Un giro: entre la clínica y la política
Marcelo Izaguirre
Así como en el año 1953 Lacan establece “su manifiesto” psicoanalítico mientras está tomando distancia de la Sociedad Psicoanalítica de París, en el codo de los años sesenta comienza un giro que tiene consecuencias sobre la práctica, a partir de los avatares políticos que implicaron su exclusión de la Asociación Psicoanalítica Internacional.
Para ello haremos un recorrido tomando en cuenta afirmaciones que realiza en el seminario sobre los nombres del padre, respecto a sus desarrollos de la angustia. Allí destaca que en su lectura de las consideraciones de Freud sobre la angustia, se ha opuesto a la tradición psicologizante, que diferencia el miedo de la angustia, al afirmar que ésta no es sin objeto. También expresa que si bien los inicios de su enseñanza los hizo por los senderos de la dialéctica hegeliana, como una etapa necesaria, ella no se ha dejado de revelar como falsa.
No faltan las referencias a quienes habiéndose formado con él, han vuelto la marca de esa enseñanza en su contra. Y a quien tratando de caracterizarla, expresó que la esencia de la misma consiste en que nunca se la atrape. Lo cual, enfatiza, resulta un contrasentido. Error que se cae al no considerar que se accede a lo verdadero por la vía del engaño. Eso lleva a considerar el tema de transferencia y la proposición del 9 de octubre de 1967, que implicó un distanciamiento de quienes ya objetaban los cambios que Lacan había comenzado a establecer desde la fundación de la Escuela Freudiana de París, así como la aludida diferencia con la dialéctica hegeliana, es desarrollada durante el seminario dedicado a los cuatro conceptos fundamentales.
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