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Masotta y el significante artístico

por Carlos Espartaco

La distancia que nos separa de la época en que Oscar Masotta determinó que las puntualizaciones del lenguaje podían ser utilizadas dentro del campo específicamente artístico, nos hace reflexionar al respecto de su pertinencia. En efecto, en los años ’60, años pasibles de una calificación provisoria entre la moda y los modos, la referencia es a la llamada “aventura estructuralista” que incluye la ‘estructura’ y el ‘estructuralismo’, se tenía la sensación –Masotta me lo decía frecuentemente- que la más o menos buena fortuna de un vocabulario científico tiende al comienzo a los malos entendidos, y es gracias a los mismos, que va a difundirse en los discursos que tienen poco que ver, o casi nada, en relación a la disciplina que en un momento u otro de sus búsquedas fue inducida a producirlo, extendiendo el campo de producción hacia un nuevo concepto.

Y este concepto tendrá más posibilidades (si se lo puede decir) de lograr una mayor expansión, de verse utilizado por otras disciplinas y, finalmente, de ‘envolver’ el lenguaje corriente, que encontrará establecido a partir de un vocabulario ya existente. El lector, el auditor que lo recibe por primera vez, frente a una disciplina que no conoce bien o desconoce totalmente, tiene la ‘impresión’ de que lo comprende y seguramente se dará la oportunidad de ‘reutilizarlo’.

Desde entonces, nos encontraremos con una palabra ‘anfibia’ que se adapta a cualquier situación, cuando precisamente no dice nada que pueda ser destacado del sentido común, o más bien privada del sentido que le ha dado su entrada en la cadena del vocabulario propio de tal disciplina.

Masotta, conocía muy bien, que ‘estructura’ y ‘estructuralismo’, son ese tipo de palabras que si Ustedes quieren gozar de un prestigio “a priori” que es necesario saber antes si se las puede aplicar a un nuevo objeto, en alguna medida, garantizarnos de esta ambigüedad de sentido que ha determinado su celebridad...

De mis conversaciones con Masotta, he retenido algunos comportamientos de esos términos que son la clave de las intervenciones que pudo haber tenido el propio Masotta frente a lo que consideraba como la problemática del campo artístico.

Al desconfiar de la veracidad de la historia del arte en lo referente al análisis de la estructura, pensó inmediatamente en el origen lingüístico de los términos. Aparece como tipología por primera vez en 1929, en los trabajos de un grupo de lingüistas que se proponían reaccionar contra una aprehensión exclusivamente histórica de la lengua. Emile Benveniste, en su libro Problemas de lingüística general señala que si se lo ha llamado con razón a Ferdinand de Saussure el precursor del estructuralismo moderno, Saussure no empleó en ningún sentido la palabra “estructura”, a sus ojos la noción esencial sigue siendo la de “sistema”. Habrá que esperar algunos años para que la “estructura” del sistema lingüístico sea puesta en evidencia y encuentra su primera expresión en las proposiciones redactadas en francés por tres lingüistas rusos, R. Jakobson, S. Karcevsky y N. Troubetzkoy (de entre ellos R. Jakobson es uno de los fundadores del movimiento formalista ruso).

Es en los trabajos que esos tres autores publican en el “Círculo Lingüístico de Praga”, bajo el título de Problemas de método resultantes de la concepción de la lengua como sistema (subtítulo: “Comparaciones estructurales y comparaciones genéticas”) que el término “estructura” aparece por primera vez con bastantes ejemplos para ilustrar. Benveniste, precisa que en estos lingüistas la “estructura” se determina como “estructura de un sistema”: “Cada sistema, estando formado de unidades que se condicionan mutuamente, se distingue de los otros sistemas por la disposición interna de esas unidades, disposición que constituye la estructura”. La espera se extenderá hasta 1944, para que el lingüista danés Louis Hjelmslev, animador del “Círculo lingüístico de Copenhague”, defina a nuevo el campo de la lingüística estructural: “Se comprende por ‘lingüística estructural’ un conjunto de ‘investigaciones’ que reposan sobre una hipótesis según la que, es científicamente legítimo describir el lenguaje como siendo ‘esencialmente’ una entidad autónoma de sus dependencias internas, o, una palabra, una estructura.

Masotta, sabía perfectamente que tal es el sentido del origen de la palabra ‘estructura’. Y entonces apunta las baterías hacia Nueva York, porque la ‘aventura estructuralista’ pasaba en ese momento por ese lugar debido al encuentro entre el lingüista Roman Jakobson y el etnólogo Claude Levi-Strauss. Es así que de la misma forma que para la lingüística, donde la estructura como tipología aparece por primera vez como reaccionando contra la aprehensión exclusivamente histórica de la lengua, el “estructuralismo” de Levi-Strauss determina una crítica de la etnología histórica y de la etnología funcionalista para oponerles una disciplina ‘sistemática’ que no oculta sus orígenes lingüísticos. La antropología que se quiere ciencia exacta va a buscar y encontrar un método que le permita realizar su ambición “de objetividad”...

El tipo de objetividad al que aspira la antropología, se sitúa no sólo en relación a la sociedad y al grupo observador sino por relación a sus métodos de pensamiento y, exige una formulación “casi matemática”. De esta manera, la definición dada por Hjelmslev dl lenguaje como siendo “una entidad autónoma con sus dependencias internas”, se transformará en uno de los principios dinámicos de la antropología en su búsqueda de la “objetividad total”.

Levi-Strauss, que consagra muchos capítulos de su libro Antropología Estructural a las relaciones de la lingüística y la antropología escribe en 1954: “La antropología se quiere ciencia semiótica, situándose resueltamente al nivel de la significación. Es para la antropología una razón de más, al lado de otras, para mantener un estrecho contacto la lingüística”. Y algunos años más tarde en Introducción a un estudio estructural de los “Gatos” de Baudelaire, análisis hecho en colaboración con R. Jakobson: “Si un lingüista y un etnólogo han juzgado oportuno unir sus esfuerzos para tratar de comprender como ha sido hecho un soneto de Baudelaire, es porque se han encontrado independientemente confrontados a dos problemas complementarios”.

 

 
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