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Daniel Link, Leyenda-Literatura argentina: cuatro cortes, Editorial Entropía, 2006. “Crítica y política (1955-1966)".

 

Lo que Masotta hace es algo por completo escandaloso, al punto que uno puede imaginar bien (y compartir) la incomodidad de los asistentes a esa “conferencia”, sus compañeros de Contorno, los entonces inquietos jóvenes del Di Tella, los intelectuales de izquierda que eran sus amigos. Bien mirado, ese texto es paradigmático: coloca al lector en una situación de incomodidad sólo comparable a la de algunos textos de Osvaldo Lamborghini (aunque se trate de otra cosa completamente distinta), tanto se aparta de las reglas sociales del decir, de la separación de los lenguajes, de todos los lugares que la crítica imaginaba para sí en la década del sesenta, del sentido común intelectual. ¿De qué habla Masotta en Roberto Arlt, yo mismo? De sí, de su padre, de la muerte de su padre, de su crack up y de sus prejuicios pequeñoburgueses. En medio de todo eso (que no funciona como una confesión ni como una sesión analítica o una ascesis), Masotta habla de Arlt, él mismo. Es decir: habla de la relación (intelectual, crítica, textual) que estableció con Arlt, a partir de ese conjunto de episodios biográficos, durante la escritura de Sexo y traición: “¿Quién era yo cuando escribí ese libro? O para forzar la sintaxis: ¿Qué había de aparecer en aquel libro de lo que era yo?”. No sólo la sintaxis es lo que se fuerza: lo que se desmorona es la separación de los lenguajes que sancionan legitimidades respecto de situaciones de enunciación, relaciones entre los participantes, y los géneros tipificados en cada caso. ¿Hablar de sí? Eso no es la crítica (o es una forma radicalmente nueva de crítica).

Lo que ocurre es que Masotta comprende que sólo llevando al sujeto al límite se puede pasar a un tipo de práctica que se proyecte hacia lo colectivo. No se trata, entonces, de borrar el sujeto del discurso, de enmascararlo detrás de una seudo-objetividad. Se trata, más bien, de disolverlo por saturación y, en esa apuesta, potenciar políticamente la subjetividad. Sexo y traición en Roberto Arlt, el libro del que Masotta habla cuando habla de sí, fue escrito, según cuenta, en 1958, fuertemente influido por Sartre y Merleau-Ponty. Esa doble fascinación funciona como condición de posibilidad de Sexo y traición pero, claro está, no lo explica del todo. El punto de partida de Masotta es cómo recuperar la literatura de Arlt desde una perspectiva de izquierda (es cierto que Arlt parecía resistente a esa recuperación, al menos hasta Masotta). Así, la crítica asume explícitamente la función política que tanto importa en este corte.

 

 

 
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