institucionales públicos donde es frecuente la querella entre discursos, en particular con el modelo médico de la desintoxicación. Ante diversos acontecimientos de la vida institucional, la intervención uniformizante de la sanción normativa propicia una cadena de actuares, bajo la forma de actings o pasajes al acto, por desestimar precisamente la función singular que cumplen esos actuares en cada quien. Dos conceptos claves permiten ordenar las estrategias: en las toxicomanías de suplemento, es habitual que los actuares se sitúen como acting out donde el acento demostrativo está dirigido al otro, el paciente puede permanecer en la escena mediante dramatizaciones imaginarias ante las cuales se trata de sostener la transferencia, evitando una rivalidad dual,
Por lo contrario, en las toxicomanías de suplencia: los actuares se caracterizan por el pasaje al acto, donde el cuerpo no puede permanecer en la escena- ante el temor a la captación del otro- alguien abandona la escena. Ante esto se tratará de un trabajo de elaboración del cuerpo en ritmos y secuencias, y quizás, a veces, requerirá de otros apoyos, familiares, según el caso.
Es de destacar, la presencia frecuente en las primeras entrevistas de formaciones de depósito, un exceso donde la palabra adquiere la dimensión de un actuar bajo la forma de todo está dicho, un relato de horror, tras lo cual el individuo desaparece de la escena y el analista se convierte en depositario de esa carga. Efracción en el campo de la escucha del analista, entonces, la estrategia radicará en evitar que una carga se coloque como depósito, en tanto el sujeto se ausenta.
Entonces , recorrer las condiciones posibles de constitución de la transferencia analítica, en un tratamiento de las adicciones requiere interpelar, en primer lugar,“ la posición de un analista, su posibilidad de renunciar al estereotipo de la droga para pensar los lugares singulares de la irrupción del tóxico en la palabra” .
Configurar la transferencia es un paso central que no necesariamente introduce a la pregunta por el sufrimiento, sino radica en poder sostener la escena de la transferencia, del lado del analista.
¿Cuáles serían entonces, las condiciones preliminares para constituir un tratamiento?
1) Desfallecimiento de la operación del farmakon, que falle la solución homeostática será condición de inicio de tratamiento, ello no supone necesariamente un cese del consumo de sustancias, pero implica situar las coordenadas de ese desgaste.
2) Desmontar los prejuicios que interfieren la escucha analítica radica en despejar que el tóxico no es la droga, sino un exceso que coloca al cuerpo bajo influencia.
3) Irrealizar a las drogas implica no rivalizar con el alquimista o el filtro de olvido, pues la cura no debe responder al ideal de la desintoxicación, o de la abstinencia obligatoria como preceptiva universal. “Ese es, el primer tiempo de una relación transferencial en vías de posible constitución, que no confiera a la droga el estatuto de competidora, sino que invita a considerar el puesto del tóxico en la palabra”.
En todos los casos, la estrategia pasará por el intento de transformar los montajes adictivos en el marco de las entrevistas preliminares situando el puesto del tóxico en la palabra, donde lo esencial es no confundir droga con tóxico.
Esta apuesta pone en juego desde qué ética intervenimos en el campo de la clínica de las adicciones: ¿desde una ética del superyo, a favor de una adaptación? o ¿desde la ética del psicoanálisis, que considera la versión singular de cada quien en su relación al goce y al deseo? . Se continuará con estos interrogantes.
Bibliografía
Castoldi, Alberto. El texto drogado. Dos siglos de droga y literatura. Ed. Anaya & Mario Muchnik.1997.
Ehrenberg, Alain. Individuos bajo influencia. Ed. Nueva Visión. 1990.
García, Germán. Actualidad del trauma. Grama ediciones. 2005.
Le Poulichet, Sylvie (1987) Toxicomanías y Psicoanálisis. Las narcosis del deseo. Amorrortu editores. 1990. Quevedo, Silvia. “De psicosis y toxicomanías: Acerca de un particular montaje adictivo”.en Cuerpo y subjetividad .Variantes e invariantes clínicas. (Comp.por Donghi, A,Gartland,C. y Quevedo, S. ).Ed.Letra Viva. 2005.
Quevedo, Silvia-Kameniecki, Mario. “Toxicomanías y psicosis: acerca del concepto de suplencia”, en Clínica institucional en toxicomanías. Una cita con el Centro Carlos Gardel. Ed. Letra Viva, 2006. Sánchez, Mario (2001). “Particularidades del uso de drogas en las psicosis”. Entrevista realizada a Jean Claude Maleval. Publ. en Revista El Murciélago . Abril / mayo 2005. Stevens, Alexandre. La errancia del toxicómano. Intervención en las Jornadas de Aniversario de Enaden en noviembre del 2002. Publicado en Quarto Nº 74, Revue de Psychanalyse, École de la Cause Freudienne. ACF en Belgique, 2003. Traducido al castellano por Esmeralda Miras. Testa, Adriana. ¿Cómo fue posible que la adicción diera con la droga? en Conceptual. Estudios de Psicoanálisis N º 7. La Plata, año 2007. Testa, Adriana. “Estructuras clínicas en las adicciones” en Clínica institucional en toxicomanías. Clínica institucional en toxicomanías. Una cita con el Centro Carlos Gardel. Ed. Letra Viva, 2006. Vaschetto, Emilio Los descarriados. Clínica del extravío mental entre la errancia y el yerro Grama ediciones. 2010.
Algunas referencias de algunos trabajos presentados en Jornadas del Centro Descartes.
Chiaramonte, Félix. La adicción como antagonista del deseo. Jornada Lo que se hace en el Centro Descartes. Año 2016.
Chiaramonte, Félix. Adicciones: sobre el límite de la práctica. Jornada Lo que se hace en el Centro Descartes. Año 2012.
Piacentini, Sergio.
Homeostasis, abstinencia y operación del farmakon. Presentado en Jornadas Lo que se hace en el Centro Descartes.Año 2017.Quevedo, Silvia.
¿Qué suplen las drogas? Presentado en Jornada Lo que se hace en el Centro Descartes. Año 2011. Quevedo, Silvia.
Sobre simplificaciones y banalidades: la toxicomanía un caso ejemplar. Jornada
¿Qué programa? El Psicoanálisis frente a las adicciones, Organizada por el Módulo de Investigación Consumos Fatídicos. Centro Descartes. Año 2007.