Masotta: el Recienvenido
por César Fernando Mazza*
Escrito en una aldea donde la reciénvenidez, de solo una vez, no se la saca uno nunca. En Buenos Aires, que estima inverosímil haber vivido hasta los treinta o cuarenta sin conocerla, por lo que hay que sacarse pronto la reciénvenidez tardía, todo el primera vez llegado, que conoce en los semblantes el mal gusto de no haber nacido nunca en ella, se apresura a dar una instruidísima conferencia sobre ‘La Argentina y los argentinos’ tres días después de desembarcado. Esto da resultado; se comprende que conferencia tan pronta y con tal tema no es la colosal fatuidad y entrometimiento ignorante que suele sospecharse, sino la ansiedad por quitarse cuanto antes la pátina de reciénvenidez. Ser “reciénvenido” en Buenos Aires ni por un momento se perdona; es como insolencia.
Macedonio Fernández
Quién oficiará de guía en estas líneas será la figura del Recienvenido de Macedonio Fernández. Si es cierto que “el artista siempre nos lleva la delantera” la apuesta consistirá en extrapolar del texto literario, en una aplicación de la literatura al psicoanálisis, esa figura y ver que resonancias pueda traer. Avanzando, entonces, veremos de qué forma el Recienvenido se opone al precoz. La operación o el movimiento del Recienvenido da cuenta de la tensión entre la innovación y la tradición, la intertextualidad de Macedonio Fernández permite trazar, mediante una sutil ironía, la intromisión del discurso del Estado referida al Orden público (“la Instrucción pública”) a la Institución literaria. A tal punto que “el aborrecimiento de las estatuas” tendrá una estricta razón de ser: develar la política reaccionaria y conservadora de las influyentes familias con pretensiones de dominar tanto la dirección obligatoria de la literatura (el precoz que entra a la plaza pública y a la literatura queriendo hacer valer su posición heredada sin ningún “accidente”, sin realizar ninguna “mudanza”) como el lugar del funcionario público ( para quién la posteridad se encargará de su conversión en ilustre personaje-estatua) definido en un único movimiento, en una única capacidad: “pedir y dar empleo”:
Aborrezco las estatuas: casi siempre son hombres con sobretodo griego, o amplia levita de mármol. Si absurdo suele ser el traje del actual varón, esos botones y trencillas de mármol, ese gruesísimo trozo de mármol que simula faldones levantados levemente por la brisa, son intolerables, y todo para que un hombre esté allí asegurándonos con su mano y su boca que nos va a decir cosas elocuentes y no se lo oye en todo el día.
Si uno fuera a hacerles caso, no penetraría en ninguna plaza, pues están a la entrada con el brazo tendido hacia mí (y demás personas). Dicho brazo grita: “Vete, detente”. No atienden recomendaciones aunque en la vida no hacían otra cosa que pedir o dar empleo. Felizmente la naturaleza los ha dotado de la incapacidad de darse vuelta, y aprovechando el gran sistema es entrar por el lado opuesto, apuntándose de camino un cafecito en el boliche de los “Tres Angeles y Medio”, que hace tanto negocio a espaldas del grandioso personaje.
La figura del RV cobrará su fuerza jugando con la imposibilidad de las definiciones, por ejemplo uno de los cortes empleados por Macedonio Fernández se refiere a “no ser visto” o al “género de lo nunca habido” en una operación de ir contra “el realismo”, de ir contra un arte definido por el reflejo o la “copia de la realidad”. Operación donde, entre otras cuestiones, se desmonta y atraviesa el género canónico de la autobiografía, “la forma más embustera de arte que se conoce”. Macedonio Fernández hostiliza, instiga a la categoría del autor a definirse en una estrategia de insubordinación, a soportar la “eternidad”: a permanecer en una constante mudanza, en un metódico desalojo del sentido, a sólo aparecer en la escena literaria siendo visto como desconocido o lo que es igual hacerse ver (como autor RV, inédito) para no ser visto. En cuanto a la contraposición de la figura del RV con la del precoz, que había adelantado se verá en el siguiente pasaje:
El “capítulo siguiente” de la autobiografía del Recienvenido
De autor ignorado y que no sabe si escribe bien
Presentamos el más escrito de los ocho capítulos de esta obra, que no se cree haya habido quien la escriba, pues su autor era tan desconocido a los diecisiete años que es imaginable cuánto habrá progresado después, tanto más cuanto la precocidad fue la primera cualidad que adquirió; a los nueve años era ya casi un niño y a los once ya tenía un hermano que entendía a Bergson; lo que este mismo no pudo nunca con toda la inteligencia que le consiguió su influyente familia.
El primer giro que se puede anotar en el procedimiento que emplea el texto es localizar la precocidad como algo que se “adquiere” en cuanto se hereda. Quiere decir que proviene del Otro: tanto tener un hermano que entendía a Bergson, algo que el sujeto no puede decidir, como así también una “inteligencia”, un atributo que se puede conseguir por influencia familiar. El valor de verdad que se invierte en el texto (en los términos: “adquisición”, “inteligencia” y “progreso”) demarcan la posición de la precocidad: una marca distintiva del sujeto heredada, adquirida por su Novela Familiar .
Vale decir, el RV no es el precoz: el primero entra al juego haciéndose ver como RV o autor inédito para no ser visto, efectuando una ruptura con el lazo familiar, con la Novela Familiar, con mudanzas5 (metáforas) y con accidentes, el segundo traslada de una forma conservadora lo que adquirió por herencia: su rango, su distinción por el solo hecho de pertenecer a una clase diferente.
Pero, la eficacia del procedimiento no se agota en este primer movimiento, la otra vuelta que se da llevará a inconsistir, a des-sustancializar el rasgo heredado, hacerlo disfraz, a dotarlo solo de una naturaleza: la de ser un semblante. La dos figuras, la del RV y la del precoz se distinguen en el primer movimiento para concluir en una intromisión de una figura sobre la otra, produciendo un disfraz para que el RV logre “no ser visto”:
Recién llegado por definición es: aquella diferente persona notada en seguida por todos, que llegado recién a un país de la clase de los diferentes (esa clase no puede pasar por una localización o identificación fácil, ni inadvertida, ni visible), tiene el aire digno de un hombre que no sabe si se ha puesto los pantalones al revés, o el sombrero derecho en la cabeza izquierda, y no se decide a cerciorarse del desperfecto en público, sino que se concentra en una meditación sobre eclipses, ceguera de los transeúntes, huelga de los repartidores de luz, invisibilidad de los átomos y del dinero de papá, y así logra no ser visto.6
Porque el problema es que al RV lo pueden ver salir desnudo de una sastrería (¿cuál es el traje, el semblante más adecuado para lograr no ser visto ni siquiera como Recién llegado al mundo literario?). Si la definición conllevara una clausura del movimiento, mejor darle vuelta el argumento, desarmar el semblante que lo fija al sentido. Una estrategia de histerización, se puede, se configura en el juego de ver- ser visto y hacerse ver: Ricardo Piglia dirá que Macedonio Fernández
En 1938 se propone “publicar la novela en folletín en Crítica principalmente, o La Nación” Movimiento típico de la vanguardia: aislamiento, ruptura con el mercado y a la vez fantasías de entrar en los medios masivos. Estudiar esta estrategia (siempre fracasada) es entender la tensión interna de la forma en su novela (...) la vanguardia es un género. Macedonio lo sabía bien. Un escritor arribista, decía, es el que todavía no ha arribado.7
La mudanza y el accidente se destacan en la textura de Macedonio Fernández en una estricta conjunción entre la retórica y el concepto, en una pulida lógica donde su pensamiento pasa a su vida:
Como no hallo nada sobresaliente que contar de mi vida, no me queda más que esto de los nacimientos, pues ahora me ocurre otro: comienzo a ser autor. De la Abogacía me he mudado: estoy recién entrado a la Literatura y como ninguno de la clientela mía judicial se vino conmigo, no tengo el primer lector todavía.8
En esta (y por esta) mudanza se produce la “iniciación” de Macedonio: yéndose su vida en ella, llevará, dirá Germán García, múltiples preguntas a la literatura. Traslación que lo conduce a “borrar las demarcaciones mismas del género. (...) Cuentista, filósofo, poeta, ensayista, músico, humorista, novelista; Macedonio es nada. Le gusta en realidad ser un pensador, es en realidad un escritor. Ha escrito”9. Pero para Macedonio Fernández la iniciación cuenta con toda la molicie de un acto, es ruptura, salteo de desenlaces finales, y no puede “terminar porque la escritura no puede ejercerse (como la abogacía), sin negarse a sí misma”10.
Respecto al accidente, señalaré lo que sigue:
(luego de que RV se accidenta, cayéndose en la vía pública) “Cuando desperté, me supuse o que había recibido parte de la vereda en la cabeza, o que había leído algún capítulo de Literatura Obligatoria del Mío Cid o el Cielo del Dante. Rodeado de las cuatro direcciones de la instrucción pública, N. S. E y O.”11
Tal como me fue sugerido en una oportunidad por un incauto lector de Macedonio Fernández puede pensarse que “y Oeste” designa un agregado desde donde RV llega, por ejemplo. ¿Por qué “Y Oeste” sería un agregado? Porque el texto enseña que el orden simbólico, el orden de la rosa de los vientos, como el de la Instrucción pública, como la Literatura Obligatoria no son más que semblantes: no tratándose de un mundo aparentemente asegurado por una carretera principal, el orden podrá ser otro. La “sociedad” se configura con la confianza en el funcionamiento de un orden, olvidándonos a menudo que se trata de la creencia en el “Sujeto supuesto Saber”, que en el centro de los lazos sociales no hay más que un fuera del lazo social: agujero o un accidente situándose en exclusión interna a la cantinela de los discursos. El texto de Macedonio Fernández enseña a leer de otro modo, a no menospreciar el accidente de la lectura sino a ubicarlo en el centro de la operación ¿qué sino la interrupción de una accidentada lectura podrá dar la orientación y no la impostura de la dirección obligatoria? Por lo tanto el comentario de este oportuno lector salteado consiguió hacer mudar mi atención, dando vuelta el orden, entendiendo que y Oeste puede ser un agregado ya que el lazo fundamentalmente es un añadido-semblante al fuera del discurso bastante disimulado, a veces. En conclusión, el lugar desde donde RV llega no va a ser otro que el de un curso accidentado, subversión de la lectura sin dirección única: pudiéndose ser el Norte, el Este, el Sur o el Oeste según se siga el recto camino en la guía escrita por un torcido o el camino desviado escrito por un hombre recto.
La precocidad en el campo argentino.
Respecto del “autor ignorado” me permito poner en práctica un principio macedoniano: “las ideas que -a continuación- voy a exponer son absolutamente mías: nadie las encontró en otro autor antes que yo” y tan es así que he encontrado en los artículos escritos por Marcelo Izaguirre una orientación que servirá para comprobar el Norte ( y porque no el Oeste)de estas líneas desplegadas del RV versus la figura de la Precocidad. Bajo el título general “¿Un psicoanálisis nacional?” desarrolla tres artículos (“Despejando el horizonte”, “Teatro Argentino” y “Grotesco criollo”)12 donde el autor indaga y conjetura los procedimientos que emplean tres psicoanalistas argentinos, Juan David Nasio, Isidoro Vegh y Diana Rabinovich13, para inventarse una genealogía analítica. La estrategia de estos tres forjadores de una “Escuela Argentina” se fundamenta contra lo francés, condensado en la figura de Jacques Lacan, objeta la operación de Masotta respecto a la fundación del lacanismo en lengua española y se opone a la orientación política-epistémica que lleva adelante Jacques-Alain Miller.
Marcelo Izaguirre encuentra una invariante en la construcción de los linajes señalados: el rasgo de la precocidad, como atributo heredado, un innatismo blasonado que les permite entrar al campo psicoanalítico.
-Juan David Nasio se referirá a su “historia analítica”:
Yo explique –y lo hice en el pizarrón lo que yo llamo mi filiación analítica, que es la mía. Diciendo que yo he estado analizado por Emiliano del Campo, el cual fue analizado por José Bleger, el cual fue analizado por Pichon Rivère, el cual fue analizado por Angel Garma, el cual fue analizado por Teodoro Reik, el cual fue analizado por Abraham en un primer momento, y en un segundo momento, de manera corta por Freud (Nasio, Juan David, Acheronta Nro. 13)
Marcelo Izaguirre subrayará, además de esta cita, una consideración muy fuerte a la medicina, empleada por los tres analistas, como cita de autoridad:
(El) Dr. Nasio (...) hace saber que pudo mantener una relación de distancia con Lacan por haberse analizado en la Argentina14 y haber tenido tantos maestros allí, donde pudo aprender el diagnóstico de esquizofrenia latente y darse cuenta que en cuanto a la presentación de casos, Lacan no “llegaba ni a los tobillos “ del Dr. Goldemberg del Lanús.
-Diana Rabinovich, entre otras cuestiones, plantea que el conocimiento del francés que tenía desde niña le permitió escuchar las grabaciones de Lacan en Caracas, Radiofonía y TV pudiendo verificar las diferencias entre lo que Lacan decía y el texto establecido por Jacques-Alain Miller, pero el punto que cuestiona Rabinovich no es tanto el asunto de lo que está bien o mal en el establecimiento del texto sino decir que Miller tenía intenciones: “Como en Caracas -dirá Marcelo Izaguirre- mientras a Miller lo guiaban sus intenciones a ella la guiaban, seguramente, sus posibles reencuentros con el francés de la niñez”. Más aún, Marcelo Izaguirre señala que, en esta alusión a la niñez (y a una falsa inocencia respecto de la intenciones, se puede agregar) Rabinovich menciona la ventaja que tuvo respecto a los masottianos de haber estudiado autores tales como Klein, Winnicott, preparación que le posibilitó tanto su distanciamiento teóricos de los errores “millerianos” (moverse con el objeto sin imaginarizarlo como lo hace –supuestamente- Miller) como enseñarles a los franceses algo del inglés, ya que –supuestamente- ellos no consideran la envida (“envy”) y sus equivalencias por una falla idiomática. Un déficit que los deja a penas con su “envie”y “jalousie”, para rematar con la idea de que los franceses tienen celos pero no envidia.
-Isidoro Vegh “el psicoanálisis se sustenta no sólo de una teoría sino en una práctica, y en una práctica privilegiada que es la cura. Y en esto de curar nos acercamos a algo que en nuestra cultura, está ligado a la medicina”. No se tratará en este caso de la localización de la “medicina” como una marca que cambia de lugar, de amor o si se quiere de discurso, sino que se sitúa como algo que se porta como un bien, como un “signo de riqueza destinado a ser valorado y apreciado y signo de autoridad destinados a ser creídos y obedecidos”15 .
Isidoro Vegh, se encumbra como “el más porteño en la genealogía” dirá Marcelo Izaguirre para transcribir una frase del mismo comparándose con un jugador de Football: “si sos centro delantero, tenés que estar preparado para que te den en las canillas. ¿Está claro?” (sic).
Marcelo Izaguirre trazará las conclusiones ubicando el rasgo de la precocidad: “Hemos visto de qué manera en las filiaciones argentinas, se hacían presente los imperios, y Vegh ha traído a los británicos. Tanto él, como Rabinovich, nos han contado sus facilidades con el francés y la precocidad en la llegada al claustro universitario” y retoma al sociólogo francés Pierre Bourdieu:
Paradójicamente, la precocidad es un efecto de la antigüedad: la nobleza es la forma por excelencia de la precocidad, porque no es otra cosa que la antigüedad que poseen por nacimiento los descendientes de las viejas familias16
Siguiendo esta articulación trabajaremos la noción de “campo” según Pierre Bordieu. Este autor, refiriéndose a las producciones científicas, culturales, etc, desplaza el problema de las interpretaciones externalistas o externas (que explicarían el texto por el contexto: por ejemplo una obra literaria por la incidencia del contexto social o económico, la obra como reflejo de una sociedad) y las internalistas o internas (que absolutizan el valor de verdad inmanente del texto) para proponer una tercer opción que sortee tanto el valor reduccionista del contexto como la fetichización del texto. La hipótesis de Bordieu consiste en suponer entre esos dos polos interpretativos un universo intermedio que se denomina campo ya sea éste literario, artístico, jurídico o científico. El campo supone un universo donde se incluyen tanto los agentes como las instituciones que producen, reproducen o difunden el arte, la literatura, etc. Ese universo, dirá Bordieu, es un mundo social como los demás, pero que obedece a leyes sociales más o menos específicas. La clave de la noción de campo se localiza en que el mismo pretende designar un espacio relativamente autónomo: un microcosmo provisto de sus propias leyes. Vale decir, sin dejar de considerar la incidencia del macrocosmos de las leyes sociales lo esencial es ver que el campo dispone de una autonomía más o menos marcada respecto al primero. Según este análisis las coacciones externas a un determinado campo no pueden ejercerse directamente sobre éste sino que son mediatizadas por la lógica del mismo campo. El asunto que cobra capital relevancia se refiere a una ley que explica la relativa autonomía, se trata de la ley de refracción: cuanto mayor es la capacidad de un campo de refractar (de retraducir) los factores externos (en especial los problemas políticos) mayor será su autonomía. Y a la inversa: a menor capacidad de refracción mayor heteronimia. Para Bourdieu:
“la politización” de una disciplina no es el indicio de una gran autonomía, y una de las grandes dificultades con que se topan las ciencias sociales para llegar a ésta (a la autonomía) es el hecho de que personas poco competentes, desde el punto de vista de las normas específicas, siempre pueden intervenir en nombre de principios heterónomos sin que se las descalifique de inmediato.17
El campo se constituye, entonces, por un conjunto de fuerzas en constante lucha. Bourdieu describe la configuración del espacio científico como un universo físico donde se establecen relaciones de dominación y da un ejemplo en el campo económico: los agentes (las empresas) crean el espacio de manera tal que este espacio sólo subsistirá por ellos y por las relaciones objetivas entre los agentes que se encuentran en él. Ahora, bien, una gran empresa deformará todo el espacio económico al conferirle una determinada estructura. En el campo científico Einstein, como una gran empresa, deformó todo el espacio en torno de sí. La metáfora Eisteniana redefine el campo (las posiciones de los agentes): no pudiendo haber físico, grande o pequeño que no haya sido afectado, conmovido por la intervención de Einstein, “así como una gran empresa - dirá Bourdieu- que baja los precios expulsa del campo económico a toda una población de pequeños empresarios”.
Otros de los ejemplos que quiero citar es la intervención de Jean-Paul Sartre en el campo intelectual francés de los años 50 incidiendo (indirectamente, por supuesto) en la toma de posición de George Bataille o de Maurice Blanchot respecto de Heidegger o de Faulkner.
Otro punto a considerar es la “fuente del campo”, vale decir, de que forma la estructura de las relaciones objetivas determinará lo que se podrá hacer y no hacer. Se tratará, utilizando otra metáfora tomada de la física, de la distribución del capital científico en un momento dado, esto es: los agentes (ya sean individuos o instituciones) se caracterizan por el volumen o peso de su capital y determinarán la estructura del campo de acuerdo a la proporción de su peso. A la inversa, cada agente actúa bajo la coacción de la estructura del espacio que se le impone tanto más brutalmente cuanto menos peso relativo tiene (como ya fue subrayado, esta coacción nunca se ejercerá de una manera directa). Así, la posibilidad con que cuenta cada agente de plegar las fuerzas del campo de acuerdo a sus deseos son proporcionales a su capital de crédito científico, vale decir, a su posición en la estructura de la distribución del capital. Este funcionamiento de un campo se verá conmocionado por la irrupción de una excepción, donde un
descubrimiento revolucionario conformará un volumen tal que logrará cuestionar los fundamentos mismos del orden científico establecido. La entrada de la excepción, por lo tanto, redefinirá los principios mismos de la distribución del capital18, las reglas mismas del juego.
Pero en el campo se juegan relaciones de fuerza en una tensión entre tendencias inmanentes y probabilidades objetivas:
entre las ventajas sociales de quienes nacieron en un campo, está precisamente el hecho de poseer, por una especie de ciencia infusa, el dominio de sus leyes inmanentes, leyes no escritas que están inscriptas en la realidad en el estado de tendencias, y tener lo que en el rugby, pero también en la bolsa, se llama el sentido de la ubicación”19
Reconsiderando la cuestión de la precocidad: un buen jugador científico, como un buen jugador de rugby, sabrá presumir donde va ir la pelota y ubicarse en el lugar donde caerá, esto es: los que nacieron en el juego tienen el privilegio de ser “innatos”, vale decir que por su ubicación harán lo que hay que hacer en el momento oportuno y recogerán así la ganancia (sin poner mucho de su parte, ni más o menos, los “precoces” toman lo que le corresponde acorde a su lugar de nacimiento).
La articulación que interesa remarcar ya en el campo psicoanalítico es la injerencia que van teniendo tanto los elementos innatos de la precocidad como la dependencia coactiva de la política (de las influyentes familias conectadas con el Estado: llámese de la Universidad o de cualquier organismo del empleo público) en los agentes de un campo. Vale decir, ver de que forma la autoridad analítica se establece perdiendo su peso específico, restando autonomía a su capacidad de refracción a favor de un desplazamiento de fuerzas provenientes de disposiciones adquiridas en el origen social de los agentes. En la construcción de las genealogías de los tres analistas citados se leerá el recurso de autorizarse con esas disposiciones adquiridas fuera del campo psicoanalítico, develándose una escasa capacidad de retraducción o de refracción, es decir de autonomía:
Para Isidoro Vegh su filiación a la medicina como argumento de autoridad analítica sugiere, por una parte, restar autoridad a Masotta al pretender instalar el viejo tema de las jerarquías entre clínicos y teóricos (donde la equivalencia es directa: Masotta no-médico por lo tanto es un “teórico”). Por otra parte, le quita peso a la intervención de Masotta, dando a entender que la operación Masotta viene o se decide por la acción de Pichon Rivière. Pero, al modo de la metáfora einsteniana, Masotta deformará el campo del psicoanálisis19 resituando la distribución del capital, en particular instituyendo a los RV lacanianos como una gran empresa nueva que modifica los precios y conmueve a las establecidas.
A su vez, la supuesta vinculación de Isidoro Vegh con el Imperio Británico, por alusión al muy porteño (y argentino) juego del football, da el toque heráldico que le faltaba para afianzar el árbol genealógico. En Diana Rabinovich, la precocidad se muestra de la forma más incauta (¿falsa inocencia?) con su valoración del aprendizaje de los idiomas. Asimismo, situándolo a Masotta, sin solución de continuidad, en la serie de sus maestros argentinos junto a Maci y a Jankelevich da cuenta de su pretensión: neutralizar el peso específico de Masotta20.
El Dr. Juan David Nasio si bien dice que supervisó seis años con Lacan, en su historia mencionará haber contado con tantos maestros argentinos, haber tenido la suerte de encontrarse en el Hospital Lanús con el Dr. Mauricio Goldemberg y haberse analizado con Emiliano del Campo. Análisis que lo llevará a ser uno de los descendientes de Freud. ¿Dónde se funda su autoridad analítica? En restarle peso a la Enseñanza de Lacan, erigiéndose una heráldica que no hace más que promover el narcisismo de su pequeña diferencia. Nada más alejado de la lógica de la destitución subjetiva, vale decir, del testimonio de un sujeto que desechando (en tanto se hace una causa) su Novela Familiar construye su argumento (siempre de autoridad) fundado en su máxima capacidad de retraducir la época.
El Arribismo analítico.
Me gustaría compartir por un momento la reprobación que experimentan por la carrera las almas santas –los ángeles, ¡sin duda aquellos que comen el pan de los ángeles!- para decir que el psicoanálisis es ante todo una carrera de fracasados. ¡Se comprueba que es sobre el fondo de un fracaso que el análisis, que esta carrera es la más convincente! He aquí lo que llamamos arribismo (carriérisme) analítico, esto es la vocación de llegar, de arribar (parvenir) (...). Justamente, hacia 1964 yo asustaba mucho en su banquete a los analistas que me veían una buena carrera en el psicoanálisis. Debo decir que no empecé mi carrera en el psicoanálisis sino diez años después de haber conocido a Lacan . ¡De modo que me tomé su tiempo para abrazarla! No me apresuré, pues me retenía una carrera universitaria que trastabilló en 1968 (me quedan algunos restos, algunos buenos restos., en fin!); y luego hice la carrera de revolucionario, aunque no con mayor éxito. En efecto, en otras épocas se podía hacer la carrera de revolucionario. Entonces, entré en la carrera analítica. Y en general, en el psicoanálisis se hacen psicoanalistas (es una observación cuasisociológica) con psiquíatras fracasados o, por ejemplo, con madres fracasadas; y tal vez estas sean las condiciones que allí pueden transformarse en éxito.
Así en el banquete de los analistas el éxito social es sospechoso, ¡cosa muy normal en una práctica donde lo más logrado es el acto fallido! ¡Y por razones de estructura!21 (Jacques-Alain Miller)
El fracaso en un discurso, puede crear las condiciones del éxito en otro, en un nuevo amor, para decirlo con las palabras de Jacques Lacan “el amor es signo de que se cambia de razón, (...) es decir de discurso”. No se hace entrar sin metáfora, sin traducción, sin fracasos una causa en la otra como en los casos descriptos de la autorización argumentada en la precocidad.
El término“Arribismo”, como se habrá advertido, lo situamos en resonancia conceptual con el de “Recienvenido”, avanzando un tramo más la pregunta es: ¿de qué forma sustituir la causa de la Novela Familiar, la del supuesto origen social22?
Jacques-Alain Miller introducirá la fórmula “jabón para villanos” (“savonnette à vilains: bajo el Antiguo Régimen, cargo o tierra que se compraba para ennoblecerse; por extensión, es lo que permite a un arribista hacer olvidar sus orígenes”23) para designar la operación que deberá efectuar el analista respecto de la Enseñanza de Jacques Lacan, específicamente en la función del cero, por ejemplo en la ignorancia. En tanto el problema de la ignorancia, no solamente como crasa ignorancia sino de la operatividad de la misma: un no saber metódico. Así el ingenuo no es el nulo sino no marcado por un saber previamente adquirido, por las significaciones ya constituidas.
Asimismo, se verá de que forma suscribir, inscribirse o transcribirse a esa Enseñanza implicará que el analista (siempre por venir) podrá rasurar, descolar tanto su ingenuidad nula, como la ingenuidad de la perversión personal.
Por supuesto que en el arribismo analítico generalizado (por estructura) al no tratarse de una carrera de almas santas puede que se confundan unos y otros..., no obstante se distinguen los villanos y los RV. Los primeros harán pasar por propio lo que tomaron o compraron de primera o de segunda mano, los segundos entraran al juego valiéndose de su capacidad de metaforización: en esa mudanza accidentada de su análisis se conformará, en la línea del pase, “el deseo impuro”, como invención de una metonimia metaforizada. Ya no se continúa siendo la metonimia del deseo del Otro familiar sino que el deseo del analista se constituye en una metáfora de ese deseo y la comunidad analítica declinará de ser la continuidad (metonímica) de la familia 24.
1 Frase de Jacques Lacan refiriéndose a la posición de Freud respecto a la literatura.
2 Fernández, Macedonio Fernández, Macedonio (1996) Papeles de Recienvenido y Continuación de la Nada. Buenos Aires, Editorial Corregidor.
3 Fernández, Macedonio Op.cit.
4 Insistiendo, el tema de la precocidad se va a conectar con la literatura obligatoria y con la instrucción pública; en el siguiente pasaje se condensa el término del autor y su posibilidad de subvertir el canon de lectura: para tal operación el mismo tiene que permanecer ignorado, inédito, indeterminado: “Nuestro autor es evidentemente incógnito; si no fuera que Shakespeare tiene ya con quien se le confunda, sería una satisfacción ofrecérselo para ese propósito. La lectura de sus obras no nos procura base para juzgar sus talentos de escritor; ignoramos siempre si cumplía años, si nació disgustado, si mejoraba de las enfermedades o moría cada vez (...) si logró que el porcentaje de horadación de su inteligencia por obra de las buenas lecturas y la instrucciones públicas y universitaria fuera menor que el soportado por jóvenes más respetuosos (...)”. Fernández, Macedonio Op.cit.
5 Es de destacar que una acepción etimológica del término “metáfora” alude al traslado, a la mudanza.
6 Fernández, Macedonio Op.cit.
7 Piglia, Ricardo (1999) Formas Breves. Buenos Aires, Temas Grupo Editorial SRL.
8 Fernández, Macedonio Op.cit.
9 García, Germán (1975) Macedonio Fernández: la escritura en objeto. Buenos Aires, Siglo XXI Argentina Editores.
10 García, Germán Op. Cit.
11 Fernández, Macedonio Op.cit.
12 Publicados en la revista Etcétera Nro. 25, 26 y27 del Centro Descartes dentro del programa de “Estudios de Variedad Analítica”.
13 En base a la lectura de entrevistas publicadas en la revista digital Acheronta Nro. 13.
14 Para contrastar valga una frase de Germán García que se estructura como un chiste, al describir el encuentro que tuviera con Lacan el 21 de enero de 1979 dice: “Le expliqué, en respuesta a una pregunta suya, que venía de la literatura, que me había interesado por el psicoanálisis durante mi análisis, etc, (...). Sonrió, le dijo una galantería a mi amiga, y repitió con tono de pregunta literatura, literatura –palabra que había usado para nombrarme. “Vengo de la literatura”, le había dicho. Era menos patético que decir vengo de la Argentina.” (García, Germán (2000) “Lacan de golpe”, D’Escolar, Buenos Aires, Atuel-Anáfora) La sustitución de término “país” por “literatura” da cuenta, se puede conjeturar, del valor del discurso en la que se inscribe un sujeto, puesto que no hay realidad que no se funda en un discurso.
15 Marcelo Izaguirre Op. Cit.
16 Bourdieu, Pierre (1998) La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. España, Editorial Taurus.
17 Bourdieu, Pierre (2000) “Los campos como microcosmos relativamente autónomos”Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires, Ediciones Nueva visión.
18 El capital científico es una clase particular del capital simbólico: consiste en el reconocimiento (o el crédito) otorgado por el conjunto de los pares-competidores dentro del campo científico. En el sistema de acreditación académica, por ejemplo, se contarán las publicaciones con referato, los concursos ganados, los proyectos de investigación dirigidos, las maestrías, doctorados calificados según la CONEAU, etc.
19 Bourdieu, Pierre Op. Cit.
19 Se puede mencionar al menos dos acontecimientos de la excepción Masotta: la lectura inaugural en lengua castellana de Jacques Lacan cifrada en el aforismo “ahí donde repito, traiciono y ahí donde quiero transformar no hago más que repetir” y la fundación de la primera Escuela (la Escuela Freudiana de Buenos Aires en 1974) en el mundo hispano homónima a la de París.
20 Germán García refiriéndose a la visita de Jacques Lacan a Caracas dirá: “yo quería que no se aceptara Caracas como un hecho puro, sino como un desvío político impuesto por circunstancias conocidas... Diana Rabinovich no podía ser Victoria Ocampo porque antes había estado Masotta” (García, Germán (1995) “Una larga marcha” Analítica del Litoral. Ediciones Apeiron, Santa Fe.
21 Miller, Jacques-Alain (2000) “El banquete de los analistas”. Buenos Aires, Editorial Paidós.
22 No tratándose de una explicación sociológica formulamos la suposición porque no hay otra verdad que no sea la del semblante.
23 Miller, Jacques-Alain Op. Cit. (Nota de los traductores).
24 Aquí se puede seguir el desarrollo de Guillermo Belaga, AE (99-2002) de la EOL, de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) y de la EU (Escuela Una) que puntualmente considera el lugar del AE como éxtimo a la comunidad analítica, contando con la posibilidad de “interpretar la Escuela” precisamente por su ubicación al sesgo de la estabilidad semántica de la misma.
Bibliografía
-Belaga, Guillermo (2002) “Interpretar la Escuela”, El psicoanálisis de la orientación lacaniana hoy. Córdoba, Edita EOL-Sección Córdoba.
-Bourdieu, Pierre (2000) “Los campos como microcosmos relativamente autónomos” Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires, Ediciones Nueva visión.
-Fernández, Macedonio (1996) Papeles de Recienvenido y Continuación de la Nada. Buenos Aires, Editorial Corregidor.
-García, Germán(1975) Macedonio Fernández: la escritura en objeto. Buenos Aires, Siglo XXI Argentina Editores.
-García, Germán (1995) “Una larga marcha” (Reportaje), Analítica del Litoral. Santa Fe, Ediciones Apeiron.
-García, Germán (2000) “Lacan de golpe”, D’Escolar. Buenos Aires, Atuel-Anáfora
-Izaguirre, Marcelo (2001) ¿Un psicoanálisis nacional? Despejando el horizonte Etcétera Nro. 25. Buenos Aires, Edita el Centro Descartes.
-Izaguirre, Marcelo (2001) ¿Un psicoanálisis nacional? Teatro argentino Etcétera Nro. 26. Buenos Aires, Edita el Centro Descartes.
-Izaguirre, Marcelo (2001) ¿Un psicoanálisis nacional? Grotesco criollo Etcétera Nro. 27. Buenos Aires, Edita el Centro Descartes.
-Lacan, Jacques (1988) “Homenaje a Marguerite Duras, del Rapto de Lol V. Stein”, Intervenciones y Textos 2. Buenos Aires, Editorial Manantial.
-Miller, Jacques-Alain (2000) “El banquete de los analistas”. Buenos Aires, Editorial Paidós.
-Miller, Jacques-Alain (2004) “Un esfuerzo de poesía”, Mediodicho Revista de Psicoanálisis Nro. 27. Córdoba, Edita EOL-Sección Córdoba.
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