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Caroline Newton, “1980. Masotta en la reunión de Caracas” en Etcétera N° 8.

Un volumen publicado dos años después bajo el título Actas de la reunión sobre la enseñanza de Lacan y el psicoanálisis en América Latina incluye cerca de treinta ponencias de argentinos, entre las que se encuentran dos que intentan explicar la función de Oscar Masotta.
“Del inconsciente freudiano al sujeto lacaniano. La institución de Oscar Masotta” se llama la ponencia firmada por María G. Ronanduano y Gerardo Maeso.
“testimonio de un encuentro” llevala firma de Basz, Chamorro, Maeso, Nepomiachi y Sawicke.
Si tenemos en cuenta que Oscar Masotta había muerto unos meses antes (134/9/79), llama la atención el silencio de los que acababan de tener una controversia, que llevó a una escisión, en el momento del debate. Diana de Alvarez, ajena a esa controversia, se pliega al “homenaje” (palabra que quita actualidad a lo expuesto) y dos señores no identificados intervienen.
Es que junto a lo expuesto sobre Masotta aparece el relato de la disolución que realizan Michel Silvestre y Colette Soler.
¿Qué podía ser nuestra escisión frente al acontecimiento de la disolución? Además, nadie quería ventilar el asunto, a pesar de que el mismo Jacques Lacan aludió a quienes lo “representaron”, como desconcertados por su viaje. Es decir, en París no se ignoraba que las cosas no estaban calmas en Buenos Aires.
Miguel Otero, secretario del Ateneo de Caracas, adoptó una posición triunfal: “Más de uno protestó –dijo en la apertura- por la realización de este evento en Caracas, y quizás algunos, que han visto (sic) propagarse el pensamiento lacaniano en su país con mucha anticipación, tengan sus razones para resentirse”. Para Miguel Otero los agentes de la propagación sólo estaban mirando. Continúa: “Siendo América Latina una potencialidad cultural incontestable, los centros tradicionales de expansión intelectual pasan por una crisis política económica crónica (…) Así, países como Venezuela se prestan, a pesar de su inicio tardío, para convertirse en verdaderos polos dinámicos de expresión y discusión intelectual” (pág.6). Pasaron veinte años.
En un trabajo firmado por Guido Narváez, Verónica Cohen, Ernesto Gorelik, Bernardo Katz, Sergio Rodríguez, Adrián Scheinkestel y Silvia Wainstein, leemos: “Es este el lugar de hacer un homenaje a Oscar Masotta, con el que tenemos una deuda” (pág.35). La invocación se desliza hacia una querella sobre la “fundación” (aunque ninguno de ellos había firmado con Masotta en 1974).
Por su parte, en una intervención de Ricardo Nepomiachi se afirma “…el encuentro con la obra de Lacan, introducida en lengua castellana por Masotta, fue pleno de consecuencias” (pág.47).

La institución de Oscar Masotta
Como adelantamos, bajo este título María G. Ronanduano y Gerardo Maeso exponen la siguiente diferencia: “Lacan funda la Escuela freudiana de París, preguntándose por el deseo del analista (…) En América Latina el proceso fue diferente. Presenciamos no la ley del análisis didáctico, sino la trasgresión a esa ley. En estas condiciones surge la figura de Oscar Masotta que, proviniendo del campo de la filosofía y de la crítica literaria, encuentra a un conjunto de analistas que, al margen de la Asociación Psicoanalítica Argentina, cuestionaban la práctica del análisis didáctico. Este conjunto permitió a Oscar Masotta encontrarse con su pecado original, el deseo de ser aquel analista que no encontró (…) Desde el lugar del analista, Masotta cuestionaba a los analistas (…) Si corto fue el período de vida de Oscar Masotta, ¿se podría hablar de una obra inconclusa? Tal vez su verdadera obra fue más allá de lo escrito” (pág.84)
En la discusión que sigue, después de que Eric Laurent cuestione la posición de “fundador” y diferencie el discurso analítico del discurso del amo, interviene un Sr. X para decir que Masotta no fundó algo nuevo… porque Pichón Riviere le pasó los textos.
“Testimonio de un encuentro”, firmado por Samuel Basz, Jorge Chamorro, Gerardo Maeso, Ricardo Nepomiachi y Oscar Sawicke, parte de la conferencia de Masotta de 1964: “La intervención de Oscar Masotta en la configuración del pase de un conjunto de practicantes del psicoanálisis al campo freudiano interesa doblemente”.
Se hace luego una historia de la conexión Pichon Riviere-Oscar Masotta, con un decidido rescate de la figura de este último. Para concluir: “Así, en la Argentina a partir de la introducción y de la institución del pensamiento de Lacan por obra de O. Masotta, se sostienen individuos y agrupamientos que dando cuenta de esa obra, intentan recrear aquel acto de ruptura iniciado por Lacan” (pág.87).
Esa ruptura no es una marginación, sino la instauración de un polo irreductible a la idea misma de un centro: “Es así como en 1974 con la convergencia del deseo de Masotta con el conjunto del Centro de Medicina de Buenos Aires y nueve de sus alumnos que habíamos recibido de él las enseñanzas de Lacan, se funda la Escuela Freudiana” (pág. 87)
Esta presencia de Oscar Masotta en la reunión de Caracas merecería comentarios más precisos. Las Actas revelan la composición del momento, los nombres dicen mucho de los desplazamientos de fuerza que se operaron desde entonces.

Referencia:
Actas de la reunión sobre la enseñanza de Lacan y el psicoanálisis en América Latina. Ed. Ateneo de Caracas, Venezuela, 1982.

Nota: Los argentinos presentes en Caracas ignoraban lo que había realizado Oscar Masotta después de su exilio en 1974. La prueba se encuentra en alguien que “infiere” que Oscar Masotta no podía conocer el tema del goce en “último” Lacan, sin saber que hizo traducir en Barcelona Radiofonía y Televisión. Y ni hablar de lo que ahora está documentado, aunque no incluido en la excelente compilación de Marcelo Izaguirre, sobre su incidencia en Colombia, pero también en Andalucía y los países Vascos (para no repetir lo sabido).

 

 
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