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Jorge Alemán - Presentación de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Seminario XI de J. Lacan (Ediciones Paidós, Buenos Aires, primera edición* castellana, 1986), en Madrid (1987) publicada en revista Descartes N° 4, julio 1988

 

A su vez, en esta elección del problema letra-significante-escrito, quiero rendir un homenaje a Oscar Masotta, autor del prólogo ahora excluido de la primera edición en castellano del seminario XI y realizar una suerte de conmemoración por esa generación de la cual procedo que se vio concernida por la implicación entre literatura y psicoanálisis. Doy así un lugar a esa pasión literaria de los lacanianos argentinos. Porque al fin y al cabo, me parece un rasgo a tener en cuenta, no sólo por lo inusual de ese abundante entrecruzamiento de escritores y psicoanalistas, sino también por lo que tiene de marca inaugural, de “inicio” aún velado en sus efectos. En el horizonte de esa implicación, estaba velado por supuesto Borges, como sabemos, siempre abocado a reducir el espejismo del yo, a destituir en su procedimiento literario mismo la categoría de autor, y a mostrar, en fin, cómo el saber de las tramas simbólicas, configuran avatares y destinos que se ejecutan sin consultar a la “psicología de los personajes”. Es evidente ya, que hay en la literatura borgiana un precedente del Otro lacaniano. Hay, por qué no, otro borgiano, y aún más, podríamos decir que existe un cierto optimismo en Borges, con relación a lo que es el lugar del Otro. En Borges todo está destinado al Otro, a su saber infinito, y en un sentido más fundamental, la obra literaria que no pertenece a ningún hombre y sí al Otro. Sin embargo, en otro aspecto, una posición de Lacan viene a contradecir el optimismo borgiano del “todo lo literario para el Otro”. Por ejemplo, si para Lacan, Beckett constituye una literatura que “salva su honor”, es precisamente porque en sus escritos trata de ceñir lo que no pertenece al Otro; el desecho que asoma en el paisaje de la historia humana que va enmudeciendo, la mutilación en su horizonte de verdad. Es sin duda el honor de cercar el horror.

Por eso, si todavía resuenan las palabras de Oscar Masotta: “un cierto borgismo siempre será pertinente”, no por eso está ausente esta otra literatura que salva el honor. Me refiero aquí a la identificación de Oscar Masotta a Roberto Arlt, explícita en su artículo “Roberto Arlt, yo mismo”**, cuando no dudaba en mostrarse como un deshecho, como un avatar del fantasma arltiano. Un deshecho de la filosofía que ya no le daba lugar cuando sucedía la muerte de su padre.

 

* Lo de “primera edición castellana” es pasión y falsa información. (G.L.García)

** En Conciencia y estructura, Editorial Jorge Álvarez, Bs. As. , 1969

 

Nota: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis fue publicado por la Editorial Barral de Barcelona en 1977 con un prólogo de Oscar Masotta, quién promovió aquella edición. Por supuesto, era la traducción de la versión “establecida” por Jacques Alain Miller y publicada en Francia (Editions du Seuil, París, 1973.)En aquella edición había una curiosidad: la palabra “conceptos” del título había sido sustituida en la portadilla por “principios”. El seminario que se editó en francés –tengo un ejemplar aquí, junto a la máquina de escribir- dice en la portadilla: “Livre XI – les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, 1964”.

La nueva edición – ÚNICA EDICIÓN AUTORIZADA- dice: “título original – Les quatre principes fondamentaux de la psychanalyse”. ¿Por qué “principes” y no “concepts”? ¿Acaso los traductores Juan Luis Delmont- Mauri y Julieta Sucre dan un testimonio indirecto de aquella primera edición que ahora dejó de existir –aunque no de circular- junto al prólogo de Oscar Masotta?

Un ejemplo divertido: donde la primera edición traduce de manera literal: pájaro es una cuestión “murciélago”, la nueva traducción dice que es una cuestión “mochuelo”. No se trata del mismo pájaro, pero el mochuelo es rapaz en vez de carnicero. Además, el murciélago habla de a oscuridad del asunto y el mochuelo de la dificultad. ¿La oscuridad de Buenos Aires y la dificultad de Caracas? De cualquier manera: Barral no es el nombre de una empresa pirata Argentina, sino de una de las editoriales más finas que durante muchos años produjo sus libros en Barcelona y fue leída en todos los países castellanos. Murciélagos y mochuelos, carniceros y rapaces, aves nocturnas que podrían servir de alimento a los pardos gatos de la noche que esparcen –según un Baudelaire que no traduciré- un air subtil, un dangereux parfum.

La presencia de Jorge Alemán en la presentación de la nueva edición del seminario de Jacques Lacan en Madrid salvó a la primera del olvido y, además, sostuvo algunas otras cosas dignas de búhos que no excluyen a los murciélagos y tampoco a los mochuelos.

Germán L. García

Bs. As. 21/1/88

 

 
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