● Novedades
● Programa
● Círculos
● Coloquios
● Amigos de la Fundación Descartes - Archivo
● e-texts
● Biblioteca
● Librería
● Publicaciones
● Invitados
● Trayectoria
● Consejo de Administración
● Enlaces

 

German García
Archivo Virtual


 
Centro
Descartes
● Agenda
● Jornadas
● Curso de Germán García
● Enseñanzas de la Clínica
● Lacan-Freud, idas y vueltas
● Lecturas Críticas
● Cursos Breves
● Conferencias y debates
● La demanda institucional. Ateneo
● Actividades anteriores
● Consejo de Gestión


 
 
 
ADVERTENCIA*

 

La revisión técnica de los trabajos reunidos en el presente volumen no podía presentar, en general, problemas insolubles. No se trataba de comparar los textos freudianos del original alemán con la traducción francesa, y optar, a posteriori, por un término español que resumiera y evidenciara las dificultades y las diferencias. Se trataba de algo más sencillo: verter al español las palabras francesas. Pero con una cierta exigencia, es cierto: no sacrificar el sentido específico que el contexto (teórico y estilístico) ofrece a cada expresión.

El traductor del texto había adoptado un criterio adecuado: respetar las características de la prosa y del fraseo, optar muchas veces por una solución literal, permanecer, en fin, fiel a las “vueltas” del texto, adherir a sus “extrañezas”.

En lo que toca a los conceptos mismos, la existencia del Vocabulaire de la Psychanalyse (París, PUF, 1967), el riguroso léxico de Laplanche y Pontalis, nos allanó considerablemente la tarea. Cada uno de los términos freudianos utilizados se halla ahí convenientemente aclarado; lo mismo aquellos forjados por el propio Lacan (forclusión, phallus, etc.). Tanto es así que no existe término en los cinco artículos de este libro que no pueda ser hallado en el Vocabulaire, hasta el punto que se podría afirmar que su comprensión –por momentos delicada- debe irremediablemente ser completada por la lectura de éste.

Algunas expresiones, efectivamente, como en el caso del concepto de “representante representativo” sólo cobran sentido en el interior de un campo semántico preciso, asociándose y distinguiéndose de représentantde la pulsión, représentant psychique, représentant-représentation, représentation, représentation de chose, représentation de mot.

El término “representante representativo” nos ha parecido más adecuado a su concepto que la expresión “representante ideativo”. Si bien el término “ideación” es corriente en las traducciones españolas, hemos recomendado una traducción literal del francés: ella tiene la virtud de casi duplicar una palabra, y por lo mismo no permite olvidar una de las tesis caras a los franceses que siguen o han seguido a Lacan. Éstos jamás dejarán de esgrimir, contra algunas consecuencias que se desprenden de la teoría de Melanie Klein, la idea –que se hallaba presente en Freud- de que los “contenidos” del inconsciente no son entidades, la idea dialéctica y estructural de que esos contenidos (se trate de huellas mnésicas, de ideas, o lo que fueren) son a la vez ellos mismos y otros.

Lo mismo sucede al nivel del concepto de refoulemente après coup, que hemos sugerido traducir indistintamente por “represión tardía” o “represión a posteriori”. En verdad, el concepto coincide con el que recubre la expresión “represión propiamente dicha”; es decir que al nivel de los conceptos se trata de sinónimos. Pero al mantener la distinción no sólo se induce mejor la noción de que existen dos niveles tópicos (asimétricos, “actuales”) de la represión, sino, a la vez, dos tiempos de ella (y no se trata todavía del punto de vista “dinámico”, ni del “conflicto”, sino, en todo caso, de lo que funda a uno y a otro).

Los “contenidos” del inconsciente, así, deben ser imaginados – y únicamente de esta manera- como objetos en sobre impresión, como objetos movidos, o como moviéndose, como ideas que sólo son ellas mismas a condición de parecerse a otras –y esto es lo difícil, o lo asombroso, como dice Leclaire- que constituyen en problema la idea aún de su propia existencia... Esta concepción diferencial, temporal y “diacrítica” de los contenidos del inconsciente –o si se quiere, en términos lacanianos, del significante psicoanalítico- se halla abundantemente comentada en el texto de Leclaire sobre El objeto del psicoanálisis, y también en el análisis que Laplanche y Pontalis hacen de la fantasía. La lectura de uno y otro deben ser complementados aquí con la lectura de un trabajo de Lacan en que se basan y se inspiran: Le temps logique e l’assertion de certitude anticipée (en Ecrits, París, Du Seuil, 1966). Otro término: fantasía. La tentación era traducir del francés fantasme (fantasme originaire, fantasme des origines, etc.) directamente por el español “fantasma”. Sobre todo teniendo en cuenta que el término español existe y designa ciertos conceptos –en el interior de la estilística y la gramática española- como el de “deixis en fantasma”, que no resulta ajeno en absoluto al campo del freudismo: este tipo de “deixis”, esto es, de demostrativo, se produce cuando un “narrador lleva al oyente al reino de lo ausente recordable o al reino de la fantasía constructiva y lo obsequia allí con los mismos demostrativos para que vea y oiga lo que hay allí que ver y oír” (F. L. Carretero, Diccionario de términos filológicos, Gredos, Madrid, 1963, p. 105). Pero la noción de fantasía ya es clásica en psicoanálisis y la palabra española se halla lo suficientemente generalizada: el escrito de Laplanche y Pontalis se encarga, por lo demás, y por sí solo, de expurgar cualquier parecido entre el contexto de su reflexión y el marco referencial kleiniano.

 

Oscar Masotta y Juan David Nasio

 

* André Green, Jean Laplanche, Serge Leclaire, J.B. Pontalis, El inconsciente freudiano y el psicoanálisis francés contemporáneo, Ediciones Nueva Visión, Colección Lenguaje y comunicación (dirigida por Oscar Masotta), Bs. As., 1976.

 

 
Billinghurst 901 (1174) Ciudad de Buenos Aires. Tel.: 4861-6152 / Fax: 48637574 / descartes@descartes.org.ar